XANDER

Xander recorrió los oscuros y poco transitados pasadizos donde podía estar a solas. Le preocupaba haber sido tan franco con Charlie sobre quién era, quiénes eran todos ellos. Si todo acabase ahí… Pero pronto tendría que revelarle el resto, y temía perder su confianza. Se negaría, de eso estaba seguro. ¿Cómo no hacerlo? Era una chica sensata, y nadie en su sano juicio podría aceptar lo que él sabía.

—X, el equipo ha vuelto. —Eden interrumpió sus cábalas. Al girar la cabeza, se percató de que estaba acompañada por la belleza morena a quien había puesto al mando de la misión.

Brooklynn había resultado ser una pieza muy valiosa para la resistencia. Había sido una espía competente que se ayudaba de su belleza para conseguir aflojar la lengua a muchos hombres. Los miembros del ejército no eran inmunes a las atenciones de una chica guapa. La mayoría de ellos no se daban cuenta de su inteligencia.

Xander sabía que no podía subestimarla. Era tan ambiciosa como astuta, una combinación mortífera. Una ventaja siempre que se manejase con cuidado.

—¿Y? —preguntó Xander, ya que ninguna de las dos mujeres armadas hablaba—. ¿Qué ha sucedido con los padres de Charlie?

Brooklynn dio un paso atrás, con expresión seria. Se puso nerviosa, le costaba hablar, aunque él se preguntó si era una pausa ensayada, como otras muchas cosas que hacía para causar impresión.

Eden, más impaciente, odiaba el suspense calculado.

—Han llegado tarde —contestó a Xander, firme y con expresión dura—. Los padres de la chica se habían ido ya.