[1] Voie d’accès au plaisir (Vía de acceso al placer), Grasset, 1974, pp. 17-27. <<
[2] Guy Hocquenghem y René Scherer, «Coïre», Recherches, n. 19, 1976, p. 9. <<
[3] He aquí el texto exacto: «Por qué vosotros, los intelectuales políticos, os inclináis hacia el proletariado? ¿En conmiseración de qué? Comprendo que os odien si se es proletario, pero no hay por qué odiaros por ser burgueses, privilegiados de manos delicadas, sino porque no os atrevéis a decir lo único que importa decir: que uno disfruta tragándose la leche del Capital, las materias del Capital, las barras de metal, los poliestirenos, los libracos, los embutidos, y tragándose todo por toneladas hasta reventar… Claro que sufrimos, nosotros, los capitalizados, mas no quiero decir que no disfrutemos, ni que lo que creéis poder ofrecernos —¿cómo remedio de qué? ¿de qué?— no nos repugne aún más; tenemos horror a la terapéutica y a la vaselina, preferimos reventar en los excesos cuantitativos que juzgais los más estúpidos. Y no esperéis tampoco que nuestra espontaneidad se revele. (Économie libidinale, Economía libidinal, Éditions de Minuit, 1974, pp. 141-142). <<
[4] Félix Guattari, Psychanalyse et politique, Seuil, 1974, pp. 43-60. Echar un vistazo, como contraprueba, a los excelentes textos de Sollers y de J.J. Goux. <<
[5] Sobre este punto, debo señalar un profundo desacuerdo con Christian Jambet y Guy Lardreau, para quienes, sean cuales fueren los efectos sociales del deleuzismo, Deleuze es y sigue siendo un gran filósofo que no se deja, en modo alguno, reducir a sus efectos. Véase sobre esto el saludo de Jambet al autor de la Logique du sens (Lógica del sentido) y del Anti-Edipo, en una nota de la Apología de Platón. <<
[6] Quisiera aquí saludar de paso a este olvidado de las modas, a ese semimaldito de la modernidad, Kostas Axelos, autor de Marx, penseur de la technique, (Marx, pensador de la técnica) (reeditado en U.G.E. 10/18), a quien, sobre este detalle, debo muchísimo. <<
[7] Des dispositifs pulsionnels (Sobre los dispositivos de pulsión), U.G.E., 10/18, 1974, p. 17. <<
[8] Véase una vez más La apología de Platón, de Jambet, pp. 115-119. <<
[9] Hay, sin duda, sobre este punto, como sobre muchos más, un deslizamiento perceptible en los últimos textos de Foucault. Me refiero a Surveiller et punir (Vigilar y castigar) y, sobre todo, La Volonté de savoir (La voluntad de saber) en donde aparece el concepto de «poder productivo» y donde se eclipsa, por el contrario, el de «rarefacción», que era clave hasta entonces. <<
[10] Michel Foucault dio de ello una explicación en una conversación que mantuvo conmigo y que fue publicada por Le Nouvel observateur, el 14 de marzo de 1977. <<
[11] Auguste Comte, Cours de philosophie positive, (Curso de filosofía positiva), Lección 56 ª, Herman, 1975. El «monoteísmo» se define allí como aspiracián a «dirigir activamente el movimiento mental». <<
[12] Freud, Malestar de la civilización, P.U.F., 1976. <<
[13] «Psychologie collective et analyse du moi» (Psicología colectiva y análisis del yo), en Ensayos de psicoanálisis (trad fr. Payot, 1967, p. 96). <<
[14] Freud, op. cit., p. 83. <<
[15] Guy Coquille, Institution du droit des Français (Institución delderecho de los franceses), 1605. Charles Loyseau, Traité des seigneuries (Tratado de los señoríos), Uno y otro plagian o glosan los Seis libros de la República, de Bodin (1576). <<
[16] Etienne Parquier Les Recherches de la France (Las investigaciones de Francia): los Reyes, «por natural benevolencia que sienten hacia sus súbditos, al reducir su poder absoluto bajo la civilidad de la ley, obedecen a su ordenanza». <<
[17] Las «sentencias de reglamento» constituyen una especie de derecho supletorio en las lagunas de las ordenanzas. Los «juicios de igualdad», una moderación o una extensión de la ley, según la calidad del proceso en curso. <<
[18] Achille de Harlay, primer presidente del Parlamento de Paris. <<
[19] Véase al respecto el artículo muy importante de Marcel Gauchet, «L’expérience totalitaire et la pensée de la politique», (La experiencia totalitaria y el pensamiento de la politica), Esprit, julio-agosto, 1976, pp. 20-21. <<