A UN CÉSAR[6]

En la noche propicia a los lemures

Y a las larvas que hostigan a los muertos,

Han cuartelado en vano los abiertos

Ámbitos de los astros tus augures.

Del toro yugulado en la penumbra

Las vísceras en vano han indagado;

En vano el sol de esta mañana alumbra

La espada fiel del pretoriano armado.

En el palacio tu garganta espera

Temblorosa el puñal. Ya los confines

Del imperio que rigen tus clarines

Presienten las plegarias y la hoguera.

De tus montañas el horror sagrado

El tigre de oro y sombra ha profanado.