19

En cuanto regresó de Holywell, Derek se puso a trabajar en la pared de la escalera. Subió al último piso y empezó a arrancar el papel mientras había luz suficiente para poder ver. Acababa de arrancar la primera tira cuando el peso del ajado yeso la soltó. Trozos de yeso golpearon las patas de metal de la escalera, haciéndola sacudirse; polvo de color de carne pálida lo cegó. Se agarró a la escalera hasta que pudo ver y entonces, aunque estaba tosiendo, empezó a reírse. Bajo el viejo yeso, los ladrillos eran buenos y secos.

—Lucha como puedas, vieja cabrona —se burló de la pared, y bajó la escalera otros dos escalones para atacar la siguiente tira de papel.

Iba por la mitad cuando Alison se acercó a mirar. Hizo una mueca al ver la suciedad de la escalera, y le dio un beso que manchó su boca como la de un payaso. Después de cenar, le ayudó a quitar el resto del papel. Sacaron cajas llenas de escombros, y luego se bañaron juntos e hicieron el amor con ternura. Luego Alison se quedó mirando al techo.

—Ahora parece vacía —murmuró—. Como si esperara que alguien viniera a mudarse.

Se quedó dormida antes de que pudieran hablar sobre Rowan. Por la mañana, él tuvo que levantarse temprano para empezar a trabajar en la nueva instalación eléctrica del piso de arriba, ya que tendría que trabajar en el colegio la semana siguiente. Había levantado los tablones del suelo para revelar el polvoriento interior de la casa cuando llamó Tony desde la agencia inmobiliaria. Su contacto en el departamento de planificación pensaba que no habría ningún problema para abrir otro sanatorio, y un contratista que le debía bastantes favores había accedido a trabajar en la casa a precio de costo. Derek se sintió mejor de lo que se había sentido en meses, tal vez en años.

Estaba abriendo agujeros en las paredes del piso superior cuando el teléfono volvió a sonar. Esperaba que fuera Rowan, porque así sabría que se habría recuperado de lo que la había hecho parecer tan taciturna camino de Gales. Pero Alison le dijo que era su madre.

A media tarde, terminó en el piso de arriba, y pronto estuvo extendiendo cables por los ladrillos expuestos de las escaleras. Poco antes de cenar pudo gritarle a Alison que conectara el circuito. Cuando todo el piso de arriba se encendió a su alrededor, deseó que Rowan hubiera estado presente para ejecutar la ceremonia. Se sentía como si hubiera conquistado la casa.

Alison había comprado un periódico inmobiliario en la agencia. Durante la cena, quiso que mirara las fotos de las casas. Él estuvo de acuerdo con la mayoría de las que le señalaba.

—¿Qué quería tu madre? —dijo por fin.

Alison se indicó la boca y masticó para mostrar que no podía hablar. Pareció tomarse su tiempo en tragar.

—Te alegrará saber que no habrá ninguna exhumación.

—Espero que no, desde luego. ¿Es lo que dijo tu madre?

—Sí.

—¿Eso es todo?

Alison frunció el ceño ante su impaciencia.

—No, todo no.

—No te molestes en decírmelo si es un secreto familiar.

Alison le buscó la mano por encima de la mesa.

—¿Por qué dices cosas así, Derek?

—No me siento cómodo con ellos algunas veces. No dejes que te moleste.

—Lo hace. No puedo evitarlo. No sé qué más podemos hacer.

—Tal vez lo intentas con demasiada fuerza. No hacía falta una conferencia familiar para ver como llamábamos a Rowan.

—Me gusta relacionarlos. Es la única nieta que tienen mis padres. No me di cuenta de que lo lamentaras tanto.

—Nunca he dicho que lo hiciera. Sólo me gustaría que no tuviéramos que comprobar primero con ellos todo lo que hacemos. Incluso tuvimos una reunión para ver qué íbamos a hacer con esta casa, por el amor de Dios, como si no pudiéramos decidir por nuestra cuenta —se sentía asombrado consigo mismo, discutiendo de esta forma cuando su esposa intentaba colaborar por fin, y sin embargo parecía incapaz de detenerse—. Me he dado cuenta de que sigues diciendo tu familia.

Nuestra familia, entonces —las esquinas de sus ojos brillaron bajo la lámpara hasta que se los frotó—. No tienes ningún motivo para sentirte excluido, y lo sabes. Son la familia que siempre he tenido, y no los cambiaría por nadie, pero te elegí a ti.

—Todavía no me has contado lo que dijo tu madre.

—Lo sabes perfectamente bien, Derek. Dijo que Hermione escribió ese mensaje en la fotografía.

Pensó en Rowan, huyendo de él para refugiarse en Hermione.

—Sé que es tu hermana, pero me gustaría que no le hubiéramos dejado a Rowan este fin de semana.

—Vamos, Derek, ¿qué crees que haría Hermione con ella? Sólo escribió ese mensaje porque se preocupa mucho por Rowan.

—Me parece una forma muy loca de preocuparse.

La voz de Alison se agudizó.

—¿Qué quieres decir, Derek?

—Escucha, no te incluyo a ti ni a tus padres, pero incluso tú tendrás que admitir que los demás son bastante raritos.

—No tienes que cuidar las palabras conmigo —parecía furiosa de que lo hiciera—. Di lo que estás pensando.

—Muy bien, lo haré —dijo él, distraído, contemplando Gales bajo la oscuridad y preguntándose cuándo llamaría Rowan—. Creo que puede haber una vena loca en tu familia que os pasó por alto a ti y a tu padre. Eso puede pasar, ¿no? Deberías saberlo, eres enfermera.

—No intentes burlarte de mí. Eso no me convence.

—No es necesario. No me digas que no puedes verlo por ti misma —cuando ella le miró con los labios apretados, Derek estalló—. Tu abuelo pensaba que tu tía le mantenía vivo cuando debería estar muerto, y si me preguntas mi opinión, ella creía que no iba a morirse nunca. Y tu primo se arrojó a un tren. Es muy normal, ¿verdad?

—¿Qué más estás pensando, Derek?

—Ya te lo he dicho, no te incluye a ti. Pero si te refieres a tu hermana, no lo discuto. ¡Todo ese asunto de su diente y luego ese maldito medallón, e incluso la amiga de Rowan, sobre una niña, por el amor de Dios! Sé que tuvo una infancia horrible, pero también la tuve yo, y mi madre me dejaba con sus padres cada vez que quería a un hombre mientas mi padre estaba embarcado y luego sus padres me trataban como si todo fuera culpa mía. Casi me tiré a la vía del tren desde un puente una vez. Nunca te lo había contado antes, ¿no? Pero no se puede usar la infancia como excusa para el resto de tu vida.

—Derek, si de verdad crees… no, no lo diré.

Él lo sabía, y eso le enfureció.

—Te estoy diciendo que no habría dejado a Rowan pasar con ella este fin de semana si no me hubiera sentido mal por la discusión que tuve con tu hermana, como si no fuera culpa suya por el espectáculo que dio con Vicky y los binoculares y todas las demás tonterías.

Alison se inclinó hacia adelante tan violentamente que la lámpara resonó.

—¿ no habrías dejado a Rowan ir a casa de mi hermana? Te recuerdo que tiene un padre y una madre.

—Lo sé. No estamos hablando de eso —vio que ella estaba a punto de decir que él no era nadie para decidir el tema, y por eso continuó—: Sólo quería manteneros a Rowan y a ti a salvo de toda esta locura.

La mirada de ella se hizo más suave, pero no más amistosa.

—Derek, sé que tus intenciones son buenas, pero no debes intentar socavar relaciones que he mantenido toda mi vida. Queenie casi separó a la familia. Espero por el bien de nuestro matrimonio que tú no quieras hacerlo. Y ya que discutimos de conductas irracionales, podemos recordar la forma en que fuiste a ver a Ken, como si fueras un joven rufián callejero, y parecías muy orgulloso de ello.

—Mira, no estoy acusando a nadie de nada. O si hay que acusar a alguien de como es Rowan, yo soy tan culpable como cualquiera. Ojalá pudiera pasar más tiempo con ella. Lo haré cuando pueda si ella quiere.

—¿Qué quieres decir con eso de como es ella? ¿Estás sugiriendo que está mentalmente enferma?

—Sólo quiero decir que es una niña solitaria, como lo era yo —rehusó incluso considerar lo que había dicho Alison; deseó no haber tocado el tema—. Pongamos punto final al asalto y volvamos a nuestros rincones. Quiero llamar por teléfono y ver como está Rowan antes de que se vaya a la cama.

—¿Puedo confiar en que hablarás con Hermione sin trastornarla?

—Lo conseguí ayer. Llama tú si piensas que tienes que protegerla de mí, pero quiero hablar con Rowan.

Cuando Alison se volvió a mirar la bahía, Derek entró en el vestíbulo, internándose en el mar de hojas plateadas. La discusión había sido culpa de Hermione, pensó. Tuvo que tomarse su tiempo para sofocar su furia antes de marcar el número. Poco después marcó de nuevo lentamente, para asegurarse de no equivocarse, y se quedó escuchando y contemplando las escaleras oscuras. Esperó todo lo que pudo antes de regresar junto a Alison. Aunque casi era la hora de acostar a Rowan, nadie atendía al teléfono.