LIBARDO (Inteligencia)

El tipo salió temblando de miedo. Lo acostamos en el piso para requisado, luego lo llevamos a la casa:

—No me vayan a matar. No me vayan a matar.

—No lo vamos a matar.

Temblaba como una gelatina. Pero como una gelatina.

—Yo sabía que un día me iban a capturar el Ejército o la Fiscalía, pero no la Policía. Gracias por respetarme la vida —dijo.

En esa operación, como apoyo iban Hombres Jungla, porque nosotros éramos un grupo pequeño. Los Jungla llevaban en esa casa tres días. Una vez lo capturamos, Mario dijo que como todo lo habíamos copado, sin dejar una senda, ni un camino libre, llegó un momento en el que se sintió muy encerrado y lo único que tuvo a la mano fueron la palma y las tablas. Allí llevaba tres días escondido.

El grupo de Hombres Jungla que estuvo en la casa fue clave porque neutralizó al bandido. Sin embargo, un poco más adelante se había apostado otro sobre el único camino de salida y él ya lo sabía.

Antonio, nuestro jefe, había movido a su gente como un ajedrecista.