La convergencia multimedia se puede definir como la convergencia de los sectores de la informática, de la telefonía y de la radiotelevisión hacia una industria que utiliza el internet para la distribución de la información. Si bien este fenómeno genera la creación de nuevos empleos en algunos sectores, por ejemplo los que están vinculados con la producción audiovisual, otros sectores están sujetos a reestructuraciones drásticas. La convergencia multimedia tiene muchos reveses, por ejemplo la proliferación de contratos precarios para los empleados, la inexistencia de sindicatos para los teletrabajadores o el maltrato de los derechos de autor en detrimento de los autores. Éste fue el tema del Simposio sobre convergencia multimedia organizado en enero de 1997 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La convergencia multimedia se puede definir como la convergencia de los sectores de la informática, de la telefonía y de la radiotelevisión hacia una industria de la comunicación y de la distribución que utiliza las autovías de la información.
En concreto, ¿qué es? La digitalización permite generar, guardar, combinar, almacenar, buscar y transmitir textos, sonidos e imágenes por medios sencillos y rápidos. Procedimientos similares permiten el procesamiento de la escritura, de la música y de las películas, mientras que antes se necesitaban soportes variados (papel para la escritura, cinta magnética para la música, celuloide para el cine). Además, sectores distintos como la edición (que produce libros) y la industria musical (que produce discos) trabajan conjuntamente para producir CD-ROM.
No es el primer cambio en la cadena de la edición, que ha conocido varios cambios desde los últimos treinta años. Al principio, en los 1970, las máquinas de fotocomposición hicieron vacilar el mundo de la impresión tradicional. Luego el coste de la impresión siguió bajando gracias a las fotocopiadoras, las fotocopiadoras en color, las técnicas de impresión asistida por ordenador y el material de impresión digital. En los años 1990, los talleres de PAO (Publicación Asistida por Ordenador) proponen una impresión a bajo precio. Ahora se digitaliza sistemáticamente cualquier contenido con el fin de que se pueda transferir por vía electrónica.
La digitalización acelera el procedimiento material de producción. En la prensa, los periodistas envían directamente sus textos para la maquetación, mientras que antes el personal de producción tenía que dactilografiar los textos del personal de redacción. En el mundo editorial, el redactor, el diseñador artístico y el diseñador gráfico suelen trabajar simultáneamente sobre la misma obra.
Progresivamente asistimos a la convergencia de todos los sectores vinculados con la información: impresión, edición, prensa, concepción gráfica, grabaciones sonoras, películas, radiodifusión, etc.
Aunque en algunos sectores este fenómeno pueda generar nuevos empleos por ejemplo, en el campo de la producción de películas o de productos audiovisuales otros sectores padecen inquietantes reestructuraciones. Estos problemas son tan preocupantes como para haber sido objeto de un Simposio sobre Convergencia Multimedia organizado en enero de 1997 en Ginebra (Suiza) por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Durante este simposio hubo varias intervenciones de particular interés, de las cuales algunas siguen siendo de actualidad diez años después.
Bernie Lunzer, membro de la Newspaper Guild (Estados Unidos), recalca las batallas jurídicas que se han desenfrenado en torno a los problemas de propiedad intelectual. Estas batallas conciernen especialmente la actitud de los directores de publicaciones, que convencen a los escritores independientes de que firmen contratos chocantes, por los cuales se comprometen a ceder la totalidad de sus derechos al director de la publicación, a cambio de una contraparte financiera ridícula.
Heinz-Uwe Rübenach, membro de la Asociación de Directores de Periódicos (BDZ: Bundesverband Deutscher Zeitungsverleger) de Alemania, insiste también en la necesidad para las empresas de prensa de administrar y controlar la utilización en la web de los artículos de sus periodistas, y en el pedir una contrapartida financiera que permita seguir invirtiendo en las nuevas tecnologías.
Otro problema tan preocupante como el anterior es el de la presión constante ejercida sobre los periodistas de las salas de redacción, cuyo trabajo debe estar a disposición a medida que avanza el día, en lugar de ser utilizado sólo al final de la jornada. A estas tensiones repetidas se añade el estrés de estar trabajando frente a la pantalla durante ocho a diez horas seguidas. El ritmo de trabajo y el uso intensivo del ordenador acarrean problemas preocupantes en términos de seguridad en el trabajo. Después de seguir algunos años con este ritmo, algunos periodistas se desmoronan con sólo treinta y cinco o cuarenta años de edad.
Según Carlos Alberto de Almeida, membro de la Federación Nacional de Periodistas (FENAJ: Federação Nacional dos Jornalistas) de Brasil, las nuevas tecnologías deberían hacer posible una racionalización del trabajo y permitir reducir su duración para favorecer el ocio y el enriquecimiento intelectual. En la práctica, los profesionales de los medios de comunicación se ven obligados a trabajar cada vez más horas. La jornada legal de cinco horas en realidad es una jornada de diez a doce horas. Las horas extra no se pagan, ni tampoco las horas trabajadas por un periodista los fines de semana durante su tiempo de descanso.
Aunque la digitalización de los documentos y la automatización de los métodos de trabajo aceleran el proceso de producción, también provocan una disminución de la intervención humana y por lo tanto incrementan el desempleo. Antes, el personal de producción debía volver a dactilografiar los textos del personal de redacción, mientras que ahora el diseño automático permite combinar ambas tareas; la redacción y la composición.
Etienne Reichel, director suplente de Viscom (Visual Communication), la asociación suiza para la comunicación visual, demuestra que la transferencia de datos vía el internet y la supresión de varias fases de producción reducen el número de empleos. Ahora basta con seis trabajadores cualificados para cubrir el trabajo de veinte tipógrafos, de lo cual se puede deducir que anteriormente las empresas de comunicación visual solían generar empleos. En cambio, la informática permite a algunos profesionales establecerse por cuenta propia, como es el caso para el 30% de los empleados que han perdido su trabajo debido a la reestructuración de su empresa.
Profesor asociado de ciencias sociales en la Universidad de Utrecht (Países Bajos), Peter Leisink precisa que la redacción de los textos y la corrección de pruebas suelen realizarse a domicilio, lo más a menudo por trabajadores que se han hecho empresarios individuales tras haber sido despedidos, o tras la deslocalización o la fusión de su empresa. «ahora bien, esta forma de empleo se parece más a un trabajo precario que a una trabajo autónomo, pues las personas que la adoptan sólo gozan de una autonomía reducida y en general dependen de una sola editorial.»
Aparte de algunos casos aislados que las organizaciones de empleadores suelen poner de realce, la convergencia multimedia provoca masivas supresiones de empleos.
Según Michel Muller, secretario general de la Federación de las Industrias del Libro, del Papel y de la Comunicación (FILPAC: Fédération des Industries du Livre, du Papier et de la Communication) de Francia, las industrias gráficas francesas han perdido 20.000 empleos en diez años. Entre 1987 y 1996, los efectivos pasan de 110.000 a 90.000 empleados. Las empresas elaboran planes sociales costosos para favorecer la recolocación de los empleados despedidos, creando empleos que suelen ser artificiales, mientras que hubiera sido preferible costear estudios fiables sobre el modo de equilibrar creaciones y supresiones de empleos antes de que fuera demasiado tarde.
En el mundo entero, muchos puestos de baja cualificación técnica son sustituidos por puestos que requieren personal muy cualificado. Los trabajadores poco cualificados son despedidos. Algunos de ellos reciben una formación profesional complementaria, teniendo a veces que autofinanciarla y que cursarla en su tiempo libre, aunque al final de la formación profesional ni siquiera puedan estar seguros de que los vuelvan a contratar.
Walter Durling, director del gigante de las telecomunicaciones AT&T (Estados Unidos), insiste en el hecho de que las nuevas tecnologías no cambiarán fundamentalmente la situación de los empleados. La invención de las películas no mató al teatro, y la invención de la televisión tampoco acabó con el cine. Las empresas deberían crear empleos vinculados con las nuevas tecnologías y proponérselos a aquellos trabajadores que se ven obligados a abandonar sus puestos porque éstos se han vuelto obsoletos.
Éstos son argumentos muy teóricos, mientras que el problema es más bien una cuestión de proporción. ¿Cuántos puestos se han creado, y a cuántos trabajadores se ha despedido?
Por su parte, los sindicatos preconizan la creación de empleos mediante la inversión, la innovación, la formación para las nuevas tecnologías, la reconversión de los trabajadores cuyos empleos han sido suprimidos, una negociación colectiva justa, la defensa de los derechos de autor, una mejor protección de los trabajadores del sector artístico, y por último la defensa de los teletrabajadores hasta que sean considerados como trabajadores de pleno derecho.