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Familia

Muy poco se sabe del origen de este rey… los egiptólogos tempranos, Wilkinson, Leemans, Rougé, Mariette, creían que era un hijo menor de aquel faraón [Ajenatón], probablemente de una concubina… Como iluminación para este asunto podemos añadir que Juniatonu [Ajenatón] entregó de buena gana a sus hijas a maridos que no tenían conexión alguna con su familia, o sólo muy ligera: Toutânkhamanou puede que no tuviera lazos de sangre con él, igual que Aya. Fuera cual fuese su origen, llegó al trono bajo el nombre de Touatânkhatonou, a través del matrimonio. La hija con la que se casó, Ankhousnepatonou, era la tercera en orden de nacimiento, pero realmente no tenemos forma de saber si el acontecimiento tuvo lugar durante la vida de su padre o de su cuñado, Sâkerîya, o si, habiendo usurpado el poder después de la muerte o deposición de Sâkerîya, legitimó su usurpación mediante esa alianza.

GASTON MASPERO[160]

Maspero, que escribía en 1912, se confundía en cuanto al lugar exacto que ocupaba Tutankamón en la familia real. Como he escrito ya, casi un siglo después de Maspero los egiptólogos estaban más confusos aún con cada nueva prueba que parecía contradecir lo que se había encontrado antes. Sin embargo, se pueden usar las pruebas proporcionadas por su tumba, combinadas con la información espigada en Tebas y Amarna, para reconstruir una familia (o más bien una serie completa de familias posibles) para Tutankamón.

Un elemento clave en este trabajo son las pruebas genéticas o análisis de ADN. En un mundo ideal, esto habría permitido colocar a la momia directamente en el hueco correspondiente de su árbol genealógico. Sin embargo, como ocurre siempre en la egiptología, las cosas no son tan sencillas. El ADN antiguo no se conserva demasiado bien en los climas cálidos; puede que sencillamente resulte imposible obtener una muestra válida para su análisis. La contaminación supone un auténtico problema. Tutankamón, por ejemplo, yació expuesto en el taller del embalsamador durante más de cuarenta días, antes de que se le aplicaran las vendas; 3.000 años después, de nuevo quedó expuesto mientras trabajaba el equipo de Carter, que sudaba, perdía células de la piel e incluso fumaba a su alrededor. Eso condujo directamente a un tercer problema. Aunque indudablemente tenemos las momias de muchos de los miembros de las familias reales de las dinastías 18, 19 y 20, no podemos estar absolutamente seguros de haber identificado correctamente esas momias, y el hecho de que casi todos los enterrados en el Valle muy posiblemente estuvieran emparentados entre sí, no hace más que aumentar la confusión. Sin comprender de una manera precisa quién es quién, los resultados del ADN, por muy precisos que sean, se quedan sin sentido, en esencia.

Sabemos que Tutankamón es Tutankamón (o, para ser más exactos, sabemos que aquellos que le enterraron creían que era Tutankamón) porque fue descubierto dentro de sus sarcófagos sellados. De forma similar, confiamos en que Yuya y Tuya sean quienes dicen que son. Pero todas las demás momias reales fueron desenvueltas y vueltas a envolver en la Antigüedad, y su identificación se basa en las etiquetas garabateadas por los funcionarios de la necrópolis, cientos de años después de su muerte. Algunas de esas etiquetas se pueden aceptar sin vacilar. La momia etiquetada como Ramsés II, por ejemplo, es la de un hombre extraordinariamente viejo, y eso parece razonable, ya que la historia nos dice que Ramsés gobernó el Egipto de la 19.a dinastía durante más de sesenta años. Otras etiquetas son menos convincentes. En particular, la momia identificada como el veterano guerrero de la 18.a dinastía Tutmosis I parece ser de un joven de veintipocos años, y eso resulta claramente incompatible con lo que conocemos de su historia.[161] De más relevancia para nuestro estudio de Tutankamón, la momia muy deteriorada identificada como Amenhotep III, que debería ser la del padre de Ajenatón y abuelo de Anjesenamón, ha recibido un escrutinio muy detallado porque exhibe una técnica de envoltorio muy anacrónica y es posible, por tanto, que no pertenezca al final de la 18.a dinastía.[162]

De forma inversa, nuestra fascinación con la familia real de Amarna y nuestra familiaridad con determinados individuos nos ha llevado a concentrarnos en ese período, ignorando otros. La Dama Joven (KV 35 YL), descubierta en la cámara lateral de la tumba depósito de Amenhotep II, es un ejemplo excelente de este hecho. Aunque superficialmente hay poco que sugiera que se trata de un cuerpo de Amarna, todas las investigaciones de la década pasada han empezado suponiendo que lo es. Por tanto, resulta curioso que, mientras la Dama Mayor (KV 35 EL) y la Dama Joven se han sometido a intenso escrutinio, el «príncipe» anónimo que se encuentra entre ellas ha quedado virtualmente ignorado. Si esos tres cuerpos son, realmente, de Amarna, el del joven ¿podría ser el del hermano de Ajenatón muerto prematuramente, Tutmosis? ¿O el del hijo de Ajenatón cuyo nombre ignoramos? ¿O incluso del marido de la segunda princesa de Amarna, Meketatón?

A primera vista, todo esto parece muy negativo y descorazonador. Pero no debemos tomárnoslo así. Se trata simplemente de una explicación de por qué no podemos analizar sencillamente el ADN de Tutankamón y colocarlo en el hueco adecuado en su familia. La prueba no es tan definitiva como podría hacernos creer la prensa popular, y hay que tener en cuenta otros muchos factores. Entre ellos se incluyen los datos anatómicos y dentales que se obtienen más tradicionalmente y, por supuesto, las pruebas históricas y arqueológicas.[163]

Un asunto que se puede resolver de inmediato es el de la edad de la muerte de Tutankamón, y a partir de ahí, la edad de su ascenso al trono. Siempre se supo que Tutankamón había disfrutado de un reinado relativamente breve. Antes de 1922 hubo algunas especulaciones sobre si fue un cortesano de edad que, en ausencia de heredero varón al trono, se convirtió en rey a través del matrimonio con la única princesa superviviente de Amarna, Anjesenamón, y luego murió de vejez. Esto ahora se ve firmemente descartado, ya que su cuerpo es innegablemente el de un joven que murió entre los diecisiete y los veintidós años de edad. Como la edad que se cita más comúnmente son los dieciocho, es la edad que usaremos para nuestra discusión. El último año de reinado de Tutankamón, indiscutible porque se confirma en una jarra de vino sellada descubierta en su tumba, es el año 9. Se encontró también un sello del «año 10»; es probable que se refiera a Tutankamón, pero el nombre real, que resultaría crucial, se omite y, por tanto, podría referirse a otro rey distinto. Un sello del «año 31» que pertenece a otro rey anónimo probablemente se refiera a un vino viejo sellado durante el reinado de Amenhotep III.

Combinando estas pruebas, podemos deducir que Tutankamón llegó al trono de niño, con unos ocho años, y que murió en el año décimo de su reinado, con dieciocho. Esto se ve apoyado considerando su guardarropa, que incluye al menos un traje de medida pequeña decorado con su cartucho: los cartuchos sólo los usaban los reyes y reinas. Su edad parece probar que se convirtió en rey por derecho —es decir, que nació en la familia real— y no por fuerza. Resulta difícil imaginar que alguien apoyase a un candidato al trono de ocho años de edad que no procediese de una línea de sucesión directa.

El apoyo adicional al nacimiento real de Tutankamón viene del hecho de que, siendo todavía un niño, se casó con la tercera hija de Ajenatón y Nefertiti. Las princesas de la 18.a dinastía no se casaban fuera de la familia real. Se casaban con sus hermanos y medio hermanos, y muy ocasionalmente con sus padres, o no se casaban con nadie. El argumento de que Tutankamón debió de casarse con Anjesenamón porque era una heredera real que transmitía el derecho a reinar a su marido es totalmente erróneo: podemos ver, considerando los matrimonios de Amenhotep III y Tiya, y Ajenatón y Nefertiti, que los reyes no tenían necesidad alguna de casarse con «herederas».

El padre de Tutankamón: ¿Ajenatón?

Fuera de su tumba, Tutankamón parece confirmar su propio pedigrí real. Muchos de los bloques de piedra usados para construir los templos de Amarna fueron reciclados en los posteriores edificios de la ciudad vecina de Hermópolis Magna (la moderna Ashmunein). Un bloque con una inscripción semejante, aislado de sus compañeros y muy dañado, menciona al «hijo corporal del rey, su amado Tutankatón», ya que Tutankatón fue el nombre que usó el joven Tutankamón mientras residió en Amarna. Parece probable que formara parte de una escena más grande, y que originalmente Tutankamón estuviese situado frente a una princesa cuyo nombre está representado por el elemento «Atón».[164]

¿Quién es ese «padre corporal»? Dado que Tutankamón no podía tener más de ocho años de edad cuando se grabó esa escena, hay sólo tres posibilidades: Amenhotep III, Ajenatón y Semenejkara. En circunstancias normales se podría esperar que un rey fuese hijo del rey anterior. Sin embargo, en este caso no estamos demasiado seguros de quién fue el rey anterior: ¿disfrutó Semenejkara de un breve reinado independiente de unos dos años, o murió como corregente de Ajenatón y su propio reinado quedó subsumido enteramente dentro del de Ajenatón? Sin el cuerpo de Semenejkara, no podemos asegurar si vivió lo bastante para dejar un hijo de ocho años que le sucediera en el trono. Sin embargo, si suponemos que Semenejkara estaba en la línea directa de sucesión (hijo de Ajenatón y Nefertiti, o de Ajenatón y otra mujer, nacido dos años antes que la hija mayor, Meritatón) habría tenido aproximadamente unos catorce años cuando nació Tutankamón. Si Semenejkara era un hijo nacido de Amenhotep III y Tiya (o Amenhotep III y otra reina distinta), habría sido mucho mayor al nacer Tutankamón.

Tutankamón parece establecer por sí mismo el asunto. Los «Leones Prudhoe» son un par de estatuas de granito rojo de la 18.a dinastía cuyas múltiples inscripciones reflejan su complicada historia. Creadas para custodiar el templo de Amenhotep III en Soleb, en Nubia, en el siglo III a. C., fueron transferidas a la ciudad nubia de Gebel Barkel por el rey nubio Amanislo. Finalmente se transfirieron al British Museum. Un texto grabado en nombre de Tutankamón (que fue luego usurpado por Amanislo) anuncia en términos bastante inequívocos que Amenhotep III es su padre:

Aquel que renovó el monumento de su padre, el rey del Alto y Bajo Egipto, Señor de las Dos Tierras, Nebmaatre, imagen de Ra, Hijo de Ra, Amenhotep, gobernante de Tebas.[165]

Esto se ve reforzado por la dedicatoria, tallada en el mango de un instrumento astronómico de madera, que se guarda en el Museo del Instituto Oriental, de Chicago, al «padre de su padre», Tutmosis IV.

Desgraciadamente, no podemos tomarnos todas esas declaraciones al pie de la letra. La palabra «padre», en lengua egipcia, podía usarse también para describir al abuelo, al bisabuelo o a cualquier antepasado en general, mientras que «hijo» podía significar también yerno o nieto. El hecho de que Ajenatón reinase durante diecisiete años (la duración de su reinado confirmada por dos etiquetas de vasijas) sugiere que Amenhotep III murió diecisiete años antes que Ajenatón. Sólo podía haber dejado un hijo de ocho años que gobernase después de Ajenatón si él mismo hubiese compartido primero una regencia de nueve años con Ajenatón, usando cada rey sus propias fechas, de modo que el año 1 de Ajenatón fuese el año 29 de Amenhotep. Si debemos insertar además el breve reinado de Semenejkara, o el enigmático Neferneferuatón, o ambos, entre los reinados de Ajenatón y Tutankamón, la corregencia tendría que haber sido más larga aún. Aunque no es enteramente imposible, parece bastante improbable que una regencia de tantos años pudiera pasar sin mención alguna en los registros históricos.[166]

Parece mucho más probable que Tutankamón fuera hijo o bien de Ajenatón o de Semenejkara. No hay señal alguna de un hijo real en la corte de Amarna, pero eso no significa que no hubiese un hijo: en ese caso, la ausencia de pruebas no se puede tomar definitivamente como prueba de ausencia. Las muchas imágenes de la familia real de Amarna no se pueden tomar como el equivalente antiguo de los retratos familiares, y mucho menos pueden interpretarse como fotos casuales de la vida de la familia real. Mientras las hijas reales siempre serían parte de su familia de nacimiento, y se las representaría ofreciendo su continuo apoyo femenino a su padre, los hijos eran posibles reyes, herederos y, hasta cierto punto, rivales de su padre. Se los excluía de los grupos familiares, que deben ser tomados, en el mejor de los casos, como una ilustración del rey y sus partidarios más devotos; una combinación de su madre, su consorte y sus hijas. Esto se ilustra muy bien en la propia familia de nacimiento de Ajenatón. Sabemos que su madre, Tiya, dio a luz al menos a seis hijos: dos varones (Tutmosis y Amenhotep) y cuatro mujeres (Sitamen, Henut-Taneb, Isis y Nebetah). Sin embargo, los dos príncipes quedaron completamente eclipsados por sus hermanas, que aparecen regularmente junto a sus padres en el arte formal. Esto ofrece el curioso efecto de Ajenatón apareciendo de la nada al subir al trono de su padre, y ha conducido a teorías ingeniosas, aunque erróneas, de por qué llevó una niñez «oculta».

Un posible fallo en la teoría de Ajenatón como padre es la suposición habitual de que Ajenatón no podía engendrar hijos porque sufría de una patología genética. Esta suposición no cuadra con el hecho de que Ajenatón se considerase a sí mismo padre de las seis hijas de Nefertiti, más otros hijos nacidos en el harén real, y plantea entonces la cuestión de la paternidad de Semenejkara. Aquí, por supuesto, debemos suponer que Nefertiti y las otras damas del harén no eran reiterada y unánimemente infieles a Ajenatón.

La teoría de la infertilidad no se basa en pruebas médicas, sino en obras de arte de Ajenatón. Durante más de mil años las normas de representación artística decretaban que los egipcios de élite debían aparecer como físicamente perfectos, sin defecto ni imperfección alguna. Los hombres debían ser eternamente jóvenes, con cuerpos firmes y la piel bronceada, o maduros estadistas con pechos colgantes y blandos rollos de grasa. Las mujeres debían ser bellas, esbeltas, pálidas y jóvenes (y presumiblemente fértiles), aunque muy de vez en cuando aparecía alguna mujer anciana presentada como sabia. Al principio Ajenatón se adhirió a esa tradición, y sus primeros retratos le muestran como un monarca convencional de la 18.a dinastía, aunque ligeramente regordete. A finales del año 5, sin embargo, apareció llamativamente distinto a todos los faraones anteriores. Su estrecha cabeza se había alargado más aún, su longitud acentuada por su preferencia por los tocados altos y la tradicional falsa barba. Su rostro mostraba unos ojos almendrados, lóbulos de las orejas carnosos, mandíbula colgante, la nariz larga, las mejillas hundidas, los pómulos pronunciados y los labios gruesos. Sus hombros, pecho, brazos y parte inferior de las piernas eran enclenques y poco desarrollados, y sus clavículas excesivamente prominentes, y sin embargo tenía las caderas anchas, los muslos gruesos, los pechos redondeados, la cintura estrecha y el estómago también curvado. Muchos egiptólogos tempranos quisieron interpretar esa imagen altamente feminizada como una verdadera representación del rey mismo. Esto condujo a la suposición de que Ajenatón debía padecer una enfermedad grave: entre las muchas sugerencias que se hicieron, aparecieron la enfermedad de Marfan, el síndrome de Fröhlich, el síndrome de retraso mental de Wilson-Turner ligado al cromosoma X y el síndrome de Klinefelter.[167] Algunas de esas enfermedades, aunque no todas, habrían hecho que Ajenatón fuese estéril.

Diagnosticar una enfermedad a través de una obra de arte es un proceso muy peligroso: ya hemos visto que la cabeza malformada de Anjesenamón, citada en tiempos como prueba de la práctica del vendado de la cabeza de los bebés, fue «corregida» en las obras de arte de su marido. Hoy en día, aunque la teoría de la enfermedad de Ajenatón sigue siendo popular en las historias alternativas, la mayoría de los egiptólogos están de acuerdo en que el arte de Ajenatón no se puede tomar demasiado literalmente, y que sus artistas buscaron representar la esencia de su rey, más que su aspecto externo. Además, este arte «nuevo» no es algo que surgiera de repente. Ajenatón no hizo otra cosa que acelerar y exagerar una evolución artística que ya estaba en marcha y que se había iniciado durante el reinado de su padre. Su nueva imagen se podía basar a grandes rasgos en su propio aspecto (realmente, los trajes de Tutankamón sugieren una tendencia familiar a acumular peso en las caderas) pero es muy probable que se hubiese exagerado para reflejar su interés por una deidad autocreadora, sin género.

El padre/hermano de Tutankamón: KV 55 revisitada

La mohosa y descompuesta momia que Davis descubrió en KV 55, y que rápidamente redujo al esqueleto, hoy en día se alberga en el Museo de El Cairo. A pesar de la convicción de Davis de que eran los restos de la reina Tiya, se acepta universalmente que los restos son masculinos, y que son los restos de alguien relacionado estrechamente con Tutankamón. Sin embargo, eso es lo único en que hay acuerdo. Los expertos ni siquiera se ponen de acuerdo en el estado de los huesos, que algunos han clasificado como muy malo, otros como bueno, mientras que la forma del cráneo se ha descrito como ancha y plana, y larga. Tan asombrosas son las discrepancias que resulta tentador suponer que los expertos no siempre han examinado el mismo cuerpo.[168]

La tumba KV 55 aportó unos objetos que tenían su origen en la tumba real de Amarna. Originalmente se selló con el sello de Tutankamón: eso sugiere que Tutankamón fue el responsable de vaciar la tumba de Amarna y transferir su contenido a Tebas. Como Tutankamón fue el responsable del abandono de Amarna, esto tiene sentido. Pero el mismo Tutankamón murió aproximadamente a los dieciocho años, y no pudo haber enterrado a un hijo adulto suyo. La momia de la KV 55, por tanto, es probable que sea la de su padre (Ajenatón o Semenejkara, o algún otro individuo real) o su hermano (Semenejkara, un individuo real desconocido o, como posibilidad muy remota, Ajenatón). Está claro que la edad en el momento de la muerte es el factor crucial en este caso. Cuanto más avanzada sea, más probable es que se trate de Ajenatón; cuanto más joven, más probable es que se trate de Semenejkara. Desgraciadamente es un tema de continuo debate por parte de los expertos. Smith estimó inicialmente una edad de la muerte a los veinticinco o veintiséis años. Se mostró muy categórico en ese sentido:

… la edad estimada de veinticinco o veintiséis años podría, en algún individuo dado, ser disminuida o aumentada en dos o tres años, si su crecimiento fuera precoz o retardado, respectivamente.

Los arqueólogos me han planteado este asunto: «¿Es posible que estos huesos sean los de un hombre de veintiocho o treinta años de edad?». Ningún anatomista podría negar justificadamente que ese individuo podía tener veintiocho años, pero es altamente improbable que tuviese treinta años, siempre que fuese normal.[169]

Smith, sin embargo, se veía influido por su creencia inamovible de que los restos pertenecían a Ajenatón. Está claro que Ajenatón se suponía generalmente que había vivido al menos treinta años, y probablemente más aún, pero si llegó al trono de niño, a los nueve o diez años, y si hubiera tenido una corregencia larga, no era imposible que fuese bastante joven al morir. Esto, sin embargo, suscita preguntas sobre el nacimiento de Meritatón, que nació antes del final del año 1 de su reinado. Smith entonces reconsideró su conclusión:

No creo que ningún estudioso sin prejuicios que estudie solo las pruebas arqueológicas pueda albergar duda alguna de la identidad de esta momia, si no fuera por el hecho de que es difícil, sólo con las pruebas anatómicas, asignar una edad suficiente a ese esqueleto como para satisfacer las exigencias de la mayoría de los historiadores, que quieren al menos 30 años en los cuales amontonar todos los acontecimientos del reinado de Khouniatonou [Ajenatón], muy ajetreado… Si, con pruebas arqueológicas claras que indiquen que estos son los restos de Khouniatonou, el historiador puede aportar datos irrefutables que demuestren que el rey herético pudo tener 27 o incluso 30 años de edad, estaría dispuesto a admitir que el peso de las pruebas anatómicas, en oposición a ese hecho, es demasiado ligero para considerarlo absolutamente prohibitivo.[170]

18. Cráneo de la momia de la KV 55: Ajenatón para algunos, Semenejkara para otros.

19. La radiografía que hizo Harrison de la momia de Tutankamón: las dos capas de resina en el interior del cráneo son claramente visibles.

Derry restauró el cráneo roto y realizó un examen anatómico completo de los restos, deduciendo que el modelo de las epífisis fusionadas y sin fusionar, las suturas craneales sagitales, mal desarrolladas, y un tercer molar superior derecho aún no aparecido indicaban que su propietario no podía tener más de veinticinco años de edad al morir.[171] Harrison estaba de acuerdo: KV 55 había muerto con menos de veinticinco años de edad y, en realidad, «si se utilizan determinados criterios anatómicos variables, es posible afirmar de una manera más definida que la muerte ocurrió a los veinte años».[172] La anatomista Joyce Filer también está de acuerdo: «[las pruebas esqueléticas] apuntan a alguien de veintitantos años; ciertamente, por los dientes, incluso más joven aún».[173]

Como contraste, Wente y Harris, basando sus análisis sobre todo en la cabeza y los dientes, están de acuerdo con Smith, sugiriendo una edad de entre treinta y treinta y cinco años.[174] El análisis más reciente, hecho por el equipo del Consejo Supremo de Antigüedades, va más allá aún, y estima la edad de la muerte desde los treinta y cinco o cuarenta y cinco años hasta los sesenta, mucho más improbables.[175] Como han observado algunos comentaristas, si Ajenatón murió a los sesenta años, realmente habría sido varios años más viejo que su propia madre, Tiya (identificada por el mismo equipo como KV 35 EL), que murió aparentemente a los cuarenta años, no más de diez años antes de la muerte de Ajenatón. Citando pruebas de ADN, el equipo egipcio ha identificado la momia de KV 55 como padre de Tutankamón e hijo de Amenhotep III y Tiya: esto podría indicar que es Ajenatón, o bien el hermano mayor de Ajenatón, Tutmosis, o bien otro hermano desconocido, que podría ser Semenejkara, por supuesto. Su conclusión es que «lo más probable es que sea Ajenatón». Esta identificación, que parece contradecir las pruebas que ofrecen los huesos, ha provocado un amplio debate, y muchos todavía identifican a la KV 55 como el relativamente joven Semenejkara. El nexo con la momia conocida como Amenhotep III es curioso, ya que parece altamente probable que esta momia se haya etiquetado mal, como ya hemos visto.

En 2010, un dedo del pie de la momia KV 55 fue devuelto de la Universidad de Liverpool a Egipto pasando por Suiza. El dedo, que tomó prestado con permiso el equipo de Harrison en 1968, fue usado por Robert Connolly para determinar el grupo sanguíneo de la momia (A2, con antígenos M y N; el mismo que Tutankamón).

La madre de Tutankamón: ¿Nefertiti?

Si el padre de Tutankamón era Ajenatón, la elección obvia para su madre era Nefertiti, madre de Anjesenamón.[176] Como era consorte de Ajenatón, o reina principal, el hijo de Nefertiti sería el primero en la línea para heredar el trono de Ajenatón. Sólo si ella no conseguía tener un heredero se podía esperar que Ajenatón buscase en otro lugar su sucesor.

Como la reina Tiya antes que ella, Nefertiti no era una mujer de sangre real. Sin embargo, tampoco carecía de conexiones. Una hermana menor suya, Mutnodjmet, aparece en las escenas cortesanas de Amarna, donde a menudo se la ve acompañada por enanos. Mucho más interesante es la Dama Tiye, cuyos títulos incluyen «Favorita del Buen Dios; Niñera de la Gran Esposa del Rey, Nefertiti; Niñera de las Diosas; Ornamento del Rey».[177]

En su tumba compartida de Amarna, Tiye y Ay están de pie juntos recibiendo unos collares de oro como regalo de su rey y reina. Para una esposa, ser honrada de esa forma carece de precedentes; está claro que Tiye era una dama de la mayor importancia. ¿Podía ser que no se tratase simplemente de la niñera de Nefertiti, sino de su madrastra? Por otra parte, las pruebas circunstanciales sugieren que su marido Ay pudo ser el segundo hijo de Yuya y Tuya. Si esto es correcto, era hermano de la reina Tiya, y Nefertiti era la prima carnal de Ajenatón. El constante uso de Ay del título de Yuya, «Padre de Dios», apoya la idea de que él también fuese suegro del rey.

Nefertiti tuvo seis hijas que sobrevivieron, bien documentadas, las tres mayores nacidas en Tebas y las tres menores en Amarna. Podemos estimar sus años de nacimiento refiriéndonos a su aparición en el arte de su padre. No es un sistema infalible, ni mucho menos (pueden faltar hijas aun cuando sospechemos que estaban vivas, y puede haber algún lapso de tiempo sin representar a alguna hija hasta que se hubiese destetado), pero no es probable que aparezca ninguna hija antes de haber nacido. Esa prueba sugiere el siguiente calendario familiar:

Nada hace suponer que Nefertiti tuviera un hijo. Eso no significa, sin embargo, que no lo hiciera; en realidad pudo tener muchos hijos varones. Nefertiti no tenía una hija cada año, y pudo haber estado casada con Ajenatón varios años antes de que naciera Meritatón. ¿Los «huecos» que hay podrían ser los años en los que dio a luz varones? Por supuesto, podrían ser simplemente huecos naturales (tiempos, quizá, en que Ajenatón estaba distraído con las reinas de su harén) o años en que los bebés nacieron y murieron.

No se menciona la muerte de Nefertiti, pero eso no es nada inusual: las muertes de las reinas raramente se mencionan. Su momia no fue descubierta, y lo único que tenemos es un shabti, recuperado en dos trozos, y que lleva la inscripción:

La Heredera, alta y poderosa en palacio, en la que confió el Rey del Alto y Bajo Egipto, Neferjeperura Waenra, Hijo de Ra, Grande en vida, la Esposa Principal del Rey, Neferneferuatón-Nefertiti, Viviente para siempre.[178]

No hay forma de saber si ese shabti fue usado en el entierro de Nefertiti o, como sugiere Cyril Aldred, fue grabado durante el período de embalsamamiento, de modo que sus palabras indicarían que murió y fue enterrada en Amarna durante el reinado de su marido, probablemente en el año 14.[179] Sin embargo, igual que la prematura muerte de Tutankamón había atraído muchas y variadas teorías de asesinato, del mismo modo cuesta aceptar en general que Nefertiti o bien murió de muerte natural durante el reinado de su marido, o simplemente se retiró de la vida pública. En realidad, en los mundos alternativos de la egiptología se resisten a aceptar que murió, a secas.[180] Mientras ella se desvanece de los registros arqueológicos no mucho después del año 12 de Ajenatón, la negación de su muerte o retirada va de la mano con la suposición de que cambió de identidad y sigue presente en los registros arqueológicos, pero no podemos verla porque está disfrazada. Esto no es tan descabellado como podría parecer a primera vista: la corte real de Amarna era muy dada a cambiarse los nombres oficiales para reflejar sus creencias.

Los nombres reales Anjjeperura Semenejkara y Anjjeperura Neferneferuatón (o su contrapartida femenina, Anjetjeperura Neferneferuatón) se descubrieron en contextos arqueológicos sólidos en asociación con el nombre de Ajenatón; algunos de los nombres de Neferneferuatón llevaban el epíteto «efectiva para su marido».[181] Esos nombres podían referirse a una persona o dos (o menos probablemente, a tres).[182] La versión de Semenejkara fue descubierta junto al nombre de Ajenatón en una jarra de calcita recuperada de la tumba de Tutankamón; ambos nombres fueron borrados en la Antigüedad. La versión de Neferneferuatón se encontró junto al nombre de Ajenatón en un fragmento de una estela de Amarna, y en una caja de la tumba de Tutankamón, que también da a Meritatón el nombre de «Gran Reina».

En los años setenta, John Harris usó estas pruebas filológicas para sugerir que Nefertiti no murió durante el reinado de su marido, sino que se quedó en Amarna donde, bajo una sucesión de nombres, gobernó primero como corregente y luego como sucesora de Ajenatón.[183] Demuestra de una manera bastante convincente que durante la primera parte del reinado de Ajenatón, el nombre de Nefertiti evolucionó desde el simple Nefertiti, usado en el momento del matrimonio, a Neferneferuatón Nefertiti (adoptado a finales del año 5). Al mismo tiempo, ella empezó a usar el doble cartucho (prerrogativa de los reyes) y una forma ampliada del título de consorte, «Gran Esposa del Rey», que ponía el énfasis en su estatus único. Mucho más especulativa es la evolución subsiguiente hacia el final del reinado de Ajenatón, cuando Neferneferuatón Nefertiti desaparece, al uso de un prenomen y nomen de rey que permite a Neferneferuatón Nefertiti convertirse en la cogobernante de Ajenatón, Anjjeperura Neferneferuatón (o en femenino, Anjetjeperura Neferneferuatón). Tras la muerte de Ajenatón, Anjjeperura Neferneferuatón gobierna sola entonces como Anjjeperura Semenejkara, promoviendo a su hija mayor Meritatón (ya casada con Semenejkara) al papel necesario de reina consorte. Cuando murió, fue sucedida por Tutankamón. En una variante de esta teoría, Neferneferuatón Nefertiti sirve como corregente femenina de Ajenatón, Anjjeperura Neferneferuatón; a la pareja luego sucede el rey Anjjeperura Semenejkara (varón) y su consorte Meketatón.

Un grafito garabateado en una tumba tebana (TT 139) por el dibujante Pawah resulta interesante aquí. Pawah dirige una plegaria no a Atón, sino al dios tradicional de Tebas, Amón. Data sus escritos en el año 3 del rey «Anjjeperura, amado por Atón, el hijo del [dios del sol] Ra: Neferneferuatón amada de Waenra [Ajenatón]».[184] Pawah menciona un edificio tebano conocido como la «Mansión de Anjjeperura»: está claro que Anjjeperura Neferneferuatón está financiando construcciones fuera de Amarna. Esto se puede contrastar con una jarra de vino etiquetada como de la «casa de Semenejkara», que lleva la fecha real de año 1. ¿Son reinados en solitario e independientes, o bien es una corregencia que corre junto a los propios años de Ajenatón?

Por muy atractiva que sea la teoría de Nefertiti como Anjjeperura Neferneferuatón, hay un par de obstáculos bastante obvios. Primero, aunque ella indudablemente era una consorte poderosa (hay escenas únicas en las que aparece golpeando a los enemigos de Egipto, por ejemplo, una acción normalmente reservada para el rey), no existe prueba directa alguna que indique que Nefertiti gobernó Egipto, ya fuera como corregente o como reina en solitario, y muchos antecedentes sugieren que este movimiento se habría considerado imposible. Ningún rey de Egipto habría promovido nunca a una esposa suya, y mucho menos una esposa que no era de sangre real, al papel de cogobernante. Ajenatón no era famoso por su observancia fanática de la tradición, pero todas sus innovaciones tuvieron el efecto de reforzar su propia posición, y no disminuirla.

En segundo lugar (y ésta es una reacción instintiva y visceral) parece extrañamente complicado e innecesario. ¿Por qué, teniendo a Tutankamón para sucederle (ya fuera como hijo o como nieto), iba Ajenatón a considerar siquiera emprender la ruta difícil y tortuosa de nombrar a una corregente femenina? ¿Se habría aceptado tal cosa? ¿Por qué, primero como corregente y luego como rey, Nefertiti habría tenido la necesidad de seguir cambiándose el nombre?

La madre de Tutankamón: ¿Sitamen?

La princesa Sitamen era la hija mayor y más importante de Amenhotep III y Tiya.[185] Tiene pocos monumentos propios, sin embargo, y es más conocida por los muebles suyos que se dedicaron al enterramiento de sus abuelos, Yuya y Tuya. Allí, en el respaldo de un trono muy adornado, aparecen dos imágenes de Sitamen en simetría especular. Sitamen está sentada en un trono. Lleva una corona con un alto capullo de loto, ornamentada con dos cabezas de gacela en lugar de ureo, y sujeta unas cuentas menyt y un sistrum, objetos femeninos que la ligan con el culto de la diosa Hathor.[186]

Hacia el final del reinado de su padre, Sitamen empezó a usar el título de Gran Esposa del Rey, aunque nunca tomó la precedencia sobre su madre, Tiya. Esto implica, obviamente, que Sitamen debió de casarse con Amenhotep III. Los matrimonios padre-hija eran muy raros, sin embargo, incluso en la incestuosa familia real, y queda la posibilidad de que se casara con uno de sus hermanos, un hermano que, quizá, sirviese como corregente junto a Amenhotep III. ¿Podría ser ella la madre de Tutankamón? El fallo aquí es su aparente matrimonio con Amenhotep III; como ya hemos visto, es muy improbable que éste fuese el padre de Tutankamón. Resulta difícil imaginarla casándose con Ajenatón después de la muerte de Amenhotep, ya que las reinas viudas, en la dinastía 18.a, no se volvían a casar. Sitamen, por tanto, sólo habría podido ser la madre de Tutankamón si, en lugar de Amenhotep, se hubiese casado originalmente con su hermano (corregente de Amenhotep) Ajenatón. Es improbable que quedase sin registrar semejante matrimonio.

La momia de Sitamen no ha sido identificada nunca.

La madre de Tutankamón: ¿Una desconocida reina del harén?

Aunque el padre de Tutankamón debió de ser un importante miembro de la realeza, su madre pudo haber sido una anónima reina del harén. Ésta era una situación bastante habitual, ya que, mientras Ajenatón mismo era hijo de una reina consorte (Tiya), su padre Amenhotep era hijo de una reina del harén no real (Mutemwia), y su abuelo Tutmosis IV también (Tia). Si hubiera sido el caso, no podemos esperar saber mucho de la madre de Tutankamón durante el reinado de su marido, cuando sería simplemente una más entre muchas, pero quizá hubiera sido de esperar que Tutankamón la hubiese mencionado en sus propios monumentos: la inesperada muerte del rey quizá impidió que fuera así.

Se puede establecer un paralelo aquí con Mutemwia, una mujer de sangre no real, sin perfil público alguno antes de la ascensión de su hijo al trono.[187] Resulta tentador especular que Mutemwia nació en la poderosa familia de Yuya de Ajmim (y que Yuya quizá fuese su hermano) y que ella tramara el matrimonio de su hijo con su prima Tiya, aunque no existe prueba alguna de ello. Amenhotep se sintió muy feliz de promover a su madre durante su reinado, en el que representó un importante (y necesario) elemento en la leyenda de su propio nacimiento. Al hacerlo restableció la tradición de la 18.a dinastía de respetar a las mujeres fuertes y que ofrecían apoyo (madres, esposas y hermanas) y que continuaría hasta el final de su linaje familiar. Amenhotep incluyó la estatua de su madre en su templo conmemorativo, y ella figura a una escala más pequeña junto a la pierna izquierda de las enormes estatuas sedentes de Amenhotep conocidas hoy en día como los Colosos de Memnón, que todavía siguen en su posición original junto a la puerta de su templo conmemorativo, ya desaparecido. Acompañando a Mutemwia se encuentran Tiya y una de sus cuatro hijas; de ese modo, Amenhotep hace hincapié en sus relaciones con tres generaciones de mujeres reales, una madre de rey, una esposa de rey y una hermana de rey; sólo una de ellas nació con sangre real.

La madre de Tutankamón: ¿Tadujepa de Mitanni?

Incluidas entre las reinas del harén se encontraban esposas extranjeras de alto rango adquiridas mediante matrimonios diplomáticos que cimentaban las alianzas políticas de Oriente Próximo. Las esposas viajaban en una sola dirección. Como Amenhotep III tuvo que explicar a Kadashman-Enlil I de Babilonia, los reyes egipcios no permitían que sus hijas se casaran con extranjeros. Kadashman-Enlil discutió, luego suplicó (incluso pidió a una mujer egipcia a la que pudiera hacer pasar por princesa), pero no sirvió de nada.[188] El todopoderoso rey de Egipto podía imponer las normas que quisiera. Aunque sabemos poco del harén de Ajenatón, ahora sabemos que su padre se casó con dos princesas de Babilonia (sur de Irak), dos de Siria, una de Arzawa (sudoeste de Anatolia) y dos de Mitanni (norte de Siria/norte de Irak).

Incluida en el harén de Ajenatón estaba Tadujepa, hija del rey Tushratta de Mitanni. Tadujepa estaba destinada a casarse con el anciano Amenhotep III, pero el novio murió mientras ella viajaba a Egipto, y el matrimonio no se llegó a consumar. En lugar de volver a casa con su espléndida dote, rompiendo los lazos diplomáticos, Tadujepa se casó con el nuevo rey, Ajenatón. Por tanto, en teoría, podía ser la madre de Tutankamón. Sin embargo, se puede debatir si un hijo medio mitanniano, cuyos parientes extranjeros podían verse tentados a reclamar su herencia egipcia, habría sido considerado un candidato satisfactorio para el trono.

La madre de Tutankamón: ¿Kiya?

Una candidata más firme para el papel de madre de Tutankamón pudo ser la importante reina del harén Kiya, con quien nos encontramos por última vez en KV 55.[189] No tenemos ninguna escultura confirmada de Kiya, pero su imagen bidimensional ha sobrevivido en bloques de Amarna, permitiéndonos reconocer su rostro, que aparece mucho más suave y redondo que el de Nefertiti, más anguloso. Kiya lleva una peluca con peinado a lo paje y pendientes redondos, de modo que existe la tentación de considerar que cualquier mujer de Amarna con pendientes grandes es Kiya (lámina 6).

Kiya, como Nefertiti, es una mujer de origen oscuro. Es enteramente comprensible, aunque frustrante: si ninguna de las dos era de sangre real, ambas se habrían definido por su relación con el rey, y no habría valido la pena consignar nada más. Si alguna de las dos era de sangre real, hija de un rey por ejemplo, podíamos haber esperado que nos lo contaran, ya que ese título tan importante no se habría olvidado. Kiya es un nombre algo inusual; quizá fuese una contracción de un nombre egipcio más largo, o quizá era una versión adaptada al egipcio de un nombre extranjero impronunciable. Que Tadujepa se convirtiese en Kiya, la amada de Ajenatón, es una teoría atractiva y popular (propia de la ficción romántica), pero carece por completo de pruebas.

Kiya nunca ostentó el título de consorte «esposa del rey» (ni tampoco el título familiar «hija del rey») y nunca llevó el ureo real en la frente, pero se le permitió representar un papel especial en los rituales de la adoración de Atón, que hasta aquel momento se habían confiado a Ajenatón y Nefertiti. Kiya no sólo tenía su propio templo «sombrilla» (un templo o capilla femenina asociada con el culto de Atón) que habría tenido su propia concesión de tierras y por tanto sus propios ingresos, sino que también estaba autorizada a oficiar junto a Ajenatón y, más sorprendente aún, sola.[190] Esto tendría que haber sido imposible: la teología tradicional enseñaba que los reyes eran los únicos mortales capaces de comunicarse con los dioses. Sin embargo, imágenes recuperadas de Tebas muestran que Nefertiti también pudo realizar ofrendas a Atón. En el caso de Nefertiti, iba acompañada por su hija mayor, Meritatón (o más raramente con Meketatón o Anjesenpatón), que representaba el papel fundamental de consorte.

Hay buenas pruebas circunstanciales que sugieren que Kiya dio a Ajenatón al menos una hija: dos bloques muy estropeados, recuperados de Hermópolis Magna, nombran una hija del rey (cuyo nombre se ha perdido) en asociación con el nombre y el título de Kiya, mientras que las imágenes de Kiya con una hija fueron alteradas más tarde para mostrar a Meritatón con una hija.[191] La tumba real de Amarna ofrece más pruebas circunstanciales de que al menos dio un hijo a Ajenatón: o bien la misma hija anónima o bien otro.

La tumba de Ajenatón estaba tallada en el Wadi real (un lecho de río seco que pasaba entre los acantilados que formaban la frontera oriental de su capital). Aquélla, igual que la tumba tebana de su padre, era una estructura grande, diseñada para acoger a múltiples ocupantes. Las pruebas arqueológicas (fragmentos de artículos funerarios y pinturas murales) sugieren que, aunque nunca se terminó, fue usada para varios enterramientos. Desgraciadamente, cuando se descubrió en la década de 1880, la tumba había sido saqueada en la Antigüedad y en tiempos recientes, y no quedaban enterramientos intactos. De nuevo, Rider Haggard se sintió inspirado para escribir en The Times:

Hacia el año 1886 o 1887, el difunto Rev. W. J. Loftie nos dijo al difunto Mr. Andrew Lang y a mí mismo que cuando estaba pasando el invierno anterior en Alejandría, como era su costumbre, algunos árabes que habían descubierto las tumbas de la reina Thi y su nuera, la reina Nefertiti, la esposa de Khuenaten (presumiblemente en Tel el-Amarna), le habían llevado los ornamentos de oro que encontraron con aquellos cuerpos. Él añadió que creía que habían roto los cuerpos y los habían destruido después de saquearlos. El señor Loftie dijo que compró todos los ornamentos excepto las mortajas de oro y dos anillos de oro privados o personales, cada uno de ellos arrancado a la momia de cada reina. Éstos los dejó porque no llevaba más dinero consigo para pagarlos.[192]

Haggard nos cuenta que Loftie finalmente volvió para comprar los anillos, y que Lang compró el anillo de «Thi» (que llevaba una representación de Bes) mientras que Haggard compró el de Nefertiti (que llevaba inscritas las palabras «Bes la viviente, la viviente Bes»). El resto de la colección fue vendido por el reverendo Loftie, y finalmente entró en las colecciones del Museo de Edimburgo.

Las paredes enyesadas y decoradas de la tumba sufrieron grandes daños, pero gran parte de las escenas supervivientes muestran al rey y su familia bendecidos por los rayos de Atón. En la habitación Alfa, Muro F, sin embargo, vemos imágenes que serían extraordinarias en cualquier contexto del Antiguo Egipto.[193] Se puede presumir dos registros, uno encima del otro, que cuentan una historia continua. En la primera escena, que está situada en palacio, vemos a Ajenatón y Nefertiti con el brazo derecho levantado hasta la cabeza, como señal de dolor. Están de pie ante algo o alguien que, desgraciadamente, ha desaparecido. Fuera de la habitación se encuentra una mujer que lleva a un bebé en brazos, mientras un ayudante tiende un abanico, símbolo de la realeza, por encima del bebé. Frente a ellos, unas mujeres del séquito se lamentan y un grupo de dignatarios varones levantan los brazos, afligidos. En la segunda escena vemos el cuerpo rígido de una mujer en un ataúd. Ajenatón y Nefertiti de nuevo muestran actitud de duelo, y Ajenatón levanta el brazo para coger el de su mujer, en un gesto conmovedor que nos habla desde los siglos. No hay señal de ningún bebé, pero las mujeres del séquito lloran también, y a una de ellas, vencida por el dolor, la sostienen dos hombres.

Parece que ha muerto una madre dando a luz a un hijo, una tragedia muy común en el Antiguo Egipto, pero una escena raramente representada en una Cámara de Enterramiento, que es un lugar de renacimiento. Es posible que en realidad el bebé fuera la propia difunta, renacida después de la muerte. O bien, si separamos al bebé de la escena de la muerte, puede ser que estemos presenciando la muerte de una o dos de las princesas más jóvenes.[194]

Sin embargo, si leemos la escena en el sentido más literal, vemos a una madre que muere de parto en presencia del rey y la reina. Como podemos identificar a Nefertiti por su exclusiva corona con la parte superior plana, sabemos que no es ella la muerta. Es posible que la madre muerta fuese una de las esposas reales, pero parece improbable, ya que la muerte de Meketatón está representada por todas partes en la misma tumba mientras que Meritatón y Anjesenpatón, las únicas hijas lo suficientemente mayores como para tener hijos durante el reinado de su padre, parece que sobrevivieron a sus padres. Es mucho más probable que la dama del lecho sea Kiya, muriendo al dar a luz a uno de los hijos de Ajenatón.

Kiya se desvanece (presumiblemente muere) a finales del año 12 de Ajenatón, aunque una solitaria etiqueta de vino apunta a que podía estar viva en el año 16.[195] Su momia nunca se ha identificado, pero como hemos visto, algunos de sus artículos funerarios estaban incluidos entre los objetos de la KV 55, donde se mezclaron con los de Ajenatón y Tiya. Esto seguramente confirma que a ella se le concedió un enterramiento acorde con una mujer de mayor estatus. Y en el Antiguo Egipto, el mayor estatus que podía conseguir una mujer de linaje no real era el de madre de un rey. ¿Dio a luz ella al heredero o herederos varones de Ajenatón? De nuevo, existe un impedimento. Nadie podía saber que Kiya iba a convertirse en madre de un rey hasta después de que hubiese muerto Ajenatón y su hijo o hijos le sucediesen efectivamente en el trono. Hasta ese momento ella, como Mutemwia antes que ella, sólo era una de las (suponemos) muchas reinas fértiles del harén. De modo que ¿es Kiya una pista falsa?

Después de su muerte, los escultores se pusieron a trabajar y quitaron el nombre y los títulos de Kiya y, en muchos casos, los reemplazaron con el nombre de la princesa de mayor edad, Meritatón. La imagen tridimensional de Kiya fue alterada, con bastante torpeza, de modo que su liso peinado a lo paje se convirtió en un juvenil mechón lateral sobre una infantil cabeza calva antinaturalmente alargada. Esa reescritura de la historia pudo ser sencillamente una respuesta práctica a alguna crisis: por ejemplo, si hubiera sido necesario un reemplazo inmediato para la continuación del culto de Kiya orientado a lo femenino, fuera cual fuese: no comprendemos en realidad cuál era el papel religioso de Kiya en Amarna. O bien, mucho menos probable, podría ser una señal de que Kiya murió en desgracia. Fuera cual fuese el motivo, causó muchísima confusión cuando los egiptólogos, reconociendo que se había sobreimpuesto el nombre de Meritatón sobre otro de una mujer real, supusieron que había reemplazado a su madre, Nefertiti. A partir de ese error nacieron un montón de teorías insostenibles en el sentido de que Nefertiti había sido desterrada o había caído en desgracia de alguna manera.[196]

La madre de Tutankamón: ¿Meketatón?

Ya hemos considerado la escena de la muerte en la Tumba Real de Amarna, habitación Alfa. En una escena muy similar en la habitación Gamma, Muro A, vemos de nuevo a Ajenatón y Nefertiti llorando a los pies de un ataúd, con dos mujeres jóvenes (Meritatón y Anjesenamón, quizá, o sirvientas), lamentándose también a su cabecera.[197] De nuevo se halla presente un bebé anónimo. Esta vez, sin embargo, sabemos quién es la muerta. La inscripción encima del ataúd, que está ahora muy erosionada, originalmente decía: «La Hija corporal del Rey, su amada Meketatón, nacida de la Gran Esposa Real Nefertiti, que viva para siempre y eternamente». Una escena de la pared siguiente (Muro C) muestra a Meketatón, o quizá su estatua, erguida en el pabellón de un jardín cuyas columnas de papiro se hallan rodeadas de correhuelas y flores de loto. Meketatón lleva un vestido largo, peluca corta y un cono de perfume. Está situada frente a sus padres y tres de sus hermanas, que elevan los brazos en señal de luto. Neferneferura y Setepenra se hallan ausentes del grupo, y quizá hubieran muerto ya. Más allá de los dolientes hay mesas cargadas con comida, bebida y flores. La enramada de Meketatón recuerda a los ramos usados por las mujeres de parto, y añade más peso a la sugerencia de que murió de parto. Sin embargo, los pabellones con comida y bebida formaban parte del ritual funerario de Menfis, y por tanto la conexión con el alumbramiento puede ser mucho más sutil, y la simbólica enramada de Meketatón significar su propio renacimiento.

Nuestra interpretación de la escena depende mucho de la fecha. Sabemos que Meketatón nació en Tebas, probablemente durante el cuarto año de reinado de su padre, y ciertamente antes del año 7, cuando nació Anjesenpatón. Si la escena data del año 13, ella no habría tenido más que nueve años de edad, y es muy improbable que concibiera un hijo; si data de finales del año diecisiete del reinado de su padre (¿pero cómo explicar entonces la presencia de Nefertiti en la escena, que se había desvanecido ya?) habría tenido trece años, y probablemente era lo bastante mayor para morir en el parto. No sabemos cuál era la edad promedio de la menarquia durante la 18.a dinastía, pero no existe motivo alguno para suponer que fuera sustancialmente distinta a la edad promedio de la menarquia a mediados del siglo XX, que se estima entre los doce y los catorce años.[198] Se podría establecer quizá un paralelo con la inglesa lady Margaret Beaufort, que en 1457 d. C. dio a luz a Enrique VII a los trece años, siendo ya viuda. Las complicaciones, causadas por el pequeño tamaño de la madre y su cuerpo inmaduro, hicieron que tanto la madre como el hijo casi murieran en el parto, y Margaret no pudo tener más hijos.

La madre de Tutankamón: ¿Meritatón?

La señora Maia o Mayet, «niñera del rey, educadora del cuerpo del dios y grande del harén», fue enterrada en una tumba muy ornamentada tallada en la roca del cementerio de Saqqara. Entre otras escenas convencionales, las paredes de su tumba muestran a Tutankamón sentado en el regazo de Maia, y a Maia de pie ante Tutankamón. Esa aparente cercanía, combinada con el inusual nombre de la dama, llevó al egiptólogo Alain Zivie a sugerir que Maia podía ser la princesa de mayor edad de Amarna, Meritatón, y que podría ser en realidad la madre de Tutankamón, en lugar de su niñera o madre adoptiva.[199] Es una teoría interesante, pero no ha conseguido demasiada aceptación. Su punto más débil es que si en realidad Maia era hija del rey, esposa del rey y madre del rey, seguramente ese hecho se habría mencionado en las paredes de su tumba.

Aunque el vínculo entre Maia y Meritatón esté roto, ¿podría ser Meritatón la madre de Tutankamón? Meritatón está omnipresente en el reinado de Ajenatón como hija real precoz, pero en la tumba de Amarna de Meryre II aparece como mujer madura.[200] En el muro sur de la cámara principal vemos a Ajenatón, Nefertiti y cinco de las seis princesas de pie en el balcón de palacio conocido como «Ventana de la Aparición», tendiendo collares de oro a un Meryre en miniatura. Setepenre no está, presumiblemente porque es demasiado joven para tomar parte en la ceremonia. En el muro este de la misma cámara vemos a la pareja real, ya con las seis princesas, disfrutando del festival internacional del «durbar» que ahora sabemos que tuvo lugar en Amarna el segundo mes del año 12 de Ajenatón. Es la última vez que vemos juntas a las siete mujeres. Se puede argumentar que éste es el último acontecimiento fechado con seguridad antes de la ascensión al trono de Tutankamón.[201]

El muro norte de la tumba de Meryre es muy distinto. La imagen está inconclusa y estropeada, pero muestra claramente a un rey y una reina de pie bajo los rayos de Atón. La pareja real está representada con el típico estilo de Amarna, y podrían ser con toda facilidad Ajenatón y Nefertiti. Los cartuchos que acompañaban a estos eran, cuando la tumba se registró a finales del siglo XIX, los del «Rey del Alto y Bajo Egipto, Anjjeperura, hijo de Ra, Semenejkara Jeserjeperura» y la «Gran Esposa del Rey» Meritatón.

Meritatón, por consiguiente, fue tanto esposa de Semenejkara como reina de Egipto. Tenía al menos dieciséis años cuando murió Ajenatón, y pudo haber tenido uno o más hijos que sobrevivieran: dos desconocidas princesas de Amarna, Meritatón la joven y Anjesenpatón la joven, quizá fuesen hijas suyas. No sabemos cuándo murió Semenejkara, pero si murió dos años después de Ajenatón, Meritatón podía tener un hijo de ocho años ya dispuesto a sucederle. Si fue ése el caso, se podría haber esperado verla guiando a su hijo pequeño en los primeros años de su reinado. ¿Podría ser ella, más que Nefertiti, la enigmática mujer Neferneferuatón?[202]

La madre de Tutankamón: ¿la Dama Joven?

La Dama Joven (KV 35 YL), recuperada en una cámara lateral del depósito de la tumba de Amenhotep II, tiene una historia reciente algo confusa. Loret, quizá engañado por la cabeza calva de la momia, inicialmente la identificó como un hombre joven. Poco después, se reconoció que el «muchacho» era una mujer. Marianne Luban fue la primera en proponer, basándose en la forma del cráneo, la estructura ósea, la cabeza afeitada y las pruebas de perforación de las orejas, que aquella momia podía ser Nefertiti.[203] Pero cuando un equipo de la Universidad de York llevó a cabo un examen no invasivo de la momia, y llegó a la misma conclusión, la situación se complicó casi de inmediato por la publicación de un informe del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto que establecía, en base a los análisis del ADN, que la «Dama Joven» era un varón.[204] Ahora parece que este análisis pudo haberse realizado sobre un brazo separado encontrado en la misma cámara, ya que una prueba más reciente ha confirmado que la momia es, en efecto, femenina.

20. La «Dama Joven» descubierta en el depósito de momias reales de Amenhotep II.

Los análisis más recientes de ADN realizados por el equipo de investigación del Consejo Supremo de Antigüedades han sugerido que la Dama Joven podría ser tanto la madre de Tutankamón como una hermana antes desconocida de KV 55/Ajenatón, aunque un miembro del equipo citado por la prensa alemana ha establecido que igualmente podría ser nieta de Tiya (aquí identificada como Dama Mayor: KV 35 EL) más que su hija.[205] Finalmente sugiere que la Dama Joven murió por un fuerte golpe en el rostro, aunque otros creen que los innegables daños en el rostro ocurrieron post mórtem. Esa identificación ha provocado un debate intenso; resulta difícil imaginar, ciertamente, las circunstancias por las cuales una mujer tan importante pudo quedar sin mencionar en los registros de Amarna. Si es una hermana de Ajenatón, ¿podría ser Sitamen? O si KV 55 de hecho no es Ajenatón, ¿podría ser la Dama Joven o bien Meritatón o bien Anjesenamón?

¿Las hijas de Tutankamón?

En el Tesoro de Tutankamón se encontró una caja sencilla y sin pretensiones que albergaba dos ataúdes antropomorfos en miniatura uno junto al otro, invertidos, uno que medía 49,5 cm y el otro 57,7 cm de longitud. Los ataúdes se habían atado para cerrarlos con cintas de lino en torno al cuello, cintura y tobillos, y sellado con el sello de la necrópolis. Ambos ataúdes estaban hechos de madera, ambos pintados con resina, y ambos llevaban unas inscripciones convencionales que nombraban a los difuntos sencillamente como «Osiris». Apenas cabían en la caja, y reflejando lo que había ocurrido al propio sarcófago de Tutankamón, hubo que recortar los pies del ataúd de mayor tamaño para poder cerrar la tapa. Esa tapa, que originalmente estaba atada y sellada, se desplazó en la Antigüedad. Cada ataúd contenía otro interno cubierto de pan de oro, y cada uno de ellos contenía una momia diminuta perfectamente vendada.

La primera momia llevaba una máscara funeraria de cartón demasiado grande para su cabeza. Carter la desenvolvió, luego Derry hizo la autopsia, e identificó el cadáver como el de una niña prematura que medía 25,75 cm desde el vértice craneal hasta los talones.[206] Aunque no había señal alguna de incisión abdominal, y por tanto no se sabía cómo se había logrado la preservación, estaba en buen estado, aunque la piel grisácea era algo quebradiza. La habían envuelto con los brazos totalmente extendidos y las manos descansando ante los muslos. No tenía ni pestañas ni cejas, pero sí que tenía un fino pelo en la cabeza, que Derry pensaba que probablemente serían restos de lanugo (cabello muy fino de los bebés). Llevaba unida todavía una parte del cordón umbilical. Derry estimó que aquel bebé había muerto a los cinco meses de gestación.

La segunda momia estaba también muy bien vendada, pero carecía de máscara de oro. Parece probable que la máscara en miniatura, recuperada por Davis en su excavación de 1907 de los restos del embalsamamiento de Tutankamón (KV 54) y ahora recogida en el Museo de El Cairo (JE 39711), procediese originalmente de esta momia, aunque es un poco pequeña para haber encajado perfectamente en la cabeza vendada.[207] Derry desenvolvió esta momia él mismo. Descubrió una segunda niña que medía 36,10 cm desde el vértice craneal hasta los talones. Aunque se veía obviamente una incisión de embalsamamiento, y aunque el cuerpo y la cavidad del cráneo estaban llenos de lino impregnado de resina, estaba peor conservada que la otra momia. Sus brazos extendidos se encontraban colocados junto a los muslos. Tenía cejas y pestañas, y los ojos totalmente abiertos. Aunque tenía poco pelo en la cabeza, Derry pensó que se podía haber caído con las vendas. No había cordón umbilical, pero Derry pensaba, por el estado del ombligo, que éste fue cortado, en lugar de caerse y secarse de forma natural, sugiriendo que nació muerta aproximadamente a los siete meses de gestación. Harrison, que examinó radiográficamente el cuerpo, creía que la niña había nacido muerta a los ocho o nueve meses de gestación. Sugirió que sufría la deformidad de Sprengal en la clavícula, junto con espina bífida y escoliosis lumbar.[208] Más controvertida es la sugerencia que se ha hecho de que las dos niñas nacieron como gemelas, y su diferencia de tamaño se podía atribuir a una diferencia en el crecimiento intrauterino resultante del síndrome de transfusión feto-fetal.[209]

No tenemos explicación alguna para esos cuerpos y, como no hay ninguna otra tumba real intacta, no hay paralelo que podamos considerar. Pero aunque es enteramente posible que fueran hijas no nacidas de Tutankamón, o incluso que se introdujeran en la tumba más como objetos rituales que como miembros de la familia, resulta difícil escapar a la sensación visceral de que esas dos niñas nacidas muertas eran hijas de Tutankamón y Anjesenamón. No tenemos el cuerpo de Anjesenamón, pero recientes análisis genéticos llevados a cabo por el Consejo Supremo de Antigüedades han indicado que podrían ser hijas de Tutankamón y de otra momia no identificada de la 18.a dinastía (KV 21A), recuperada de una tumba privada del Valle de los Reyes.[210] Es algo extraño, a menos que identifiquemos a KV 21A, que previamente se suponía que pertenecía a la dinastía 18.a, más temprana, con la única mujer conocida de Tutankamón, Anjesenamón. Pero ése no puede ser el caso, ya que un examen más detallado de los datos genéticos, publicado por el equipo egipcio, indica que los fetos no pueden ser hijos de Tutankamón más alguna hija engendrada por KV 55, a quien identifican como Ajenatón.[211] O bien Tutankamón tenía una o más esposas desconocidas que eran las madres de los fetos, o KV 55 no es Ajenatón, padre de Anjesenamón, que a su vez es madre de los fetos, o los fetos no son miembros de la familia inmediata.

¿Tuvo algún otro hijo Tutankamón? Se han usado sólo dos pruebas separadas, circunstanciales y bastante débiles para demostrar que pudo haberlos tenido.[212] La primera es una carta escrita por el rey babilonio Burnaburiash, en la cual usa un saludo estándar y formal para dirigirse «… a tu casa, tus esposas, tus hijos…». Es imposible juzgar la importancia de lo que pudo ser un simple desliz del estilo cuneiforme. La segunda es una ilustración de un baúl de marfil, recuperado de su tumba, que muestra al rey y la reina en un jardín con dos niños anónimos cerca. Esos dos niños podrían en realidad ser hijos de Tutankamón y Anjesenamón; sin embargo, podrían ser igualmente el propio rey y la reina.

A Tutankamón lo sucedió Ay. Esa extraña elección de heredero (con unos sesenta años de edad, Ay era realmente anciano, y seguramente no sería más que un rey provisional) indica claramente que Tutankamón no tenía hijos vivos que le sucedieran. Se podía haber esperado que Horemheb, el sucesor posterior de Ay, mucho más joven, se adelantara en ese momento; su título de regente sugiere que quizá ésa fue la intención de Tutankamón. Pero parece (sin que se pueda probar en absoluto) que en el año 9 o 10 las tropas de Tutankamón no consiguieron tomar la ciudad siria de Kadesh, que acabó cayendo bajo la influencia del rey hitita Supiluliumas.[213] Tenemos pocos detalles concretos de esa campaña, pero unas escenas grabadas recuperadas de Luxor (probables restos de un templo conmemorativo de Tutankamón), más algunas escenas de tributos talladas en el templo de Karnak, y escenas de los muros de la tumba menfita de Horemheb, sugieren que los egipcios se enfrentaron a una coalición de fuerzas sirio-palestinas más que hititas. Horemheb no desempeñó papel alguno en las disposiciones funerarias de Tutankamón; presumiblemente estaba luchando en Siria y no pudo volver a Tebas a tiempo. Pero posteriormente decoraría los muros de su templo conmemorativo con escenas de las campañas asiáticas que (si ocurrieron realmente) probablemente fueron llevadas a cabo por entero durante el reinado de Tutankamón.

La confirmación de la falta de hijos reales viene de una carta recuperada de los archivos reales de la capital hitita, Boghaskoy (Anatolia). La carta está escrita en caracteres cuneiformes, la escritura habitual de la correspondencia diplomática usada en la 18.a dinastía.

… Pero cuando el pueblo de Egipto hubo oído lo del ataque de Amka, sintieron miedo. Y como, además, su señor Nibkhururriya había muerto, por tanto la reina de Egipto, que era Dahamunzu, envió a un mensajero a mi padre y le escribió de esta manera: «Mi marido ha muerto. Yo no tengo ningún hijo. Pero para vos los hijos son muchos. Si queréis darme a uno de vuestros hijos, se convertiría en mi marido. Nunca elegiré a un sirviente mío y lo convertiré en mi marido… Tengo miedo». Cuando mi padre oyó esto, convocó a los Grandes al consejo diciendo: «¡Tal cosa nunca me ha ocurrido en toda mi vida!». Así ocurrió que mi padre envió a Egipto a Hattusaziti, el chambelán (con esta orden): «Id y traedme las palabras verdaderas de vuelta. Quizá me engañen. Quizá (de hecho) sí que tenga un hijo de su señor. Traedme la palabra verdadera».[214]

A primera vista es un relato sencillo y conmovedor. Una reina viuda de Egipto ha escrito a Supiluliumas pidiéndole que le mande a uno de sus hijos como novio. El nombre del rey, Nibkhururriya, parece ser una versión hitita del primer nombre de Tutankamón, Nebjeperura. El nombre de la escritora de la carta, «Dahamunzu», es una versión fonética del título habitual de las reinas egipcias, ta hemet nesu (esposa del rey).[215] Como Anjesenamón era la única esposa prominente de Tutankamón, parece que tuvo que ser ella la escritora de esa carta solitaria. Pero aquí nos asaltan algunas dudas. Como sabía muy bien Supiluliumas, las princesas egipcias no se casaban con extranjeros, y las reinas viudas no se volvían a casar. Anjesenamón, como última princesa superviviente de Amarna, habría sido la siguiente en la línea sucesoria del trono por derecho propio, y como probó la faraón mujer de la 18.a dinastía Hatsepsut, las reinas podían gobernar sin casarse. Además, los hititas y los egipcios no eran precisamente buenos amigos. Anjesenamón, sin embargo, necesitaba un marido si quería tener un heredero para el trono, y quizá desease poner fin a las prolongadas y caras hostilidades con los hititas. Más que el simple ruego de una mujer indefensa, ¿no sería un intento inteligente de encontrar una solución diplomática para dos problemas de Egipto?

El astuto Supiluliumas envió a su chambelán para hacer más averiguaciones en Egipto. El calendario debió de ser apurado: llevaría muchos días hacer el largo viaje desde Boghaskoy a Menfis y luego volver, y mientras tanto, en Egipto esperaban que un rey enterrase a Tutankamón. Muchas semanas después, Hatusaziti volvió. Había interrogado a la reina y ella a su vez había enviado un mensaje lacónico con su propio enviado, Hani:

¿Por qué decís «ellos me engañan» de esa manera? Si yo hubiera tenido un hijo, ¿habría escrito sobre mi propia vergüenza y la de mi país a una tierra extranjera? Vos no me creísteis y me hablasteis de esa manera. Aquel que era mi marido murió. No tengo hijos. Nunca tomaré a un sirviente y lo convertiré en marido. No he escrito a ningún otro país. Sólo a vos he escrito. Dicen que vuestros hijos son muchos, así que dadme a uno de ellos. Para mí será marido, pero en Egipto será rey.[216]

El optimismo superó a la experiencia y Supiluliumas envió a su hijo Zananza, que murió de camino hacia su boda. No está claro si la muerte fue natural o no, pero ciertamente causó un distanciamiento en la relación ya tibia entre Egipto y los hititas. Cuando los artistas pintaron las escenas del muro de su Cámara de Enterramiento, el sucesor ya estaba decidido y Ay era rey de Egipto.

Se ha sugerido que Anjesenamón podría haber estado desesperada por conseguir un marido de sangre real, aunque fuera extranjero, porque se sentía horrorizada ante la idea de verse obligada a casarse con el anciano Ay, que probablemente era su abuelo, para reforzar su derecho al trono. Esta teoría, persistente en la literatura popular, se basa en la teoría totalmente errónea de la «heredera real», y sólo la apoya una prueba bastante endeble: un anillo de vidrio azul que tiene grabados los nombres de Ay y Anjesenamón.[217] Llegado el momento, Ay subió al trono con su esposa de siempre, Tiye, como consorte. No volveremos a ver nunca a Anjesenamón y su cuerpo no ha sido identificado.