QUINTA PARTE

EL NUEVO PRÍNCIPE

Capitalismo y barbarie. Socialismo y barbarie. ¿Cuál es el liberalismo que cuenta, en el Oeste, el tamiz de la tecnocracia progresiva ¿Cuál es el samizdat, en el Este, que desarma la lengua de hierro de los modernos zares rojos? Al igual que las víctimas de los cuentos de terror parece que no nos queda otra cosa que elegir, entre tal y cual forma de totalitarismo, la que mejor se adapte al destino que se nos prepara. ¿Será el de Carl Schmidt o el de José Stalin? ¿El de los sexólogos o el de los intelectuales en el poder? ¿El de la noche de los campos de concentración o el de la cruda claridad de una nueva panóptica? ¿El del Estado central y musculoso o el de la autogestión generalizada? El breve inventario que he hecho prueba al menos que nuestros Príncipes poseen, por lo menos, una rica paleta en que mezclar sus colores; que la barbarie de mañana tiene en su favor todos los recursos del porvenir y del progreso.

En lo que a mí se refiere, la suerte está echada. La barbarie por venir tendrá, para nosotros, los occidentales, el más trágico de los rostros: el rostro humano de un «socialismo» que repetirá por su cuenta las tareas y los excesos de las sociedades industriales. El reino de una plebe erudita y acomodada que ya, en Francia por lo menos, se reconoce en los espejos de la extrema derecha de Chirac y del comunismo risueño. La victoria de un «estilo» que podría considerarse indistintamente como fascista y proletario, cuyo «estilo» democrático o libertario de ahora en adelante cubrirá los gastos. Aparece en el horizonte un turbio condominio, una extraña sirena política cuyo cuerpo será el Capital y cuya cabeza será marxista. Pax Romana de nuevo tipo. Doble hegemonía cuyos primeros síntomas pueden detectarse desde ahora.