Como en cualquier forma de terapia, el terapeuta sirve como modelo de comunicación. Al comenzar terapia con una familia, consideramos que es muy útil ser muy directo acerca de cuáles serán las metas de la terapia, pidiendo específicamente a cada uno de los miembros de la familia que exprese directamente lo que desea de la sesión terapéutica. Esto se puede lograr planteando cualquiera de las siguientes preguntas:
¿Qué expectativas tiene para usted y para su familia?
¿Cómo, específicamente, le gustaría cambiar y que cambiara su familia?
¿Qué desea para usted y su familia?
Si pudiera cambiar usted mismo o cambiar algo en su familia, ¿qué cambios haría?
¿Cuál sería la diferencia en usted y en su familia si todos cambiaran del mejor modo posible después de esta experiencia?
Obviamente, las respuestas que el terapeuta recibirá serán Estructuras de Superficie —sujetas a todas las condiciones de buena-formación-en-terapia. Además, mientras cada uno de los miembros de la familia responde, el terapeuta inconscientemente seleccionará los predicados que le revelarán el sistema representacional de cada uno. Las distinciones de Meta-modelo son aplicables aquí y proporcionan al terapeuta un modo efectivo para comenzar el proceso de comunicarse claramente con cada uno de los integrantes, mientras simultáneamente clarifica tanto para sí mismo como para los miembros de la familia las metas acordadas del trabajo terapéutico. El resultado de este proceso es un conjunto de metas terapéuticas mutuamente acordadas. Esto identifica la situación de vida que la familia desea lograr para sí misma.
Mientras aclara los objetivos terapéuticos, el terapeuta también está observando y escuchando a los integrantes de la familia: sus esperanzas, temores y necesidades. Creemos que es útil, como parte natural e integral de este proceso, pedir a los distintos miembros de la familia que comuniquen su experiencia acerca del actual proceso que están viviendo. Al solicitar esto y prestando mucha atención a las respuestas, aprendemos muchísimo acerca de los principios de modelamiento que usan para construir el modelo de su experiencia. A continuación transcribimos breves extractos de algunas sesiones iniciales de terapia familiar:
Terapeuta: Y tú, Blanca, como madre y esposa, ¿qué expectativas tienes para ti y tu familia? ¿Qué cambios te gustaría hacer?
Blanca: Bueno, veo mucho resentimiento y amargura en mi familia… Jamás puedo relajarme; basta con mirar a mi esposo, sentado ahí ignorándome como siempre lo ha hecho.
Terapeuta: ¿Cómo sabes que Jaime, tu esposo, te está ignorando, Blanca?
Blanca: ¿Qué quieres decir con «¿Cómo sabes que te está ignorando?»? —cualquiera lo puede ver claramente… No me ha mirado ni una vez desde que estoy hablando. Ni siquiera…
Nótese que en estas pocas líneas el terapeuta ya puede identificar varias pautas importantes. Blanca utiliza fundamentalmente predicados de tipo visual (veo, mirar, ver, claramente, mirado), cuantificadores universales (jamás, siempre, ni una vez) y canal de entrada visual como base de la lectura de mente (equivalencia compleja: ignorándome = no me ha mirado ni una vez). El uso que hace Blanca tanto de predicados visuales como de cuantificadores universales (correlación sintáctica de la Categoría Satir 2 —inculpador) coincide con un esquema común que discutimos en la Parte II de este volumen— específicamente, la congruencia de un inculpador y el uso de predicados visuales.
Terapeuta: Un momento, Blanca (interrumpiendo). Jaime, siento curiosidad por saber algo. ¿Estabas recién ignorando a Blanca?
Jaime: No, pero escuché lo que dijo.
Terapeuta: Dime, Jaime, ¿cuál fue tu experiencia al escuchar lo que ella dijo?
Jaime: Bueno, ella me dice con frecuencia que no sirvo para nada, así es que ya estoy más o menos acostumbrado, tú sabes… Yo sólo…
Terapeuta: Espera un minuto, Jaime, ¿qué fue exactamente lo que escuchaste decir a Blanca?
Jaime: Bueno, yo… eh, bueno, no recuerdo exactamente las palabras que utilizó, pero sonaba como si estuviera muy enojada —la he escuchado hablar así montones de veces antes, recibo el mensaje…
Un terapeuta atento puede extraer otras pautas de estas pocas líneas adicionales. Nótese que Jaime usa gran cantidad de predicados auditivos (escuchó, dice, escuchado, palabras, sonaba), sin embargo es incapaz de recordar las palabras —aparentemente está respondiendo a la tonalidad de la comunicación de Blanca. Además, su comunicación verifica que el intercambio— la inculpación de Blanca —es un patrón que él conoce bien. Nótese que también usa una equivalencia compleja (sonaba como si estuviera muy enojada = me dice que no sirvo para nada) como base para la lectura de mente. Uno de los patrones recurrentes que caracteriza a las familias que están abiertas al cambio y crecimiento de aquellas que están relativamente más cerradas, es el grado en que los integrantes usan la retroalimentación en comparación con la calibración (véase Bateson, p. 9 en Jackson, Vol. 2) en la comunicación de unos con otros. En otras palabras, cada vez que Jaime escucha un tono enojado en la voz de Blanca, él «sabe» que ella le está diciendo que no vale nada, o cada vez que Blanca ve que Jaime no la mira cuando habla, ella «sabe» que él la está ignorando; los miembros de esta familia están relativamente calibrados a la comunicación del otro —no tienen canales bien desarrollados para lograr o pedir retroalimentación. Es decir, en lugar de preguntar a Jaime si está prestando atención y si quiere responderle (pidiendo retroalimentación), Blanca realiza la lectura de mente que dice que si él no la está mirando, la está ignorando. Generalmente, aunque Jaime diga que le está prestando atención, Blanca lo negará— ella está calibrada a la comunicación análoga parcial de Jaime; —aunque él la esté mirando, se produce una calibración que ni siquiera la afirmación posterior de Jaime podrá cambiar. Blanca y Jaime tienen un conjunto de hábitos que constituyen una comunicación calibrada, dejando poco espacio para el cambio.
Julia: Yo quiero responder, pero siento miedo, yo…
Terapeuta: ¿Miedo de qué?
Julia: Bueno, yo… no sé si debo hablar de esto… Mamá siempre…
Paulina: (Interrumpiendo). Desde luego, querida; por favor, exprésate libremente (lo dice con voz áspera, chillona, brazo izquierdo extendido con el índice apuntando a su hija Julia).
Julia: Creo que voy a esperar… No me siento cómoda en este momento.
Terapeuta: Max (dirigiéndose al padre), ¿qué experimentaste durante el reciente intercambio entre tu hija y tu mujer?
Max: Sí, bueno, simplemente no entiendo lo que quieres de nosotros, Julia; empiezas a decir algo, tu madre te estimula y luego te detienes —siempre nos frustras de esa manera.
En este intercambio, al preguntar al padre/esposo por su experiencia de la comunicación entre esposa e hija, el terapeuta descubre que para Max la comunicación presentada por la esposa (inculpación analógica con un mensaje verbal incongruente) a la hija, está representada sólo por la parte verbal. Incluso culpa a su hija Julia (siempre nos frustras de esa manera), por responder a la parte analógica de los mensajes de la madre. El uso de los pronombres plurales (nosotros, nos), le indica al terapeuta el modo en que el padre percibe y representa la alineación de las personas en el sistema familiar.
Existen muchos ejemplos de este tipo —sin embargo, el punto es simplemente que durante la etapa inicial de la terapia familiar, el terapeuta actúa tanto para comprender el objetivo al que quiere llegar la familia como la situación actual que está viviendo. Las pautas más amplias de comunicación entre los miembros de una familia se pueden organizar en forma útil según las siguientes dimensiones:
Esta información será suficiente para permitir al terapeuta una comprensión coherente del estado actual de cada miembro. Ahora veremos la forma en que estos patrones encajan para conformar el sistema familiar.
Un aspecto básico para cualquier discusión de la descripción de una familia como sistema, es la comprensión del proceso mediante el cual las personas se juntan para formar parejas y familias. Esto lo llamamos Principio de Apareamiento.