CARTAS A LOS PADRES DESDE MAULBRONN

[Maulbronn, septiembre, 1891]

Queridos padres:

Hasta hoy pude aguantar sin escribir, pero ahora os tengo que decir: me quedan sólo 61 Pf. y mañana tengo que pagar 60 Pf. por dos cuadernos de hebreo; hasta el domingo, como pronto, no tendré tiempo de llevar a correos el paquete en el que os mando este par de pantalones para coser, y tampoco entonces tendré mucho tiempo; también eso me costará algo; en cuatro o cinco días necesito petróleo; en resumen, estoy en apuros. Creedme, queridos padres, que hasta ahora sólo he mandado traer un cuarto de litro de cerveza (11 Pf.) y aparte de eso no he hecho ningún gasto de este tipo. Podemos beber cosas así tres veces por semana, y casi todos lo hacen; también se puede comprar la leche, pero a mí me resulta muy cara. Siento tener que escribiros esto y pediros urgentemente que me mandéis con el paquete de los pantalones algún dinero, mis tarros de barro, bastante papel transparente para borrador y un taco de papel, que sea aproximadamente así de grueso: ¡por favor!

Me va bastante bien. Lo que echo de menos, y mucho, es el café. Por la mañana son parcos con el café y luego ya no nos dan. Hoy tuve (con otros tres) mi primera clase de violín.

Nuestros profesores predilectos son los señores repetidores. Ayer percibimos nuestros estatutos impresos. Os voy a copiar algo de ellos.

Art. 6: No está permitido comer durante las horas de trabajo.
Art. 10: No debe adquirirse comida ni bebida a cambio de dinero en ningún establecimiento. Para la visita de cualquier establecimiento se requiere el permiso de la Dirección.
Art. 13: Queda prohibido a los alumnos fumar (cigarros o pipa).
Art. 17: Los alumnos irán vestidos decentemente según la costumbre de los demás jóvenes de su edad, evitando todo lo que sea llamativo en tejido, color y corte del traje. Los batines sólo están permitidos en el dormitorio y en el pasillo que conduce a él. Etcétera.

También os quiero copiar algo del orden del día:

Días laborables: 6,30 = levantarse
6,30 = oración
7,00 = desayuno
7,15 a 7,45 = estudio
7,45 a 9,45 = lecciones
9,45 a 10,00 = recreo (en invierno)
10,00 a 12,00 = lecciones
4,00 a 4,30 = pausa
7,30 = cena
Después de la cena hasta las 9,00 = recreo
9,00 = oración nocturna
9,00 ó 9,30 = a la cama
En domingos: 7,00 = levantarse
7,30 = oración
7,45 = desayuno
8,00 a 9,00 = ocupación en silencio (es decir, estar simplemente tranquilo: trabajar, leer)
9,00 a 9,30 = recreo
9,30 a 10,30 = Iglesia
10,30 a 11,00 = ocupación en silencio
11,00 a 12,00 = recreo
12,00 = comida
1,00 a 1,30 = libertad para salir
1,30 a 2,30 = ocupación en silencio
2,30 a 4,15 = paseo
4,15 a 5,45 = ocupación en silencio
5,45 a 6,00 = recreo
6,00 a 7,30 = ocupación en silencio, luego cena
Días festivos: Por la mañana como en los domingos, pero en lugar de la ocupación en silencio hay estudio.
12,00 a 2,00 = paseo
4,30 a 6,00 = estudio
6,00 a 6,15 = recreo, luego cena
6,15 a 7,30 = estudio

Hoy he comenzado a apuntar en cada comida lo que nos dan. Cuando me guste os lo diré. Os envío la carta de Jack, ¡deliciosa! Gracias por vuestra carta.

Hermann.

Ahora mismo llaman a cenar.

Si por casualidad cayese algo de embutido o fruta en el paquete, encontrará buena acogida en este sano estómago monacal. Esta mañana tuve la alegría de que se leyera en clase mi redacción Breve autobiografía con descripción minuciosa de detalles, como la mejor de la promoción.

P. S.: Para el franqueo empleo mis sellos, ahora me queda exactamente 1 Pf.

21 de febrero de 1892

Queridos padres:

Ahora mismo vengo de la lección de la tarde, en la que declamé el Cantor, de Goethe. La declamación fue considerada buena, excepto el pasaje «Yo canto, como canta el pájaro», que al parecer declamé en un tono demasiado «campechano», en palabras del señor Repetidor Wüterich. El señor Repetidor Stettler recibió el jueves un telegrama, mientras nos daba clase, anunciándole la muerte de su hermano. Hoy ha vuelto.

He escrito al abuelo de Estonia y también a Theodor en Günzburg. El sábado por la tarde hubo repetición en planimetría y, como era de esperar, me perdí en un gran marasmo. Dentro de pocas semanas habrá un examen escrito, que no me preocupa. Cada día encuentro mayor placer en Schiller y especialmente en Homero. Con hebrero sucede lo contrario.

Esta semana es especial por dos días de fiesta, que caen estupendamente.

El día del cumpleaños del Rey tengo que tocar en la orquesta del Seminario el segundo violín en una obra de Beethoven. Esperamos que la fiesta sea un éxito.

Leo el Proceso por la sombra de un burro de Wieland, también a Lavater. Pero mi tiempo libre está muy limitado, ya que el trabajo ha aumentado considerablemente.

28 de febrero de 1892

Queridos padres:

Muchas gracias por el paquete y la carta.

Los dos días libres fueron muy agradables. El miércoles tuvimos libre medio día, el jueves todo el día. El martes por la mañana hubo concierto en el oratorio; yo intervine en la orquesta y en dos coros (bajo). Por la tarde marchamos con los repetidores a Bretten, en el Gran Ducado, con un barro indescriptible. Allí en la taberna hubo chistes, cerveza, embutido, discursos y música. La vuelta a casa fue terrible. Imaginaos un barro insondable, nieve mojada en algunos sitios, una oscuridad bastante espesa, tiempo lluvioso, pies cansados, un poco de dolor de cabeza, escalofríos y mucha prisa. Fue muy romántico, casi bonito, pero cruel. Todavía me siento totalmente entumecido y roto.

Encuentro mucho, muchísimo placer en el trato con Theodor Rümelin, cuya música es excelente. Theodor toca Mozart y Beethoven, improvisa mucho y compone. Tiene la intención de poner música a algunos de mis poemitas. Siempre es amable, nunca está de mal humor, ¡extraordinario! Además tienen una voz de bajo hermosa y sonora y de vez en cuando bellas canciones al piano. Es un genio.

Saludad por favor cariñosamente a Georg, también a Jack.

El trabajo crece cada vez más, exámenes y repeticiones «en masse» dan mucho que hacer. De vez en cuando salgo al aire libre.

He iniciado una correspondencia con Theo, que está en Günzburg. Leo mucho a Schiller, también El proceso por la sombra de un burro de Wieland y algo de Kant.

El martes tengo un examen de repetición de geografía que casi me aterra. El violín medianamente bien. En geometría y álgebra me hundo sin remedio, no se me dan bien y así todo el trabajo es en vano.

Lástima que tenga que derrochar tantas horas en el hebreo, que de todos modos no voy a continuar más tarde.

Con un beso,

vuestro portador de hábitos H.stud.mul.

Apéndice

Telegrama de Maulbronn

expedido el 7 de marzo de 1892 a las 4,40 horas

entregado el 7 de marzo de 1892 a las 5,10 horas.

Al Misionero Hesse, Calw

«Hermann falta desde las 2 horas, rogamos envíen posible información».

Profesor Paulus

Telegrama de Maulbronn

expedido el 7 de marzo de 1892 a las 8,30 horas.

entregado el 7 de marzo de 1892 a las 9,10 horas.

Al Misionero Hesse, Calw

«Todas medidas adoptadas hasta ahora sin éxito».

Paulus

Telegrama de Calw

[sin fecha]

«No sabemos nada. Rogamos telegrafíen noticias tranquilizantes».

Hesse

Carta del profesor Paulus a Johannes Hesse

Maulbronn, 7 de marzo de 1892

Muy señor mío:

Desgraciadamente no puedo darle hasta este momento, es decir hasta las 10 horas de la noche, ninguna noticia que le tranquilice en su gran preocupación; todas nuestras indagaciones no han obtenido resultado de momento. Sin embargo, me creo en el deber de comunicarle lo que aquí ha sucedido y lo que hemos averiguado en relación con la lamentable fuga de su hijo Hermann de este seminario. Según las declaraciones de varios de sus compañeros Hermann se hallaba desde hace tiempo, incluso ya desde antes de Navidades, frecuentemente en un estado de máxima excitación, en el que solía escribir exaltados y en parte excesivos; pero estos estados alternaban con otros en los que se mostraba alegre y animado. Quizá haya sido ésta la razón por la que sus compañeros más próximos no han dado ningún aviso.

Según las declaraciones concordantes de sus compañeros, Hermann fue visto por última vez durante el permiso de salida algo antes de la 1,30. Estaba alegre, aunque expresó la intención de fugarse ante algunos compañeros; ellos no lo tomaron en serio. Cuando se le echó de menos durante la lección de las 2, se preguntó por él, primero en la estación y después telegráficamente en Stuttgart; inmediatamente se rastrearon, bajo la dirección de los profesores de la promoción, los bosques de los alrededores a una distancia de 1-2 horas. Además se dio aviso al comandante de carabineros y a través del departamento superior del distrito a los alcaldes de los pueblos circundantes. Finalmente enviamos al jefe de bedeles a indagar en Knittlingen y Bretten, ya que una pista parece indicar en esa dirección.

Desgraciadamente, hasta ahora todo ha sido en vano. Desde luego no han podido llegar aún las noticias de los alcaldes y tampoco del bedel. Participo sinceramente de la preocupación e inquietud interior en las que usted se encuentra; también nosotros estamos muy excitados. Naturalmente haremos todo lo que sea conveniente para el caso y le pondremos al corriente del resultado de nuestros pasos. Espero poder darle pronto noticias tranquilizadoras.

Le saluda suyo servidor

Prof. W. Paulus,

en representación del Sr. Director.

Postdata, 8 de marzo, 7,30 de la mañana

Ho han llegado nuevas noticias.

Telegrama de Maulbronn

expedido el 8 de marzo de 1892 a las 11,55 horas

entregado el 8 de marzo de 1892 a las 12,15 horas.

Al Misionero Hesse, Calw

«Hermann volvió sano y salvo».

Profesor Paulus

Carta del profesor Paulus a Johannes Hesse

Maulbronn, 11 de marzo de 1892

Muy Sr. Mío:

Ayer se deliberó en la Junta de Profesores sobre el castigo a imponer a su hijo Hermann y tengo el deber de informar a usted sobre la resolución adoptada. Estuvimos de acuerdo en no considerar la falta de Hermann como una fuga premeditada y consciente, ni como una expresión de malicia o rebeldía, y también estuvimos de acuerdo en que la enorme excitación y alteración con la que había actuado debían considerarse como atenuantes. Se fijó por tanto un castigo de prisión escolar de 8 horas, que Hermann cumplirá desde por la mañana a las 12,30 hasta las 8,30.

La Junta estuvo de acuerdo además en opinar que la permanencia de Hermann en el Seminario no es deseable por dos razones. Primeramente en su propio interés. Durante la investigación de su delito se ha puesto de manifiesto que le falta en un alto grado de capacidad de autocontrol y de mantener su espíritu y sus sentimientos en los límites necesarios para su edad y para su educación fructífera en un seminario. Por lo tanto estamos convencidos de que para él sería mucho más provechoso matricularse en un Instituto, especialmente si al mismo tiempo se le alojara en una familia, donde estaría bajo una disciplina y un control constantes y encontraría en la vida familiar un estímulo emocional. En segundo lugar, creemos que su estancia en el Seminario puede convertirse en un peligro para sus compañeros. Hermann está demasiado lleno de ideas exaltadas y sentimientos exagerados, a los que tiende a entregarse en exceso. Si los comunica a sus compañeros puede suceder, como hasta ahora, que no encuentre comprensión y, en consecuencia, se sienta, según sus propias declaraciones, aislado e incomprendido, o que con el tiempo arrastre, como es de temer, a otros hacia su anormal y morboso mundo de ideas y sentimientos. Mi cuñado, el profesor Malz, y yo hemos hablado sobre este tema con el Sr. Gundert y creo poderme referir a nuestras declaraciones verbales. La cuestión será planteada a la autoridad superior, después de la decisión de la Junta.

Me permito incluir una relación de los gastos originados por la fuga de Hermann.

Estoy convencido de que Hermann observará, al menos en el tiempo próximo, un comportamiento correcto. Pero el hecho de que su excitada fantasía desborda con facilidad su voluntad, comporta siempre un criterio peligroso.

Con los más respetuosos saludos, también a su cuñado.

Su seguro servidor W. Paulus.

Gastos: Telegrama a Stuttgart, a la estación, a Bruschsal, a Bretten y un telegrama a Calw:

1 M 85, 50 Pf., 1 M 95, 2 M 30 y 55 Pf. Total: 7,15
Retribución a los gendarmes Lieb y Sternenfeld: 2,00
Ídem para el gendarme Meier de aquí: 3,00
Propina para el ordenanza Röhm de aquí: 1,00
Factura de Holzbog, jefe de bedeles: 12,55
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Total: 27,70 Marcos

Recuerdo de mi abuelo

El recuerdo más vivo y delicioso que tengo de él es para mí el siguiente: yo no había cumplido aún los 15 años y acababa de sufrir la crisis más grave de mi vida de colegio como alumno del Seminario, protestante de Maulbronn, es decir, en uno de los peldaños inferiores de la escalera que conduce al Stift, a la erudición al cargo de pastor o al Parnaso suabo. Había cometido un crimen inexpiable, incomprensible, que acumulaba la vergüenza sobre mí y mi honorable familia: me había escapado, se me había buscado un día entero en los bosques, con la policía armada, y había estado a punto de morir al pasar la noche en campo abierto, a diez grados bajo cero. Ahora, una vez dado de alta en la enfermería y el calabozo, volvía a casa a pasar las vacaciones. Todavía no estaba despedido y expulsado definitivamente del Seminario, pero sí estaba amenazado en mis estudios casi irremediablemente. Que me trataran como a un criminal y a un enemigo, sobre todo en la familia, me hubiera quizá resultado menos terrible que la benevolencia y el temor desconcertado de los que me rodeaban, como si fuera presa de una siniestra y hasta contagiosa enfermedad. Una de las primeras visitas obligatorias, que tenía que hacer de vuelta en casa, y que para mí era la más importante y la más difícil, era al venerado, querido, pero en aquel momento también muy temido abuelo. No me cabía ninguna duda de que mis parientes esperaban mucho de esta visita y que habían rogado al venerable anciano que me examinase a fondo y me hiciese ver la magnitud y las probables consecuencias de mi delito. Mi visita al abuelo, el camino a la querida y vieja casa, y la subida por las escaleras a su estudio soleado, situado en lo alto, fueron como el camino del pecador al juicio. En la gran antesala había, como siempre, centenares y millares de libros, que ya entonces me atraían poderosamente y de los que más tarde había de leer tantos; la luz era tenue y el silencio absoluto, por la única ventana veía resplandecer el muro de la casa contigua iluminado por el sol, y el agujero oscuro de la ventana de la buhardilla, sobre el que colgaba un poco torcida y desvencijada la pequeña rueda del ascensor para subir la leña. Todo, la solemne fila gris de libros en folio en los estantes más bajos de las librerías, la exacta simetría de los espacios entre los títulos empalidecidos de largas filas de tomos de revista y el tenue y fugaz brillo del oro sobre los lomos de cuero, poesía en esta supuesta hora crucial una aparente superrealidad y una importancia que me oprimían; todo hablaba de un mundo de orden, pulcritud y solidez que yo estaba a punto de abandonar y de perder por mi fatal actuación, sobre la que precisamente aquí tendría que responsabilizarme.

Así pues, entré temeroso en el santuario, respiré el olor de humo de pipa, de papeles y tinta, vi las luces del sol jugar sobre las mesas cubiertas de libros, revistas, manuscritos en diversas lenguas y vi enfrente de mí, de espaldas a la ventana y al sol al viejo sentado en su canapé en una nube de humo luminosa por el sol, levantando lentamente la vista de su trabajo. Saludé lentamente la vista de su trabajo. Saludé con voz baja y le di la mano, preparado para el interrogatorio, la sentencia y la condena. Él sonrió con la boca sensible, versada en tantas lenguas, rodeada de ancha barba blanca y aún sonrió con los ojos azul claro; la tensión angustiada cedió a mí y sentí que aquí no me esperaban sentencia ni castigo, sino comprensión, sabiduría y tolerancia (de vejez) y además un poco de ironía y picardía. Entonces el abuelo abrió la boca y dijo: «Vaya, ¿eres tú, Hermann? Tengo oído que el otro día hiciste el viajecito de un genio».

(1916)