UN MAÑANA[9]

Loada sea la misericordia

De Quien, ya cumplidos mis setenta años

Y sellados mis ojos,

Me salva de la venerada vejez

Y de las galerías de precisos espejos

De los días iguales

Y de los protocolos, marcos y cátedras

Y de la firma de incansables planillas

Para los archivos del polvo

Y de los libros, que son simulacros de la memoria,

Y me prodiga el animoso destierro,

Que es acaso la forma fundamental del destino argentino,

Y el azar y la joven aventura

Y la dignidad del peligro,

Según dictaminó Samuel Johnson.

Yo, que padecí la vergüenza

De no haber sido aquel Francisco Borges que murió en 1874

O mi padre, que enseñó a sus discípulos

El amor de la psicología y no creyó en ella,

Olvidaré las letras que me dieron alguna fama,

Seré hombre de Austin, de Edimburgo, de España,

Y buscaré la aurora en mi Occidente.

En la ubicua memoria serás mía,

Patria, no en la fracción de cada día.