Escena VI

(Dichos, Caperucita).

CAPERUCITA. —Me he perdido, ya es de noche y no sé volver a casa. Señor, ¿quiere decirme dónde queda el camino de mi casa?

BARBARROJA. —(Furioso). ¡Maldición! ¡Otro renacuajo aquí! Pero éste no irá a denunciarnos a la aldea. (Va a ella cuchillo en mano).

CAPERUCITA. —¡Ay perdón! ¡Jesús María! ¡No me mate, señor! (Corre al capitán y se abraza a sus rodillas). ¡Perdón! ¡Señor, defiéndame que ese hombre malo me mata!

LOBO. —Déjala.

BARBARROJA. —¡Fuego de Dios, capitán!…

LOBO. —¿Quién eres tú?

CAPERUCITA. —Caperucita Roja.

LOBO. —¿Eres rica? ¿Quién es tu padre?

CAPERUCITA. —No tengo padre. Mi madre es pobre. ¡Señor, mírela que viene!

LOBO. —Es pobre. Degüéllala.

CAPERUCITA. —¡No! (Gritando). ¡Mamá, mamá, papá!…

LOBO. —Espera. (Deteniéndolo). Yo también tuve una niñita mía que me decía papá. (Levanta a la niña). ¿Mía?… Ah, ah. (Riendo convulsivamente). No era mía. No sé si era mía. Y por eso la maté y a su madre también. Degüéllala. Y después me eché al monte y fui el Lobo. Ninguno sabe mi nombre ni lo sabrá nunca. Soy el Lobo. Así era, como ésta. Todas las noches la veo y me muerdo las manos de dolor. Hice mal en matarla, no tenía la culpa… ¡Pero no! ¡Son víboras todas, son hijas de víboras… Mátala!

CAPERUCITA. —(Llora). Perdóneme, señor, no me mate.

LOBO. —Déjala. Niñita ¿quién es tu padre? ¡Responde!

CAPERUCITA. —No me mate, señor. Yo seré buena y no desobedeceré más…

LOBO. —Niña, dame un beso…

CAPERUCITA. —No quiero. (Secándose las lágrimas).

LOBO. —¿Por qué?

CAPERUCITA. —Porque usté es feo y barbudo y malo…

LOBO. —¡Dame un beso o te mato!

CAPERUCITA. —Me voy a ir al Cielo y usted al infierno… (El capitán desenvaina la daga). ¡Perdón! ¡No, no! ¡Papá, papá!

LOBO. —¡Maldición! Es la voz de la otra. Todas las noches la oigo gritar. Perdóname, pequeña. Bésame para que yo crea que me perdonas…

CAPERUCITA. —¿Yo?

LOBO. —(Alzándola). Bésame, pequeñita, como la otra. Ten piedad de mí. Diez años hace que nadie me besa. Diez años que derramo sangre y recojo odio y maldiciones …

CAPERUCITA. —Pero si me deja ir a casa, sí. Si no, no.

LOBO. —Bésame. Sí, te irás, harás lo que quieras…

CAPERUCITA. —Pero en la frente si quiere, porque hay mucha barba fea. (Haciendo ascos). ¡No! Bueno. (Lo besa).

LOBO. —Otra vez…

CAPERUCITA. —Déjame ir…

LOBO. —¡Otra vez! ¡Oh labios de ángel, más dulces a mi corazón que el agua al sediento; boca pequeñita y santa que refrescas mi pobre corazón incendiado! ¡Oh ángel, tú me besaste! ¿Cómo has podido besarme a mí? Niña, ¿estás segura que tu padre?…