PRIMERA PARTE

EL PASTOR Y SU REBAÑO

Conocemos la antigua pregunta de los filósofos: «¿por qué hay Ser, por qué hay Ser en vez de nada?». Tal es, acaso, el nuevo problema; habría que tomar la decisión de convertirlo, si bien no en nuestro vértigo, por lo menos en nuestra obligación: «¿Por qué existe el Poder, por qué el Poder en vez de otra cosa?». Es el problema que se va a encontrar, de una manera terca y obsesiva, a lo largo de las páginas de este libro. Por lo cual he escogido comenzar sin otras complicaciones y sin mayor preámbulo. ¿Por qué el Poder, entonces, y cómo se urde? ¿Existen sociedades sin poder, y tiene algún sentido esta idea? ¿De dónde sale su perennidad, de dónde viene el que gire y no cambie? Es decir ¿qué es lo que, atenazándolo al cuerpo de los hombres, lo obliga a anclar en el firmamento de nuestros horizontes? Filosofar sólo tiene sentido en este espacio. La filosofía no valdría una sola hora de esfuerzo si no adoptase antes la forma y la figura de la Política. Los que suelen reír, me lo imagino, no estarán de mi lado, pues en ellos tengo puesta la mira, en los frívolos y juerguistas doctores. Los «progresistas» tampoco, pues de ellos se trata y de su optimismo impenitente. No, el mundo no anda bien y no andará mejor, sin duda alguna. El Príncipe, claro está, constituye una fatalidad que doblega la Historia a su capricho. La vida es una causa perdida y la felicidad una idea caduca.