En 2010, ofrecer un libro digital como regalo empieza a ponerse de moda, y aún más el hecho de leerlo en un smartphone, prueba de que las cosas han cambiado desde la época en que el pánico se había apoderado de los editores y libreros a finales de los años 1990. Tres palabras parecen esenciales: almacenamiento, organización y difusión. En un futuro próximo, el patrimonio mundial debería estar almacenado en forma digital, con una organización efectiva de la información y una red internet adaptada. De limitada difusión en el año 2000, y luego pariente pobre de los archivos musicales y videos, ahora el libro digital ocupa un lugar respetable junto a la música y las películas.
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Tim Berners-Lee inventa la web en 1990. Cuando Pierre Ruetschi, periodista del diario La Tribune de Genève (Suiza), le pregunta en diciembre de 1997: «Han pasado siete años. ¿Está usted satisfecho de la manera en que ha evolucionado la web?», Tim Berners-Lee contesta que, si bien se alegra de que la información disponible sea tan rica y tan variada, la web aún no ha alcanzado la potencia prevista en el momento de su concepción original. Le gustaría «que la web fuera más interactiva, que la gente pudiera juntar esfuerzos para crear información», en vez de limitarse a consumir la que se le ofrece. La web debe convertirse en un verdadero «media colaborativo, un mundo de conocimientos compartidos».
Esto empieza a concretarse siete años más tarde, con lo que se suele llamar la «web 2.0», un concepto acuñado en 2004 por el editor Tim O'Reilly, quien había escogido este título para una serie de conferencias. La meta de la web 2.0 ya no es sólo utilizar la información, sino también incitar a los usuarios a intercambiar y a colaborar en línea, en blogs, wikis o enciclopedias cooperativas como Wikipedia y Citizendium.
La accesibilidad del internet para todos es un desafío de igual importancia. El sitio web Handicapzéro (o sea, Discapacidad Cero), puesto en línea en septiembre de 2000 por la asociación del mismo nombre, se convierte en febrero de 2003 en un portal generalista que ofrece un acceso adaptado a la información para los usuarios francófonos afectados por un problema visual, es decir más del 10% de la población. El sitio ofrece información sobre diversos asuntos noticias, programas de televisión, informes meteorológicos, etc. y sobre servicios para la salud, el empleo, el consumo, el ocio, el deporte, la telefonía, etc. Las personas ciegas pueden acceder al sitio web a través de un dispositivo braille o de una síntesis de voz. Las personas con visión reducida pueden escoger los parámetros en la página de entrada; el tamaño y el carácter de la letra así como el color del fondo de pantalla para una navegación más cómoda. Las personas que no padecen deficiencia visual pueden corresponder en braille con personas ciegas vía el sitio web.
En octubre de 2006, el sitio web adopta una nueva presentación enriqueciendo aún más su contenido, adoptando una navegación más intuitiva en la página de entrada, proponiendo combinaciones de teclas, mejorando la «comodidad de lectura», etc. Más de 2 millones de visitantes utilizan sus servicios durante el año 2006. Handicapzéro se propone demostrar así «que con sólo respetar algunas reglas elementales, el internet puede acabar convirtiéndose en un espacio de libertad para todos».
Otro desafío concierne la infraestructura del internet. La conexión a la red resulta más fácil gracias a la DSL (Digital Subscriber Line), al cable óptico (o fibra óptica), a las tecnologías WiFi (Wireless Fidelity), para un sector geográfico limitado, y a WiMAX (Worldwide Interoperability for Microwave Access) para un sector geográfico amplio.
Jean-Paul, webmaster del sitio web hipermedia cotres.net, resume la situación en enero de 2007: «Tengo la impresión de que estamos viviendo un periodo «flotante», situado entre los tiempos heroicos, en los que se trataba de avanzar esperando a que la tecnología nos alcanzara, y el futuro, en el que la anchura de banda muy alta liberará fuerzas que aún no se han desencadenado.»
La próxima generación del internet sería una red «pervasiva», omnipresente, que permitiría conectarse en cualquier lugar y en cualquier momento a través de cualquier tipo de aparato vía una red única. Rafi Haladjian, fundador de la sociedad Ozone, desarrolla este concepto de red pervasiva en 2007 en su sitio web: «La nueva ola afectará nuestro mundo físico, nuestro entorno real, nuestra vida cotidiana en cualquier momento. Ya no accederemos a la red, sino que viviremos en ella. Las futuras componentes de esta red (cables, operadores, etc.) serán completamente transparentes para el utilizador final. La red estará siempre abierta, posibilitando así una conexión permanente en cualquier lugar. También será agnóstica en términos de aplicaciones, ya que estará fundada en los mismos protocolos del internet».
Pierre Schweitzer, inventor del proyecto @folio, una tableta de lectura nómada, escribe en diciembre de 2006: «La suerte que compartimos todos es la de estar viviendo desde dentro, aquí y ahora, esta transformación fantástica. Cuando yo nací en 1963, en la memoria de los ordenadores cabían apenas algunas páginas de caracteres. Hoy en día, en mi lector portátil caben miles de millones de páginas, una verdadera biblioteca de barrio. Mañana, por el efecto combinado de la ley de Moore y de la omnipresencia de las redes, el acceso instantáneo a las obras y a los saberes será algo usual. El soporte de almacenamiento en sí ya ni siquiera presentará mucho interés. Sólo importarán las comodidades funcionales de uso y la poética de esos objetos».
Michael Hart, fundador del Proyecto Gutenberg en 1971, precisa a menudo en sus escritos que, así como en su tiempo Gutenberg había permitido a cualquier persona poseer sus propios libros hasta entonces exclusivos para una élite, el Proyecto Gutenberg nos permite a todos disponer de una biblioteca completa que hasta ahora estaba reservada a la colectividad en un soporte de bolsillo como una llave USB (Universal Serial Bus). El Proyecto Gutenberg cuenta con 33.000 libros en 2010, o sea, el tamaño de una biblioteca pública de barrio, pero esta vez en la web e indefinidamente repetible.
La web también es una aventura. Para citar las palabras exactas de Tim Berners-Lee, su creador, «el sueño que se esconde detrás de la web es el siguiente: crear un espacio de información común en donde comuniquemos compartiendo la información. Es esencial que este espacio sea universal y que los hipervínculos puedan enlazar con cualquier tipo de datos: pueden ser personales, locales o mundiales. Tampoco importa que se trate sólo de esbozos o, al contrario, de documentos sofisticados. El sueño también tiene una segunda parte: el acceso a la web se generalizaría hasta tal punto que acabaría convirtiéndose en un espejo realista (o de hecho en la encarnación más directa) de la manera en que trabajamos, jugamos y hacemos vida social. Esto significa que, tras contemplar online la descripción de nuestras relaciones sociales, podríamos utilizar los ordenadores para analizarlas, dar sentido a lo que hacemos, preguntarnos en qué tipo de espacio encuentra cada uno un lugar que le corresponda, y cómo podemos trabajar mejor juntos.»
(fragmento del documento «The World Wide Web: A very short personal history» (El World Wide Web: una muy corta historia personal), abril de 1998, disponible en el sitio web del World Wide Web Consortium)
Quince años después de la creación de la web, la revista Wired (California) observa en su número de agosto de 2005 que «sólo menos de la mitad de la web es comercial, y el resto funciona con la pasión».
En cuanto al internet, unos treinta años después de su lanzamiento, el diario Le Monde (Francia) observa en su edición del 19 de agosto de 2005 que «gracias a sus tres poderes ubicuidad, variedad e interactividad su potencial de uso es casi infinito».
¿Se parecerá el futuro al ciberespacio que describe el filósofo Timothy Leary en 1994 en su libro «Chaos & Cyber Culture» (Caos y cibercultura)? «Toda la información del mundo está en el interior (de gigantescas bases de datos). Y gracias al ciberespacio, todo el mundo puede tener acceso a ella. Todas las señales humanas contenidas hasta ahora en los libros han sido digitalizadas. Han sido guardadas y están disponibles en estos bancos de datos, sin contar todos los cuadros, todas las películas, todos los programas de televisión, todo, absolutamente todo».
En 2010, este objetivo aún no se ha alcanzado. Sin embargo, en marzo de 2010, de los 30 millones de libros del dominio público disponibles en las bibliotecas (sin contar las diferentes ediciones), 10 millones estarían disponibles libremente en la web.
Ahora tenemos Wikipedia para documentarnos y Facebook y Twitter para comunicarnos. Resultaría muy interesante también la posibilidad todavía en estudio de una traducción simultánea de un mismo libro a muchos idiomas, aunque a la traducción automática todavía le queda mucho por mejorar.
Por supuesto, este tipo de traducción no podría equipararse con la traducción de un traductor literario profesional, pero sería un primer paso para los lectores que quisieran explorar nuevas obras, sin conocer el idioma de éstas, y quizás después contratar a un traductor literario profesional para ofrecer una traducción de calidad. Eso también garantiza un amplio debate sobre las ventajas y limitaciones de la traducción automática, un debate que se inició en los años 1990 y que dista mucho de cerrarse en 2010.
Sin duda seguiremos viviendo años apasionantes, que no sólo estarán marcados por el iPad y sus sucesores o el (verdadero) papel electrónico por fin salido de las probetas de los investigadores, sino que también verán un entrelazamiento más grande de las tecnologías del libro con las de los idiomas, ámbito al que la autora quiere dedicarse ahora.
Ya se trate de un volumen impreso o de un archivo digital, el libro es ante todo un conjunto de palabras escritas por una persona que desea comunicar sus pensamientos, sus sentimientos o sus conocimientos a gran escala. A Vinton Cerf a quien se le suele llamar el padre del internet porque fue el coinventor en 1974 de los protocolos del internet le gusta recordar que el internet conecta menos a los ordenadores que a las personas e ideas. Éste ha sido el caso del presente libro. Gracias a todos profesionales del libro y otros por su participación, por su tiempo y por su amistad.