Agradecimientos

Por encima de todo tengo que dar las gracias a Josh Getzler por su habilidad profesional y su permanente amistad, y a Marjorie Braman por su sensible y valiosa sabiduría editorial. Además, mi agradecimiento a los primeros lectores y defensores de este libro: Maria Carreon, Phil y Patti Abbott, Amanda Newman, John Reed, Alanna Taylor, Anne Dowling, Annabella Johnson, y especialmente a Steven Milowitz, un verdadero amigo. Le debo más de lo que puedo expresar a mi madre, Delores Maloney, que siempre ha creído en mí con una lealtad feroz, y a mi padre, Sam Gaylord, con quien leía libros y comía tarta de queso en Art’s Deli, en el Ventura Boulevard. Y, sobre todo, me siento agradecido a todos los profesores que he tenido a lo largo de los años, especialmente a Richard McCoun y a Carol Mooney, sin quienes mi vida habría sido indescriptiblemente sensata.