Agradecimientos

Escribir un libro es una tarea solitaria. Ésta es mi segunda obra de esta serie. Durante su escritura me he sentido animado por la gran generosidad que el público ha demostrado por la primera. Estoy especialmente agradecido a un gran número de distinguidos escritores —entre ellos, David Robinson, Alexander McCall Smith, Anne Perry, Stephanie Barron, Stephen Fry, Roger Lewis, Lee Langley y Theo Richmond— por sus amables palabras y su generoso aliento. Durante las horas más desapacibles que todo escritor pasa sentado delante del ordenador, esa amabilidad cuenta, y mucho.

Debo dar también las gracias al paciente apoyo que he recibido de una gran variedad de amigos, desde mi mejor amiga, Michèle Brown, a mi gran amigo Merlin Holland, nieto y biógrafo de Oscar Wilde, que supo corregirme cuando me equivoqué en la escritura del primer volumen (y que lo hizo con incomparable elegancia) y que espero que vuelva a hacerlo si así lo cree necesario. Confío en que mi retrato de Oscar Wilde se ajuste a la realidad: si ven algún error, les ruego que me escriban para hacérmelo saber.

Como siempre, estoy en deuda con Ed Victor, mi agente literario, a quien debo más del consabido quince por ciento. Llevo en el mundo de la edición más de cuarenta años y puedo decir que Ed es el mejor. Cuenta además con un gran equipo, y estoy especialmente agradecido a Morag O’Brien, su directora de derechos internacionales, que, con elegancia y buen hacer, ha logrado presentar esta serie de libros a los editores del mundo entero. Y le estoy agradecido, no sólo por su profesionalidad, sino también por el hecho de que, gracias a ella, he hecho y sigo haciendo nuevos amigos en países tan distintos como España y Corea del Sur, Lituania y Brasil.

En Estados Unidos y Australia, edita la serie John Murray, que publica asimismo a Arthur Conan Doyle. Deseo también mostrar mi más profundo agradecimiento a Roland Phillips, a Kate Parkin y a sus colegas de John Murray, en Londres; a Trish Grader y a sus colegas de Simon & Schuster, en Nueva York; a Emmanuelle Heurtebize y a sus colegas de Editions 10/18, en París, entre muchos otros, por su considerable contribución, tanto creativa como comercial, a la serie. Entre los primeros, Kate Parkin ha sido además editora, amiga y guía sin igual. Le estoy tremendamente agradecido, a ella y a Jitesh Patel, la inspiradora diseñadora de las cubiertas de las ediciones inglesa y norteamericana.

«Nada de lo que ocurre tiene la menor importancia», dijo Oscar en sus Frases y filosofías para uso de la juventud. No creo que hablara en serio. Dar las gracias es importante. Estoy muy agradecido a todos aquellos que han contribuido de algún modo a la creación de este libro —a los que he nombrado y a los que no—, y naturalmente debo darles especialmente las gracias a ustedes por leerlo. De otro modo, nada de todo esto tendría sentido. Gracias.

GYLES BRANDRETH.

Londres, 2008.