La emoción recorrió todo el cuerpo de Sabara y le insufló una renovada energía que la hizo sentir más viva de lo que se había sentido en años. O en décadas.
Todo lo que deseaba estaba a su alcance.
Había dado con el talón de Aquiles de la chica cuando había encontrado a la niña. Charlaina no escatimaría esfuerzos para proteger a su hermana. Y, sin darse cuenta, había pronunciado las palabras. Había iniciado el proceso.
Podía oír a Maxmilian chillar para que la chica cambiase de opinión. Luchaba por liberarse de los guardias, pero sus palabras ya eran en vano. De todos modos, se había pasado de la raya, y, fuese de la familia o no, tenía que morir por su desobediencia. No ahora, desde luego. Encontraría el momento, la manera de que su muerte pareciese un accidente.
Sabara se concentró en acallar todos los ruidos a su alrededor para adentrarse en ella misma, en llamar a su fuerza vital, a su Esencia, para preparar la transferencia.
Pronto tendría un cuerpo nuevo. Un cuerpo bello y joven.