Genoveva es la protagonista de una leyenda popular de la edad media. De alta cuna, era la hija de los duques de Brabante, se casó muy joven con el Conde Sigifrido. Llamado su esposo para contener el avance de los infieles procedentes de España, ella tuvo que resistir las propuestas deshonestas del mayordomo Golo, hombre de confianza de su marido, quién quedó a cargo del condado en su ausencia.

Despechado por su negativa, Golo acusó a Genoveva de adulterio. Su marido, en una decisión irreflexiva, la condenó a muerte, junto con su hijo. Pero los verdugos, apiadados, se limitaron a dejarlos a su suerte en los bosques de alrededor, bajo promesa de no volver jamás al castillo. Durante cinco años vivieron alimentados por una cierva y por las bayas y raíces que encontraban en las proximidades de una cueva que les servía de refugio. Tras esos años, en el transcurso de una cacería, el Conde Sigifrido, persiguiendo a la cierva, halló a su esposa y a su hijo. Golo, tras confesar la inocencia de Genoveva, fue condenado a morir descuartizado.