Antología de documentos
Documento 1. Grigori Zinóviev afirma en septiembre de 1918 que el triunfo bolchevique se sustentará sobre el exterminio de millones de personas.
Para deshacernos de nuestros enemigos, debemos tener nuestro propio terror socialista. Debemos atraer a nuestro lado digamos a noventa de los cien millones de habitantes de la Rusia soviética. En cuanto a los otros, no tenemos nada que decirles. Deben ser aniquilados[377].
Documento 2. El Comité revolucionario de Asturias, sublevado en octubre de 1934 contra el gobierno legítimo de la República, anuncia su propósito de implantarla dictadura del proletariado.
¡Obreros: en pie de guerra! ¡Se juega la última carta!
Nosotros organizamos sobre la marcha el Ejército Rojo […]
Lo repetimos: En pie de guerra. ¡Hermanos!, el mundo nos observa. España, la España productora, confía su redención a nuestros triunfos. ¡Que Asturias sea un baluarte inexpugnable!
Y si su Bastilla fuera tan asediada, sepamos, antes que entregarla al enemigo, confundir a éste entre escombros, no dejando piedra sobre piedra. Rusia, la patria del proletariado, nos ayudará a construir sobre las cenizas de lo podrido el sólido edificio marxista que nos cobije para siempre. Adelante la revolución. ¡Viva la dictadura del proletariado![378]
Documento 3. El dictamen de Madariaga sobre la revolución de Octubre.
El alzamiento de 1934 fue imperdonable. La decisión presidencial de llamar al poder a la CEDA era inatacable, inevitable y hasta debida desde hacía ya tiempo. El argumento de que el señor Gil-Robles intentaba destruir la Constitución para instaurar el fascismo era a la vez hipócrita y falso. Hipócrita porque todo el mundo sabía que los socialistas del señor Largo Caballero estaban arrastrando a los demás a una rebelión contra la Constitución de 1931, sin consideración alguna para lo que se proponía o no el señor Gil-Robles; y por otra, a la vista de que el señor Companys y la Generalidad entera violaron también la Constitución.
En cuanto a los mineros asturianos, su actitud se debió por entero a consideraciones teóricas y doctrinales que tanto se preocupaban de la Constitución como de las coplas de Calainos.
Por otra parte, como los hechos iban a demostrar, la CEDA no tenía intención alguna contra el Estatuto catalán. El incidente viene, pues, a confirmar lo que en estas páginas se viene sosteniendo: que los catalanes son típicamente españoles y presentan en forma no menos acusada que los demás españoles los defectos que nos afligen como entes políticos. Así, por ejemplo, la derecha catalana, émula como todos los partidos españoles del conde don Julián, se apresuró a buscar apoyo fuera de Cataluña para vencer a la izquierda catalana. Y la izquierda catalana, al ver que el sistema funcionaba contra ella, rompió el sistema. Ambos rasgos caracterizan toda la vida española.
Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936.
S. de Madariaga, España, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, p. 362
Documento 4. El PSOE propugna la insurrección armada para conquistar el poder que no ha podido obtener en las urnas. El texto debido a un miembro histórico del PSOE muestra cómo el socialismo español había abandonado la vía reformista para abrazar la bolchevique.
¿Cuál fue la actitud del partido socialista ante la nueva situación política planteada por las cortes vaticanistas y los gobiernos del partido radical? De un lado habían llegado a su concreción madura y firme los amagos bolcheviques que tuvieron su primer brote sensible en la Escuela de Verano de 1933, que se habían convertido en unánime consigna de la inmensa mayoría del proletariado socialista. Al frente de este irresistible impulso de opinión obrera figura Francisco Largo Caballero, resueltamente partidario de aceptar la insurrección armada para apoderarse del poder. La propaganda de estos medios expeditivos causaba entusiasmo ciego entre las masas, seguras de encontrar su redención por tan seguros procedimientos.
G. M. de Coca (PSOE) Anticaballero, Madrid, Ed. Engels, 1936, p. 128.
Documento 5. Las Juventudes Socialistas renuncian a las vías democráticas para alcanzar el poder y abogan por una revolución como la bolchevique que instaure la «dictadura proletaria».
Para llevar la revolución en España necesitamos el mismo apoyo dado, si cabe, en una proporción mayor a los revolucionarios españoles que a los rusos, puesto que las dificultades que encontraremos nosotros serán, dentro de la proporción, mayores. Sin este apoyo y el de la Unión Soviética, nosotros no podríamos ir adelante una vez conquistado el poder.
CONCLUSIONES
Según todo lo expuesto, la Federación de Juventudes Socialistas, sus secciones y militantes, lucharán con denuedo:
Por la bolchevización del Partido Socialista. (Expulsión del reformismo. Eliminación del centrismo de los puestos de dirección. Abandono de la Segunda Internacional).
Por la transformación de la estructura del Partido en un sentido centralista y con un aparato ilegal.
Por la unificación política del proletariado español en el Partido Socialista.
Por la propaganda antimilitarista y la penetración en los Cuerpos armados del Estado. (Creación de células de J. S. en los cuarteles. Edición de prensa y pasquines para dominar las bases del Ejército y de los demás Cuerpos armados, convirtiéndolos en órganos de la Revolución).
Por la unificación del movimiento sindical. (Ingreso de todas las organizaciones autónomas de la UGT y alianza de ésta con la CNT).
Por la derrota de la burguesía y el triunfo de la Revolución bajo la forma de la dictadura proletaria. Por la reconstrucción del movimiento obrero internacional sobre la base de la Revolución rusa.
Para llevar a cabo estas consignas, los jóvenes socialistas deberán mostrar su superioridad y su espíritu de sacrificio para que los obreros les confíen los cargos de dirección.
La Federación de Juventudes Socialista de España, hoy más unida y más fuerte que nunca, se inspira al lanzar estas consignas en la historia revolucionaria del proletariado de nuestro país, en las mejores tradiciones del bolchevismo ruso y en los dos grandes paladines del Socialismo clásico: Marx y Lenin.
Las Juventudes Socialistas consideran como jefe e iniciador de este resurgimiento revolucionario al camarada Largo Caballero, hoy víctima de la reacción, que ve en él su enemigo más firme.
Octubre, segunda etapa. 1935, p. 31 y ss.
Documento 6. El Partido Comunista anuncia su voluntad de unificación de las izquierdas para llegar a la revolución que implante la «dictadura del proletariado» en España.
Mitin de José Díaz, secretario del PCE, el 2 de junio de 1935 en el Monumental Cinema de Madrid.
Camaradas: Nosotros estamos persuadidos de que nos incumbiría una gran responsabilidad ante las masas y ante la Historia si dejáramos pasar estos momentos sin hacer cuantos esfuerzos y sacrificios fueran necesarios para lograr la unidad de todas las fuerzas antifascistas y por nosotros no ha de quedar. Estamos seguros de que tendremos a nuestro lado a todas las masas antifascistas de España en este empeño revolucionario. Y lo mismo que antes lo hemos hecho por medio de una carta, hoy, desde aquí, quiero yo hacer un llamamiento, en nombre del Partido Comunista, al Partido Socialista, a los anarquistas y sindicalistas, a los republicanos de izquierda y a todos los antifascistas. Vosotros, muchos de los que aquí habéis venido, sois militantes o simpatizantes de estos partidos, y por tanto queremos que seáis portadores de este llamamiento para que la unión se realice cuanto antes. Nosotros, Partido Comunista, luchamos y lucharemos siempre por la realización de nuestro programa máximo, por la implantación del Gobierno obrero y campesino de España, por la dictadura del proletariado en nuestro país.
Ahora bien; en estos momentos de graves peligros que amenazan a los trabajadores con el fascismo, dueño de resortes principales del Estado, nosotros declaramos que estamos dispuestos a luchar unidos a todas las fuerzas antifascistas sobre la base de un programa mínimo de obligatorio cumplimiento para todos los que formen en la concentración popular antifascista.
Un programa que hay que comprometerse a realizar ante vosotros, ante todas las masas populares del país. Nosotros no hacemos pactos a espaldas de las masas. [Aplausos.]
Documento 7. El PSOE abraza la táctica del PCE de acuerdo con las resoluciones del VII Congreso de la Internacional Comunista.
Los camaradas Álvarez del Vayo, Jesús Hernández y Largo Caballero hablan ante 15 000 trabajadores. Los discursos fueron radiados al Salón Guerrero. El proletariado español festeja hoy la unidad de acción de comunistas y socialistas. Un gran discurso del representante del Partido Comunista, camarada Jesús Hernández.
El VII Congreso de la Internacional Comunista.
En este mismo orden de cosas, nos dicen que este movimiento está inspirado por Moscú; que este movimiento ha sido generado en el VII Congreso de la Internacional Comunista. ¡Podríamos dar las gracias a la reacción por la propaganda que nos hace! [Risas]. En el VII Congreso de la Internacional Comunista, cierto que se han planteado problemas que hoy son la preocupación del mundo entero. No en vano se ha reunido allí la parte de vanguardia del proletariado para estudiar los problemas de nuestra clase y los que afectan a todas las masas populares, y ha sido el VII Congreso quien, a la luz de la experiencia vivida por cada partido, en cada país y en cada nación, ha estructurado una táctica y ha dado una consigna al mundo entero para impedir que el fascismo se consolide allí donde se ha instaurado, e impedir su instauración, e impedir su instauración allí donde amenaza. Esto no es para que nadie se sonroje; esto no es para que nadie se sienta avergonzado, como tampoco nos sentiríamos avergonzados de que mañana fuera un francés, un alemán, no importa quién, el que descubriera el bacilo del cáncer. Los bolcheviques, con su experiencia, los comunistas, en el mundo entero, han elaborado en Moscú una consigna que hoy sirve de bandera a la mayoría del movimiento popular de las naciones. No es, ni más ni menos, el significado que tiene la consigna del Bloque Popular adaptado aquí en España. Incluso allí, en Moscú, se han dado consignas, no solo para impedir en general el advenimiento del fascismo, sino que sobre la base de la dolorosa experiencia vivida por nosotros y por la clase obrera en general, en todos los países donde se ha instaurado el fascismo, hemos concretado exactamente qué normas de lucha deberían utilizarse para impedir que germinase esa semilla y ha sido ese hombre, que también sale en los rótulos fijados en las paredes por las manos sucias de la Acción Popular, el compañero Dimitrov, quien, en su históricos discurso, ha tratado de esto. Dicen que si los trabajadores españoles, si el pueblo español, se va a dejar gobernar o inspirar por Dimitrov. Esto es claro que nos afecta muy directamente a los comunistas; pero yo puedo responder, interpretando el sentimiento de la inmensa mayoría de los trabajadores, que nos sentimos orgullosos de tener, en el movimiento revolucionario internacional, tan grandes hombres como Dimitrov, que en el famoso proceso de Leipzig hizo morder el polvo a Hitler; que nos sentimos orgullosos de estar dirigidos por hombres como Thaelmann, Rakosi; por hombres, al fin, como el genial Stalin, que ha levantado la bandera del socialismo en el corazón de la Europa vieja y la mantiene enhiesta como símbolo. [Grandes aplausos que impiden oír el final del párrafo.]
Y ya que estamos hablando del VII Congreso de la Internacional Comunista, yo quiero referirme a algo que estas derechas no mencionan. El Congreso de la Internacional Comunista ha sido, no sólo del antifascismo militante, sino el Congreso de la unidad proletaria. Aquí hay que declarar que todavía están vivas, todavía retumbaba el eco de las palabras de Dimitrov en el VII Congreso de la Internacional Comunista, y ya en España el proletariado estaba en movimiento; yo no voy a adjudicar glorias a nadie: voy a decir, simplemente, que la aspiración del Partido Comunista, el problema de la unidad sindical, encontraba un genial intérprete en el camarada Fernando Largo Caballero, que ha [Aplausos y vítores impiden oír las últimas palabras del orador.]
Exactamente igual en lo que concierne a nuestras juventudes. Ellas han comenzado, con más ímpetu que nosotros, con una decisión verdaderamente juvenil, el problema de la fusión de las juventudes socialistas y comunistas, y a ellas hay que decirlas dos palabras obligadas, que salen de lo hondo de nuestra alma: juventudes socialistas y comunistas: No esperarnos a nosotros; con ese ritmo que lleváis, caminad sin vacilaciones hacia delante; fundid vuestras fuerzas y dad cobijo en vuestro seno a toda esa juventud laboriosa que está esperando de vosotros, Juventudes Socialistas y comunistas, las normas que van a salvarnos de caer en el infierno fascista. Marchad adelante, juventudes; no esperarnos, que el problema de la fusión no es problema para estarlo debatiendo constantemente, sino para realizarlo; es un problema de realización, y creo que vosotros así lo interpretáis, cuando en vuestros actos, en vuestras manifestaciones, en vuestra Prensa y en toda vuestra actividad demostráis que entre juventudes socialistas y comunistas se han desdibujado ya los límites que las separan, para fundirse en un solo cuerpo, en una sola alma, en una sola realidad concreta: ¡Una única juventud laboriosa de todas las masas del país! [Clamorosa ovación.]
Pocas palabras ya, camaradas, porque aún tenéis que oír al compañero Caballero; pero, antes de terminar, yo quiero concretar también, aunque sea en cuatro palabras, esa necesidad que tenemos, no sólo de encuadrar nuestras organizaciones políticas en un único organismo del proletariado, sino, además, de desarrollar ese movimiento que se le ha titulado Alianza Obrera y Campesina. Necesitamos vivificarlo, atraer a él a ese sesenta por ciento de la población española que representan los campesinos; atraerlos hacia la unidad del proletariado, atraerlos hacia nosotros en un organismo no específico de partido, pero sí específico de frente único, incluso al margen de los partidos; que vengan los campesinos hacia nosotros, que vengan los obreros desorganizados, y habremos cumplido una de las misiones más grandiosas que tiene encomendada la clase obrera. Tendemos en todos nuestros actos a unificar la fuerza del proletariado, y no podemos olvidar la alianzas nunca, en ningún momento. [Aplausos]
En lo que concierne a la unión de los partidos socialista y comunista, las cosas marchan, compañeros. Vemos en los compañeros que siguen a Francisco Largo Caballero el impulso que les guía a terminar con la división existente en el movimiento obrero español, la voluntad de acercamiento hacia el resto de sus hermanos, comunistas y sindicalistas; lo vemos en ellos, y esto es para nosotros una esperanza. Nosotros siempre hemos aspirado a forjar un partido único, un partido que no tenga nada que ver, directa ni indirectamente, con las fuerzas de la burguesía; un partido que adopte como norma en su lucha la insurrección armada para la conquista del Poder y la instauración de la dictadura del proletariado; partido que, en caso de guerra, no tenga tampoco nada que ver con la burguesía; que no debe ni puede prestarle apoyo; partido que, rigiéndose por las normas del centralismo democrático, asegure una voluntad única, una decisión unánime en todos sus intentos. Este partido estamos en vías de lograrlo.
Documento 8. Largo Caballero, el dirigente máximo del PSOE, se declara marxista y revolucionario y afirma que la conquista del poder no se conseguirá por medios democráticos.
24 de enero de 1936.
Llamarse socialista no significa nada, hay que ser marxista; hay que ser revolucionario. Y la única ideología ha de ser en la mayor puridad nuestras propias ideas. Ya sabéis que ahora se habla de teorías revolucionarias y no revolucionarias. Para muchos, eso parece que es una cosa inventada por algunos compañeros. No es una cosa baladí; no es una cosa pueril. Nosotros tenemos que ir a las verdaderas fuentes de nuestras ideas y sacar de ellas toda la enseñanza que sea necesaria para nuestra lucha, y no podemos renunciar, de ninguna manera, a lo que verdaderamente somos: socialistas. Pero tened presente que hay mucha gente que se llama socialista. ¿No habéis oído hablar, por ejemplo, de católicos socialistas? Cuando alguna vez discutís con alguien, ¿no os han dicho, para cortar la discusión: «A mí déjeme usted; si yo soy más socialista que usted»? Digo que no basta decir que se es socialista. Nuestro principal maestro, el fundador del socialismo científico, combatía a otro socialismo, que era el socialismo utópico. Y ese fundador del socialismo científico, para diferenciarse de los socialistas de entonces, de los socialistas utópicos, tuvo que llamarse comunista. [¡Muy bien! Se oyen vivas a Carlos Marx.] No consideraría tan baladí la cuestión cuando no quiso confundirse con otras socialistas de aquella época y se llamó comunista. Pues se da el casa de que en España los fundadores del socialismo eran discípulos de Carlos Marx, y se inspiraban todos en la crítica del régimen actual, en El capital y en la orientación política, en El manifiesto comunista; es decir, que para los socialistas españoles, las fuentes de sus ideales están en El capital, en la crítica y en El manifiesto comunista, en la orientación política. Ésta es también la fuente de sus ideales para muchos trabajadores que tienen otro título que el nuestro, otro nombre, pero que, realmente, no les separa de nosotros una gran diferencia. ¡Qué digo, ninguna diferencia!
Lo fundamental: la conquista del Poder no puede hacerse por la democracia burguesa.
En la teoría, se mantiene que la clase trabajadora tiene que apoderarse del Poder político. Esto no es una cosa inventada hoy; en el programa socialista de hace muchísimos años está, como primer punto, la conquista del Poder político para la clase trabajadora. ¿Y para qué quiere ésta el Poder político? Nuestros enemigos nos acusan de que, con el Poder político, queremos establecer la dictadura del proletariado, no para reformar, sino para transformar el régimen actual. Ya en otra ocasión manifesté que muchas veces, sobre todo en nuestro país, que más se fija en la palabra que en su sentido, se considera la conquista del Poder para implantar la dictadura del proletariado como una aberración y una enfermedad. Incluso hay socialistas que hablan en contra de todas las dictaduras. [Se oyen gritos de ¡Muera el fascismo!] Y nosotros, como socialistas marxistas, discípulos de Marx, tenemos que decir que la sociedad capitalista no se puede transformar por medio de la democracia capitalista. ¡Eso es imposible!
Documento 9. El socialista Largo Caballero propugna la guerra civil como forma de acción del PSOE en la campaña electoral de febrero de 1936.
Mundo Obrero, 3 de febrero de 1936.
«Tenemos que unirnos contra la clase burguesa». Nos dicen —manifiesta Caballero— que hay que defender la Patria, pero para ello se necesita un proletariado sano. El verdadero patriotismo está en desarrollar la economía y la industria nacional, no en provecho de una minoría sino en provecho de la colectividad.
Por encima de críticas y de todo, hemos de unirnos contra la clase reaccionaria y aunque en ciertos momentos nos unamos a otros elementos sin renunciar a nuestra independencia política como en las luchas del día 16 que se presenta en dos frentes; de un lado la reacción [¡Los del estraperlo! gritan del pueblo] cuando yo hablaba de la reacción los comprendía a todos, contesta Caballero [Grandes aplausos] y del otro, los que quieren contener a esta reacción.
Comunistas y socialistas unidos a los republicanos hemos firmado un pacto que no nos satisface pero a pesar de ello hemos de cumplirlo todos y el día 16 a votar, pase lo que pase en el acoplamiento de candidatos y vaya quien vaya en las candidaturas. [Aplausos.]
Indudablemente, después, hemos de seguir nuestro camino. Pero ¿qué sucedería si triunfaran las derechas? [Una voz: la revolución.]
Las derechas me acusan de que yo preparo la guerra civil. Yo tengo que decir aquí que cuando yo he dicho que hay que responder con la guerra civil es contestando a sus amenazas de pasquines y prensa que dicen que van a exterminar al marxismo, y esto será imposible porque nosotros… [La ovación impide oír las últimas frases. Vivas y gritos; el público puesto en pie y con el puño en alto, acoge estas palabras.]… Todo esto lo hacen para atemorizar a la clase media, presentándonos como salvajes, porque decimos la verdad respondiendo a esas gentes y les advertimos de que no hablamos por hablar, sino que cumplimos nuestra palabra. [Ovación].
En el Parlamento, puestos en jarras, nos decían: ¿Por qué no la hacéis mañana?, creyendo que era sólo palabrería. Pero hemos demostrado que no somos como ellos; que si se atreven a poner en práctica sus propósitos, les cerraríamos una vez más el paso, puesto que necesitan para sus manejos fascistas a la clase obrera, y ésta, a pesar del soborno, no la conseguirían si algunos elementos no realizan una doble traición.
Pero si desde las alturas, a pesar de todo, se realizase una nueva traición, no será al rescate de la República sólo a lo que habrá que ir, sino a algo más. [Gran ovación].
Documento 10. El socialista Largo Caballero recibe el respaldo de Moscú por su apoyo a la sublevación de 1934 contra el gobierno de la República.
Claridad, 30 de enero de 1936.
«Nuestros refugiados en la URSS. Carta abierta al camarada Francisco Largo Caballero».
Sabemos, camarada Largo Caballero, que es usted contrario a toda clase, de adhesiones de tipo personal. Pero no perdemos de vista que cuando un hombre significa, representa una línea política determinada, los que como él piensan tienen que agruparse en derredor suyo, no por «caudillismo», sino porque las normas políticas, cuando son realidades, encarnan siempre en hombres. Éste es el caso de usted y el nuestro. En usted está la representación más viva y consecuente del movimiento revolucionario proletario español, dentro de nuestro partido. Usted representa las esencias más gloriosas de los combates de octubre, que han cambiado el rumbo del proletariado español, que han levantado una valla infranqueable al fascismo vaticanista y han dado un ejemplo a los oprimidos del mundo entero, uniendo a los trabajadores de todas las tendencias. Usted representa la asimilación más certera de las lecciones de estas jornadas históricas, con su decisión inamovible de unir en un solo haz a todos los trabajadores revolucionarios de España desde la central sindical única a un único partido de clase. Representa usted asimismo la lucha por la unidad de nuestro partido, la verdadera unidad, no la hipócrita y fingida, la que nace de la férrea compenetración de todos sus elementos en los problemas fundamentales y en el cumplimiento estricto de los acuerdos que emanen de una dirección democrática y centralizada, cauce de la voluntad verdadera de las masas y no del ensamblaje artificial con núcleos de los que ideológicamente estamos tan separados como los oprimidos de los opresores.
Luchas contra la línea política de que es usted exponente, es luchar —aunque no se quiera decir abiertamente— contra la línea de octubre, continuando la trayectoria lógica de quienes primero la entorpecieron y luego la torpedearon. Esto es lo que usted representa para nosotros y para los trabajadores revolucionarios de España y nosotros, que sólo le seguimos porque pensamos como usted, queremos que se ventile, y cuanto antes, la lucha, clara y eficaz, contra los odiosos reformismo y centrismo. No pueden seguir conviviendo con nosotros quienes, por naturaleza, son impunistas. Los que no son partidarios y sí adversarios del esclarecimiento de los hechos y la depuración de conductas, los que huyen del ajuste riguroso de cuentas y quieren echar sobre todo lo ocurrido la tapadera piadosa del «aquí no ha pasado nada», como entre buenos compadres, no tienen nada que hacer en un partido que se precia de revolucionario, que forja sus armas para la batalla, y deben ir a cumplir su misión histórica al campo de la burguesía.
Constantemente venimos viendo a estos intrusos de la política de clase disfrazarse de revolucionarios. La última moda de este disfraz consiste en declararse amigos de la Unión Soviética. Cuando lo dicen, ¿es que han llegado a convencerse al fin de lo que no supieron ver en la época heroica de la URSS?
No, es que hoy, para ser enemigo de la Unión Soviética, en el campo obrero, se necesita más valor que para ser su amigo. Los trabajadores la consideramos como patria de nuestra clase, y quienes la ataquen serán considerados como nuestros enemigos. Convencidos centristas y reformistas de esta verdad ostensible, de esta indiscutible realidad, no combaten abiertamente a la URSS: públicamente se pronuncian por ella, aunque en privado no se cansen de decir —como han dicho algunos caracterizados líderes— que aquí no hay nada que aprender, y consecuentes con tal criterio, sin sentir la menor inquietud por lo que atrae y sugestiona hasta a los burgueses sin disfraz, se van a estudiar la futura construcción del socialismo a su «meca», a Bélgica, al feudo del «patroncito», como cariñosamente dicen que le llaman, según divulgaba uno de sus apologistas.
No más farsas. Hay que hacer comprender a los trabajadores, camarada Largo Caballero, la verdad. Una verdad muy íntimamente relacionada con nuestra lucha revolucionaria propia. El ser amigo y partidario de lo que aquí se hace no es una frase, es una conducta, una posición política. Quienes no son partidarios de la depuración del partido, quienes consideran poco menos que un insulto ser llamados bolcheviques y desatentada la aspiración de serlo, quienes nada creen tener que aprender en el único país donde se construye el Socialismo y lo aprenden todo en los países capitalistas, no son revolucionarios ni amigos de la URSS. La Unión Soviética es un régimen para cuya implantación y para cuya obra constructiva revolucionaria hubo de forjarse precisamente un partido limpio de todas las taras y abroquelado contra todas las claudicaciones que llevan en su sangre los centristas y los reformistas de todos los países. Quien diga que quiere la revolución y que es, por tanto partidario de la URSS y apetece un régimen semejante, es decir, el régimen de la dictadura del proletariado, para España, y no se disponga a crear un instrumento indispensable para la lucha, el partido del proletariado, un partido de clase sin la menor amarra de colaboración con la burguesía ni con sus agentes, ni es revolucionario ni amigo auténtico de la URSS, pues la revolución, la Unión Soviética y la línea política bolchevique son indivisibles. Ésta es la verdad; lo demás, vacua charlatanería.
Tales son las razones a que obedece nuestra solidaridad con usted y que nos mueven a dirigirle esta carta abierta de adhesión. Para que sepa en todo momento con quienes cuenta usted, y en usted, la línea revolucionaria sin cortapisas, y quienes estamos dispuestos a seguirle y apoyarle en la actitud de integridad revolucionaria adoptada por usted frente a los manejos impunistas que, al parecer, han encontrado eco en la mayoría del Comité Nacional, actitud en la que le siguen revolucionarios sinceros y nuestra magnífica juventud, y en la que puede estar seguro de que tiene con usted a toda la masa, del partido, a todo el proletariado revolucionario y a todos los millones de enemigos del fascismo y de la reacción en nuestro país.
Siempre de la dictadura del proletariado: Vorochilofgrado: enero de 1936.
Moscú, enero 1936. Firmado: De Asturias, Rupero García, Lucio Losa, Arcadio González, Félix Casero, Luis Camblor, Rodolfo Gonzáles, Joaquín García, José González, Nicasio González, Secundino Pozo y Victorino Cuadrado; de Guipúzcoa, Gerardo Ruiz, Luis Bermejo, Javier Salinas, Pedro Gallástegui, Enrique de Francisco y José Altuna; de Navarra, Benito Mercapide; de Logroño, Martín Yerro; de Albacete, Antonio Iturrioz; de Valladolid, Víctor Valseca; de Vizcaya, Tomás Vivanco; de Madrid, José Laín, Adalberto Salas, Margarita Nelken y Virgilio Llanos.
Documento 11. El presidente de la República Niceto Alcalá Zamora equipara la toma del poder por el Frente Popular en febrero de 1936 con un golpe de Estado[379]
A pesar de los refuerzos sindicalistas, el Frente Popular obtenía solamente un poco más, muy poco, de 200 actas, en un Parlamento de 473 diputados. Resultó la minoría más importante pero la mayoría absoluta se le escapaba. Sin embargo, logró conquistarla consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de legalidad y de conciencia.
Primera etapa: Desde el 17 de febrero, incluso desde la noche del 16, el Frente Popular, sin esperar el fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados, la que debería haber tenido lugar ante las Juntas Provinciales del Censo en el jueves 20, desencadenó en la calle la ofensiva del desorden, reclamó el Poder por medio de la violencia. Crisis: algunos Gobernadores Civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales: en muchas localidades los resultados pudieron ser falsificados.
Segunda etapa: Conquistada la mayoría de este modo, fue fácilmente hacerla aplastante. Reforzada con una extraña alianza con los reaccionarios vascos, el Frente Popular eligió la Comisión de validez de las actas parlamentarias, la que procedió de una manera arbitraria. Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsaron de las Cortes a varios diputados de las minorías. No se trataba solamente de una ciega pasión sectaria; hacer en la Cámara una convención, aplastar a la oposición y sujetar el grupo menos exaltado del Frente Popular. Desde el momento en que la mayoría de izquierdas pudiera prescindir de él, este grupo no era sino el juguete de las peores locuras.
Fue así que las Cortes prepararon dos golpes de estado parlamentarios. Con el primero, se declararon a sí mismas indisolubles durante la duración del mandato presidencial. Con el segundo, me revocaron. El último obstáculo es taba descartado en el camino de la anarquía y de todas las violencias de la guerra civil.
Documento 12. Milicia Popular, el portavoz del 5.° Regimiento comunista aboga por el exterminio de los disidentes.
En Madrid hay más de mil fascistas presos, entre curas, aristócratas, militares, plutócratas y empleados… ¿Cuándo se les fusila? (5 de agosto de 1936).
El enemigo fusila en masa. No respeta niños, ni viejos, ni mujeres. Mata, asesina, saquea e incendia… en esta situación, destruir un puñado de canallas es una obra humanitaria, sí, altamente humanitaria. No pedimos, pues, piedad, sino dureza. (21 de agosto de 1936).
Documento 13. El comunista Enrique Castro Delgado, creador del 5.° Regimiento, señala la voluntad de exterminar a los adversarios políticos.
Comienza la masacre. Sin piedad. La quinta columna de que habló Mola debe ser destruida antes de que comience a moverse. ¡No te importe equivocarte! Hay veces en que uno se encuentra ante veinte gentes. Sabe que entre ellas está un traidor pero no sabe quién es. Entonces surge un problema de conciencia y un problema de partido. ¿Me entiendes?
Contreras, comunista duro, estaliniano, le entiende.
Ten en cuenta, camarada, que ese brote de la quinta columna sale hoy mucho para ti y para todos.
¿Plena libertad?
Ésta es una de las libertades que el Partido, en momentos como éstos, no puede negar a nadie.
Enrique Castro Delgado, Hombres made in Moscú, p. 438 y ss.
Documento 14. Stalin indica a Largo Caballero cómo debe llevarse a cabo la revolución en España disimulando el carácter revolucionario del régimen.
[…] 1. Convendría dedicar atención a los campesinos, que tienen gran peso en un país agrario como es España. Sería de desear la promulgación de decretos de carácter agrario y fiscal que dieran satisfacción a los intereses de los campesinos. También resultaría conveniente atraerlos al ejército y formar en la retaguardia de los ejércitos fascistas grupos de guerrilleros formados por campesinos. Los decretos en su favor podrían facilitar esta cuestión.
2. Sería conveniente atraer al lado del gobierno a la burguesía urbana pequeña y media o, si acaso, darle la posibilidad de que siga una actitud de neutralidad que favorezca al gobierno, protegiéndola de los intentos de confiscación y asegurando en lo posible la libertad de comercio. De lo contrario, estos sectores seguirán a los fascistas.
3. No hay que rechazar a los dirigentes de los partidos republicanos sino que, por el contrario, hay que atraerlos, acercarlos y asociarlos al esfuerzo común del gobierno. Particularmente resulta necesario asegurar que Azaña y su grupo apoyen al gobierno, haciendo todo lo posible para acabar con sus vacilaciones. Esto también resulta necesario para evitar que los enemigos de España vean en ella una república comunista y evitar así su intervención declarada, lo que constituye el peligro más grave para la España republicana.
4. Se debería hallar la ocasión para declarar en la prensa que el gobierno de España no tolerará que nadie atente contra la propiedad y los legítimos intereses de los extranjeros en España, de los ciudadanos de los países que no apoyan a los alzados.
Un saludo fraternal,
Stalin, Molotov y Voroshilov
21 de diciembre de 1936 N. 7812.
Documento 15. Dimitrov atribuye a Santiago Carrillo las matanzas de presos realizadas en Madrid.
[…] Pasemos ahora a Irujo. Es un nacionalista vasco, católico. Es un buen jesuita, digno discípulo de Ignacio de Loyola. Estuvo implicado en el escándalo bancario Salamanca-Francia. Actúa como un verdadero fascista. Se dedica especialmente a acosar y perseguir a gente humilde y a los antifascistas que el año pasado trataron con brutalidad a los presos fascistas en agosto, septiembre, octubre y noviembre. Quería detener a Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, porque cuando los fascistas se estaban acercando a Madrid, Carrillo, que era entonces gobernador, dio la orden de fusilar a los funcionarios fascistas detenidos. En nombre de la ley, el fascista Irujo, ministro de Justicia del gobierno republicano, ha iniciado una investigación contra los comunistas, socialistas y anarquistas que trataron con brutalidad a los presos fascistas. En nombre de la ley, ese ministro de Justicia puso en libertad a cientos y cientos de agentes fascistas detenidos o de fascistas disfrazados. En colaboración con Zugazagoitia, Irujo está haciendo todo lo posible e imposible para salvar a los trotskystas y sabotear los juicios que se celebran contra ellos. Y hará todo lo que pueda para que se les absuelva. Este mismo Irujo estuvo en Cataluña en los últimos días con su jefe Aguirre, el famoso presidente de la famosa república vasca. Mantuvieron reuniones secretas con Companys para preparar la separación de Cataluña de España. Están intrigando en Cataluña donde afirman: os espera el mismo destino que a la nación vasca; el gobierno republicano sacrificó a la nación vasca y también sacrificará a Cataluña.
Documento 16. El ministro comunista Jesús Hernández describe uno de los métodos de tortura utilizados por los agentes soviéticos en España.
Expertos los verdugos (Orlov y sus hombres) en la ciencia de «quebrar» a los prisioneros politicos, en obtener «espontáneas» confesiones, creyeron encontrar en la enfermiza naturaleza de Andrés Nin el material adecuado para brindar a Stalin el éxito apetecido.
En días sin noche, sin comienzo ni fin, en jornadas de diez y veinte y cuarenta horas ininterrumpidas, tuvieron lugar los interrogatorios. Quien de ello me informó tenía sobrados motivos para estar enterado. Era uno de los ayudantes de más confianza de Orlov […] Con Nin empezó empleando Orlov el procedimiento «seco». Un acoso implacable de horas y horas con el «confiese», «declare», «reconozca», «le conviene», «puede salvarse», «es mejor para usted», alternando los «consejos» con las amenazas y los insultos. Es un procedimiento científico que tiende a agotar las energías mentales, a desmoralizar al detenido. La fatiga física le va venciendo, la ausencia del sueño embotándole los sentidos y la tensión nerviosa destruyéndole. Así se le va minando la voluntad, rompiéndole la entereza. Al prisionero se le tienen horas enteras de pie, sin permitirle sentarse hasta que se desploma tronchado por el insoportable dolor de los riñones. Alcanzado este punto, el cuerpo se hace espantosamente pesado y las vértebras cervicales se niegan a sostener la cabeza. Toda la espina dorsal duele como si la partieran a pedazos. Los pies se hinchan y un cansancio mortal se apodera del prisionero, que ya no tiene otro afán que el de lograr un momento de reposo, de cerrar los ojos un instante, de olvidarse de que existe él y de que existe el mundo. Cuando materialmente es imposible proseguir el «interrogatorio», se suspende. El prisionero es arrastrado a su celda. Se le deja tranquilo unos minutos, los suficientes para que recobre un poco su equilibrio mental y comience a adquirir conciencia del espanto de la prolongación del «interrogatorio» monótono, siempre igual en las preguntas e insensible a las respuestas que no sean de plena inculpación. Veinte o treinta minutos de descanso son suficientes. No se le conceden más. Y nuevamente se reanuda la sesión. Vuelven los «consejos», vuelve el tiempo sin medida en que cada minuto es una eternidad de sufrimiento y de fatiga, de cansancio moral y físico. El prisionero acaba desplomándose con el cuerpo invertebrado. Ya no discute, ni se defiende, no reflexiona, sólo quiere que le dejen dormir, descansar, sentarse. Y se suceden los días y las noches en implacable detención del tiempo. Del prisionero se va apoderando el desaliento, produciendo un desmayo en la voluntad. Sabe que es imposible salir con vida de las garras de sus martirizadores y su anhelo se va concentrando en un irrefrenable deseo de que le dejen vivir en paz sus últimas horas o de que lo acaben cuanto antes. «¿Quieren que diga que sí? Quizá admitiendo la culpabilidad me maten de una vez». Y esta idea comienza a devorar la entereza del hombre.
Jesús Hernández, Yo fui ministro de Stalin, Madrid, 1974, pp. 178-179.
Documento 17. El anarquista Peirats describe las checas del SIM.
[…] las checas del SIM eran tenebrosas, instaladas en antiguas casas y conventos. El régimen de torturas que se aplicaba era el procedimiento brutal: palizas con vergajos de caucho, seguidas de duchas muy frías, simulacros de fusilamiento y otros tormentos horrorosos y sangrientos. Los consejeros rusos modernizaron esta vieja técnica. Las nuevas celdas eran más reducidas, pintadas de colores muy vivos y pavimentadas con aristas de ladrillo muy salientes. Los detenidos tenían que permanecer en pie continuamente, bajo una potente iluminación roja o verde. Otras celdas eran estrechos sepulcros de suelo desnivelado, en declive… los recalcitrantes eran encerrados en la «cámara frigorífica» o en la «caja de los ruidos» o atados a la silla eléctrica. La primera era una celda de dos metros de altura, en forma redondeada; al preso se le sumergía allí en agua helada, horas y horas, hasta que tuviese a bien declarar lo que se deseaba. La «caja de los ruidos» era una especie de armario, dentro del cual se oía una batahola aterradora de timbres y campanas. La «silla eléctrica» variaba de la empleada en las penitenciarias norteamericanas en que no mataba físicamente.
Documento 18. Antonio Gutiérrez Mantecón, que fue detenido en el invierno de 1937, y recluido en la checa de San Lorenzo da testimonio de sus padecimientos[380]
Fue víctima de toda clase de malos tratos de obra y de amenazas, siendo golpeado con vergajos por los agentes interrogadores. Dirigía los interrogatorios un ruso alto, fuerte, de cara ancha, con pelo rubio, ondulado y peinado hacia atrás, que iba vestido con gabardina y una boina. Este sujeto, que ejercía autoridad plena en la prisión, siendo considerado como jefe de la brigada, apenas hablaba castellano; se servía de una intérprete española de unos veinticinco años, que vestía camisa roja con corbata roja, y que se distinguía en los malos tratos, siendo la que concretamente indicó que al declarante había que atarlo, desnudarlo y meterlo en la «cámara», que era una celda muy fría en los sótanos, empleada para castigo. También ordenaba que se golpease al declarante, como única manera de obligarle a confesar. Entre otros malos tratos sufridos en la «checa» de San Lorenzo, el declarante fue martirizado con duchas de agua helada, por la noche, en la misma celda del sótano y en pleno invierno; se trataba de cortarle la lengua con unos alicates por negarse a declarar y se le sometía constantemente a palizas, de las que todavía conserva huella.
Documento 19. Besteiro enjuicia la política del Frente Popular al final de la guerra.
La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas (claro que el hacer mías estas culpas es pura retórica). Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso… La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique, la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas, que se han batido en la gran cruzada anticomintern. […] El drama del ciudadano de la República es éste: no quiere el fascismo; y no lo quiere, no por lo que tiene de reacción contra el bolchevismo, sino por el ambiente pasional y sectario que acompaña a esa justificada reacción (teorías raciales, mito del héroe, exaltación de un patriotismo morboso y de un espíritu de conquista, resurrección de formas históricas que hoy carecen de sentido en el orden social, antiliberalismo y antiintelectualismo enragées, etcétera). No es, pues, fascista el ciudadano de la República, con su rica experiencia trágica. Pero tampoco es, en modo alguno, bolchevique. Quizás es más antibolchevique que antifascista, porque el bolchevismo lo ha sufrido en sus entrañas, y el fascismo no[381].
Documento 20. El 10 de noviembre de 1938 y procedente de Marchenko, el encargado de negocios de la URSS en España se dirige a M. M. Litvinov, comisario del pueblo de asuntos exteriores:
En mi primera conversación con él tras mi regreso, Negrin se refirió de pasada a la labor de nuestros especialistas en España. Manifestó su deseo de que el nuevo jefe del trabajo, el compañero Kotov, no se hiciera con la información por sí mismo ni se procurara un círculo amplio de relaciones oficiales […] manifestó de manera meridiana que creía que no era correcta ni adecuada la relación directa entre el compañero Kotov y sus subordinados, por una parte, y el ministerio de Gobernación y el SIM, por otro. Así que me propuso que el compañero Kotov estableciera contacto con él, Negrín, que está creando un aparato secreto especial secreto bajo su propia dirección.
El que Negrin, que siempre ha sido muy correcto en lo que se refiere a nuestra gente, haya juzgado pertinente expresar esa observación, indica sin lugar a dudas la enorme presión que sobre él ejercen el partido socialista, los anarquistas y especialmente los agentes de la Segunda Internacional, en relación con las «interferencias» de nuestra gente en el trabajo de policía y contraespionaje […]
(RGVA, c. 33987, i. 3, d. 1081, p. 16).
Documento 21. Marchenko informa a Voroshilov de una conversación mantenida con Negrin el 10 de diciembre de 1983. Tras la guerra, la España del Frente Popular se convertirá en una dictadura de izquierdas.
Sobre la creación de un Frente Nacional de todos los españoles. Negrin me dijo que había estado hablando con Díaz y Uribe sobre el asunto de la creación del un Frente Nacional unido que concibe como una forma distinta de nuevo partido. Esa idea se le ocurrió después de perder la confianza en poder unir a los partidos socialista y comunista. Semejante unificación no se pudo llevar a cabo por la oposición de los dirigentes del partido socialista. Como mucho, se podría esperar que el partido socialista fuera absorbido por el comunista tras acabar la guerra, pero en ese caso, los dirigentes más conocidos del partido socialista —Prieto, Caballero, Besteiro, Almoneda, Peña y otros— no aceptarían la unificación y los burgueses los seguirían considerando como el partido socialista para aprovecharse de la división.
Pero ¿en qué partido podría apoyarse el gobierno? No resulta adecuado apoyarse en el comunista desde el punto de vista de la situación internacional. Los partidos republicanos que ahora existen carecen de futuro. El Frente Popular no tiene una disciplina en calidad de tal y sufre la lucha de los distintos partidos. Lo que se precisa, por lo tanto, es una organización que unifique lo mejor de cada uno de los partidos y organizaciones y sirva de apoyo fundamental para el gobierno. Se podría denominar Frente Nacional o Frente o Unión Española. Negrín no ha pensado cómo debería construirse esa organización de manera concreta […] Sería posible la doble militancia, es decir, que los miembros del Frente Nacional pudieran seguir perteneciendo a los partidos que ya existen […] el Partido Comunista debería ofrecer colaboradores a esa nueva organización, pero, al principio, no de entre sus dirigentes. Sería más conveniente utilizar a gente poco conocida. La dirección del trabajo de organización y de propaganda del nuevo partido debería quedar en manos de los comunistas […] No cabe un regreso al viejo parlamentarismo. Sería imposible permitir el «libre juego» de los partidos tal como existían antes, ya que en ese caso la derecha podría conseguir nuevamente llegar al poder. Eso significa que resulta imperativo o una organización política unificada o una dictadura militar. No ve que sea posible ninguna otra salida.
(RGVA, c. 33987, i. 3, d. 1081, pp. 79-80).