Nota sobre los nombres

Los egipcios omitían las vocales en sus textos jeroglíficos. Como los que mandan mensajes y textos electrónicos en la época moderna, no veían necesidad alguna de perder tiempo, energía y espacio escribiendo sonidos (e incluso a veces palabras) que eran obvias para todo el mundo. (¡Ja!).

Desgraciadamente, el egipcio antiguo es un idioma muerto hace muchísimo tiempo, y los sonidos que faltan no resultan obvios, ni mucho menos, para los lectores modernos. Por tanto, los egiptólogos han tenido que imaginar cuáles eran las vocales que iban en cada sitio. Por lo general se suele introducir la «e» como vocal preferente, pero quizá no fuese ésa la vocal que usaron los egipcios, y quizá no la introduzcamos en el lugar correcto. Como resultado, hasta las palabras egipcias más breves tienen varias pronunciaciones posibles en los idiomas modernos, y todas son igualmente aceptables. A lo largo de este libro se usa la transcripción «Tutankamón», y el dios de Tutankamón como «Amón». Otros prefieren transcribir «Tutankhamen» y Amen o «Tutankhamun» y Amun. En la literatura antigua se encuentran también variantes más exóticas como Touatânkhamanou, Tut.ankh.Amen, Tutenchamun, etc. Todos se refieren a la misma persona.

El rey al que conocemos como Tutankamón (imagen viviente del [dios] Amón) nació como Tutankatón (imagen viviente del [dios] Atón), pero se cambió el nombre durante los primeros años de su reinado. Su consorte, Anjesenpatón, se convirtió en Anjesenamón al mismo tiempo. Otros ya se habían cambiado el nombre antes. El rey al que hoy en día conocemos como Ajenatón originalmente era Amenhotep IV; la consorte de Ajenatón, Nefertiti en el momento de su matrimonio, amplió su nombre al principio del reinado de su marido para convertirse en Neferneferuatón Nefertiti. Para evitar complicaciones innecesarias nos hemos referido siempre a estos individuos como Tutankamón, Ajenatón, Nefertiti y Anjesenamón en todo el texto, a menos que fuera inadecuado hacerlo.

A su coronación, Tutankamón asumió una serie de cinco nombres que servían como declaración de intenciones formal o propaganda para su reino. Sus dos últimos nombres, conocidos hoy en día como prenomen y nomen, son los nombres que se indican en los cartuchos (unos óvalos característicos) de sus monumentos e inscripciones. Su prenomen (Nebjeperura) es el nombre por el cual le conocía su pueblo: