Los rusos

Mientras Persia era acosada por el Oeste y el Este, experimentó el comienzo de un nuevo tipo de presión europea, por tierra y desde el Norte, pues los rusos, liberados finalmente de la dominación mongol, avanzaron hacia el Sur.

Mientras Persia se tambaleaba bajo la invasión afgana, Rusia estaba gobernada por el más grande de sus zares, Pedro I. Aprovechó ese momento para avanzar sobre el Cáucaso, e incluso ir más allá. Por un momento pareció que Persia desaparecería dividida entre turcos, rusos y afganos.

Si esto no ocurrió, fue por la repentina aparición de un general muy capacitado, Nadir Kuli. Por ascendencia, era un turco sunní, pero persa por ambición. Derrotó a los afganos, rechazó al Imperio Otomano y mantuvo viva a Persia. En 1736 depuso a Abbas III, el último de los safawíes (que habían gobernado Persia durante dos siglos y un tercio) y tomó directamente el gobierno en sus manos con el nombre de Nadir Sha.

Durante algunos años, Persia pareció ser nuevamente una potencia conquistadora. Nadir invadió la India en 1739, saqueó Delhi y se llevó inmensas riquezas, que, se decía, ascendían a quinientos millones de dólares. Se expandió por Asia Central y hasta derrotó a los turcos en las costas del mar Negro. Durante un tiempo, pareció restaurado el reino de los sasánidas.

Pero hasta las conquistas cuestan dinero y pueden ser más de lo que la economía de una nación puede soportar. Además, Nadar trató de imponer el sunnismo como religión oficial, y la población chiita se opuso a esto con torvo fervor. Sólo había un final posible: hubo un llamamiento a la rebelión y la conspiración, y, en 1747, Nadir fue asesinado.

En el confuso medio siglo que siguió, Persia cambió de capital varias veces. En 1796, se estableció en Teherán, a unos 110 kilómetros al sur del mar Caspio, que ha continuado siendo desde ese momento la capital de Persia.

Por entonces, las principales presiones que se ejercían sobre Persia provenían de los europeos: de los rusos en el Norte y de los británicos (que se habían establecido en la India) desde el sudeste.

Persia libró varias guerras con Rusia que, en general, perdió, y la dominación rusa se extendió hacia el Sur desde el Cáucaso. En 1828, la frontera entre los dos países llegó a la línea actual, unos 110 kilómetros al norte de Tabriz.

Pero al este del mar Caspio continuó la expansión meridional de Rusia. En 1853, los ejércitos rusos acamparon en las costas del lago Aral. Hacia 1884 habían llegado a puntos situados a 650 kilómetros al sur de ese lago y establecieron la actual frontera entre Persia y Rusia.

Gran Bretaña hizo lo que pudo para proteger a Persia contra el avance ruso, no tanto por amor desinteresado a Persia como por temor a Rusia. Si Persia caía totalmente bajo la dominación rusa, podía verse amenazada la dominación británica sobre la India. Fue esta rivalidad entre Gran Bretaña y Rusia lo que provocó la Guerra de Crimea, de 1853 a 1856.

Durante toda la segunda mitad del siglo XIX Persia apenas podía ser considerada independiente. Acosada por rusos y británicos, en guerra unos contra otros, los intereses de los persas no eran tenidos en cuenta para nada.

Casi lo único que pudieron hacer los persas por sí mismos fue fundar una nueva religión. Provino de Shiraz, situada a unos 65 kilómetros al sudoeste de donde dos mil años antes había estado la antigua Persépolis. En 1844, Mirza Ali Mohamed, un hombre de Shiraz, se declaró el Bab (esto es, la «puerta»), por donde debían recibirse nuevas revelaciones divinas. Predicó una forma de chiismo, al que se añadieron ciertos elementos del judaísmo y del cristianismo. El movimiento se difundió, pero pronto chocó con la desaprobación de los chiitas ortodoxos. El Bab fue ejecutado en 1850, y sus seguidores fueron enconadamente perseguidos y finalmente expulsados del país en 1864.

Uno de los adeptos del Bab se llamó a sí mismo Baha-Allah, o «esplendor de Dios». Logró llegar a Bagdad, donde predicó una nueva versión de esa religión que ha sido llamada en su honor behaísmo. Es aún más ecléctica que el babismo, pues predica la unidad de todas las religiones. No tiene sacerdotes ni rituales, y se limita a las enseñanzas éticas.

Al gobierno turco de Constantinopla la nueva doctrina no le agradó más que a los persas, y Baha-Allah fue exiliado a Palestina (que, bajo los turcos, era una tierra cubierta de malezas, semidesértica y casi abandonada). Baha-Allah murió allí en 1892, pero hasta hoy la sede del behaísmo está en Haifa, Israel.

Hasta el tiempo de la muerte de Baha-Allah, la nueva religión estuvo limitada al mundo musulmán, pero en 1890 se difundió por Occidente. Hoy es más fuerte en los Estados Unidos que en cualquier otra parte del mundo.