El terapeuta ha clasificado las incongruencias del cliente en dos polaridades, usando la técnica de la silla vacía de Perls. Una de las polaridades del cliente es inculpadora visual y la otra apaciguadora kinestésica. La cliente, una mujer llamada Beatriz, está en la silla de la polaridad inculpadora visual, expresando congruentemente su enojo.
Terapeuta:… Sí, y dile exactamente lo que ves mientras la miras, sentada ahí llorando.
Beatriz: Sí, lo sé… te observo… siempre te sientas por ahí llorando y sintiendo lástima por ti misma. Tus ojos están tan llenos de lágrimas que ni siquiera ves lo que estás haciendo.
Terapeuta: ¡Ahora, Beatriz, cámbiate de silla!
Beatriz: (Se cambia a la otra silla, su postura corporal, gestos y tonalidad cambian a un conjunto de paramensajes congruentemente apaciguadores) oh… (llorando calladamente)… oh, me siento tan mal… me duele el estómago y quiero que me dejen sola (sigue llorando).
Terapeuta: (Notando que Beatriz está expresando cada una de sus polaridades en forma congruente y que están clasificadas de tal manera que no hay sobreposición entre los sistemas representacionales y las categorías Satir, el terapeuta decide usar el sistema representacional que no está presente en ninguna de las polaridades para ayudarlas a tomar contacto —el sistema auditivo). Beatriz, ¿escuchaste lo que ella (indicando la silla de la polaridad inculpadora visual, ahora vacía) te dijo?
Beatriz: ¿Qué?… lo que ella dijo. (Mirando a la otra silla). Sí, creo que sí…
Terapeuta: ¿Me puedes decir qué dijo?
Beatriz:… oh… No estoy segura; creo que no la escuché.
Terapeuta: Está bien, Beatriz, pregúntale qué te dijo. Llámala por su nombre.
Beatriz: Beatriz, ¿qué me dijiste?
Terapeuta: ¡Cámbiate! (Beatriz se cambia a la otra silla, nuevamente su cuerpo y otros canales de salida cambian a la polaridad inculpadora). ¡Ahora, Beatriz, responde!
Beatriz: ¿Respondo?… ¿respondo a qué?
Terapeuta: ¿Escuchaste lo que ella te dijo?
Beatriz:… Bueno, no, pero ella siempre…
Terapeuta: (Interrumpiéndola). ¡Pregúntale qué te dijo!
Beatriz: Bueno, ¿qué me…? (interrumpiéndose) oh, me acordé.
Terapeuta: ¿Qué?
Beatriz: Me preguntó qué le había dicho.
Terapeuta: Respóndele.
Beatriz: Todo lo que haces es llorar y sentir lástima por ti misma.
Terapeuta: Beatriz, cámbiate de silla (Beatriz se cambia). Ahora, ¿escuchaste lo que te dijo?
Beatriz: Sí, me dijo que lo único que hacía era llorar y sentir lástima por mí misma.
Terapeuta: Sí, respóndele.
El terapeuta sigue trabajando con Beatriz, asegurándose de que cada vez que se cambia haya escuchado exactamente lo que la otra polaridad dijo, antes de intentar responder. En esta forma, las dos polaridades comienzan a hacer contacto una con otra, dan a conocer sus necesidades, aprendiendo a comunicarse y a cooperar una con otra, hasta ser verdaderamente un recurso para Beatriz y no una fuente de dolor e insatisfacción.