PARAMENSAJES

Hemos considerado que la siguiente forma de organizar nuestra experiencia en terapia y comunicación es más útil para ayudar a los clientes en el cambio: el cliente presenta un conjunto de mensajes, no más de uno por canal de salida. A estos mensajes los llamamos paramensajes. Ninguno de estos mensajes presentados simultáneamente es meta con respecto a otro. Así, en forma más general, ninguno de los mensajes del conjunto simultáneamente presentado puede ser de un nivel lógico diferente de ningún otro. Esta clasificación podemos representarla visualmente en el siguiente diagrama:

Esquema Grinder/Bandler

Hay tres diferencias importantes entre el modelo de Bateson y esta forma de organizar nuestra experiencia en terapia y comunicación. Primero, nosotros distinguimos un mensaje (posible) por canal de salida, mientras que el esquema de Bateson es binario, dividiendo los mensajes en una parte de relación (analógico) y una parte de contenido (verbal). Nuestro método nos permite detectar las incongruencias de los mensajes múltiples. Sin embargo, la separación binaria, permitiendo sólo una verificación de la congruencia (analógica versus verbal), no sirve para los casos (que encontramos con mucha frecuencia) en que las diversas formas que tiene una persona para expresar mensajes analógicamente no coinciden entre ellas, es decir, cuando son incongruentes. El caso que mencionamos previamente contiene varios ejemplos de este fenómeno:

o

En esta forma, hemos generalizado el esquema binario de Bateson en un esquema n-ario (n es el número de canales de salida disponibles para llevar mensajes[14]). Esta generalización nos permite detectar las incongruencias de todos los mensajes que el cliente nos presenta. Así, el esquema de Bateson puede ser considerado como un caso especial del nuestro, en el cual todos los paramensajes analógicos coinciden.

La segunda diferencia importante para la organización de nuestra experiencia en comunicación y terapia, y que difiere del esquema de Bateson, es que en cualquier conjunto de mensajes simultáneamente presentados, aceptamos cada mensaje como una representación igualmente válida de la experiencia de esa persona. En nuestro modelo, ninguno de los paramensajes es más válido —o más verdadero, o más representativo— que otro. Ninguno de los paramensajes del conjunto es meta con respecto a otro miembro de su conjunto[15]. Nosotros consideramos, más bien, que en un conjunto de paramensajes cada uno de los mensajes representa una porción del modelo del mundo del cliente. Cuando el cliente se está comunicando en forma congruente, cada uno de los paramensajes coincide, calza, es congruente con cada uno de los otros. Esto nos indica que todos los modelos que el cliente está usando para guiar su comportamiento en un momento determinado son consecuentes (o, en forma equivalente, que el cliente está usando un solo modelo del mundo). Cuando el cliente nos presenta un conjunto de paramen-sajes en conflicto, cuando se está comunicando en forma incongruente, sabemos que los modelos del mundo que está usando para guiar su comportamiento son inconsecuentes. Aceptamos cada uno de los paramensajes en conflicto como una representación válida del modelo que el cliente tiene para su comportamiento —estos para-mensajes en conflicto son indicadores de los recursos que tiene el cliente para enfrentar el mundo. Cuando la incongruencia es vista de esta manera, desaparece el problema de decidir cuál de los mensajes conflictivos presentados simultáneamente es real, verdadero o válido, y las incongruencias en sí mismas se convierten en la base para el crecimiento y el cambio.

Además del incremento en las posibilidades terapéuticas que esta forma de organizar la experiencia nos brinda, no hemos podido encontrar ningún caso específico en nuestra experiencia donde un mensaje del conjunto de paramensajes sea meta con respecto a otro. Por ejemplo, en el caso que describimos previamente, ¿en qué sentido es la mano izquierda con el índice extendido un comentario sobre o un mensaje acerca de las palabras que dice el cliente? Nuestra experiencia ha sido que las palabras utilizadas por el cliente son consideradas tan útiles como comentario sobre o mensaje acerca del mensaje comunicado por la mano izquierda con el índice extendido, y viceversa. En esta forma, llegamos a una clasificación de los paramensajes —mensajes del mismo nivel lógico. Con esta organización evitamos una dificultad que surge en el esquema de Bateson, la de decidir qué mensaje del conjunto de paramensajes es meta con respecto a los otros. Un caso en el cual la inutilidad de intentar tomar esta decisión queda particularmente clara, es aquel en el cual el cliente es incongruente tanto en un momento determinado como en un período de tiempo y, por lo tanto, el mensaje resulta invertido. Específicamente, una de las participantes en nuestro seminario estaba trabajando en unos patrones que ella había desarrollado en su sistema familiar original. Como ocurre con muchos, sino con todos nosotros, que hemos tenido dos adultos actuando como nuestros padres, sus padres discrepaban acerca del trato que ella debía recibir. Y, como es el caso de muchos, sino de todos nosotros, la niña se ve enfrentada con la gigantesca tarea de integrar los mensajes conflictivos que recibió de sus padres. Uno de los participantes del seminario comenzó a trabajar con ella en torno a estos patrones, y notó lo siguiente: cuando Elena se dirigía a su padre (en fantasía), ella se paraba derecha, con los pies separados, con la mano izquierda sobre su cadera, mano y brazo derechos extendidos con el índice apuntando, voz quejumbrosa y afirmaciones típicas tales como:

Hago un duro esfuerzo para agradarte, papá; sólo dime qué quieres que haga.

O bien, se paraba en actitud derrotada, con los pies juntos, brazos y manos extendidos, palmas hacia arriba, voz fuerte, tosca y grave y afirmaciones típicas tales como:

¿Por qué nunca haces lo que yo quiero que hagas?

Si ponemos estos patrones en una tabla, vemos:

En el esquema de Bateson, el terapeuta se enfrenta con varias dificultades. Primero, debe decidir en el Tiempo 1 cuál de los mensajes que Elena está presentando es el válido. Ya que, en este esquema binario, el mensaje de relación es meta con respecto al mensaje de contenido (palabras), constituye el mensaje real o válido acerca de la relación de Elena con su padre. Aquí surge una dificultad, ya que los mensajes transmitidos por los sistemas analógicos, en sí mismos, no coinciden; específicamente:

Supongamos, sin embargo, que puesto que la mayoría de los mensajes no verbales coinciden, pasamos por sobre esta dificultad y decidimos que el mensaje transmitido por la postura corporal y los gestos es la representación verdadera o válida de la relación de Elena con su padre. Ahora surge la segunda dificultad. En el Tiempo 2, la comunicación de Elena ha cambiado radicalmente. Específicamente, si comparamos los mensajes en el Tiempo 1 y en el Tiempo 2 en forma pareada (postura corporal en el Tiempo 1 con postura corporal en el Tiempo 2), vemos que están absolutamente invertidos. Por lo tanto, cuando Elena está comunicando en el Tiempo 2, el terapeuta, usando los mismos principios, es forzado a llegar a una comprensión de la relación de Elena con su padre que está en conflicto con lo que él había decidido, basado en la comunicación de Elena en el Tiempo 1.

Al usar el modelo propuesto por nosotros, no surgen dificultades en el caso de la relación de Elena con su padre. Tanto en el Tiempo 1 como en el Tiempo 2, Elena es incongruente —en ambos tiempos, el conjunto de paramensajes no coincide, sino que más bien están dispuestos como sigue:

Lo que hace que la comunicación de Elena sea particularmente interesante es que el primer conjunto de mensajes en el Tiempo 1 es congruente con el segundo conjunto de mensajes en el Tiempo 2, mientras el segundo conjunto de mensajes en el Tiempo 1 es congruente con el primer conjunto de mensajes en el Tiempo 2. En otras palabras, los mensajes analógicos de Elena (descontando temporalmente la cualidad de la voz) en el Tiempo 1 coinciden con su mensaje verbal en el Tiempo 2, y viceversa. Debido a que en el sistema de paramensajes todos los mensajes son igualmente válidos, la dificultad nunca surge —el caso de Elena (un caso razonablemente familiar, según nuestra experiencia) se entiende fácilmente. Elena tiene dos modelos de la relación con su padre —experimenta dolor y falta de alternativas, su comportamiento no es consecuente con respecto a su padre, y estos dos modelos son, en este momento, inconsecuentes. Sin embargo, ambos son expresiones igualmente válidas de sus verdaderos sentimientos hacia su padre —ambos constituyen recursos para Elena, partes de sí misma que ella puede integrar. Más adelante regresaremos al caso de Elena para demostrar la estrategia de integración.

Proponemos continuar con el uso de la meta distinción en nuestro modelo. Sin embargo, para que un mensaje (A) sea etiquetado meta con respecto a algún otro mensaje (B), deben cumplirse dos condiciones:

Un mensaje (A) será meta a un mensaje (B) si y sólo si:

  1. Tanto A como B son mensajes del mismo sistema representacional o del mismo canal de salida;

    y

  2. A es un mensaje acerca de B (en forma equivalente, A contiene a B en su esfera de acción —la condición Bateson/Russell).

Ahora nótese que, como lo establecimos previamente, debido a que cada canal de salida puede transmitir sólo un mensaje a la vez, los mensajes que son presentados simultáneamente jamás serán meta uno con respecto al otro. La condición (a) asegura esto, al establecer que el metamensaje de relación sólo puede ocurrir entre mensajes expresados en el mismo sistema representacional o canal de salida[16]. Por lo tanto, naturalmente se deduce que los paramensajes (conjunto de mensajes presentados en forma simultánea por una persona) nunca serán meta uno con respecto a otro.

Conservar la meta distinción es útil para nuestro trabajo. Consideremos, por ejemplo, el siguiente caso: un cliente está describiendo sus sentimientos acerca de su experiencia en el trabajo. Mientras dice en un tono de voz bajo y quejumbroso:

Realmente estoy comenzando a disfrutar de mi trabajo.

Empuña ambas manos, levantando primero su puño izquierdo y luego bajándolo hasta el brazo de la silla. El terapeuta decide hacer metacomentarios acerca de estos trozos de comunicación analógica (gesto corporal y voz). El terapeuta se inclina hacia adelante y dice:

Le oí decir que estaba realmente empezando a disfrutar de su trabajo, y, mientras decía esto, me percaté de otras dos cosas: su voz no sonó como que estuviera disfrutando su trabajo, y empuñó sus manos y golpeó el brazo de la silla con su puño izquierdo.

Según el modelo que hemos desarrollado, el terapeuta tuvo éxito con su metacomentario. Específicamente, sus metacomentarios se refirieron a tres mensajes presentados por el cliente:

Mensajes del Cliente:

Las palabras: Realmente estoy comenzando a disfrutar de mi trabajo.

El tono de voz del cliente traducido a palabras por el terapeuta: Su voz no sonó como que estuviera disfrutando su trabajo.

El movimiento corporal del cliente traducido a palabras por el terapeuta: Empuñó sus manos y golpeó el brazo de la silla con su puño izquierdo.

Metacomentario o Metamensaje del Terapeuta:

Las palabras: Le oí decir que estaba realmente empezando a disfrutar de su trabajo, y, mientras decía esto, me percaté de otras dos cosas: su voz no sonó como que estuviera disfrutando su trabajo, y empuñó sus manos y golpeó el brazo de la silla con su puño izquierdo.

El metamensaje del terapeuta reúne las dos condiciones que presentamos previamente —está en el mismo sistema representacional que el mensaje del cliente, y es un mensaje acerca de los mensajes del cliente. Nótese que, para presentar exitosamente el metamensaje al cliente, el terapeuta tuvo que traducir otros mensajes (presentados en canales de salida [tono de voz y movimiento corporal], distintos de los que él pretendía usar para presentar el metamensaje [lenguaje]) a ese canal de salida —el terapeuta tradujo el comportamiento no verbal del cliente a palabras y luego comentó ese comportamiento con palabras. El terapeuta ha empleado el sistema representacional Meta-Táctica II (Cambiando Sistemas Representacionales) como parte esencial de su metamensaje.

La tercera forma en que nuestro modelo de incongruencia difiere del modelo de Bateson es que no hay restricciones en la integración de las partes de la persona representadas por los paramensajes cuando son incongruentes, debido a que en el conjunto de paramensajes ningún mensaje es meta con respecto a otro. En el modelo binario en el cual todos los mensajes de relación (analógicos) son meta con respecto a los mensajes de contenido (digital), cualquier intento por integrar las partes de la persona representadas por estos mensajes conflictivos es automáticamente una violación a la Teoría de los Tipos Lógicos. Por lo tanto, en el contexto de este modelo, tal intento de integración invita a la paradoja. Volveremos a este punto más adelante en la sección acerca de la integración. En la tabla siguiente demostraremos las tres principales diferencias entre nuestro modelo de incongruencia y aquel desarrollado por Bateson y sus colegas:

Ahora presentaremos una estrategia para usar las incongruencias del cliente como base para el crecimiento y el cambio.