CAUSA-EFECTO
Numerosos psicólogos infantiles han señalado que los niños no pueden diferenciarse a sí mismos del mundo que los rodea. No han desarrollado ningún mecanismo ya sea para suprimir estímulos que vienen del exterior, ni para distinguir la diferencia entre estímulos originados en el mundo externo de aquellos originados en sus propios cuerpos. Los estímulos sensoriales de cada uno de los canales de entrada en el recién nacido se representan kinestésicamente. Por ejemplo, si hacemos un fuerte ruido cerca del niño, este llorará, no sólo como resultado del ruido, sino también representando el ruido como una sensación corporal. (El niño, al igual que muchos adultos, dará un brinco). Por lo tanto, el principal proceso de representación del niño, será tomar información de todos sus canales de entrada y representar esta información sensorial como sensación corporal. El niño nos ve sonreír y se siente bien; el niño nos ve enojados y se siente mal. Un extraño sonríe y pone su enorme cara frente al bebé; el bebé siente temor y llora.
Por lo tanto, definimos la función de sinestesia como cualquier modelamiento que incluya un sistema representacional y un canal de entrada o salida, en el cual el canal de entrada o salida involucrado esté en una modalidad diferente del sistema representacional en el que está siendo usado. En la psicofísica tradicional, esta función (fuzzy function) se traduce con mayor precisión con el término sinestesia. Como lo demostraremos a lo largo de esta sección, las funciones de sinestesia no son malas, ni locas, ni dañinas en sí, y el resultado de lo que consideramos una terapia efectiva no consiste en la eliminación de estas funciones, sino más bien en comprender que estas pueden ser la base para actividades mucho más creativas de parte de los seres humanos, así como también la base de mucho dolor y sufrimiento. El resultado terapéutico efectivo es que el cliente tenga la opción de operar con funciones de sinestesia o con funciones no sinestésicas.
Sobre esto hay dos aspectos importantes que nosotros como terapeutas debemos aprender. Primero, que muchas de las llamadas experiencias de impresión (imprint) en niños pequeños se deben a que los padres u otras personas no respetan los procesos ver-sentir, oír-sentir y sentir-sentir de los niños, lo que puede derivar, aunque no intencionalmente, en experiencias atemorizantes o traumáticas para ellos. Lo segundo que podemos aprender es que como niños estamos conectados para tener representaciones del tipo ver-sentir y oír-sentir. Estos circuitos no se disuelven al convertirnos en adultos. Muchos adultos usan estos procesos de representación cuando ven sangre y sienten náuseas; cuando oyen una voz inculpadora que les grita y sienten temor. Estos procesos son especialmente comunes en momentos de tensión. La tensión, por definición, es una sensación corporal que se produce debido a un conjunto de eventos originados dentro o fuera del organismo. No estamos sugiriendo que esta forma de representación sea mala, equivocada o inútil. Más bien, estamos señalando una característica que se da con frecuencia en las experiencias de tensión de todos nosotros. Cuando un cliente hace una afirmación semánticamente mal-formada tal como:
Mi padre me hace sentir rabia.
Respondemos preguntando cómo, específicamente, él hace esto. La respuesta de nuestro cliente casi inevitablemente será una descripción de algo que oyó o vio (o ambos) en una situación generada con el padre. El cliente que hace afirmaciones semánticamente mal-formadas de Causa-Efecto está viendo-sintiendo, oyendo-sintiendo, o ambos. De modo que cuando este cliente describe la representación de su experiencia como:
Cuando mi padre me mira de esta manera (haciendo una mueca), me da rabia.
Está, de hecho, describiendo la experiencia de ver-sentir. Por eso, cuando en la anterior cita de Magia I dijimos que la respuesta del cliente es generada a partir de su modelo del mundo, que la emoción resultante es una respuesta basada en ese modelo del cliente, y que en una representación Causa-Efecto, el índice referencial de responsabilidad está sobre el mundo, estamos, de hecho, describiendo el resultado de circuitos ver-sentir y oír-sentir que están fuera de control. Cuando decimos que estos clientes no están asumiendo ninguna responsabilidad por emociones que podrían controlar, no estamos diciendo que todos deberían ser siempre racionales y razonables, sino que los seres humanos pueden elegir cuándo y dónde usar los procesos de ver-sentir y oír-sentir[29].