22

Rowan no hizo la pregunta hasta que volvió a la carretera principal. Siguió a Vicky por el sendero de piedra entre los árboles que ocultaban las luces. Vicky la esperaba junto a la farola, pero Rowan se mantuvo entre los setos de las casas iluminadas.

—¿Cómo sabes dónde está mi tía? —dijo.

Vicky se colocó las manos en las caderas y la miró sin expresión.

—Creí que te fiabas de mí.

—Lo hago, pero sigo queriendo saber cosas. Siempre pareces saber dónde estoy cada vez que quieres.

—Entonces deberías estar agradecida, ¿no?

—He dicho que seré tu amiga, pero no me gusta que sepas más que yo.

Vicky la miró tan duramente que Rowan casi retrocedió entre los temblorosos setos. Por un momento, pensó que Vicky estaba a punto de decir «¿Cómo te atreves a hablarme así?», o incluso «¿No sabes quién soy?». Contuvo la respiración hasta que los oídos le zumbaron, y entonces el rostro de Vicky se suavizó y su voz se volvió casi zalamera.

—Podrías saber todo lo que yo sé si confiaras en mí.

—Ya te he dicho que confío.

—No lo hiciste cuando estábamos en la colina. Casi estabas en casa, pudiste sentirlo. Habría sido tan fácil continuar, tendría que haberme asegurado de que así era, pero en cambio tuviste que regresar.

Rowan se perdió. Si todo esto era por los binoculares, empezaba a sentir que eran más problemáticos de lo que merecían la pena.

—Creí que querías estar allí para siempre —dijo Vicky.

Eso hizo que Rowan se sintiera aún más triste que en la colina.

—Quería antes —susurró, pero no quería que la otra la oyera.

—¿Antes de qué, Rowan?

Rowan sintió como si no se le permitiera esconder algo de lo que se avergonzaba.

—Antes de oír hablar a mamá y a papá. Nunca me quisieron.

—Te tuvieron porque fueron descuidados, quieres decir.

—Supongo —dijo Rowan, pero los ojos de Vicky le decían que continuara—. Me siento como si todo empeorara para ellos por mi culpa, y creo que ellos piensan lo mismo.

Vicky la atrajo hacia el inseguro borde del brillo bajo la farola.

—¿Y si siempre pudieras estar con ellos y no ser nunca un problema?

Rowan se sintió traicionada. Vicky no debería hacerla imaginar esas cosas, sobre todo cuando Rowan había compartido con ella su peor secreto.

—Supongo que eso es lo que les gustaría.

—¿Y a ti no? ¿Y si siempre pudieras tener la edad que tienes ahora y no tener que dejar tu casa? ¿Y si siempre pudieras cuidar a tus padres, estar allí esperándolos en casa y no costarles nunca un penique?

—¿Y si estuviéramos en el país de las hadas y los sueños se hicieran realidad?

Rowan pretendía ser sarcástica, pero los ojos de Vicky brillaron.

—Eso es, exactamente. Sería como soñar tu mejor sueño, el que siempre quisiste soñar, excepto que sería real y nunca terminaría.

Sus ojos eran tan brillantes que Rowan sintió que si miraba hacia otro lado sólo vería oscuridad. Era como si fuera incapaz de retirar los binoculares de sus ojos, como estar rodeada de oscuridad con una sola luz delante, excepto que los binoculares reposaban sobre su pecho, en sus manos mientras buscaba algo que sujetar.

—Ése es el ticket —murmuró Vicky—. Volvamos a donde estábamos.

Hablaba tan bajo que las palabras podrían haberse introducido en la mente de Rowan antes de ser consciente de haberlas oído si no hubiera sentido cómo ocultaba Vicky su impaciencia. ¿Por qué sería tan urgente e importante que subieran la colina? Rowan cerró los ojos con fuerza mientras se atrevía a avanzar. Se encontró bajo la farola en la carretera vacía, por donde el viento rugía como un autobús invisible. Estaba allí, por pequeña que se sintiera.

—Quiero ir con Hermione —dijo.

—Entonces obtendrás lo que pides, querida.

Vicky le volvió la espalda de inmediato y se encaminó colina arriba.

—Dijo que iba al hotel —protestó Rowan.

—Como tú digas. Sigues sin confiar en mí, pero ya lo harás.

Rowan sintió como si hubiera rechazado algo que Vicky valoraba enormemente, aunque no tenía idea de qué podría ser. En todo caso, se dio cuenta demasiado tarde. Vicky avanzaba colina arriba como un padre que desafía a su hijo a no seguirle, como el adulto que cada vez parecía más. Rowan la siguió, porque si su tía no le había dicho la verdad entonces se sentía aún más ansiosa por ver dónde estaba Hermione.

Tuvo que avivar el paso y a veces echar a correr, aunque ni siquiera entonces pudo alcanzar a Vicky. Las sombras surcaban la carretera desierta, y se prometió que si Vicky se internaba mucho más en la oscuridad se negaría a seguir hasta que supiera adonde se dirigían. Jadeó, y se sintió más segura cuando vio la iglesia al pie de la colina. Se sintió a salvo hasta que Vicky se detuvo, con una mano en la verja del patio de la iglesia.

Tendría que haber supuesto que su tía estaría en la iglesia, pero la iglesia estaba oscura. Incluso la iglesia era menos tranquilizadora que la última vez que estuvo con su tía aquí, ante el ataúd. Vicky se llevó un dedo a sus inexpresivos labios, y entonces su boca se hizo aún más fina mientras abría la verja.

Rowan no pudo oír el cerrojo. Sólo su vista parecía funcionar. El sauce se agitó entre las tumbas como una araña que siente a su presa, y entonces se quedó tan inmóvil que podría haber sido de piedra. Rowan se sintió también petrificada, pues había visto movimiento entre las ramas. Una ancha cabeza plana sobre un fino cuello había asomado en el suelo y cayó sobre la tierra con un golpe suave. Era una serpiente, pensó, una gran serpiente que había salido de una tumba y podría venir a por ella, retorciéndose en la hierba. Sin embargo, aquello pareció reconfortantemente irreal cuando advirtió qué había visto en realidad: una pala. Alguien estaba excavando una tumba en la oscuridad.

Seguro que no sería Hermione. Prefería que Vicky la estuviera engañando porque había rechazado lo que le ofrecía. Pero cuando por fin consiguió mirarla, Vicky parecía a la vez apenada y acusadora.

—Me pediste que te trajera —dijo átonamente, y abrió más la verja.

Rowan únicamente pudo internarse en el sendero de grava. Si sus pisadas eran tan sólo la mitad de pesadas de lo que parecían, tendrían que hacer suficiente ruido para alertar a Hermione, darle la oportunidad de reaccionar antes de que Rowan tuviera que ver lo que estaba haciendo… excepto que la propia Rowan apenas podía oír sus pasos. Cuando el sauce quedó entre ella y la tierra abierta, dejó el sendero y ya no pudo oírse al caminar sobre la hierba. Se sentía disminuida, desplazada, apenas presente.

Se dirigió a una cruz de granito junto al sauce y se escondió tras ella, aterrándola con tanta fuerza que sintió las manos pegadas a ella, como por escarcha. Los binoculares se sacudían con su respiración, y agarró la cruz con más fuerza por si se sentía tentada de utilizarlos. Ya podía ver demasiado. Podía ver a su tía, encorvándose y enderezándose laboriosamente, inclinándose de nuevo en la tierra brillante.

Recogía objetos de la tumba y los colocaba junto a la columna de mármol donde había colgado su abrigo, como para hacerle compañía. Rowan tuvo la visión de pesadilla de que estaba atendiendo un jardín, arrancando malas hierbas de la tumba. Hermione colocó un último objeto junto al pilar y cogió la linterna que había allí. Su brillo se hundió bajo la tierra, y Hermione lo siguió. Se produjo un silencio que detuvo la respiración de Rowan, y entonces oyó un golpe suave en la tumba, y un leve rumor de tierra.

Se sintió empequeñecer, hasta que no fue más que vista y oído, apenas consciente. El brillo de la linterna gravitaba como niebla en la tumba abierta. Mientras el sauce sacudía sus ramas, sombras parecidas a patas corrieron hacia la tumba, tan decididamente que Rowan quiso gritar una advertencia. Entonces su tía se enderezó en la zanja.

Rowan advirtió que estaba buscando el camafeo. Tuvo la súbita y terrible sospecha de que si Hermione la veía correría hacia ella con la cadena que había arrancado del cadáver y se la colocaría alrededor del cuello. Tenía que huir, o al menos ocultarse tras la cruz. Pero se esforzaba por mover su cuerpo de piedra cuando Hermione alzó la cabeza y la miró a los ojos.

No fue el hecho de que la viera lo único que paralizó a Rowan entonces, sino que su tía pareciera al menos tan sorprendida como ella. El embarazo que fluyó a través de Rowan y hacía arder su cara era tan propio de su tía como suyo. Parecía que ninguna de las dos volvería a moverse de nuevo, que permanecerían allí con las otras estatuas mientas el viento agitaba la hierba. Entonces Hermione volvió la cabeza, y pareció agarrarse la nunca con una mano. Un momento después, se zambulló en la tumba.

El brillo tras la tierra amontonada se agitó y se afirmó. La zanja permaneció en silencio bajo la columna, donde el abrigo de Hermione agitaba sus mangas sin brazos. Rowan intentó llamar a su tía para que dejara de esconderse: era una estupidez, y la estaba asustando.

—Sal, te he visto —quiso decir, pero su garganta no podía emitir ni siquiera un susurro. La furia y el pánico la hicieron cerrar los puños. Se apartó de la cruz y se dirigió tambaleándose hacia la tumba.

Vicky no estaba por ninguna parte. Rowan sintió que la dejara sola de esta forma y a la vez se alegró de que no viera lo que estaba haciendo su tía. Evitó el sauce mientras se acercaba torpemente al montoncito de tierra junto a la tumba. Sus zapatos se hundieron en el montón cuando se inclinó hacia adelante y miró dentro de la zanja.

En cuanto vio lo que había allí sintió como si cayera en la oscuridad. Hermione estaba tendida en el ataúd, cuyo blanco interior estaba manchado de tierra, una masa de grasientos bordes blancos que hicieron pensar a Rowan en la carne de un gusano. La linterna se encontraba junto a la cara de Hermione e iluminaba implacablemente sus ojos y su boca abierta. Rowan deseó que parpadeara, deseó y luego rezó para que lo hiciera, hasta que no pudo evitar ver lo abotargada e inexpresiva que era la cara de Hermione. Su tía nunca estaría allí tendida si supiera lo que hacía. Sus ojos estaban muertos a la luz, igual que ella.

La visión pareció permitir que el cementerio alcanzara a Rowan. La muerte estaba por todas partes. La rodeaba la muerte y la oscuridad. Cuando oyó a sus padres dijo que no deseaba vivir, pero no comprendía entonces lo que significaba la muerte. Era la visión del cuerpo de Hermione, vacío y feo y abandonado, nada más que un objeto ya. Rowan alzó la mirada salvajemente, como si pudiera ver dónde estaba Hermione ahora. Pero era Vicky quien la miraba desde el otro lado de la tumba.

Rowan se enderezó, sus pies se hundieron aún más en el montículo de piedra, y trató de hablar. Como su voz no funcionó, señaló desesperada al interior de la tumba. Vicky siguió mirándola, con una indiferencia tan intensa que parecía acusadora.

—Intenté ponértelo fácil —dijo Vicky.

Rowan se sintió asombrada y abandonada y, peor aún, culpable. ¿Podía haber sido causante de lo que le había sucedido a Hermione? La idea era tan temible que paralizó su mente. Entonces algo parecido a la esperanza la permitió apartar los ojos de Vicky y mirar hacia abajo. Había atisbado un movimiento bajo ella.

Hermione se movía: su cara se volvió hacia Rowan. Era más fofa que nunca. La linterna mostraba la tierra que le había entrado en la boca abierta. La cabeza de Hermione se movía sólo porque algo situado bajo ella se movía también.

Rowan intentó apartar los pies del montón de tierra resbaladiza y una cabeza apareció debajo, alzándose de la sombra de Hermione. Era una cabeza calva cuyo cráneo parecía moteado de moho. Bajo sus ojos encogidos y el montoncito de cartílago entre ellos, la boca se abría como una trampa. Unas manos que eran casi todo hueso y piel ennegrecida se extendieron hasta el cercano borde del ataúd para librar el cuerpo aplastado por el cadáver de Hermione. Rowan supo que era la muerte, descarnada y sonriente, que se levantaba y avanzaba hacia ella pulgada a pulgada, para agarrarla y llevarla a la tumba.

Se volvió, con demasiada violencia. Sus pies perdieron su asidero sobre la tierra suelta. Se tambaleó hacia la cruz, tan rápidamente que cayó. La cruz de granito golpeó su cabeza como un martillo. Lo último que vio mientras el mundo se sumergía en la oscuridad fue a Vicky, que la observaba henchida de triunfo.