Entre los cargos públicos que ocupó Alejandro Góngora Vera figuran la delegación de Migración y del Seguro Social en Cancún, la dirección general de Fonatur en la misma ciudad y en fechas recientes (2001) el de primer regidor en el cabildo municipal.
Durante aquella entrevista en el programa radiofónico «Desde el café», Góngora declaró que conoció a Succar cuando intentaba vender unos locales comerciales en el aeropuerto de Cancún, propiedad suya y del entonces senador priísta Emilio Gamboa Patrón, poderoso político yucateco vinculado a los ex presidentes Miguel de la Madrid (de quien fue secretario particular) y Carlos Salinas de Gortari.
Según él, el contacto inicial entre Succar y él ocurrió hace cerca de diez años y cultivaron una amistad que se consolidó a lo largo de una década, al grado que se convirtieron en compadres.
En la entrevista, el ex regidor aseguró que él «ponía las manos al fuego y avalaba la conducta honorable de su compadre Jean Succar». Sostuvo que era tal la confianza que sentía en el libanés nacionalizado mexicano que le confiaba a sus hijos para que fueran a su casa, al cine o a pasear adonde quisieran. La propia esposa de Góngora, meses antes de que se descubriera de modo público a Succar, contradijo esta declaración, al asegurar a amistades cercanas que ella nunca permitía que sus hijos salieran con el sujeto porque a ese señor «le gustan las niñitas».
Para el 9 de noviembre de 2003 los medios reflejaron las contradicciones de Góngora Vera al declarar que no tenía nada que ver con el caso pues, tres días antes de esa declaración, mantuvo una entrevista privada con su abogado en el Distrito Federal. El regidor fue llamado por la PGR para presentarse el viernes 31 de octubre a declarar sobre su supuesta participación en algunos de los delitos imputados pero, en lugar de asistir a esa cita, se reunió con el destacado penalista Juan Velásquez, quien desde los primeros días se convirtió en su abogado defensor.
La PGR sólo lo convocó por tener conocimiento y nexos de negocios con Succar. Para esas fechas no había ninguna denuncia formal en su contra y tampoco se le citó como inculpado o indiciado. De tal manera, su ausencia alertó a los agentes del ministerio público de la PGR.
De igual suerte, la elección de abogado hecha por Góngora levantó aun mayores sospechas en ellos.
Juan Velásquez no es sólo uno de los penalistas más costosos del país, sino que ha sido abogado defensor, por ejemplo, del líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Carlos Romero Deschamps; del ex presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, acusado —entre otras cosas— de genocidio en el movimiento estudiantil de 1968; del ex director de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Arturo «El Negro» Durazo; asimismo fue el primer abogado de Raúl Salinas de Gortari, ahora preso en Almoloya.
Un allegado de Góngora Vera reveló que fue Emilio Gamboa Patrón quien llevó a aquél con Juan Velásquez y le dijo que no se preocupara, que él se encargaría de apoyarlo con lo que fuera necesario, refiriéndose a los altos costos de los servicios del litigante.
Mientras el compadre de Jean Succar se defendía de las declaraciones de las menores y de los ataques directos de la prensa local —en particular del Poresto— de Quintana Roo y del Que Quintana Roo se entere, las especulaciones de los empresarios se nutrían de las breves declaraciones de las autoridades federales de la PGR. Ya no era cuestión del abuso sexual de unas cuantas menores, asunto que no los escandalizó de manera evidente; ahora se hablaba de nexos con el crimen organizado y de lavado de dinero a través de los negocios que Góngora y Succar poseen hasta la fecha en el aeropuerto de Cancún. Eso puso en estado de alerta a más de un amigo, socio u hotelero que en algún momento fuera poyado por Alejandro Góngora a su paso por el Fondo Nacional de Fomento al por Gamboa Patrón por mediación del primero.
Investigarlo a él a fondo podría implicar regresar a las negociaciones que hiciera mientras encabezó el Fonatur, así tomo a las intervenciones directas de Gamboa Patrón para comprar y vender terrenos con gran discrecionalidad Éste apenas había salido ileso de una seria acusación por parte (el entonces contralor de la Secodam, Francisco Barrio, quien aseguró que cumpliría su compromiso de atrapas a os los «peces gordos» sin excepción, «caiga quien caiga». El senador priísta Emilio Gamboa Patrón sería, según Barrio, el próximo funcionario a investigar en el ámbito penal por su presunta participación en el desvío de más de cincuenta y ocho millones de pesos, cuando encabezó la Subsecretaría de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) en 1998. De allí derivó la primera investigación de la PGR en busca de nexos entre el lavado de dinero, Succar, Gamboa Patrón y Góngora Vera, que aún sigue abierta, según consta en informes oficiales de la AFI.
Las amistades de Alejandro Góngora, pertenecientes a la alta sociedad cancunense, denominada por la periodista de sociales Mariana Orea como «La Cancuniqué», comenzaron a alejarse de él, al grado de no invitarlo a los eventos sociales de la zona residencial Pok Ta Pok, el club de golf de la zona hotelera donde habitan, en casas de lujo, varios empresarios pioneros de Cancún.
Carlos, un amigo cercano de Góngora, aceptó conceder una entrevista, bajo la condición de mantener su nombre completo en resguardo por temor a las represalias de éste.
—Nos encontrábamos en casa de Víctor R., como muchos fines de semana en las comidas donde convivimos con nuestras esposas. Tú sabes, Rocío, la esposa de Alejandro, al igual que la de Víctor y muchas otras, son muy persignadas y se pasan el día moralizando. En ese entonces casi todos conocíamos a Succar, le decíamos «El Libanés», aunque ahora me enteré por la prensa que también le llamaban Johny; nunca fue de mi especial agrado, era muy petulante. Ya ves que en esas reuniones los hombres están de un lado bebiendo y hablando de golf y las mujeres en otro, platicando de sus cosas. Pues yo me acerqué a mi esposa, y en ese momento estaba hablando Rocío, la mujer de Alejandro Góngora, y la escuché decir: «Yo no permito que Alejandro lleve a mis hijos a casa de Succar, a ese señor le gustan las niñitas». Las demás señoras hicieron comentarios como «¡Qué barbaridad!» y esas cosas, pero no abordaron más el tema. Esto sucedió por el año 2000, y ahora todos actúan como si se estuvieran sorprendidos. Eso me enoja; mucha gente lo sabía y se hacía ojo de hormiga, sobre todo los amigos cercanos del libanés, porque iban a su hotel a las fiestas privadas que organizaba y después salían con él en el yate de Miguel Ángel Yunes, el senador; ese sí es muy cercano a Succar.
Aunque él negó rotundamente todos los alegatos en su contra, incluidos los que se filtraron de las oficinas de la policía judicial del estado en los que se asegura que consta en actas la declaración de una niña contra Góngora Vera, también ex delegado del IMSS, Antonio Callejo, periodista y corresponsal de la agencia APRO, publicó una investigación que él mismo realizó, que le permite asegurar que para el 5 de noviembre de 2003 Góngora Vera canceló la matrícula de sus hijos en un prestigiado colegio privado de la ciudad, cambió su domicilio y puso en venta un edificio de su propiedad en la céntrica avenida Náder, que ya luce un anuncio de una empresa local de bienes raíces.