[604] Los vecinos cultos de Antioquía consideraban semibárbara a Edesa; sin embargo, en favor de ella se puede decir que, de los tres dialectos del sirio, el más puro y elegante (el arameo) era el que se hablaba en Edesa. Bayer (Historia Osrhoena et Edessena, p. 5) tomó esta anotación de Jorge de Malatia, escritor sirio. <<

[605] Dion, l. LXXV, pp. 1248-1250. Bayer ha desatendido este pasaje de suma importancia. <<

[606] Este reino, desde Osroes, que dio nuevo nombre al país, hasta el último Abgaro, duró 353 años. Véase la obra muy sabia de Bayer Historia Osrhoena et Edessena. <<

[607] Jenofonte, en el prólogo de la Cyropædia, va dando un concepto grandioso y claro de la extensión del imperio de Ciro. Herodoto (l. III, c. 19 y ss.) se explaya en una descripción individual y curiosa de las veinte grandes satrapías en que Darío Histaspes dividió el imperio persa. <<

[608] Herodiano VI, 209 y 212. <<

[609] En la batalla de Arbela hubo 200 carros armados de hoces en el ejército de Darío. En la grandiosa hueste de Tigranes, vencido por Lúculo, tan sólo había diecisiete mil caballos armados por entero. Antíoco llevó cincuenta y cuatro elefantes a la batalla contra los romanos: con sus repetidas guerras y negociaciones con los príncipes de la India, en una ocasión llegó a tener hasta ciento cincuenta de aquellos grandes animales; pero es dudoso que el monarca más poderoso del Indostán llegase jamás a formar una línea de batalla con setecientos elefantes. En vez de los tres mil o cuatro mil elefantes que se suponía que tenía el Gran Mogol, Tavernier (Voyages, parte II, l. I, p. 198) sostuvo con mayor ahínco que sólo tenía quinientos para sus bagajes, y ochenta ó noventa para el intento de la guerra. Varían los griegos en cuanto al número que Poro trajo a la formación, pero Quinto Curcio (VIII, 13), en esta ocasión juicioso y moderado, se contenta con ochenta y cinco elefantes, sobresalientes por su corpulencia y pujanza. En Siam, donde más abundan y se aprecian, dieciocho elefantes se consideran un número suficiente para cada una de las nueve divisiones de que consta el ejército. El número total de ciento sesenta y dos elefantes puede a veces duplicarse. Hist. des voyages, t. IX, p. 260. <<

[610] Hist. August., p. 133. <<

[611] Ya advirtió Tillemont que Herodiano suele confundir la geografía. <<

[612] Moisés de Korén (Hist. Armen., l. II, c. 71) ilustra esta invasión de Media con el triunfo de Cosroes, rey de Armenia, sobre Artajerjes, a quien persiguió hasta el confín de la India. Se han magnificado las hazañas de Cosroes, pues actuaba como aliado dependiente de los romanos. <<

[613] Para el relato de esta guerra, véase Herodiano, l. VI [c. 5], pp. 209 y 212. Los escribanos antiguos y los recopiladores modernos han ido siguiendo a ciegas la Historia Augusta. <<

[614] Eutiquio, t. II, p. 180, vers. Pocock. El gran Cosroes Nushirwan envió el código de Artajerjes a todos sus sátrapas, como norma invariable para su conducta. <<

[615] Véase en D’Herbelot, Bibliothèque Orientale, la palabra Ardshir. Podemos notar que, tras el antiguo período de las fábulas y la larga temporada de tinieblas, empiezan las historias modernas de Persia a despejarse con visos de verdaderas con la dinastía de los Sasánidas. <<

[616] Herodiano, l. VI, p. 214. Amiano Marcelino, l. XXIII, c. 6. Varias diferencias pueden observarse entre los dos historiadores, efecto natural de los cambios ocurridos en un siglo y medio. <<

[617] Aún hoy los persas son hábiles jinetes, y sus caballos son los más bellos de todo el Oriente. <<

[618] De Herodoto, Jenofonte, Herodiano, Amiano, Chardin, etcétera, he ido extractando estas notas probables sobre la nobleza persa, que parecen propias de todos los siglos, y en particular del tiempo de los Sasánidas. <<

[619] Los filósofos modernos de Suecia coinciden en que las aguas del mar Báltico van disminuyendo regularmente como media pulgada [1,27 cm] al año. De esta manera, hace dos mil años el mar cubría las llanuras de Escandinavia y las sierras se distinguían sobre las aguas a manera de islas de varias dimensiones y trazas. Esta imagen de los extensos países del Báltico es la que nos han dado Mela, Plinio y Tácito. Véase en la Bibliothèque raisonnée, t. XL y XLV, un extracto extenso de Historia de Suecia, de Dalin, compuesta en sueco. <<

[620] En particular, Hume, el abate Dubos y Pelloutier, Hist. des Celtes, t. I. <<

[621] Diodoro de Sicilia, l. V, p. 340, ed. Wesseling. Herodiano, l. VI, p. 221. Jornandes, c. 55. En las orillas del Danubio, el vino que se traía a la mesa solía estar helado dentro de carámbanos llamados frusta vini. Ovidio, Ep. ex Ponto, l. IV, VII, IX y X. Virgilio, Georg. III, 355. Un militar y filósofo que ha experimentado el frío intenso de Tracia corrobora el hecho. Jenofonte, Anabasis, l. VII, p. 560, ed. Hutchinson. <<

[622] Buffon, Hist. Naturelle, t. XII, pp. 79, 116. <<

[623] Julio César, De Bello Gall. VI, 23 y ss. Los germanos más curiosos ignoraban sus más lejanas fronteras, incluso cuando algunos de ellos habían viajado más de sesenta jornadas. <<

[624] Cluver (Germ. Ant., l. III, c. 47) va escudriñando las partes ya escasas y dispersas de la selva Hercinia. <<

[625] Charlevoix, Hist. du Canada. <<

[626] Olaus Rudbeck afirma que las mujeres suecas suelen criar diez, doce y, a veces, hasta veinte o treinta niños; pero se torna muy sospechosa la autoridad de Rudbeck. <<

[627] «In hos artus, in hæc corpora, quæ miramur, excrescunt.» Tácito, Germ., c. 20. Cluver, Germania Antiqua, l. I, c. 15. <<

[628] Plutarco, Marius. Por diversión, los cimbrios solían bajar por los montes nevados resbalando sobre sus escudos. <<

[629] Los romanos guerrearon en todos los climas y, gracias a su rigurosa disciplina, se mantenían sanos y briosos. Evidentemente, el hombre es el único ser vivo que prospera tanto en el ecuador como en el polo. En esta ventaja, el cerdo parece ser el que más se le acerca. <<

[630] Tácito, Germ., c. 3. Los galos emigraron en el sentido de la corriente del Danubio y llegaron a Grecia y Asia. Tácito sólo pudo hallar una escasa tribu con rastros de origen galo. <<

[631] Según el Dr. Keating (Hist. of Ireland, pp. 13-14), el gigante Partolón, quien era el hijo de Sera, el hijo de Esru, el hijo de Sru, el hijo de Framante, el hijo de Fataclam, el hijo de Magog, el hijo de Jafet, el hijo de Noé, arribó a la costa de Múnster el 14 de mayo del año del mundo 1978. Aunque su empresa fue un éxito, las liviandades de su mujer malograron en gran medida su vida interior, y lo destemplaron hasta el sumo grado de matar a su galgo predilecto. Éste, según advierte oportunamente el erudito historiador, fue el primer caso de infidelidad femenina conocido en Irlanda. <<

[632] Abulghazi Bahadur Khan, Genealogical History of the Tartars. <<

[633] Su obra intitulada Atlantica raramente es encontrada, pero Bayle extractó dos curiosos fragmentos. République des Lettres, enero y febrero de 1685. <<

[634] Tácito, Germ., c. 19. «Litterarum secreta viri pariter ac feminæ ignorant.» Démonos por satisfechos con autoridad tan decisiva y evitemos contiendas enmarañadas sobre la antigüedad de la escritura rúnica. El erudito Celsio, humanista y filósofo sueco, opinaba que las letras romanas se reducían, con líneas curvas trocadas en rectas, para la facilidad del grabado. Véanse Pelloutier, Hist. des Celtes, l. II, c. 11 y Dictionnaire Raisonné de la diplomatique, t. 1, p. 223. Añadiremos que se supone que las inscripciones rúnicas más antiguas son del siglo III, y que el primer escritor que menciona los caracteres es Venancio Fortunato (Carmina VII, 18), quien vivió a fines del siglo VI: «Barbara fraxineis pingatur runa tabellis». <<

[635] [Cornelius de Pauw] Recherches Philosophiques sur les Américains, t. III, p. 228. El autor de esta curiosa obra, si no estoy equivocado, es alemán de nacimiento. <<

[636] El riguroso Cluver suele criticar al geógrafo alejandrino. <<

[637] Véanse Julio César, De Bello Gall. y J. Whitaker, Hist. of Manchester, t. I. <<

[638] Tácito, Germ., c. 15. <<

[639] Cuando los germanos ordenaron a los ubios de Colonia que rompiesen el yugo romano y, con la nueva libertad, volviesen a sus costumbres antiguas, insistieron en la demolición inmediata de los muros de la colonia. «Postulamus a vobis, muros coloniæ munimenta servitii detrahatis; etiam fera animalia, si clausa teneas, virtutis obliviscuntur» (Tácito, Hist. IV, 64). <<

[640] Las desparramadas aldeas de Silesia tienen muchas leguas de largo. Véase Cluver, Germ. Ant., l. I, c. 13. <<

[641] Fueron asomando algunas construcciones más arregladas junto al Rin y el Danubio 140 años después de Tácito. Herodiano, l. VII, p. 234. <<

[642] Tácito, Germ., c. 17. <<

[643] Tácito, Germ., c. 5. <<

[644] Julio César, De Bello Gall. VI, 21. <<

[645] Tácito, Germ., c. 26. Julio César, De Bello Gall. VI, 22. <<

[646] Tácito, Germ., c. 6. <<

[647] Dícese que los mexicanos y los peruanos, sin uso de moneda ni hierro, habían progresado notablemente en las artes. Aquellas artes y los monumentos que produjeron se han magnificado excesivamente. Véase Recherches Philosophiques sur les Américains, t. II, p. 153 y ss. <<

[648] Tácito, Germ., c. 15. <<

[649] Tácito, Germ., c. 22-23. <<

[650] Tácito, Germ., c. 24. Los germanos pudieron tomar las artes del juego de los romanos, pero esta pasión está entrañablemente internada en el pecho humano. <<

[651] Tácito, Germ., c. 14. <<

[652] Plutarco, Camill.. Tito Livio V, 33. <<

[653] Dubos, Hist. de l’Establissement de la Monarchie Françoise, t. I, p. 193. <<

[654] La nación helvética, que dio a luz un país llamado Suiza, contenía quinientas sesenta y ocho mil personas de toda edad y sexo (Julio César, De Bello Gall. I, 29). En nuestros días, el número de habitantes del cantón Vaud (pequeño distrito sobre las márgenes del lago Leman mucho más culto que industrial) asciende a ciento doce mil quinientos noventa y uno. Véase un excelente tratado de Muret en Mémoires de la Société de Berne. <<

[655] Pablo Diácono, c. 1-3. Maquiavelo, Dávila y demás seguidores de Pablo presentan estas emigraciones como medidas mucho más concertadas y sistemáticas. <<

[656] William Temple y Montesquieu han explayado sus fantasías sobre este punto con su acostumbrada brillantez. <<

[657] Maquiavelo, Hist. di Firenze, l. I. Mariana, Hist. de Rebus Hispaniæ, l. V, c. 1. <<

[658] Robertson, Life of Charles V. Hume, Political Essays. <<

[659] Tácito, Germ., c. 44-45. Frenshemius (quien dedicó su suplemento de Tito Livio a la reina Cristina de Suecia) cree conveniente disgustarse con el romano que cometió tal desacato hacia los reinos del norte. <<

[660] ¿No cabe sospechar que la superstición es generadora del despotismo? Se supone que los descendientes de Odín (cuya alcurnia se extinguió sólo a partir del año 1060) reinaron en Suecia más de mil años. El templo de Upsala era el antiguo solio de la religión y del imperio. Una ley del año 1153 resulta extrañísima: se veda el uso y la profesión de las armas a todos menos a la guardia del rey. ¿No es posible que la hayan disfrazado con el pretexto de revivir alguna institución antigua? Véase la Historia de Suecia, de Dalin, en Bibliothèque raisonnée, t. XL y XLV. <<

[661] Tácito, Germ., c. 43. <<

[662] Tácito, Germ., c. 11-13 y ss. <<

[663] Grocio transforma la expresión de Tácito pertractantur en prætractantur. La enmienda es tan justa como ingeniosa. <<

[664] Hasta en nuestro antiguo Parlamento, los barones solían dominar una votación no tanto con el número de los votantes, sino con su comitiva armada. <<

[665] Julio César, De Bello Gall. VI, 23. <<

[666] Minuunt controversias es una expresión muy acertada de Julio César. <<

[667] «Reges ex nobilitate, duces ex virtute sumunt» (Tácito, Germ., c. 7). <<

[668] Cluver, Germ. Ant., l. I, c. 38. <<

[669] Julio César, De Bello Gall. VI, 22. Tácito, Germ., c. 26. <<

[670] Tácito, Germ., c. 7. <<

[671] Tácito, Germ., c. 13-14. <<

[672] Montesquieu, L’Esprit des Loix XXX, 3; pero el abate de Mably aplaca los grandiosos ímpetus de Montesquieu con sus despejados razonamientos en Observations sur l’histoire de France, t. 1, p. 356. <<

[673] «Gaudent muneribus, sed nec data imputant, nec acceptis obligantur» (Tácito, Germ., c. 21). <<

[674] La adúltera era paseada por la aldea mientras se la azotaba. Ni su riqueza ni su hermosura podían inspirar la compasión o procurarle un segundo marido, Tácito, Germ., c. 18-19. <<

[675] Ovidio emplea 200 versos en su reseña de los sitios más adecuados para el galanteo y considera que el teatro es el lugar que mejor ha sabido reunir las beldades de Roma, infundiéndoles dulzura y sensualidad. <<

[676] Tácito, Hist. IV, 61 y 65. <<

[677] El regalo de boda era una yunta de bueyes, caballos y armas. Tácito (Germ., c. 18) se explaya floridamente sobre el asunto. <<

[678] El cambio de exigere en exugere es una enmienda muy acertada. <<

[679] Tácito, Germ., c. 7. Plutarco, Marius. Antes que las teutonas se mataran con sus hijos, habían ofrecido rendirse con la condición de ser esclavas de las vírgenes vestales. <<

[680] Sobre este punto enmarañado, Tácito se ciñe a poquísimos renglones, pero Cluver se explaya en ciento veinticuatro páginas. El primero descubre en Germania a los dioses de Grecia y Roma; el segundo da por sentado que, bajo los emblemas del sol, la luna y el fuego, sus devotos antepasados adoraban a la trinidad en la unidad. <<

[681] La selva sagrada que describe Lucano con sublime horror estaba junto a Marsella, pero había muchas similares en Germania. <<

[682] Tácito, Germ., c. 7. <<

[683] Tácito, Germ., c. 40. <<

[684] Véase Robertson, Life of Charles V, t. 1, nota 10. <<

[685] Tácito, Germ., c. 7. Estos estandartes sólo consistían en las cabezas de fieras salvajes. <<

[686] Véase un caso de aquella costumbre en Tácito, Annal. XIII, 57. <<

[687] Julio César, Diodoro y Lucano atribuyen esta doctrina a los galos, pero Pelloutier (Hist. des Celtes, l. III, c. 18) se afana en acotar sus expresiones a un sentido más ortodoxo. <<

[688] Sobre la tosca pero tentadora doctrina del Edda, véase la fábula XX en la curiosa versión de este libro publicada por Mallet en su Introduction à l’Hist. du Dannemarc. <<

[689] Véase Tácito, Germ., c. 3. Diodoro de Sicilia, l. V. Estrabón, l. IV, p. 197. El lector clásico recordará el predicamento de Demódoco en la corte feacia y el arrojo infundido por Tirteo a los espartanos ya desmayados. Sin embargo, es poco probable que griegos y germanos conformasen un mismo pueblo. Se evitarían muchas vacuidades eruditas si se tuviese en cuenta que, al experimentar situaciones similares, se producen costumbres similares. <<

[690] «Missilia spargunt» (Tácito, Germ., c. 6). O el historiador usó una expresión vaga o dio a entender que las lanzaban al azar. <<

[691] Éste era el distintivo principal de los sármatas, quienes generalmente peleaban a caballo. <<

[692] El relato de esta empresa se condensa en gran parte de los libros IV y V de Tácito, Hist., y sobresale más por su elocuencia que por su perspicacia. Henry Saville ha notado algunos deslices. <<

[693] Había perdido un ojo como ellos. Tácito, Hist. IV, 13. <<

[694] El país estaba encajonado entre los dos brazos del antiguo Rin, y subsistió hasta que la naturaleza y el arte se toparon para variar su aspecto. Véase Cluver, Germ. Ant., l. III, c. 30 y 37. <<

[695] Julio César, De Bello Gall. VI, 23. <<

[696] Sin embargo, en los siglos IV y V, Amiano Marcelino, Nazario, Claudiano y otros las mencionaban como tribu de los francos. Véase Cluver, Germ. Ant., l. III, c. 13. <<

[697] Urgentibus es el significado corriente, pero, con buen criterio, Lipsio y algunos manuscritos se declaran por Vergentibus. <<

[698] Tácito, Germ., c. 33. El devoto abate de la Bléterie se enfada con Tácito; entre otras cosas, dice que, desde el principio, el matador fue un diablo. <<

[699] Asoman rastros de este sistema en Tácito y Dion Casio, y muchos más se deducen de los impulsos de la naturaleza humana. <<

[700] Hist. August., p. 51. Amiano Marcelino, l. XXXI, c. 5. Aurelio Víctor. El emperador Marco tuvo que vender las alhajas del palacio y se vio obligado a alistar esclavos y bandoleros. <<

[701] Los marcomanos, colonia que desde la margen del Rin abarcaba la Bohemia y Moravia, llegaron a encumbrar una monarquía crecida y formidable con su rey Marobodo. Véase Estrabón, l. VII, p. 290. Veleyo Patérculo II, 108. Tácito, Annal. II, 63. <<

[702] Wotton (Hist. of Rome, p. 166) aumenta diez veces la distancia. Sus argumentos son brillantes, pero no concluyentes. Dos leguas [9,66 km] aproximadamente eran más que suficientes para una valla fortificada. <<

[703] Dion Casio, l. LXXI-LXXII. <<

[704] Véase una excelente disertación sobre el origen y las emigraciones de las naciones en Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XVIII, pp. 48 y 71. Excepcionalmente logran hermanarse el historiador y el filósofo. <<

[705] ¿Cabe presuponer que Atenas tenía sólo veintiún mil ciudadanos y Esparta, menos de cuarenta mil? Véanse Hume y Wallace sobre el número del linaje humano en los tiempos antiguos y modernos. <<

[706] La expresión, usada por Zósimo y Zonaras, puede significar que Marino mandaba una centuria, una cohorte o una legión. <<

[707] Al no ser puramente accidental, su nacimiento en Bubalia, pequeña aldea de Panonia (Eutropio, IX. Aurelio Víctor, De Cœsar. y [Pseudo Aurelio Víctor] Epitome), parece contradecir su supuesta descendencia de los Decios. Durante 600 años, la nobleza recayó en los Decios; pero al principio de aquel período sólo eran plebeyos esclarecidos, de los primeros que participaron en el consulado con los altaneros patricios. Plebeiæ Deciorum animæ, etc. Juvenal, Sat. VIII, 254. Véase el razonamiento brioso de Decio en Tito Livio X, 9-10. <<

[708] Zósimo, l. I [c. 22], p. 20. Zonaras, l. XII, p. 624. <<

[709] Véanse los prólogos de Casiodoro y Jornandes: es llamativo que se haya omitido el último en la excelente edición publicada por Grocio de los escritores godos. <<

[710] Bajo la autoridad de Ablavio, Jornandes (De Reb. Geticis, c. 4) cita algunas crónicas godas en verso. <<

[711] Jornandes, c. 3. <<

[712] Véanse en Grocio, Prolegomena ad Hist. Gotthorum… algunos extractos extensos de Adán de Bremen y Saxo Gramático. El primero escribió en 1077; el segundo, por el año 1200. <<

[713] Voltaire, Hist. de Charles XII, l. III. Cuando los austríacos solicitaban el auxilio de Roma contra Gustavo Adolfo, tiznaron siempre a aquel conquistador como sucesor en línea recta de Alarico. Harte, Hist. of Gustavus, t. II, p. 123. <<

[714] Véase Adán de Bremen apud Grocio, Prolegomena ad Hist. Gotthorum…, p. 104. El templo de Upsala quedó asolado por Ingo, rey de Suecia, cuyo reinado se inició en 1075. Luego de 80 años se levantó una catedral cristiana sobre sus escombros. Véase la Historia de Suecia escrita por Dalin, en Bibliothèque raisonnée. <<

[715] Mallet, Introduction à l’Hist. du Dannemarc. <<

[716] Mallet (c. IV, p. 55) ha ido recogiendo de Estrabón, Plinio, Ptolomeo y Esteban de Bizancio los rastros de aquella ciudad y su población. <<

[717] A esta portentosa expedición de Odín —que, deduciendo la enemistad entre godos y romanos de tan memorable causa, proporcionó el grandioso cimiento para un poema épico— no cabe considerársela como una historia auténtica. Según el sentido más obvio del Edda y la interpretación de los críticos más atinados, el significado de Asgard no remite a una ciudad concreta de la Sarmacia asiática, sino que apela a la morada mística de los dioses, el Olimpo de la Escandinavia, de donde suponen que descendió el profeta para anunciar su nueva religión a las naciones godas, ya asentadas en la parte meridional de Suecia. <<

[718] Tácito, Germ., c. 44. <<

[719] Tácito, Annal. II, 62. Si cupiese certeza positiva sobre la navegación de Piteas de Marsella, tendríamos que considerar que los godos atravesaron el Báltico, cuando menos, trescientos años antes de Cristo. <<

[720] Ptolomeo, l. II. <<

[721] Se fundaron con las colonias germanas que iban siguiendo las armas de los caballeros teutones. Aquellos aventureros completaron la conquista y conversión de Prusia en el siglo XIII. <<

[722] Plinio el Viejo (Nat. Hist. IV, 14) y Procopio (De Bello Vandal., l. I, c. 1) concuerdan en esta opinión. Vivieron en siglos diversos y se valieron de medios muy diferentes en pos de la verdad. <<

[723] Los ostrogodos y visigodos, es decir, los godos orientales y los occidentales, obtuvieron estas denominaciones de su diverso asentamiento en Escandinavia. En todas sus marchas y establecimientos posteriores, fueron conservando, con sus nombres, la misma situación relativa. En su primera partida de Suecia, la pequeña colonia cupo en tres bajeles. El tercero, pesadísimo, se fue rezagando y su tripulación, que después devino en una nación entera, tomó por aquella particularidad el apodo de gépidos o rezagados. Jornandes, c. 17. <<

[724] Véase un fragmento de Pedro el Patricio en Excerpta Legationum, y en cuanto a la fecha probable acúdase a Tillemont, Hist. des Empereurs, t. III, p. 346. <<

[725] «Omnium harum gentium insigne, rotunda scuta, breves gladii, et erga reges obsequium» (Tácito, Germ., c. 45). Probablemente los godos adquirieron el hierro con el comercio del ámbar. <<

[726] Jornandes, c. 13-14. <<

[727] Los hérulos y los uregundos o borgoñeses se hallan mencionados particularmente. Véase Mascou, Hist. des Germains, l. V. Un pasaje de la Historia Augusta (p. 28) parece aludir a la gran emigración. La guerra marcomana resultó en parte del empuje de las tribus bárbaras, que iban huyendo de otras tribus bárbaras más septentrionales. <<

[728] D’Anville, Géographie Ancienne, y la tercera parte de su incomparable mapa de Europa. <<

[729] Tácito, Germ., c. 46. <<

[730] Cluver, Germ. Ant., l. III, c. 43. <<

[731] Los venedos, los eslavos y los antes eran grandes tribus del mismo pueblo. Jornandes, c. 24. <<

[732] Tácito merece seguramente este título, y hasta su cauteloso miramiento comprueba su esmerado ahínco. <<

[733] Genealogical Hist. of the Tartars, p. 593. Bell (t. II, p. 379) atravesó Ucrania en su viaje de Petersburgo a Constantinopla. El aspecto moderno del país es un retrato cabal del antiguo, puesto que en manos de los cosacos aún permanece en su estado de naturaleza. <<

[734] En el capítulo 16 de Jornandes, nos atreveríamos a sustituir secundo Mæsiam por secundam, la segunda Mesia, cuya capital era efectivamente Marcianópolis (véase Hiérocles, De Provinciis y Wesseling, ad loc., p. 636 Itiner. Hierosolym.). Es sorprendente que un error tan palpable del escribiente haya podido ocultarse entre las enmiendas atinadas de Grocio. <<

[735] El sitio se llama todavía Nicópolis. El arroyuelo, en cuya margen se hallaba, desagua en el Danubio. D’Anville, Géographie Ancienne, t. 1, p. 307. <<

[736] Esteban de Bizancio, De Urbibus, p. 740. Wesseling, Itiner. Hierosolym., p. 136. Zonaras, por una equivocación antigua, atribuye la fundación de Filipópolis al antecesor inmediato de Decio. <<

[737] Amiano Marcelino XXXI, 5. <<

[738] Aurelio Víctor [De Cœsar.], c. 29. <<

[739] Victoriœ Carpicœ. Esta inscripción sobre algunas medallas de Decio denota aquella ventaja. <<

[740] Claudio, que luego reinó tan gloriosamente, estaba en el desfiladero de las Termópilas con doscientos dárdanos, cien caballos de línea, ciento sesenta ligeros, sesenta flecheros cretenses y mil reclutas bien armados. Véase una carta original del emperador a su oficial en la Hist. August., p. 200 [Trebelio Polión, Claud., c. 16]. <<

[741] Jornandes, c. 16-18. Zósimo, l. I [c. 22], p. 22. En el relato general de aquella guerra, fácilmente se descubren las posiciones encontradas del escritor godo y del griego, asemejándose tan sólo en su desaliño. <<

[742] Montesquieu (Grandeur et Decadence des Romains, c. VIII) ilustra la naturaleza y el ejercicio de la censura con su acostumbrado ingenio y precisión. <<

[743] Vespasiano y Tito fueron los últimos censores (Plinio el Viejo, Nat. Hist. VII, 49. Censorino, De Die Natali). La modestia de Trajano lo incitó a rehusar la grandeza a la que era acreedor, y su ejemplo tuvo fuerza de ley para los Antoninos. Véase Plinio el Joven, Panegyr., c. 45 y 60. <<

[744] A pesar de esta exención, Pompeyo compareció ante aquel tribunal en su consulado. El evento fue tan extraño como honorífico. Véase la vida de Pompeyo en Plutarco, [c. 22] p. 630. <<

[745] Véase la arenga original en Hist. August., pp. 173 y 174 [Trebelio Polión, c. 2]. <<

[746] El apuro pudo equivocar a Zonaras (l. XII, p. 625), quien supone que Valeriano ya era compañero declarado de Decio. <<

[747] Hist. August., p. 174 [Trebelio Polión, c. 1]. La contestación del emperador es omitida. <<

[748] Por ejemplo, el empeño de Augusto en reformar las costumbres. Tácito, Annal. III, 24. <<

[749] Tillemont, Hist. des Empereurs, t. III, p. 598. Zósimo y algunos de sus seguidores confunden el Danubio con el Tanais [actual Don], y colocan el campo de batalla en las llanuras de Escitia. <<

[750] Aurelio Víctor cuenta dos acciones diversas para la muerte de ambos Decios, pero he preferido el relato de Jornandes. <<

[751] Me atrevo a copiar de Tácito (Annal. I, 64) la descripción de semejante batalla entre un ejército romano y una tribu germana. <<

[752] Jornandes, c. 18. Zósimo, l. I [c. 23], p. 22. Zonaras, l. XII [c. 20], p. 627. [Pseudo] Aurelio Víctor [Epitome, c. 29]. <<

[753] Los Decios fenecieron a fines del año 251, y los nuevos príncipes tomaron posesión del consulado en enero del año siguiente. <<

[754] La Historia Augusta (p. 223 [Vopisco, c. 42]) les da un lugar honorífico entre el corto número de emperadores recomendables que reinaron desde Augusto hasta Diocleciano. <<

[755] «Hæc ubi Patres comperere… decernunt» (Aurelio Víctor, De Cœsar., c. 30). <<

[756] Zonaras, l. XII [c. 21], p. 628. <<

[757] Una sella, una toga y una patera de oro del peso de cinco libras [2,27 kg] fueron aceptadas con gozoso agradecimiento por el opulento rey de Egipto (Tito Livio XXVII, 4). «Quina millia æris», el peso de cobre del valor de unos mil reales solía ser el regalo hecho a los embajadores extranjeros (Tito Livio XXXI, 9). <<

[758] Véase la entereza de un general romano hasta el tiempo de Alejandro Severo en Excerpta Legat., p. 25, ed. Louvre. <<

[759] En cuanto a la peste, véase Jornandes, c. 19, y Aurelio Víctor, De Cœsar. <<

[760] Zósimo (l. I, pp. 23-24) aporta esos cargos inverosímiles. <<

[761] Jornandes, c. 19. Por lo menos, el escritor godo dio cuenta de la paz que sus paisanos victoriosos habían jurado a Galo. <<

[762] Zósimo, l. I, pp. 25-26. <<

[763] Aurelio Víctor, De Cœsar. [c. 30]. <<

[764] Zonaras, l. XII, p. 628. <<

[765] Banduri, Numismata Imperatorum Romanorum, p. 94. <<

[766] Eutropio (l. IX, c. 6) utiliza la expresión «tertio mense». Eusebio directamente omite a este emperador. <<

[767] Zósimo, l. I, p. 28. Eutropio y Víctor colocan al ejército de Valeriano en Recia. <<

[768] Tenía alrededor de setenta años en el trance de su advenimiento o, como es más probable, de su muerte. Tillemont, Hist. des Empereurs, t. III, p. 893, n. 1. <<

[769] «Inimicus tyrannorum» (Hist. August., p. 173). En la esclarecida disputa del Senado contra Maximino Valeriano estuvo muy animoso. Hist. August., p. 156. <<

[770] Según la distinción de Víctor, parece que recibió el título de Imperator por el ejército y el de Augusto por el Senado. <<

[771] Tillemont deduce muy detenidamente de Víctor y de las medallas (Hist. des Empereurs, t. III, p. 710) que Galieno fue asociado al Imperio en el mes de agosto del año 253. <<

[772] Se idearon varios sistemas para explicar un trabajoso pasaje de Gregorio de Tours, l. I, c. 9. <<

[773] El geógrafo de Ravena (l. II), al mencionar como antiguo asiento de los francos a Mauringania, sobre la frontera de Dinamarca, sacó a luz un sistema ingenioso de Leibnitz. <<

[774] Véanse Cluver, Germ. Ant., l. III, c. 20 y Freret, en Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XVII. <<

[775] Muy probablemente bajo el reinado de Gordiano, por una circunstancia accidental ampliamente explicada por Tillemont (Hist. des Empereurs, t. III, pp. 710 y 1181). <<

[776] Plinio el Viejo, Nat. Hist. XVI, 1. Los panegiristas suelen aludir a los pantanos de los francos. <<

[777] Tácito, Germ., c. 30, 37. <<

[778] En períodos posteriores, gran parte de estos antiguos nombres fueron eventualmente mencionados. Véase, por ejemplo, Cluver, Germ. Ant., l. III. <<

[779] Simler, De Republica Helvetiorum (cum notis Fuselin). <<

[780] Zósimo, l. I, p. 27. <<

[781] Brequigny (Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XXX) nos ha dado una curiosa Vida de Póstumo. Se planeó varias veces una serie de la Historia Augusta sobre las medallas e inscripciones, y todavía hace falta. <<

[782] Aurelio Víctor, c. 33. En lugar de pœne direpto, el sentido y la expresión están requiriendo deleto; aunque en verdad, por razones muy diversas, enmendar el texto de los buenos escritores es tan difícil como hacerlo con el de los mediocres. <<

[783] En tiempo de Ausonio (a fines del siglo IV) Ilerda o Lérida se hallaba en estado muy ruinoso (Ausonio, Ep. XXV, 8) como consecuencia, probablemente, de aquella invasión. <<

[784] Por lo tanto, Valesio se equivoca al suponer que los francos habían invadido España por mar. <<

[785] Aurelio Víctor. Eutropio IX, 6. <<

[786] Tácito, Germ., c. 38. <<

[787] Cluver, Germ. Ant. III, 25. <<

[788] «Sic Suevi a cæteris Germanus, sic Suevorum ingenui, a Servis separantur.» ¡Altanero deslinde! <<

[789] Julio César, De Bello Gall. IV, 7. <<

[790] Aurelio Víctor, De Cœsar. [c. 21]. Dion Casio, LXVII [c. 13], p. 1350. <<

[791] Esta etimología —muy diferente de las que suelen embelesar la fantasía de los eruditos— se conserva en Asinio Cuadrato, historiador original citado por Agathias, l. I, c. 5. <<

[792] Los suevos embistieron a César por este rumbo, y la maniobra mereció la aprobación del vencedor (De Bello Gall. I, 48). <<

[793] Hist. August., pp. 215-216 [Vopisco, c. 18, 21]. Déxipo, en Excerpta Legat., p. 8. San Jerónimo, Chron. Orosio VII, 22. <<

[794] Zósimo, l. I, p. 34. <<

[795] Véase Aurelio Víctor, acerca de Galieno y Probo. De sus quejas están brotando sumos ímpetus de libertad. <<

[796] Zonaras, l. XII, p. 631. <<

[797] Uno de los Víctores lo llama rey de los marcomanos; el otro, de los germanos. <<

[798] Véase Tillemont, Hist. des Empereurs, t. III, p. 398 y ss. <<

[799] Véanse las vidas de Claudio, Aurelio y Probo en la Historia Augusta. <<

[800] Tiene media legua [2,4 km] de ancho. Abulghazi Bahadur Khan, Genealogical Hist. of the Tartars, p. 598. <<

[801] Peyssonel (que había sido cónsul francés en Caffa), Observations sur les Peuples Barbares, qui ont habité les bords du Danube. <<

[802] Eurípides, Ifigenia en Táuride. <<

[803] Estrabón, l. VII, p. 309. Los primeros reyes del Bósforo eran aliados de Atenas. <<

[804] Apiano, Mithridatica. <<

[805] Quedó sometido con las armas de Agripa. Orosio VI, 21. Eutropio VII, 9. En una ocasión, los romanos llegaron a internarse hasta tres marchas más allá del Tanais. Tácito, Annal. XII, 17. <<

[806] Véase Luciano, Toxaris, si cabe admitir la sinceridad y las virtudes del escita, que refiere una guerra grandiosa de su nación contra los reyes del Bósforo. <<

[807] Zósimo, l. I, p. 28. <<

[808] Estrabón, l. VI. Tácito, Hist. III, 47. Ambos autores los llamaban camarœ. <<

[809] Véase una natural descripción de la navegación del Euxino en la carta XVI de Tournefort. <<

[810] Arriano coloca la guarnición fronteriza en Dioscurias o Sebastópolis a cuarenta y cuatro millas [70,8 km] al este de Pitio. La guarnición del Fasis se reducía, en su tiempo, a cuatrocientos infantes. Véase Arriano, Periplus Ponti Euxini. <<

[811] Zósimo, l. I, p. 30. <<

[812] Arriano (p. 130) gradúa la distancia en dos mil seiscientos diez estadios [525 km]. <<

[813] Jenofonte, Anabasis, l. IV [c. 8, 22], p. 348. <<

[814] Arriano, p. 129. La observación general es de Tournefort. <<

[815] Véase una carta de Gregorio Taumaturgo, obispo de Neocesárea, citada por Mascou (V, 37). <<

[816] Zósimo, l. I [c. 33], pp. 32-33. <<

[817] Itiner. Hierosolym., p. 572, editado por Wesseling. <<

[818] Zósimo, l. I [c. 35], pp. 32-33. <<

[819] Sitió la plaza con cuatrocientas galeras, ciento cincuenta mil infantes y crecida caballería. Véase la vida de Lúculo en Plutarco [c. 9]. Apiano, Mithridat. Cicerón, Pro Lege Manilia, c. 8. <<

[820] Estrabón, l. XII, p. 573. <<

[821] Pocock, Description of the East, l. II, c. 23-24. <<

[822] Zósimo, l. I [c. 35], p. 33. <<

[823] Sincelo (p. 382, ed. París) refiere una historia ininteligible del príncipe Odenato, que derrotó a los godos, ¿y fue asesinado por el príncipe Odenato? <<

[824] Chardin, Voyage, t. I, p. 45. Chardin navegó con los turcos de Constantinopla a Caffa. <<

[825] Sincelo (p. 382) sostiene que esta expedición fue emprendida por los hérulos. <<

[826] Estrabón, l. XI, p. 495. <<

[827] Plinio el Viejo, Nat. Hist. III, 7. <<

[828] Hist. August., p. 181. Aurelio Víctor, c. 33. Orosio VII, 42. Zósimo, l. I [c. 39], p. 35. Zonaras, l. XII [c. 26], p. 635. Sincelo, p. 382 [t. 1, p. 717, ed. Bonn]. Hay que poner sumo ahínco para ir despejando y hermanando los escasos apuntes. Se rastrea la parcialidad de Dexipo en el relato de sus propias hazañas y las de sus paisanos. <<

[829] Sincelo, p. 382. El cuerpo de los hérulos fue por largo tiempo leal y famoso. <<

[830] Claudio, que estaba comandando sobre el Danubio, discurría con tino y ejecutaba con arrojo, pero su compañero envidiaba su nombradía. Hist. August., p. 181. <<

[831] Jornandes, c. 20. <<

[832] Zósimo y los griegos (como el autor de Philopatris) denominan escitas a aquellos que Jornandes y los escritores latinos llaman invariablemente godos. <<

[833] Hist. August., p. 178. Jornandes, c. 20. <<

[834] Estrabón, l. XIV, p. 640; Vitruvio, l. I, c. 1 y l. VII, præfat.; Tácito, Annal. III, 61; Plinio el Viejo, Nat. Hist. XXXVI, 14. <<

[835] El largo del templo de San Pedro es de ochocientos cuarenta palmos romanos; cada palmo serían unas nueve pulgadas inglesas [22,8 cm]. Véase Greaves, Miscelanies, t. 1, p. 233, sobre el pie romano. <<

[836] Sin embargo, la política romana indujo a estrechar los ámbitos del santuario o asilo, que con repetidos privilegios se habían ido extendiendo hasta dos estadios [402 m] alrededor del templo. Estrabón, l. XIV, p. 641. Tácito, Annal. III, 60 y ss. <<

[837] No tributaban sacrificios a los dioses griegos. Véase Gregorio el Taumaturgo, Ep. <<

[838] Zonaras, l. XII, p. 655. Semejante anécdota era muy apropiada al gusto de Montaigne, quien la emplea en su ameno ensayo sobre la pedantería [Essais], l. I, c. 24. <<

[839] Moisés de Korén, l. II, c. 71, 73 y 74. Zonaras, l. XII, p. 628. El auténtico relato del historiador armenio lleva a despejar las turbias noticias del griego. Este último habla de los hijos de Tirídates, quien por entonces era sólo un niño. <<

[840] Hist. August., p. 191. Como Macriano era enemigo de los cristianos, lo acusaron de hechicero. <<

[841] Zósimo, l. I, p. 33. <<

[842] Hist. August., p. 174. <<

[843] Aurelio Víctor, De Cœsar. Eutropio IX, 7. <<

[844] Zósimo, l. I, p. 33. Zonaras, l. XII, p. 630. Pedro el Patricio, en Excerpta Legat., p. 29. <<

[845] Hist. August., p. 185. En esta colección, el reinado de Ciríades se presenta antes que la muerte de Valeriano; pero he preferido una sucesión de acontecimientos más racional a la cronología dudosa de un soñoliento escritor. <<

[846] El saqueo de Antioquía, anticipado por algunos historiadores, queda asignado, con el testimonio decisivo de Amiano Marcelino (XXIII, 5), al reinado de Galieno. <<

[847] Zósimo, l. I [c. 36], p. 35. <<

[848] Juan Malala, t. 1, p. 391 [ed. Oxon.; p. 127, ed. Ven.; p. 296, ed. Bonn]; aunque con circunstancias fabulosas daña un suceso probable. <<

[849] Zonaras, l. XII, p. 630. Valles enteros estaban repletos de cadáveres; infinidad de prisioneros eran pastoreados al agua a manera de grey, y muchos fenecieron por falta de alimento. <<

[850] Zósimo (l. I, p. 25) afirma que Sapor, anteponiendo el despojo a la conquista, malogró el mantenerse como dueño de Asia. <<

[851] Pedro el Patricio, en Excerpta Legat., p. 29. <<

[852] «Syrorum agrestium manu» (Sexto Rufo, c. 23). Rufo Víctor, en la Hist. August. (p. 192), y varias inscripciones concuerdan en que Odenato era ciudadano de Palmira. <<

[853] Gozaba de tanta confianza con las tribus errantes que Procopio (De Bello Persico, l. II, c. 5) y Juan Malala (t. 1, p. 391) lo llaman príncipe de los sarracenos. <<

[854] Pedro el Patricio, p. 25. <<

[855] El lamento de escritores paganos, el ultraje cristiano, las desgracias de Valeriano; varios testimonios que Tillemont reúne esmeradamente (Hist. des Empereurs, t. III, p. 739, etc.). Tanto escasea la historia oriental anterior a Mahoma que los persas modernos ignoran totalmente la victoria de Sapor, acontecimiento tan ilustre para su nación. Véase la Bibliothèque Orientale. <<

[856] Una de aquellas cartas es de Artavasdes, rey de Armenia; pero, como que en ese tiempo Armenia era provincia de Persia, el rey, el reino y la carta tienen que ser apócrifos. <<

[857] Véase su vida en la Hist. August. <<

[858] Nos queda todavía un hermoso epitalamio compuesto por Galieno para las nupcias de sus sobrinos:

Ite, ait, O Juvenes, pariter surdate medullis

Omnibus, inter vos; non murmura vestra columbœ,

Brachia non hederæ, non vincant oscula conchæ. <<

[859] Estuvo dispuesto a llevar a Plotino a una ciudad arruinada de Campania para esbozar un ensayo de la República de Platón. Véase la Vida de Plotino, relatada por Porfirio, en Fabricio, Bibliotheca Grœca, l. IV. <<

[860] Una medalla con la cabeza de Galieno confunde a los entendidos por su leyenda y su verso; la primera, Gallienœ Augustœ, y el último, Ubique Pax. Spanheim supone que el cuño se estampó por algún enemigo de Galieno, con los visos de una sátira amarga contra aquel príncipe afeminado. Pero, como la ironía seguramente era indecorosa para la gravedad del cuño romano, Tillemont ha deducido, por un pasaje de Trebelio Polión (en Hist. August., p. 198), una solución tan ingeniosa como natural: Galiena era prima hermana del emperador y mereció el título de Augusta por liberar a África del usurpador Celso. En una medalla de la Colección Real de Francia se lee una inscripción parecida en torno de la cabeza de Marco Aurelio referida a Faustina Augusta. En cuanto al Ubique Pax, se explica obviamente por la vanidad de Galieno, que tal vez se valió de una calma pasajera para el intento. Véase Nouvelles de la République des Lettres, enero, 1700, pp. 21-34. <<

[861] Considero que nos ha llegado muy favorecido aquel carácter. Fue breve y atropellado el reinado de su inmediato sucesor, y los historiadores que escribieron antes del encumbramiento de la familia de Constantino no podían tener el más mínimo interés en tiznar a Galieno. <<

[862] Polión se muestra ansioso en completar aquel número. <<

[863] Es dudoso el sitio de su reinado; pero había cabida en el Ponto para un tirano y nos constan los otros parajes. <<

[864] Tillemont (Hist. des Empereurs, t. III, p. 1163) los cuenta con alguna diferencia. <<

[865] Véase el discurso de Mario en la Hist. August., p. 197 [Trebelio Polión, XXX Tyranni Marius]. La casual coincidencia de nombres fue lo único que pudo mover a Polión a imitar a Salustio. <<

[866] «Vos, o Pompilius sanguis» es el arranque de Horacio con los Pisones. Véase De Arte Poetica 292, con las notas de Dacier y de Sanadon. <<

[867] Tácito, Annal. XV, 48. Hist. I, 15. En el primero de estos dos fragmentos, cabe trocar paterna por materna. En las generaciones que mediaron desde Augusto hasta Alejandro Severo, siempre fueron asomando uno o más Pisones en el Consulado. Augusto juzgó a un Pisón merecedor del trono (Tácito, Annal. I, 13). Otro encabezó una conspiración formidable contra Nerón. Luego, un tercero fue prohijado y proclamado César por Galba. <<

[868] Hist. August., p. 195. Parece que el Senado, en el ímpetu de su entusiasmo, dio por sentada la aprobación de Galieno. <<

[869] Hist. August., p. 196. <<

[870] La asociación del valeroso palmireño fue el acto más popular de todo el reinado de Galieno. Hist. August., p. 180. <<

[871] Galieno había conferido los títulos de César y Augusto a su hijo Salonino, muerto en Colonia por el usurpador Póstumo. Un segundo hijo de Galieno sucedió en el nombre y en la jerarquía al mayor. Valeriano, el hermano de Galieno, quedó también asociado al Imperio; varios otros hermanos, sobrinos y sobrinas del emperador componían una familia real muy crecida. Véase Tillemont, Hist. des Empereurs, t. III, y Brequigny, en Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XXXII, p. 262. <<

[872] Hist. August., p. 188. <<

[873] Regiliano tenía a algunos roxolanos en su servicio; Póstumo, un cuerpo de francos. Tal vez éstos se introdujeron bajo el concepto de auxiliares en España. <<

[874] En la Historia Augusta (p. 177) se usa la expresión «servile bellum». Véase Diodoro Sículo, I 34. <<

[875] Plinio el Viejo, Nat. Hist., V, 10. <<

[876] Diodoro Sículo, I. 17 [c. 52], p. 590, ed. Wesseling. <<

[877] Véase una curiosa carta de Adriano en la Historia Augusta [Vopisco, Saturn.., c. 8], p. 245. <<

[878] Como la matanza sacrílega de un gato divino. Véase Diodoro de Sicilia, l. I [c. 83]. <<

[879] Hist. August., p. 195. Aquella tremenda y extensa sedición tuvo por principio una trifulca con un soldado y un paisano sobre un par de zapatos. <<

[880] Dionisio, en Eusebio, Hist. Eccl., l. V, c. 7, p. 21. Amiano Marcelino XXII, 16. <<

[881] Escalígero, Thesaurus Temporum Complectens Eusebii Chronicon, p. 258. Además véanse tres disertaciones de Bonamy en Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. IX. <<

[882] Estrabón, l. XII, p. 569. <<

[883] Hist. August., p. 197 [XXIV, 25]. <<

[884] Véase Celario, Geographia Antiqua, t. II, p. 137, sobre el límite de Isauria. <<

[885] Hist. August., p. 177 [XXIII, 5]. <<

[886] Hist. August., p. 177. Zósimo, l. I, p. 24. Zonaras, l. XII, p. 623. Eusebio, Chron., [Pseudo] Aurelio Víctor, Epitome. Aurelio Víctor, De Cœsar., c. 33. Eutropio IX, 5. Orosio VII, 21. <<

[887] Eusebio, Hist. Eccl. VII, 21. El hecho se ha sacado de las cartas de Dionisio, quien en esa circunstancia era obispo de Alejandría. <<

[888] En numerosas parroquias se hallaron once mil personas entre catorce y ochenta años, y 5365 entre cuarenta y setenta. Véase Buffon, Hist. Naturelle, t. II, p. 590. <<

[889] Pons Aureoli, a trece millas [20,9 km] de Bérgamo y a treinta y dos millas [51,5 km] de Milán. Véase Cluver, Italia Antiqua, t. I, p. 245. Allí cerca, en Casano, se desarrolló la reñida batalla entre franceses y austríacos en el año 1703. El excelente relato del caballero de Folard da una idea cabal del terreno. Véase Folard, Histoire de Polybe, t. III, pp. 223-248. <<

[890] Sobre la muerte de Galieno, véase Trebelio Polión, en Hist. August., p. 181. Zósimo, l. I [c. 40], p. 37. Zonaras, l. XII [c. 25], p. 634 [ed. París; p. 602, ed. Bonn]. Eutropio IX, 8. [Pseudo] Aurelio Víctor, Epitome. Aurelio Víctor, De Cœsar. He interpretado y cotejado a todos estos autores, pero he seguido principalmente a Aurelio Víctor, que al parecer poseyó mejores documentos. <<

[891] Hubo quien desvariadamente lo suponía bastardo del menor de los Gordianos. Otros buscaban su origen en la provincia de Dardania para vincularlo a Dárdano y los antiguos reyes de Troya. <<

[892] Notoria, unos pliegos periódicos y de oficio que recibía el emperador de los frumentarii o proveedores, que eran agentes distribuidos por las provincias. Más adelante se hablará de ellos. <<

[893] Hist. August., p. 208 [Trebelio Polión, Claud., c. 17]. Galieno va describiendo las alhajas, ropas, etc., como un aficionado y entendido en tan vistosas menudencias. <<

[894] Juliano (Orat., l. I, p. 6) afirma que Claudio consiguió el Imperio por un rumbo lícito e, incluso, sagrado; pero debemos desconfiar de la parcialidad de un pariente. <<

[895] Hist. August., p. 203 [Polión, Claud., c. 5]. Median ciertas diferencias leves sobre las circunstancias de la última derrota y la muerte de Aureolo. <<

[896] Véase Aurelio Víctor acerca de Galieno [De Cœsar., c. 33]. El pueblo clamaba por la condena de Galieno. El Senado decretó que sus deudos y sirvientes se arrojaran por la escalera de las Gemonias. A un dependiente que fue encontrado culpable le arrancaron los ojos durante su declaración. <<

[897] Zonaras, l. XII [c. 26], p. 635 [ed. París; p. 604, ed. Bonn]. <<

[898] Por este motivo, Zonaras menciona a Póstumo; pero los registros del Senado (Hist. August., p. 203 [Trebelio Polión, Claud., c. 4]) comprueban que Tétrico ya era el emperador en las provincias occidentales. <<

[899] La Historia Augusta apunta el número menor; Zonaras, el mayor. La fantasía de Montesquieu lo incitó a preferir el último. <<

[900] Trebelio Polión, en Hist. August., p. 204 [Claud., c. 7]. <<

[901] Hist. August., vidas de Claudio, Aurelio y Probo. Zósimo, l. I [c. 42-46], pp. 38-42. Zonaras, l. XII [c. 26], p. 638 [ed. París; p. 605, ed. Bonn]. [Pseudo] Aurelio Víctor, Epitome. Aurelio Víctor, De Cœsar. Eutropio IX, 8. Eusebio, Chron. [An. CCLXXI]. <<

[902] Según Zonaras (l. XII [c. 26], p. 636 [ed. París; p. 605, ed. Bonn]), Claudio, antes de morir, lo revistió con la púrpura; pero este hecho tan extraño se halla contradicho más que corroborado por los demás escritores. <<

[903] Véanse la vida de Claudio por Trebelio Polión y las orationes de Mamertino, Eumenio y Juliano. Véase igualmente Cœsar. de Juliano, p. 315. No hay en Juliano adulación, sino superstición y vanagloria. <<

[904] Zósimo, l. I [c. 47], p. 42. Trebelio Polión (Hist. August., p. 206 [Claud., c. 12]) le concede virtudes y dice que los soldados rebeldes lo mataron como a Pértinax. Según Dexipo, murió a causa de una enfermedad. <<

[905] Teoclio (citado en Hist. August., p. 211 [Vopisco, Aurel., c. 6]) afirma que en un solo día y por su propia mano mató a cuarenta y ocho sármatas y, en otras batallas consecutivas, a novecientos cincuenta hombres. Aquel arrojo heroico tenía embelesados a los soldados, que lo ensalzaban en sus toscos cantares, cuyo estribillo decía: «mille, mille, mille, occidit». <<

[906] Acolio (apud Hist. August., p. 213 [Vopisco, Aurel., c. 13]) describe el ceremonial de la adopción, como se celebró en Bizancio, en presencia del emperador y sus palaciegos. <<

[907] Hist. August., p. 211 [Vopisco, Aurel., c. 7]. Aquella lacónica carta es positivamente producto de un soldado, ya que abundan caracteres y voces militares harto enrevesadas. Salmasio explica bien el «ferramenta samiata», pues el primer vocablo significa toda arma ofensiva, contrapuesta al arma, que es la defensiva; y el segundo refiere a agudo y muy afilado. <<

[908] Zósimo, l. I [c. 48, p. 43], p. 45. <<

[909] Dexipo (citado en Excerpta Legat., p. 12 [ed. París; p. 8, ed. Ven.; p. 19, ed. Bonn]) relata este hecho refiriéndose a los vándalos. Aurelio desposó a una dama goda con su general Bonoso, que era hábil para conversar con los godos y desentrañarles sus secretos. Véase Hist. August., p. 247 [Vopisco, Bonosus, c. 15]. <<

[910] Hist. August., p. 222 [Vopisco, Aurel., c. 39]. Eutropio IX, 15 [c. 9]. Sexto Rufo, c. 8. Lactancio, De Mortibus Persecutorum, c. 9. <<

[911] Los valacos conservan todavía muchos rastros del latín y siempre se han jactado de su ralea romana, pues, aunque encajonados, jamás se mezclaron con los bárbaros. Véase una memoria de D’Anville sobre la antigua Dacia, en la Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XXX. <<

[912] Véase el primer capítulo de Jornandes. Sin embargo, los vándalos mantuvieron una breve independencia (c. 22) entre los ríos Marisia y Grissia (Mures y Körös), que desembocan en el Tisza. <<

[913] Dexipo, pp. 7-12 [ed. París; p. 5 y ss, ed. Ven; p. 11 y ss, ed. Bonn]. Zósimo, l. I [c. 49], p. 43. Vopisco, Aurel., en Hist. August. Sin embargo, dichos historiadores varían en cuanto a los nombres (alamanes, jutungos y marcomanos), aunque se evidencia que se refieren al mismo pueblo y a la misma guerra; por ello, hay que poner ahínco en hermanarlos y despejarlos. <<

[914] Cantoclarus, con su esmero acostumbrado, traduce «trescientos mil»; pero esto choca con el sentido y la gramática. <<

[915] Advertiremos, como ejemplo de mal gusto, que Dexipo aplica a la infantería ligera de los alamanes los términos facultativos y propios de la falange griega. <<

[916] En Dexipo leemos el Ródano, pero Valois trueca muy atinadamente la voz en Erídano. <<

[917] El emperador Claudio era positivamente uno de ellos; pero ignoramos hasta qué punto llegaba aquella marca de respeto. Si hubiese abarcado a César o Augusto, hubiera sido un espectáculo en extremo grandioso, ya que se presentaría como una larga reseña de los dueños del orbe. <<

[918] Vopisco, Hist. August., p. 210 [Aurel., c. 6]. <<

[919] Dexipo supone que ellos realizaron una arenga sutil y prolija, al estilo de los sofistas griegos. <<

[920] Hist. August., p. 215 [Vopisco, Aurel., c. 18]. <<

[921] Dexipo, p. 12 [ed. París; p. 8, ed. Ven.; p. 21, ed. Bonn]. <<

[922] [Pseudo] Aurelio Víctor acerca de Aureliano [Epitome 35, 2]. <<

[923] Vopisco, en Hist. August., p. 216 [Aurel., c. 21]. <<

[924] El pequeño río Metauro, cerca de Fano, se inmortalizó gracias a un historiador como Tito Livio y a un poeta como Horacio. <<

[925] Se recuerda en una inscripción hallada en Pesaro. Véase Gruter, [Inscript.] núm. CCLXXVI, 3. <<

[926] Cualquiera se figuraría, dijo, que os habíais juntado en una iglesia cristiana, y no en el templo de todos los dioses. <<

[927] Vopisco (Hist. August., pp. 215-216 [Aurel., c. 18 y ss]) relata extensamente aquellas ceremonias basándose en los registros del Senado. <<

[928] Plinio el Viejo, Nat. Hist. III, 5. De acuerdo con nuestra idea, debemos advertir que el monte Celio fue por mucho tiempo un gran encinar, y el Viminal, una mimbrera; que el monte Aventino fue en el siglo IV una maleza solitaria y el Esquilino, hasta el tiempo de Augusto, un cementerio insano; que los altos y bajos del monte Quirinal, que suenan tanto en los antiguos, demuestran que no estaba cubierto por edificaciones. De los siete cerros, sólo el Capitolino y el Palatino, con los valles intermedios, fueron las primeras moradas del pueblo romano, asunto que requeriría una disertación. <<

[929] «Exspatiantia tecta multas addidere urbes» es la expresión de Plinio. <<

[930] Hist. August., p. 222 [Vopisco, Aurel., c. 39]. Tanto Lipsio como Isaac Vosio han seguido ansiosamente esta medida. <<

[931] Véase Nardini, Roma Vetus, l. I, c. 8. <<

[932] Tácito., Hist. IV, 23. <<

[933] Sobre las murallas de Aureliano, véanse Vopisco, en Hist. August., pp. 216 y 222 [Aurel., c. 21 y 39]; Zósimo, l. I [c. 49], p. 43; Eutropio IX, 15 [9]. Aurelio Víctor sobre Aureliano; las crónicas de Eusebio, san Jerónimo e Idacio. <<

[934] Su competidor era Loliano o Eliano, si es que en realidad estos nombres se refieren a la misma persona. Véase Tillemont, t. III, p. 1177. <<

[935] El retrato de aquel príncipe por Julio Ateriano (apud Hist. August., p. 187 [Trebelio Polión, XXX Tyranni, c. 5]) merece transcribirse por ser atinado e imparcial: «Victorino, qui post Junium Posthumum Gallias rexit, neminem existimo præferendum; non in virtute Trajanum; non Antoninum in clementia; non in gravitate Nervam; non in gubernando ærario Vespasianum; non in censura totius vitæ ac severitate militari Pertinacem vel Severum. Sed omnia hæc libido et cupiditas voluptatis mulierariæ sic perdidit, ut nemo audeat virtutes ejus in litteras mittere, quem constat omnium judicio meruisse puniri». <<

[936] Raptó a la mujer de Aticiano, un actuario o agente militar. Hist. August. p. 186 [Trebelio Polión, loc. cit.]. Aurelio Víctor sobre Aureliano. <<

[937] Trebelio Polión le dedica un artículo entre los 30 tiranos. Hist. August., p. 200 [XXX Tyranni, c. 30]. <<

[938] Trebelio Polión, Hist. August., p. 196 [XXX Tyranni, c. 23]. Vopisco, en Hist. August., p. 220 [Aurel., c. 32]. Ambos Víctores, sobre las vidas de Galieno y de Aureliano. Eutropio IX, 13 [c. 9]. Eusebio, en Chron. De todos estos escritores, sólo los dos últimos —aunque probablemente— mencionan el trance de Tétrico antes que el de Zenobia. Boze (Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XXX) no desea seguirlos y Tillemont (Hist. des Empereurs, t. III, p. 1189) no osa hacerlo. He sido más sencillo que uno y más osado que el otro. <<

[939] Víctor el Menor [Pseudo Aurelio Víctor], sobre Aureliano. Eumenio menciona Batavicœ; algunos críticos, sin fundamento, seguramente hubiesen preferido trocar la voz en Bagaudicœ. <<

[940] Eumenio, en Panegyr. Vet. IV, 8. <<

[941] Vopisco, en Hist. August., p. 246 [en Procul., c. 13]. Autun no fue restaurada hasta el reinado de Diocleciano. Véase Eumenio, De Restaurandis Scholis. <<

[942] Casi cuanto se dice de las costumbres de Odenato y Zenobia se ha tomado del relato de sus vidas por Trebelio Polión en la Historia Augusta, véase pp. 192 y 198 [XXX Tyranni, c. 14 y 29]. <<

[943] Sólo admitió los cariños de su consorte por el afán de posteridad y, si quedaban burladas sus esperanzas, ella repetía el experimento al mes siguiente. <<

[944] Hist. August., pp. 192-193 [Trebelio Polión, XXX Tyranni, c. 14]. Zósimo, l. I [c. 39], p. 36. Zonaras, l. XII [c. 24], p. 633 [ed. París; p. 600, ed. Bonn]. El último es despejado y creíble; los demás, confusos e inconsistentes. El texto de Sincelo, si no ha sido retocado, es de una total vaciedad. <<

[945] Odenato y Zenobia solían enviarle joyas y juguetes de los despojos enemigos, que él recibía con infinito deleite. <<

[946] Sospechas injustas recayeron sobre Zenobia, como si ella hubiese sido cómplice de la muerte del marido. <<

[947] Hist. August., pp. 180-181 [Trebelio Polión, Gallieni II, c. 13]. <<

[948] Véase el testimonio de Aureliano sobre su mérito en Hist. August., p. 198 [Trebelio Polión, XXX Tyranni, c. 29]. En cuanto a la conquista de Egipto, véase Zósimo, l. I [c. 44], pp. 39-40. <<

[949] Timolao, Hereniano y Vabalato. Se supone que los dos primeros hijos habían muerto antes de la guerra. Aureliano le confirió al tercero una pequeña provincia de Armenia, con el título de rey, y aún nos quedan varias medallas suyas. Véase Tillemont, Hist. des Empereurs, t. III, p. 1190. <<

[950] Zósimo, l. I [c. 50], p. 44. <<

[951] Vopisco (Hist. August., p. 217 [Aurel., c. 23 y ss.]) presenta una carta auténtica y una visión dudosa de Aureliano. Apolonio de Tiana nació por la misma época que Jesucristo. Sus discípulos relatan tan fabulosamente su vida que no nos queda claro si era un sabio, un impostor o un fanático. <<

[952] Zósimo, l. I [c. 54], p. 46. <<

[953] En un paraje llamado Immæ. Eutropio, Sexto Rufo y san Jerónimo sólo mencionan la primera batalla. <<

[954] Vopisco, en Hist. August., p. 217 [Aurel., c. 25], menciona únicamente la segunda batalla. <<

[955] Zósimo, l. I [c. 50 y ss.], pp. 44-48. Este autor cuenta los pormenores de ambas batallas de modo claro y detallado. <<

[956] Estaba a quinientas treinta y siete millas [864, 2 km] de Seleucia y a doscientas tres [326,6 km] de la playa más cercana de Siria, según el cómputo de Plinio el Viejo, quien con pocas palabras realiza una descripción primorosa de Palmira (Nat. Hist. V, 21). <<

[957] Algunos viajeros ingleses desde Alepo descubrieron las ruinas de Palmira a fines del siglo XVII. Luego, Wood y Dawkins contentaron grandiosamente nuestra curiosidad. Para la historia de Palmira, podemos acudir a una magistral disertación del Dr. Halley en Philosophical Transaction: Lowthorp’s Abridgment, t. III, p. 518. <<

[958] Vopisco, en Hist. August., p. 218 [Aurel., c. 26]. <<

[959] He tenido que extraer la fecha más probable de una cronología muy dudosa. <<

[960] Hist. August., p. 218 [Vopisco, Aurel., c. 28]. Zósimo, l. I [c. 55], p. 50. Aunque el camello es un pesado animal de carga, los naturales de Asia y África, en los lances que requieren diligencia, usan el dromedario, que es de la misma especie. Los árabes afirman que en un día recorre lo que el caballo más ligero hace en ocho o diez. Véanse Buffon, Hist. Naturelle, t. XI, p. 222, y Shaw, Travels, p. 167. <<

[961] Trebelio Polión, en Hist. August., p. 199 [XXX Tyranni, c. 29]. <<

[962] Vopisco, en Hist. August., p. 219 [Aurel., c. 30]. Zósimo, l. I [c. 56, p. 49], p. 51. <<

[963] Hist. August., p. 219 [Vopisco, Aurel., c. 31]. <<

[964] Véase Vopisco, en Hist. August., pp. 220 y 242 [Aurel., c. 32; Firmus, c. 2]. Como un ejemplo de lujo, se puntualiza que tenía ventanas con cristales. Sobresalía en pujanza, apetito y destreza. De la carta de Aureliano colegimos que Firmo fue el último de los rebeldes y, por consiguiente, que ya habían vencido a Tétrico. <<

[965] Véase el triunfo de Aureliano descrito por Vopisco. Su relato se caracteriza por sus acostumbradas nimiedades, que en esta ocasión lo hacen interesante. Hist. August., p. 220 [Vopisco, Aurel., c. 33 y ss.]. <<

[966] En las naciones bárbaras, las mujeres solían pelear junto a sus maridos; pero es imposible que haya existido tal sociedad de amazonas en el viejo o nuevo mundo. <<

[967] El uso de las braccœ o bragas todavía se considera en Italia como estilo galo o bárbaro, aunque los romanos lo fueron adoptando. Enfajarse las piernas o muslos con fasciœ o tiras se miraba, en tiempo de Pompeyo y de Horacio, como muestra de debilidad o afeminación. En tiempo de Trajano, se vinculó aquel estilo a hombres ricos y lujosos, pero luego fue propagándose hasta el ínfimo pueblo. Véase una curiosa nota de Casaubon ad Suetonio, August., c. 82. <<

[968] Muy probablemente hayan sido ciervos. Los elefantes, estampados en las medallas de Aureliano, demuestran únicamente (según el erudito cardenal de Noris) una victoria oriental. <<

[969] Las expresiones aplicadas a Roma de Calpurnio (Eclogœ I, 50) —«Nullos ducet captiva triumphos»— encierran alusión y censura manifiesta. <<

[970] Vopisco, en Hist. August., p. 199 [XXX Tyranni, c. 29]. San Jerónimo, Chron. Próspero de Aquitania, Chron. Baronio supone que, en tiempo de san Ambrosio, Zenobio, obispo de Florencia, era de su alcurnia. <<

[971] Vopisco, en Hist. August., p. 222 [Aurel., c. 39]. Eutropio IX, 13. Víctor el Menor. Pero Trebelio Polión (en Hist. August., p. 196 [XXX Tyranni Tetricus Sen., c. 23]) dice que nombraron a Tétrico corrector de toda la Italia. <<

[972] Hist. August., p. 197 [Trebelio Polión, XXX Tyranni Tetricus Jun., c. 24]. <<

[973] Vopisco, en Hist. August., p. 222 [Aurel., c. 39]. Zósimo, l. I [c. 61, p. 53], p. 56. Colocó las efigies de Belo y del Sol, traídas de Palmira. El oro se destinó en el cuarto año de su reinado (Eusebio, en Chron. [An. CCLXXV]), pero realmente se empezó luego de su advenimiento. <<

[974] Véanse, en la Hist. August., p. 210 [Vopisco, Aurel., c. 5], los agüeros de su fortuna. En sus cartas y en sus medallas se manifiesta su devoción al Sol; Juliano la menciona en Cœsar.; véase el comentario de Spanheim en Les Césars de Julien, p. 109. <<

[975] Vopisco, en Hist. August., p. 221 [Aurel., c. 37]. <<

[976] Hist. August., p. 222 [Vopisco, Aurel., c. 38]. Aureliano llama a aquellos soldados hiberi, riparienses, castriani y dacisci. <<

[977] Zósimo, l. I [c. 61, p. 53], p. 56. Eutropio IX, 14 [9]. Aurelio Víctor [De Cœsar. 35]. <<

[978] Hist. August., p. 222 [Vopisco, Aurel., c. 39]. Aurelio Víctor [De Cœsar. 35]. <<

[979] Estaban ensañándose antes del regreso de Aureliano de Egipto. Véase Vopisco, quien cita una carta original, en Hist. August., p. 244 [Vopisco, Firmus, c. 5]. <<

[980] Vopisco (Hist. August., p. 222 [Aurel., c. 39]), los dos Víctores, Eutropio (IX, 14 [9]) y Zósimo (l. I, p. 43) mencionan sólo tres senadores y ordenan sus muertes antes de la guerra oriental. <<

[981] «Nulla catenati feralis pompa senatus

Carnificum lassabit opus; nec carcere pleno

Infelix raros numerabit curia Patres»

(Calpurnio., Eclogœ I, 60). <<

[982] Según [Pseudo] Aurelio Víctor [Epitome, c. 35], a veces llevó la diadema. Deus y Dominus asoman en sus medallas. <<

[983] Así lo advirtió Diocleciano. Véase Vopisco, en Hist. August., p. 224 [Aurel., c. 44]. <<

[984] Vopisco, en Hist. August., p. 221 [Aurel., c. 35 y ss.]. Zósimo, l. I [c. 62], p. 57. Eutropio IX, 15 [9]. Ambos Víctores. <<

[985] Vopisco, Hist. August., p. 222 [Aurel., c. 4]. Aurelio Víctor menciona una delegación formal de la tropa al Senado. <<

[986] Vopisco, nuestra autoridad principal, escribía en Roma tan sólo dieciséis años después de la muerte de Aureliano; y, además de la notoriedad reciente de los hechos, siempre saca sus noticias de los diarios o actas del Senado y de los documentos originales de la biblioteca Ulpiana. Zósimo y Zonaras parecen tan ignorantes en este punto como lo eran generalmente respecto de la constitución romana. <<

[987] Tito Livio I, 17. Dionisio de Halicarnaso, l. II [c. 57], p. 115. Plutarco, Numa, p. 60. El primero refiere aquel caso como orador; el segundo, como abogado; y el tercero, como moralista; y quizá ninguno de ellos sin rasgos fabulosos. <<

[988] Vopisco (Hist. August., p. 227 [Tacitus, c. 4]) lo llama «primæ sententiæ consularis»; y poco después, «princeps senatus». Puede suponerse que los monarcas de Roma, desentendiéndose de aquel título humilde, lo traspasaban el senador más antiguo. <<

[989] La única objeción contra esta genealogía se reduce a que el historiador se llamaba Cornelio y el emperador, Claudio. Pero ya en el bajo Imperio los sobrenombres variaban y se trasponían sin cesar. <<

[990] Zonaras, l. XII [c. 28], p. 637 [ed. París; p. 608 ed. Bonn]. La Crónica Alejandrina [Chron. Paschale], con una equivocación muy obvia, traspone esta edad a Aureliano. <<

[991] En el año 273 era cónsul ordinario; pero debió ser sufecto muchos años antes, probablemente con Valeriano. <<

[992] «Bis millies octingenties». Vopisco, Hist August., p. 229 [Tac., c. 10]. Esta suma, según la norma antigua, equivalía a ochocientas cuarenta mil libras romanas de plata, cada una de un valor aproximado de una onza [29 gramos] de oro; pero, en tiempo de Tácito, el cuño en peso y ley estaba muy adulterado. <<

[993] A su advenimiento mandó que anualmente se transcribieran diez copias y se fuesen colocando en las bibliotecas públicas. Las bibliotecas romanas fenecieron hace largo tiempo, y lo más apreciable de Tácito se conservó en un solo manuscrito descubierto en un monasterio de Westfalia. Véase Bayle, Dictionnaire, artículo «Tacite»; y Lipsio, ad Annal. II, 9. <<

[994] Vopisco, Hist. August., p. 227 [Tac., c. 4]. <<

[995] Hist. August., p. 228 [Tac., c. 7]. Tácito trató a los pretorianos con el dictado de sanctissimi milites, y al pueblo con el de sacratissimi Quirites. <<

[996] En sus manumisiones, nunca se excedió de un centenar, ceñidas así por la ley cania, promulgada por Augusto, y al fin revocada por Justiniano. Véase Casaubon, en Vopisco. <<

[997] Véanse las vidas de Tácito, Floriano y Probo en la Historia Augusta; pero podemos contar con que cuanto dio el soldado lo tenía ya concedido el senador. <<

[998] Vopisco, Hist. August., p. 216 [Aurel., c. 20]. El pasaje es completamente claro, pero Casaubon y Salmasio tratan de corregirlo. <<

[999] Vopisco, Hist. August., pp. 230, 232-233 [Florianus, c. 5-6]. Los senadores festejaron tan feliz restablecimiento con hecatombes y regocijos públicos. <<

[1000] Hist. August., p. 228 [Tac., c. 8]. <<

[1001] Vopisco, Hist. August., p. 230 [Tac., c. 13]. Zósimo, l. I [c. 63], p. 57. Zonaras, l. XII [c. 28], p. 637 [ed. París; p. 608 ed. Bonn]. Dos pasajes en la biografía de Probo (pp. 236 y 238 [Vopisco, Probus, c. 8 y 12]) me convencen de que los escitas invasores del Ponto eran alanos. Si podemos creerle a Zósimo (l. I,[c. 64], p. 58), Floriano los fue persiguiendo hasta el Bósforo Cimerio; mas escasamente tuvo tiempo para una expedición tan larga y trabajosa. <<

[1002] Eutropio [l. IX, c. 10] y Aurelio Víctor [c. 36] dicen tan sólo que murió; Víctor el Menor añade que fue de calenturas. Zósimo [l. I, c. 63, p. 55] y Zonaras [l. XII, c. 28] afirman que lo mató la soldadesca. Vopisco [Tac., c. 13] menciona ambos relatos, y al parecer titubea. Pero estas opiniones encontradas son fácilmente reconciliables. <<

[1003] Según los dos Víctores, reinó exactamente doscientos días. <<

[1004] Hist. August., p. 231 [Vopisco, Florian., c. 1]. Zósimo, l. I, pp. 58-59. Zonaras, l. XII, p. 637. Aurelio Víctor [De Cœsar, c. 37] dice que Probo tomó posesión del Imperio en Ilírico; una opinión que (si bien la adopta un gran erudito) llevaría este período de la historia a una confusión inextricable. <<

[1005] Hist. August., p. 229 [Vopisco, Tac., c. 10]. <<

[1006] Estaba para enviar jueces a los partos, persas y sármatas, un presidente a Taprobana y un procónsul a la isla romana (Casaubon y Salmasio suponen que es Britania). «Una historia como la mía», dice Vopisco modesta y decorosamente, «no ha de durar mil años para desairar o sincerar la predicción». <<

[1007] Para la vida privada de Probo, véase Vopisco, Hist. August., pp. 234-237 [Vopisco, Probus, c. 3 y ss.]. <<

[1008] Según la Crónica Alejandrina, murió a los cincuenta años. <<

[1009] La carta iba dirigida al prefecto pretoriano, a quien (bajo el concepto de su buen desempeño) prometió conservar en su encumbrado cargo. Véase Hist. August., p. 237 [Vopisco, Probus, c. 10]. <<

[1010] Vopisco, Hist. August., p. 237 [Probus, c. 11]. Seguramente, la fecha de la carta está equivocada. En lugar de Non. Februar., hay que leer Non. August. <<

[1011] Hist. August., p. 238 [Vopisco, Probus, c. 12]. Resulta extraño que el Senado tratase a Probo menos favorablemente que a Marco Antonino, quien recibió, aun antes de la muerte de Pío, el Jus quintœ relationis. Véase Capitolino, Hist. August., p. 24 [Marcus Antoninus Philosophus, c. 6]. <<

[1012] Véase la respetuosa carta de Probo al Senado tras sus victorias germánicas. Hist. August., p. 239 [Vopisco, Probus, c. 15]. <<

[1013] El cardenal De Noris da correctamente la fecha y duración del reinado de Probo en su obra erudita De Epochis Syro-Macedonum, pp. 96-105. Un pasaje de Eusebio conecta el año segundo de Probo con las eras de varias ciudades de Siria. <<

[1014] Vopisco, Hist. August., p. 239 [Probus, c. 16]. <<

[1015] Zósimo (l. I [c. 69 y ss.], pp. 62-65) nos cuenta una historia tan frívola como larga de Licio, el salteador isaurio. <<

[1016] Zósimo, l. I [c. 7], p. 65. Vopisco, Hist. August., pp. 239-240 [Probus, c. 17]. Pero parece increíble que la derrota de los salvajes de Etiopía haya afectado al monarca persa. <<

[1017] Además de estos caudillos tan conocidos, Vopisco nombra a varios más (Hist. August., p. 241 [Probus, c. 22]), cuyas acciones no han llegado a nuestro conocimiento. <<

[1018] Véanse Juliano, Cœsar. [p. 314] y la Hist. August., pp. 238, 240 y 241 [Vopisco, Probus, c. 13, c. 18 y ss.]. <<

[1019] Zósimo, l. I [c. 68], p. 62. Hist. August., p. 238 [Vopisco, Probus, c. 13, 14]. El último supone que el castigo fue impuesto con anuencia de sus reyes, en cuyo caso fue parcial, como la ofensa. <<

[1020] Véase Cluver, Germ. Ant., l. III. Ptolomeo ubica en su país la ciudad de Calisia, probablemente Kalisz, en Silesia. <<

[1021] La expresión de Tácito es feralis umbra. Sin duda, una muy fuerte. <<

[1022] Tácito, Germ. (c. 43). <<

[1023] Vopisco, Hist. August., p. 238 [Probus, c. 14]. <<

[1024] Hist. August, pp. 238-239 [Vopisco, Probus, c. 14 y ss.]. Vopisco cita una carta [c. 15] del emperador al Senado, en la que manifiesta su intento de transformar a Germania en provincia. <<

[1025] Estrabón, l. VII [p. 290]. Según Veleyo Patérculo (II, 108-109), Marobodeo condujo a sus marcomanos a Bohemia. Cluver (Germ. Ant. III, 8) prueba que fue desde Suabia. <<

[1026] Sus empadronadores para el pago de los diezmos se llamaban Decumates. Tácito, Germ. c. 29. <<

[1027] Véanse las notas del abate de la Bléterie sobre la Germania de Tácito (p. 183). Su comentario de la muralla está sacado, como él mismo lo dice, de Schœpflin, Alsatia Illustrata. <<

[1028] Véase Recherches sur les Chinois et les Égyptiens, t. II, pp. 81-102. El autor anónimo está muy enterado del globo en general y de Germania en particular. En cuanto a la última, cita una obra de Hanselman; mas equivoca al parecer la valla de Probo contra los alemanes con las fortificaciones de los matíacos, construidas en las cercanías de Frankfurt contra los catos. <<

[1029] Fue repartiendo de cincuenta a sesenta bárbaros en cada Numerus, como se llamaba un cuerpo cuya fuerza legítima no consta. <<

[1030] Véase Cadmen, Britannia, Introd., p. 136; pero se funda en conjeturas muy dudosas. <<

[1031] Zósimo, l. I [c. 68], p. 62. Según Vopisco, hubo otro cuerpo de vándalos que no fue tan leal. <<

[1032] Hist. August., p. 240 [Vopisco, Probus, c. 18]. Probablemente fueron arrojados por los godos. Zósimo, l. I [c. 71], p. 66. <<

[1033] Hist. August., p. 240 [Vopisco, loc. cit.]. <<

[1034] Panegyr. Vet. V, 18. Zósimo, l. I [c. 71], p. 66. <<

[1035] Vopisco, Hist. August., pp. 245-246 [Saturnin., c. 10]. El desventurado orador había estudiado retórica en Cartago, y por tanto sería probablemente moro (Zósimo, l. I [c. 66], p. 60) y no galo, como lo llama Vopisco. <<

[1036] Zonaras, l. XII [c. 29], p. 638 [ed. París; p. 609, ed. Bonn]. <<

[1037] Se cuenta un ejemplo muy extraño de las proezas de Próculo. Había cogido hasta cien vírgenes sármatas; el resto de la historia hay que relatarla en su propio idioma: «Ex his una nocte decem inivi; omnes tamen, quod in me erat, mulieres intra dies quindecim reddidi». Vopisco, Hist. August., p. 246 [Procul., c. 12]. <<

[1038] Próculo, que era natural de Albenga, en la costa de Génova, armó hasta dos mil esclavos suyos. Su riqueza era grande, pero había sido adquirida mediante el robo, y fue después un dicho en su familia, «sibi non placere esse vel principes vel latrones». Vopisco, Hist. August., p. 247 [Procul., c. 13]. <<

[1039] Hist. August., p. 240 [Vopisco, Probus, c. 9]. <<

[1040] Zósimo, l. I [c. 71], p. 66. <<

[1041] Hist. August., p. 236 [Vopisco, Probus, c. 9]. <<

[1042] Vida de Probo en Aurelio Víctor [De Cœsar., c. 37]. Pero tal política en Aníbal, callada por todos los demás escritores, no concuerda con la historia de su vida. A los nueve años dejó el África y regresó a los cuarenta y cinco, y en seguida perdió su vida en la batalla decisiva de Zama. Livio, XXX, 35. <<

[1043] Hist. August., p. 240 [Vopisco, Probus, c. 18]. Eutropio IX, 17 [7]. Aurelio Víctor, sobre la vida de Probo. Víctor el Menor. Revocó la veda de Domiciano y otorgó el permiso general para plantar viñedos en la Galia, Britania y Panonia. <<

[1044] Juliano [Cœsar., p. 314] censura excesivamente los rigores de Probo, quien, según piensa, casi mereció su fracaso. <<

[1045] Vopisco, Hist. August., p. 241 [Probus, c. 20]. Prodiga elocuencia sobre esta esperanza desvariada. <<

[1046] Turris ferrata. Aparentemente era una torre movediza, chapeteada de hierro. <<

[1047] «Probus, et vere probus situs est; victor omnium gentium Barbararum: victor etiam tyrannorum» [Vopisco, Probus, c. 21]. <<

[1048] Pero todo esto se puede conciliar. Nació en Narbona de Ilírico, ciudad que Eutropio confunde con la más conocida, de igual nombre, en la Galia. Su padre pudo ser africano y su madre, una matrona romana. Caro mismo fue educado en la capital. Véase Escalígero, Thesaurus Temporum, p. 241. <<

[1049] Probo había solicitado al Senado un palacio de mármol con una estatua ecuestre, a costa de las expensas públicas, como galardón debido al mérito de Caro. Vopisco, Hist. August., p. 249 [Caro, c. 6]. <<

[1050] Vopisco, Hist. August., pp. 242 y 249 [Probus, c. 24; Carus, c. 3]. Juliano excluye al emperador Caro y a sus dos hijos del banquete de los Césares. <<

[1051] Juan Malala, t. I, p. 401 [ed. Oxon.; p. 129, ed. Ven.; p. 303, ed. Bonn]. Pero la autoridad de aquel griego ignorante es muy leve. Deriva ridículamente de Caro la ciudad de Carras y la provincia de Caria, que ya aparece en Homero. <<

[1052] Hist. August., p. 249 [Vopisco, Carus, c. 5]. Caro felicitó al Senado porque el nuevo emperador salía de su propio cuerpo. <<

[1053] Hist. August., p. 242 [Vopisco, Probus, c. 24]. <<

[1054] Véase la primera égloga de Calpurnio. Fontanelle antepone su diseño al del Polión de Virgilio. Véase t. III, p. 148. <<

[1055] Hist. August., p. 250 [Carus, c. 7]. Eutropio IX, 18 [12]. Pagi, Annal. <<

[1056] Agatias, l. IV, p. 135 [ed. París; p. 94, ed. Ven.; c. 24, p. 261, ed. Bonn]. Hallamos uno de sus dichos en la Bibliothèque Orientale de D’Herbelot: «La definición de la humanidad abarca todas las demás virtudes». <<

[1057] Sinesio relaciona esta historia con Carino, y es mucho más natural atribuirla a Caro que (como Petavio y Tillemont prefieren hacerlo) a Probo. <<

[1058] Vopisco, Hist. August., p. 250 [Carus, c. 8]. Eutropio IX, 18 [12]. Los dos Víctores. <<

[1059] Para la victoria pérsica de Caro remito al diálogo de Philopatris, que ha sido un largo punto de contienda entre los eruditos. Pero para explicar y justificar mi opinión requeriría una disertación. <<

[1060] Hist. August., p. 250 [Vopisco, Carus, c. 8]. Pero Eutropio, Festo, Rufo, ambos Víctores, san Jerónimo, Sidonio Apolinar, Sincelo y Zonaras atribuyen la muerte de Caro a un rayo. <<

[1061] Véase Nemesiano, Cynegeticon V, 71 y ss. <<

[1062] Véase Festo y sus comentaristas sobre la palabra Scribonianum. Los sitios incendiados por un rayo eran amurallados y se enterraban cosas con una misteriosa ceremonia. <<

[1063] Vopisco, Hist. August., p. 250 [Carus, c. 9]. Aurelio Víctor parece creer en la predicción, y aprueba la retirada. <<

[1064] Nemesiano, Cynegeticon, V, 69. Era contemporáneo, pero poeta. <<

[1065] Cancellarius. Esta palabra, tan humilde en su origen, ha logrado la suerte de ascender a un título de empleo sumo del Estado en las monarquías de Europa. Véanse Casaubon y Salmasio, Hist. August., p. 253 [Vopisco, Carinus, c. 15]. <<

[1066] Vopisco, Hist. August., pp. 253 y 254 [Carinus, c. 15-16]. Eutropio IX, 19 [13]. Víctor el Menor. El reinado de Diocleciano fue, en realidad, tan próspero y dilatado, que debe haber sido contrario a la reputación de Carino. <<

[1067] Vopisco, Hist. August., p. 255 [Carinus, c. 19]. Lo llama Caro, pero el sentido es obvio, y solían equivocar los nombres. <<

[1068] Véase Calpurnio, Eclog. VII, 43. Podemos advertir que los espectáculos de Probo eran todavía recientes, y que el poeta es secundado por el historiador. <<

[1069] El filósofo Montaigne (Essais III, 6) da una perspectiva cabal y expresiva de la magnificencia de aquellos espectáculos. <<

[1070] Vopisco, Hist. August., p. 240 [Probus, c. 19]. <<

[1071] Se llaman onagri, pero su número es muy reducido para ser meros asnos salvajes. Cuper (De Elephantis Exercitat. II, 7) ha demostrado, por Opiano, Dion y un griego anónimo, que se habían visto cebras en Roma. Fueron llevadas de alguna isla del océano, acaso Madagascar. <<

[1072] Carino presentó un hipopótamo (véase Calpurnio, Eclog. VII, 66). En los últimos espectáculos no recuerdo cocodrilos, de los cuales Augusto exhibió treinta y seis de una vez. Dion Casio, l. IV [c. 10], p. 781. <<

[1073] Capitolino, Hist. August., pp. 164-165 [Gordiani Tres, c. 33]. No estamos al tanto de los animales que llama arcoleontes; algunos leen argoleontes; otros, agrioleontes; pero ambas correcciones son insignificantes. <<

[1074] Plinio el Viejo, Nat. Hist. VIII, 6, de los anales de Pisón. <<

[1075] Véase Maffei, Verona Illustrata, p. IV, l. I, c. 2. <<

[1076] Maffei, l. II, c. 2. Los antiguos exageraban mucho la altura. Según Calpurnio (Eclog. VII, 23), se elevaba casi hasta el cielo, y según Amiano Marcelino (XVI, 10) sobrepasaba el alcance de la vista humana; pero ¡qué insignificante comparada con la gran pirámide de Egipto, que se levanta hasta más de quinientos pies [ciento cincuenta y dos metros] perpendiculares! <<

[1077] Según los diversos manuscritos de Víctor, leemos setenta y siete mil u ochenta y siete mil espectadores; pero Maffei (l. II, c. 12) no halla sitio en el tendido más que para treinta y cuatro mil. Los demás se colocaban en las galerías o aposentos altos y cubiertos. <<

[1078] Véase Maffei, l. II, c. 5-12. Trata este dificultoso tema con toda la claridad posible, ya como arquitecto, ya como anticuario. <<

[1079] Calpurnio, Eclog. VII, 64 y 73. Estas líneas son curiosísimas, y toda la égloga ha servido infinitamente a Maffei. Calpurnio era poeta, como también Marcial (véase el primer libro), mas al describir el anfiteatro se atenían a lo que estaban presenciando a la par de los romanos. <<

[1080] Véase Plinio el Viejo, Nat. Hist. XXXIII, 16; XXXVII, 11. <<

[1081]

«Balteus en gemmis, en inlita porticus auro

Certatim radiant», etcétera

Calpurnio VII [V, 47] <<

[1082] «Et Martis vultus et Apollinis esse putavi», dice Calpurnio [Eclog. VII, 83]; pero Juan Malala, quien quizás había visto retratos de Carino, lo describe como bajo, grueso y blanco (t. I, p. 403). <<

[1083] En cuanto a la temporada en que se celebraron aquellos juegos romanos, Escalígero, Salmasio y Cuper se han esforzado en extremo para enmarañar un asunto que es de por sí muy claro. <<

[1084] Nemesiano (Cynegeticon [v. 80 y ss.]) parece anticipar en su fantasía aquel día venturoso. <<

[1085] Le arrebató todas las coronas a Nemesiano, con quien competía en la poesía didáctica. El Senado erigió una estatua al hijo de Caro, con una inscripción muy ambigua: «Al orador más poderoso». Véase Vopisco, Hist. August., p. 251 [Numer., c. 11]. <<

[1086] Una causa por lo menos más natural que la que le atribuye Vopisco (Hist. August., p. 251 [Numeriano, c. 12]), llorando sin cesar la muerte del padre. <<

[1087] En la guerra de Persia, Aper estuvo sospechado de un plan para traicionar a Caro. Hist August., p. 250 [Vopisco, Carus, c. 8]. <<

[1088] Debemos a la Crónica Alejandrina [Chron. Pasch., p. 247] el conocimiento del tiempo y sitio donde Diocleciano fue elegido emperador. <<

[1089] Hist. August., p. 251 [Vopisco, Numer., c. 12]. Eutropio IX, 88 [c. 12]. San Jerónimo, Chron. Según estos atinados escritores, la muerte de Numeriano se descubrió por el hedor de su cadáver. ¿No pudieron encontrarse esencias aromáticas en la casa imperial? <<

[1090] Aurelio Víctor [De Cœsar., c. 39]. Eutropio IX, 20 [c. 13]. San Jerónimo, Chron. <<

[1091] Vopisco, Hist. August., p. 252 [Numer., c. 13]. La razón para que Diocleciano matara a Aper (un jabalí) se fundaba en una profecía y un juego de palabras tan tonto como bien conocido. <<

[1092] Eutropio [IX, 13] lo ubica puntualmente entre el monte Auro y Viminiaco. D’Anville (Géographie Ancienne, t. I, p. 304) coloca a Margo en Kastolatz, Servia, poco más abajo de Belgrado y Semendria. <<

[1093] Hist. August., p. 254 [Vopisco, Carinus, c. 17]. Eutropio IX, 20 [13]. [Pseudo] Aurelio Víctor, Epitome. <<

[1094] Eutropio IX, 19. [Pseudo Aurelio] Víctor, Epitome. Parece que el pueblo se llamaba propiamente Doclia, por una tribu de ilirios que había sido reducida (Véase Celario, Geographia Ant., t. 1, p. 393), y el nombre legítimo del esclavo venturoso era, probablemente, Docles; primero lo alargó con el eco armónicamente griego de Díocles, y luego hasta la majestad romana de Diocleciano. Tomó también el apellido patricio de Valerio, como se lo suele dar Aurelio Víctor. <<

[1095] Véase Dacier sobre la sexta sátira del libro segundo de Horacio. Cornelio Nepote, Eumenes, c. 1. <<

[1096] Lactancio (o quien quiera que sea el autor del tratadillo De Mortibus Persecutorum) tacha de pusilánime a Diocleciano en dos pasajes, c. 7 y 8. En el capítulo 9 dice de él: «Erat in omni tumultu meticulosus et animi disjectus». <<

[1097] Aurelio Víctor, en esta alabanza, parece censurar de manera justa, aunque indirecta, la crueldad de Constantino. En los Fasti se dice que Aristóbulo siguió de prefecto de la ciudad y que terminó con Diocleciano el consulado que había empezado con Carino. <<

[1098] Aurelio Víctor llamaba a Diocleciano «Parentem potius quam Dominum» [De Cœsar., 39]. Véase Hist. August., p. 30 [Capitolino, M. Anton. Phil., c. 19]. <<

[1099] Los críticos modernos no han llegado a un acuerdo y discuten erudita y obstinadamente sobre la fecha en que Maximiano recibió los títulos de César y de Augusto. Sigo a Tillemont (Hist. des Empereurs, t. IV, pp. 500-505), que había pesado las razones con su esmerada escrupulosidad. <<

[1100] En una arenga declamada en su presencia (Panegyr. Vet. II, 8), Mamertino manifiesta su duda sobre que su héroe, al remedar la conducta de Aníbal y de Escipión, hubiese oído nunca sus nombres. De esto podemos colegir sencillamente que Maximiano apreciaba más que lo consideraran como soldado que como literato, y en este sentido cabe traducir el lenguaje de la lisonja en el de la verdad. <<

[1101] Lactancio, De Mort. Persecut., c. 8. Aurelio Víctor [De Cœsar., c. 39]. Como entre los panegíricos hay oraciones en alabanza de Maximiano y otras que adulan a sus contrarios a costa suya, podemos adquirir algún conocimiento a partir del contraste. <<

[1102] Véanse el segundo y el tercer panegírico, particularmente III [II], 3, 10 y 14; pero sería molesto copiar las expresiones difusas y afectadas de su falsa elocuencia. En cuanto a los títulos, véase Aurelio Víctor. Lactancio, De Mort. Persecut., c. 52. Spanheim, De Usu Numismat., dissert. XII, 8. <<

[1103] Aurelio Víctor. [Pseudo Aurelio] Víctor, Epitome. Eutropio IX, 22. Lactancio, De Mort. Persecut., c. 8. San Jerónimo, Chron. <<

[1104] Tan sólo entre los griegos modernos pudo Tillemont descubrir el nombre de Cloro. Una palidez reparable desafina con el rubor mencionado en el Panegyr. V, 19. <<

[1105] Juliano, nieto de Constancio, se jactaba de que su alcurnia descendía de los belicosos mesios. Misopogon, p. 348. Los dárdanos habitaban el extremo de Mesia. <<

[1106] Galerio se casó con Valeria, hija de Diocleciano. Constancio se casó con Teodora, quien, hablando con rigor, era sólo hija de la esposa de Maximiano. Spanheim, dissert. XI, 2. <<

[1107] Esta división concuerda con la de las cuatro prefecturas, pero hay motivos para dudar de que España no fuese provincia de Maximiano. Véase Tillemont, t. IV, p. 517. <<

[1108] Juliano, Cœsar., p. 315. Spanheim, notas a la traducción francesa, p. 122. <<

[1109] El nombre general de Bagaudœ, que significa «rebeldes», siguió en la Galia hasta el siglo V. Algunos críticos lo derivan de la voz céltica bagad, asonada. Escalígero, Thesaurus Temporum; Du Cange Glossar. <<

[1110] Froissart, Chronique, t. I, c. 182, II, 73 y 79. La simplicidad de su relato se pierde en nuestros escritores modernos más sobresalientes. <<

[1111] Julio César, De Bello Gall. VI, 13. Orgetorix, el helvecio, pudo armar hasta diez mil esclavos para su defensa. <<

[1112] Eumenio reconoce su opresión y desamparo (Panegyr. VI, 8). «Gallias efferatas injuriis». <<

[1113] Panegyr. Vet. II, 4. Aurelio Víctor [De Cœsar, c. 39]. <<

[1114] Eliano y Amando. Tenemos medallas acuñadas por ellos. Goltz, Thesaurus Romæ Ant., pp. 117 y 121. <<

[1115] «Levibus præliis domuit.» Eutropio IX, 20 [13]. <<

[1116] El hecho estriba realmente en una autoridad muy endeble, una Vida de san Babolino, que probablemente sea del siglo VII. Véase Duchesne, Scriptores Rer. Francicar., t. I, p. 662. <<

[1117] Aurelio Víctor [De Cœsar, c. 39] los llama germanos. Eutropio (IX, 21 [13]) les da el nombre de sajones. Pero Eutropio vivió en el siglo siguiente, y al parecer usa el habla de su propio tiempo. <<

[1118] Las tres expresiones de Eutropio [IX, 13], Aurelio Víctor [De Cœsar, c. 39] y Eumenio, «vilissime natus», y «Bataviæ alumnus» y «Menapiæ civis», nos dan unas señas muy equívocas del nacimiento de Carausio. No obstante, el doctor Stukely (Medallic Hist. of Carausius, p. 62) prefiere hacerlo natural de San David, y príncipe de la sangre real de Britania. La idea principal está tomada de Ricardo de Cirencester, p. 44. <<

[1119] Panegyr. V, 12. Britania estaba por entonces segura y con muy poco resguardo. <<

[1120] Panegyr. Vet. V, 11 y VII, 9. El orador Eumenio ansiaba ensalzar la gloria de su héroe (Constantino) con la importancia de aquella conquista; pero, a pesar de nuestra laudable parcialidad para con nuestra patria, resulta muy difícil concebir que a principios del siglo IV Inglaterra mereciese tanto realce, pues un siglo y medio antes apenas rendía para sus propios gastos. Véase Apiano, Proæm. <<

[1121] Como se conservan todavía muchísimas medallas de Carausio, se han transformado en objetos predilectos de curiosidad anticuaria, y todas las circunstancias y acciones de su vida se han investigado con ahínco. En particular, el Dr. Stukely ha dedicado un enorme libro al emperador britano. Me he valido de sus materiales, aunque he desechado sus más fantasiosas conjeturas. <<

[1122] Cuando Mamertino pronunció su primer panegírico, Maximiano ya había acabado sus preparativos navales, y el autor presagiaba una victoria segura. Su silencio en el segundo panegírico nos da a entender el fracaso de la expedición. <<

[1123] Aurelio Víctor, Eutropio y las medallas (Pax Aug.) nos informan de la reconciliación temporal, pero no me adelanto (como el Dr. Stukely, Medallic Hist. of Carausius, p. 86 y ss.) a incluir los mismos artículos del tratado. <<

[1124] En cuanto a la reconquista de Britania, podemos rastrear algunos apuntes por Aurelio Víctor y Eutropio. <<

[1125] Juan Malala, Chron. Antiochen., t. I, pp. 408-409 [ed. Oxon.; ed. Ven., p. 132; ed. Bonn p. 308]. <<

[1126] Zósimo, l. I, p. 3 [l. II, c. 34]. Este historiador parcial va celebrando los desvelos de Diocleciano, con el intento de zaherir el abandono de Constantino; sin embargo, es interesante oír a un orador: «Nam quid ego alarum et cohortium castra percenseam, toto Rheni et Istri et Euphratis limite restituta». Panegyr. Vet. IV, 18. <<

[1127] «Ruunt omnes in sanguinem suum populi, quibus non contigit esse Romanis, obstinatæque feritatis pœnas nunc sponte persolvunt.» Panegyr. Vet. III, 16. Mamertino despeja el hecho con el ejemplo de casi todas las naciones del mundo. <<

[1128] Se quejaba, mas no con verdad cabal: «Jam fluxisse annos quindecim in quibus, in Illyrico, ad ripam Danubii relegatus cum gentibus barbaris luctaret». Lactancio., De Mort. Persecut., c. 18. <<

[1129] En el texto griego de Eusebio leemos seis mil, número que prefiero al de sesenta mil de san Jerónimo, Orosio, Eutropio y su traductor griego Peanio. <<

[1130] Panegyr. Vet. VII, 21. <<

[1131] Había un establecimiento de sármatas en las cercanías de Tréveris, desamparado al parecer por aquellos bárbaros haraganes. Habla Ausonio de ellos en su Mosella [v. 5 y ss.]:

Unde iter ingrediens nemorosa per avia solum,

Et nulla humani spectans vestigia cultus;

……………………………………………………

Arvaque Sauromatum nuper metata colonis.

Había una población de carpos en la Baja Mesia. <<

[1132] Véase el alborozo retórico de Eumenio, Panegyr. VII, 9. <<

[1133] Escalígero (Thesaurus Temporum, p. 243) decide, como acostumbra, que los Quinquegentiani, o cinco naciones africanas, eran las cinco ciudades populosas, la Pentápolis de la inocente provincia de Cirene. <<

[1134] Juliano, tras su derrota, se clavó una daga, y se arrojó enseguida a las llamas. [Pseudo Aurelio] Víctor, Epitome [c. 39]. <<

[1135] Tu ferocissimos Mauritaniæ populos inaccessis montium jugis et naturali munitione fidentes, expugnasti, recepisti, transtulisti. Panegyr. Vet. VI, 8. <<

[1136] Véase la descripción de Alejandría en Hircio, Bell. Alexand., c. 5. <<

[1137] Eutropio IX, 24 [15]. Orosio VII, 25. Juan Malala, Chron Antioch., pp. 409-410 [ed. Oxon.; p. 132, ed. Ven; p. 309, ed. Bonn]. Pero Eumenio nos asegura que Egipto quedó pacificado por la clemencia de Diocleciano. <<

[1138] Eusebio (Chron. [An. CCXCIII]) anticipa en algunos años el exterminio, cuando el mismo Egipto se hallaba en estado de rebelión contra los romanos. <<

[1139] Estrabón, l. XVII, p. 819. Pomponio Mela, l. I, c. 4. Son curiosas sus palabras: «Intra, si credere libet, vix homines magisque semiferi; Ægipanes, et Blemmyes, et ‘Satyri’». <<

[1140] Ausus sese inserere fortunæ et provocare arma Romana. <<

[1141] Véase Procopio, De Bello Persico, l. I, c. 19. <<

[1142] Fijó el abasto de trigo, para el vecindario de Alejandría, en dos millones de medimni, o cuatrocientos mil cuartos [454,6 m]. Chron. Paschal., p. 276. Procopio, Hist. Arcana, c. 26. <<

[1143] Juan de Antioquía, en Excerpta Valesiana, p. 834. Suidas sobre Diocleciano. <<

[1144] Véase una breve historia y refutación de la alquimia en las obras de aquel recopilador filosófico, La Mothe le Vayer, tomo I, pp. 327-353. <<

[1145] Véase la educación y la fuerza de Tirídates en la Hist. Armenia de Moisés de Korén, l. II, c. 76. Él podía agarrar a dos toros bravíos por sus astas y arrancárselas con sus manos. <<

[1146] Si damos crédito al Víctor el Menor [Epitome, 41], quien supone que en el año 323 Licinio tenía tan sólo sesenta años, apenas cabe que fuese el mismo individuo que el ayo de Tirídates; sin embargo, sabemos por una mucho mejor autoridad (Eusebio, Hist. Ecclesiastica, l. X, c. 8) que Licinio se hallaba a en esa época en el último período de la ancianidad, pues dieciséis años antes se lo retrata ya como cano y contemporáneo de Galerio. Véase Lactancio., c. 32. Probablemente Licinio haya nacido alrededor del año 250. <<

[1147] Véanse los libros LXII y LXIII de Dion Casio [l. LXIII, c. 5]. <<

[1148] Moisés de Korén, Hist. Armen., l. II, c. 74. Las estatuas las erigió Valarsaces, quien reinó en Armenia unos ciento treinta años antes de Cristo y fue el primero de la familia de Arsaces (véase Moisés de Korén, Hist. Armen., l. II, 2-3); Justino (XLI, 5), y Amiano Marcelino (XXIII, 6) mencionan la deificación de los arsácidas. <<

[1149] La nobleza armenia era numerosa y poderosa. Moisés menciona varias familias distinguidas en el reinado de Valarsaces (l. II, 7), y que subsistían aún en su tiempo, a mediados del siglo V. Véase el prólogo de sus editores. <<

[1150] Se llamaba Chosroiduchta y no tenía el os patulum como otras mujeres. (Hist. Armen., l. II, c. 79) No entiendo la expresión. <<

[1151] En la Hist. Armen. (l. II, c. 78), como también en la Geographia (p. 367), China es denominada Zenia o Zenastán. Se caracteriza por la producción de seda, la opulencia de los nativos y su amor a la paz sobre todas las demás naciones de la tierra. <<

[1152] Vou-ti, el primer emperador de la séptima dinastía, que estaba reinando en esa época en China, estaba relacionado con Fergana, provincia de Sogdiana, y se dice que había recibido una embajada romana (Hist. des Huns, t. I, p. 38). Por entonces los chinos tenían una guarnición en Kashgar, y uno de sus generales, por el tiempo de Trajano, se adelantó hasta el mar Caspio. Sobre la comunicación de China con los países occidentales, se puede acudir a una memoria curiosa de Guignes, en Mém. de l’Acad. des Inscriptions, t. XXII, p. 355. <<

[1153] Véase Hist. Armen., l. II, c. 81. <<

[1154] «Ipsos Persas ipsumque Regem ascitis Sacis, et Rufiis, et Gellis, petit frater Ormies». Panegyr. Vet., III [II], 17. Los sacas eran un pueblo de escitas nómadas que acampaban cerca de los manantiales del Oxus y del Jaxartes [actual Syr Darya]. Los gelos eran los moradores de Ghilan, cerca de las playas del Caspio, y los mismos que estuvieron por tanto tiempo infestando, con el nombre de dilemitas, la monarquía persa. Véase D’Herbelot, Bibliothèque Orientale. <<

[1155] Moisés de Korén no trae la menor noticia de esta segunda revolución, la cual he tenido que rastrear de un pasaje de Amiano Marcelino (l. XXIII, c. 5). Lactancio habla de la ambición de Narsés: «Concitatus domesticis exemplis avi sui Saporis ad occupandum orientem magnis copiis inhiabat». De Mort. Persecut., c. 9. <<

[1156] Desde luego, creeremos que Lactancio achaca a cobardía la conducta de Diocleciano. En su oración, Juliano dice que se quedó con todas las fuerzas del imperio, expresión sumamente hiperbólica. <<

[1157] Nuestros cinco abreviadores —Eutropio, Festo, los dos Víctores y Orosio—, todos refieren la última y reñida batalla; pero tan sólo Orosio habla de las dos primeras. <<

[1158] Plutarco describe delicadamente la naturaleza del país en la vida de Craso, al igual que Jenofonte en el libro primero de la Anabasis. <<

[1159] Véase la disertación de Foster en el segundo tomo de la traducción de Spelman de la Anabasis, la cual no puedo menos que recomendar como una de las mejores versiones que se conocen. <<

[1160] Hist. Armen., l. II, c. 76. He trasladado la hazaña de Tirídates de una derrota imaginaria a otra real de Galerio. <<

[1161] Amiano. Marcelino, l. XIV. La única milla ha ido creciendo hasta muchas millas en manos de Eutropio (IX, 24 [15]), de Festo (c. 25) y de Orosio (VII, 25). <<

[1162] Aurelio Víctor; Jornandes De Reb. Geticis, c. 21. <<

[1163] Dice Aurelio Víctor [De Cœsar., c. 39]: «Per Armeniam in hostes contendit, quæ ferme sola, seu facilior vincendi via est.» Seguía el sistema de Trajano y la máxima de Julio César. <<

[1164] Jenofonte, Anabasis, l. III [c. 4, 35]. Por esta razón acampaba la caballería persa a sesenta estadios [12 km] del enemigo. <<

[1165] La historia es referida por Amiano, l. XXII. En vez de saccum, leen algunos scutum. <<

[1166] Los persas confesaban la superioridad romana en armas como en moral. Eutropio IX, 24. Pero este aprecio y agradecimiento escasea en sus relaciones. <<

[1167] Los pormenores de la negociación se han sacado de los fragmentos de Pedro el Patricio, en Excerpta Legationum, publicado en la «Byzantine Collection». Pedro vivió bajo el gobierno de Justiniano; pero se evidencia, por la naturaleza de sus materiales, que los extractó de escritores auténticos y muy respetables. <<

[1168] «Adeo Victor —dice Aurelio [De Cœsar, c. 39]— ut ni Valerius, cujus nutu omnia gerebantur, abnuisset, Romani fasces in provinciam novam ferrentur. Verum pars terrarum tamen nobis utilior quæsita». <<

[1169] Había sido gobernador de Sumium (Pedro el Patricio en Excerpta Legat., p. 30 [ed. París; p. 21 ed. Ven; p. 135, ed. Bonn]). Al parecer, Moisés de Korén (Geographia, p. 360) menciona esta provincia, al este del monte Ararat. <<

[1170] Por yerro del geógrafo Ptolomeo, el solar de Singara pasa del Aboras al Tigris, y habrá ocasionado la equivocación de Pedro el Patricio en colocar el límite sobre el segundo río en vez del primero. La frontera romana atravesaba el Tigris, no iba siguiendo su cauce. <<

[1171] Procopio, De Ædificiis, l. II, c. 6. <<

[1172] En cuanto a las tres provincias Zabdicena, Arzanena y Corduena, están todos conformes; pero en vez de las otras dos, Pedro (en Excerpt Legat., p. 30) añade Rehimena y Sofena. He antepuesto a Amiano (l. XXV, 7), por cuanto cabe probar que nunca Sofena estuvo en manos de los persas, ni antes del reinado de Diocleciano ni después del de Joviano. Por falta de mapas esmerados como los de D’Anville, casi todos los modernos, con Tillemont y Valesio a la cabeza, se han figurado que las cinco provincias estaban situadas más allá del Tigris con respecto a Persia y no a Roma. <<

[1173] Jenofonte, Anabasis, l. IV [c. 3 init.]. Sus arcos tenían tres codos de largo; sus flechas, dos; y derrumbaban peñascos tales que sólo un carro podría mover. Los griegos hallaron un sinnúmero de aldeas en aquel país tan agreste. <<

[1174] Según Eutropio (VI, 9, como consta el texto por los mejores manuscritos), la ciudad de Tigranocerta estaba en Arzanena. Apenas cabe rastrear los nombres y la situación de las otras tres. <<

[1175] Compárese Herodoto, l. I, c. 98, con Moisés de Korén., Hist. Armen., l. II, c. 84, y el mapa de Armenia publicado por sus editores. <<

[1176] «Hiberi, locorum potentes, Caspia via Sarmatam in Armenios raptim effundunt», Tácito, Annal., VI, 33. Véase Estrabón, Geographia, l. XI, p. 500. <<

[1177] Pedro el Patricio (en Excerpta Legat., p. 30 [ed. París; p. 21, ed. Ven.; p. 35, ed. Bonn]) es el único escritor que menciona el artículo íbero de aquel tratado. <<

[1178] Eusebio en Chron.: «Pagi ad annum». Hasta el descubrimiento del tratado De Mortibus Persecutorum, no constaba que el triunfo y los Vicennalia se celebrasen al propio tiempo. <<

[1179] Durante los Vicennalia, parece que Galerio se mantuvo en su escondite del Danubio. Véase Lactancio, De Mort. Persecut., c. 38. <<

[1180] Eutropio (IX, 27 [16]) los menciona como parte del triunfo. Como las personas se habían devuelto a Narsés, tan sólo podían ostentar sus efigies. <<

[1181] Tito Livio nos ofrece una arenga de Camilo sobre este asunto (V, 51-54), rebosante de afectuosa elocuencia, contraponiéndose al intento de remover el asiento del gobierno de Roma a la vecina ciudad de Veyes. <<

[1182] Reprocharon a Julio César el intento de trasladar el Imperio a Ilium o Alejandría. Véase Suetonio, Cœsar., c. 79. Según la ingeniosa conjetura de Le Fevre y Dacier, la tercera oda del tercer libro de Horacio se encaminaba a retraer a Augusto de la ejecución de un designio similar. <<

[1183] Véase Aurelio Víctor, quien menciona también los edificios levantados por Maximino en Cartago, probablemente durante la guerra de Mauritania. Vamos a insertar algunos versos de Ausonio, De Clar. Urb., V [Ordo Urbium Nobilium VII, 35]

Et Mediolani mira omnia: copia rerum;

Innumerœ cultœque domus; facunda virorum

Ingenia, et mores lœti: tum duplice muro

Amplificata loci species; populique voluptas

Circus; et inclusi moles cuneata Theatri;

Templa, Palatinœque arces, opulensque Moneta,

Et regio «Herculei» celebris sub honore lavacri.

Cunctaque marmoreis ornata Peristyla signis;

Mœniaque in valli formam circumdata labro,

Omnia quœ magnis operum velut œmula formis

Excellunt: nec juncta premit vicinia Romæ. <<

[1184] Lactancio, De Mort. Persecut., c. 17. Libanio, Orat. VI, p. 203 [ed. Morell., París, 1627]. <<

[1185] Lactancio, De Mort. Persecut., c. 17. En una coyuntura semejante, Amiano menciona la dicacitas plebis como poco halagüeña a los oídos imperiales (véase l. XVI, c. 10). [Amiano dice lo opuesto: «dicacitate plebis oblectabatur» (sobre Constantino).] <<

[1186] Lactancio acusa a Maximiano de ir acabando con «fictis criminationibus lumina senatus» (De Mort. Persecut., c. 8). Aurelio Víctor deja en duda la lealtad de Diocleciano para con sus amigos. <<

[1187] «Truncatæ vires urbis, imminuto prætoriarum cohortium atque in armis vulgi numero.» Aurelio Víctor [De Cœsar., c. 39]. Lactancio achaca a Galerio la continuación del mismo plan (c. 26). <<

[1188] Eran cuerpos antiguos apostados en Iliria y, según el antiguo establecimiento, constaba cada uno de seis mil hombres. Se habían hecho de una reputación con el uso de las plomadas o dardos cargados con plomo. Cada soldado llevaba hasta cinco, y los disparaba desde larga distancia con suma pujanza y maestría. Véase Vegecio I, 17. <<

[1189] Véase el Codex Theodosianus, l. VI, tít. II, con el comentario de Godofredo. <<

[1190] Véase la disertación l2 en la excelente obra de Spanheim, De Usu Numismat. Con medallas, inscripciones e historiadores, va escudriñando cada título en particular, y lo va acompañando desde su primera aparición con Augusto hasta su postrera desaparición. <<

[1191] Plinio el Joven (en Panegyr., c. 3, 55 y ss.) habla del Dominus con execración, como sinónimo de tirano, y contrapuesto a príncipe. El mismo Plinio (en el décimo libro de las epístolas) suele dar este título a su amigo más bien que amo, el virtuoso Trajano. Esta contradicción, harto extraña, detiene a los comentadores que recapacitan, y a los traductores capaces de escribir. <<

[1192] Sinesio, De Regno, ed. Petav., p. 15. Debo esta cita al abate de la Bléterie. <<

[1193] Véase Van Dale, De Consecratione Principum, p. 354 y ss. Era costumbre entre los emperadores, al encabezar las leyes, mencionar su numen, sagrada majestad, oráculo divino, etc. Según Tillemont, Gregorio Nacianceno se queja amargamente de tamaña profanación, sobre todo cuando era practicada por algún emperador arriano. <<

[1194] Véase Spanheim, De Usu Numismat., dissert. XII. <<

[1195] Aurelio Víctor. Eutropio, IX, 26 [16]. En los panegiristas se puede ver cuán pronto se avinieron los romanos al nombre y al ceremonial de la adoración. <<

[1196] Se coligen principalmente la innovaciones introducidas por Diocleciano, primero, de pasajes muy expresivos de Lactancio; segundo, por los diversos y nuevos empleos que asoman en el Código Teodosiano, como ya en ejercicio desde el principio del reinado de Constantino. <<

[1197] Lactancio, De Mort. Persecut., c. 7. <<