MINI GLOSARIO

Congruencia/Incongruencia:
El término congruencia es usado para describir una situación en la cual la persona que comunica ha alineado todos sus canales de salida de tal modo que cada uno de ellos está representando, llevando o transmitiendo el mismo mensaje o un mensaje compatible. Cuando todos los canales de salida de una persona (postura corporal y movimientos, tonalidad y ritmo de voz, palabras) están representando el mismo mensaje o mensajes compatibles, se dice que la persona es congruente. La experiencia de un ser humano congruente es generalmente descrita por otras personas como alguien que tiene presencia, que sabe de qué está hablando, que es carismática, dinámica y otra cantidad de superlativos. Dos ejemplos sobresalientes de personas que han desarrollado esta habilidad de ser congruente son la famosa terapeuta familiar Virginia Satir y uno de los bailarines más famosos del mundo, Rudolf Nureyev.
El término incongruente se aplica a una situación en la cual la persona que comunica está presentando un conjunto de mensajes a través de sus canales de salida que no coinciden, no son compatibles —se dice que esta persona es incongruente. La experiencia de una persona incongruente descrita por otros señala que esa persona presenta confusión, no sabe qué quiere realmente, es inconsecuente, no confiable e indecisa.
Los términos congruente e incongruente pueden aplicarse a los mensajes presentados por los canales de salida de una persona y a las personas propiamente tales. De esta manera, si los mensajes transmitidos por dos canales de salida son incompatibles, no calzan, no coinciden, son incongruentes; si coinciden, son congruentes.
Finalmente, los términos congruente/incongruente pueden aplicarse a las representaciones de diferentes sistemas representacionales usando el mismo criterio establecido más arriba.
Metamensajes/Paramensajes:
El término metamensaje se aplica a un mensaje (A) con respecto a otro mensaje (B) si se cumplen dos condiciones:
El mensaje A es meta con respecto al mensaje B si y sólo si:
  1. Tanto A como B son mensajes del mismo sistema representacional o del mismo canal de salida

    y

  2. A es un mensaje acerca de B (en forma equivalente, A contiene a B en su esfera de acción).
Por ejemplo, si el mensaje B es la frase Me siento enojado, entonces el mensaje A es considerado meta con respecto a B, cuando A es la frase Siento temor de sentirme enojado.
El término paramensaje se aplica a dos o más mensajes expresados simultáneamente en diferentes sistemas representacionales o (más comúnmente) en diferentes canales de salida. Los paramensajes pueden ser congruentes o incongruentes entre sí. Por ejemplo, si una mujer dice la frase Estoy triste con un tono de voz fuerte y amenazante, el mensaje representado por las palabras Estoy triste y la tonalidad de la voz son paramensajes, en este caso, incongruentes. Los paramensajes son siempre mensajes del mismo nivel lógico, expresados en diferentes sistemas representacionales o canales de salida.
Consecuente/Contradictorio:
el término consecuente se aplica a dos o más mensajes del mismo tipo lógico (expresados en el mismo sistema representacional o canal de salida) que son compatibles —ambos pueden ser verdaderos en el mismo momento. Por ejemplo, las afirmaciones
Tengo hambre.
y
Quiero comer. Son mensajes consecuentes.
El término contradictorio se aplica a dos o más mensajes del mismo tipo lógico (expresados en el mismo sistema representacional o canal de salida) que son incompatibles —no pueden ser ambos verdaderos en el mismo momento. Por ejemplo, cualquier frase y su negación:
Tengo hambre.
y
No tengo hambre. Son de este tipo.
Posición/Categoría Satir.
Virginia Satir ha identificado cuatro categorías de comunicación o posiciones que las personas adoptan cuando están sometidas a presiones. Cada una de estas categorías Satir se caracteriza por una determinada postura corporal, conjunto de gestos, sensaciones corporales acompañantes y sintaxis.
  1. Apaciguador
    Las palabras concuerdan —(«Lo que tú quieras está bien. Estoy aquí sólo para hacerte feliz»).
    El cuerpo apacigua —(«No tengo remedio»).
    El estado interior —(«Me siento como la nada; sin él estoy muerta. No valgo nada»).
    El apaciguador siempre habla para congraciarse, tratando de agradar, disculpándose, nunca discrepa, pase lo que pase. Es una persona que siempre dice «sí». Habla como si no pudiera hacer nada por sí misma; necesita siempre la aprobación de otro. Más adelante ustedes descubrirán que si representan este rol aunque sea por unos minutos, sentirán náuseas.
    Una gran ayuda para hacer un buen trabajo apaciguador es pensar que somos alguien que no vale nada. Que somos afortunados de que se nos permita comer. Que le debemos gratitud a todos y que somos los responsables de todo lo que no funciona. Sabemos que podríamos detener la lluvia si usáramos el cerebro, pero no tenemos. Naturalmente, estaremos de acuerdo con cualquier crítica en contra nuestra. Estaremos, por supuesto, agradecidos si alguien nos dirige la palabra, sin importar qué diga ni cómo lo diga. No se nos pasaría por la mente pedir algo para nosotros mismos. Después de todo, ¿quiénes somos para pedir? Además, si somos lo suficientemente buenos, eso llegará solo.
    Sean lo más melosos, martirizados y chupamedias que puedan. Imagínense que están hincados sobre una rodilla, tambaleándose un poco, estirando una mano en actitud de mendigo, y asegúrense de levantar la cabeza para que les duela el cuello, los ojos se les pondrán tan tensos que en poco rato tendrán dolor de cabeza.
    Al hablar en esta posición, la voz será quejumbrosa y chillona, porque al mantener el cuerpo en una posición tan baja no tendrán aire para mantener una voz rica y plena. Se encontrarán diciendo «sí» a todo, sin importar lo que piensen o sientan. La posición apaciguadora es la postura corporal que coincide con la respuesta apaciguadora.
  2. Inculpador
    Las palabras expresan desacuerdo —(«Nunca haces nada bien. ¿Qué es lo que pasa contigo?»).
    El cuerpo inculpa —(«Yo soy el jefe aquí»).
    El estado interior —(«Estoy solo y fracasado»).
    El inculpador es un buscador de culpas, un dictador, un jefe. Actúa con superioridad, y parece estar diciendo: «Si no fuera por ti, todo andaría bien». La sensación interna es de tensión en los músculos y órganos. Mientras tanto, la presión sanguínea aumenta. La voz es dura, tensa, con frecuencia aguda y fuerte.
    Un buen inculpador debe ser lo más ruidoso y tirano que pueda. Debe aplastar todo y a todos.
    Para hacer este rol, es útil imaginarnos apuntando acusatoriamente con el dedo y comenzar las frases con «nunca haces esto o siempre haces esto, o por qué tú siempre o por qué tú nunca…», etc. No hay que molestarse en esperar una respuesta. Eso no es importante. El inculpador está mucho más interesado en hacer sentir su peso y opiniones que en encontrar respuestas acerca de algo.
    Nos demos cuenta o no, al inculpar respiramos a través de pequeños borbotones rígidos, sujetando la respiración, porque los músculos del cuello están muy tiesos. ¿Han visto alguna vez a un inculpador experto con los ojos saltados, los músculos del cuello tensos, las fosas nasales aleteando, la cara roja y la voz como la de alguien paleando carbón? Imagínense de pie con una mano en las caderas y el otro brazo extendido con el índice apuntando. El rostro lo tienen retorcido, los labios crespos, las fosas nasales ensanchadas mientras vociferan, llamando a otras personas, criticando todo lo que hay bajo el sol.
  3. Computador
    Las palabras son ultra-razonables —(«Si observamos cuidadosamente, notaremos las manos desgastadas de alguien que está presente aquí»).
    El cuerpo computa —(«Estoy calmado, frío y repuesto»).
    El estado interior —(«Me siento vulnerable»).
    El computador es muy correcto, muy razonable, aparentemente no tiene ningún sentimiento que mostrar. Es tranquilo, frío y dueño de sí mismo. Se podría comparar a un computador o diccionario. El cuerpo se siente seco, a menudo frío y disociado. La voz es una árida monotonía y las palabras son más bien abstractas.
    Para este rol debemos usar las palabras más largas, aunque no sepamos su significado. Al menos pareceremos inteligentes. De cualquier modo, después del primer párrafo nadie estará escuchando. Para estar realmente en disposición para este rol, imagínense que la columna es una larga y pesada barra de acero que se extiende desde los glúteos hasta la nuca y que tienen un ancho collar de acero alrededor del cuello. Manténganse tan inmóviles como puedan, incluyendo la boca. Tendrán que hacer un gran esfuerzo para no mover las manos, pero háganlo.
    Cuando estén computando, la voz naturalmente se apagará porque no tienen sensaciones del cráneo hacia abajo. La mente está concentrada en no moverse y ustedes están ocupados buscando las palabras correctas. Después de todo, jamás deben equivocarse. Lo triste de este rol es que parece representar una meta ideal para muchas personas. «Digan lo correcto; no muestren sentimientos; no reaccionen»
  4. Distractor

    Las palabras son irrelevantes _ (las palabras no tienen sentido).

    El cuerpo es anguloso y desconectado, en otro mundo.

    El estado interior —(«A nadie le importa. No hay lugar para mí»).

    Todo lo que el distractor hace o dice es irrelevante para lo que cualquier otra persona esté haciendo o diciendo. Nunca da una respuesta concreta. Su sensación interna es de vértigo. La voz es como un sonsonete, generalmente en desarmonía con las palabras, y puede subir o bajar sin motivo porque no está centrada en nada.

    Al jugar el rol distractor, es útil imaginarse a uno mismo como un trompo desequilibrado, girando constantemente, pero sin saber adonde vamos y sin damos cuenta cuándo llegamos. Deberán estar muy ocupados moviendo la boca, el cuerpo, los brazos, las piernas. Asegúrense de no decir nada concreto. Ignoren las preguntas de los demás; hagan una ustedes pero sobre otro tema. Saquen una hilacha imaginaria de la ropa de alguien, desaten los cordones de los zapatos, etc.

    Imaginen el cuerpo yendo en diferentes direcciones al mismo tiempo. Junten las rodillas en forma exagerada, como un patituerto. Así se destacarán más los glúteos y les será más fácil doblar los hombros para mover brazos y manos en direcciones opuestas.

    Al principio, este rol parece ser aliviador, pero después de unos minutos surge una terrible soledad y falta de sentido. Si pueden mantener un movimiento suficientemente rápido, no lo notarán tanto.

Como práctica para ustedes, adopten durante sesenta segundos las cuatro posiciones físicas descritas y vean qué les ocurre. Debido a que muchas personas no están acostumbradas a sentir sus reacciones corporales, al principio descubrirán que están tan ocupadas pensando que no pueden sentir. Manténganse así y comenzarán a tener las sensaciones internas que han experimentado tantas veces antes. Luego, cuando estén sobre sus propios pies, libremente relajados y capaces de moverse, descubrirán que las sensaciones internas cambian.

Mi intuición es que estas formas de comunicación se aprenden en la temprana infancia. Mientras el niño trata de abrirse camino a través del complicado y a veces amenazante mundo en el que se encuentra, usa uno u otro de estos medios para comunicarse. Después de un uso prolongado, no puede distinguir su respuesta de su sentimiento de valía o de su personalidad.

El uso de cualquiera de estas cuatro respuestas forja otro anillo en los sentimientos de inferioridad y de baja autoestima de un individuo. Actitudes prevalecientes en nuestra sociedad refuerzan también estas formas de comunicarse —muchas de las cuales son aprendidas en las rodillas de nuestras madres.

«No exijas; es egoísmo pedir cosas para uno mismo», ayuda a reforzar la actitud apaciguadora.

«No permitas que nadie te pase a llevar; no seas cobarde», refuerza la actitud inculpadora.

«No seas tan serio. ¡Disfrútalo! ¿A quién le importa?», refuerza la actitud distractora.

(Peoplemaking [Haciendo personas], pp. 63-72; Science and Behaviour Books).

Finalmente, podemos añadir a las excelentes descripciones de Satir las correlaciones sintácticas que las acompañan:

Categoría Satir 1 —Apaciguador

Uso de calificativos: si, sólo, justo, aún, etc. Uso de los verbos en modo subjuntivo: podría, sería, etc. Violaciones a la lectura de mente.

Categoría Satir 2 —Inculpador

Uso de cuantificadores universales: todo, cada vez, cualquier, etc. Uso de preguntas negativas: ¿Por qué no…? ¿Cómo es que no…?

Violaciones Causa-Efecto.

Categoría Satir 3 —Computador (super-razonable)

Eliminación de los sustantivos de argumentación del experimentador —el sujeto de los verbos activos como en Yo veo o como puede ser visto, o del objeto de los verbos en los cuales el sustantivo de argumentación del objeto es el experimentador como en me molesta o X está molestando. Uso de sustantivos sin índice referencial: esto, uno, gente, etc. Uso de nominalizaciones: frustración, stress, tensión, etc.

Categoría Satir 4 —Distractor

Esta categoría es una combinación de las otras tres; así, la sintaxis que la identifica es una alternación rápida de los patrones sintácticos de cada una de las tres anteriores. Además, el cliente que exhibe esta categoría rara vez usa pronombres en sus respuestas referidas a partes de las oraciones y preguntas del terapeuta.