Al día siguiente en su carnet Steer anotaba los nombres de los 1.654 muertos y de los 889 heridos graves. En el campo había habido además cerca de 100 muertos, y en la cercana villa de Durango 160 muertos.
A las 8,30 a.m. del día 27 de Abril, miles de personas escucharon a través de Radio Bilbao la voz emocionada del párroco de Guernica, Ruperto Arronategui: «Guernica ha dejado de existir. La imagen bíblica de Raquel que llora y no quiere consolarse corre a mi imaginación. Soy un sacerdote vasco que en estos momentos de dolor y desolación busco un movimiento de compasión para mi pueblo y mi patria. A pesar de lo ocurrido, a pesar de vernos sin hogar, sin culto y sin pueblo, no anida en nuestro corazón el odio, la sed de venganza ni de destrucción». Luego se hoyó a través de los micrófonos, la voz del alcalde José Labauria; «Guernica ha sido incendiada, pero Guernica no morirá jamás. El Árbol sigue en pie. El ejército vasco luchará en los montes hasta la muerte. Guernica símbolo de la libertad, es ahora símbolo de la ferocidad del fascismo internacional. No nos rendiremos».
La prensa mundial y los gobiernos levantaron sus voces de protesta contra el bombardeo de una ciudad indefensa. Steer mandó a «The Times» de Londres un largo reportaje que fue leído en la Cámara de los Comunes. El Ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Sir Anthony Eden, a una pregunta de Mr. Attle respondió: «El Gobierno Británico deplora profundamente el bombardeo de Guernica y estudiará la posibilidad de obtener de quien sea responsable la conformidad de que se respetará a la población civil. Tomaré las medidas para evitar se repitan hechos tan lamentables». Aún no había terminado de pronunciar estas palabras cuando recibió un mensaje de la Conferencia de Trabajadores reunida en Norwich que decía: «Horrorizados por la bárbara matanza de Guernica, reclamamos al Gobierno la intervención inmediata del Consejo de la Liga de las Naciones».
Al día siguiente a las 9,30 de la mañana desde Radio Salamanca el general Franco clamaba con cinismo increíble: «Nosotros hemos respetado a Guernica como respetamos todo lo español. El escándalo de Guernica es una campaña artificial de la propaganda roja. Los rojos que incendiaron Durango, destruyeron Guernica para lanzar la propaganda que tenían preparada». Monseñor Gustavo Franceschi reafirmó ante el mundo la mentira de Franco: «La prensa de izquierda anglo-francesa dice que la destrucción de Guernica fué provocada por el bombardeo de la aviación de Franco. El Cuartel General del Generalísimo ha respondido muy acertadamente que el estado del tiempo había impedido a la aviación traspasar los montes que separan a Guernica de los aeródromos de las tropas liberadoras. La calumnia sigue apareciendo en los periódicos. Nada puede sorprenderme».
En Londres un debate conmovía a la Cámara de los Comunes. Las voces de Lord Robert Cecil, Lord Strabolg y Miss Megan Lloyd George pedían una enérgica intervención. La opinión mundial se conmovió ante la alocución patética del obispo de Winchester en la Cámara de los Comunes. No había terminado de hablar el obispo, cuando a cientos de kilómetros de distancia una flota aérea se dirigía a los pueblos de Amorebieta, Zenarruza y Bolívar. A las 2,15 del día 29 de Abril, el pueblo de Bolívar sufría un bombardeo. La metralla dejó la estatua del Libertador, símbolo querido por el pueblo, sin cabeza y sin brazos. De la inscripción que decía; «El pueblo vasco a Simón Bolívar, al que reconocen por padre de la patria, Venezuela, Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia», no quedó nada.