Bueno, a esa altura me llamó nuestro jefe y me indicó una nueva coordenada, porque el tipo se había movido una vez más y nos fuimos en busca de aquel punto. Por aire movían gente para que los bandidos vieran movimiento permanente. Se trataba de crear una sensación se zozobra.
Nosotros nos movilizabamos a pie y luego de caminar unas cuantas horas, me llamo nuevamente el jefey dijo que me necesitaba urgentemente en el puesto de mando que ahora estaba en el puerto de Turbo.
Le di nuestras coordenadas, esa misma noche nos recogieron en un helicóptero, fuimos con mi equipo y allí el jefe me dijo que estaba preocupado porque habían sabido que, según los hombres de seguridad de Mario, la mamá estaba de recluta.
Muy bien, la mamá era el tal Mario… Pero ¿de recluta? ¿Qué era de recluta?
En ese momento creímos posible que al bandido algún organismo del Estado le estuviera ayudando y de pronto iban a sacarlo de la zona, según conversaciones de funcionarios oficiales que se mostraban muy preocupados por la situación en la zona.
Por este motivo se crearon nuevas alertas y más controles, pero de forma coincidencial, por eso de la suerte, digo yo, el hombre de la noviecita la volvió a llamar y le hablo de un punto a cuatro horas caminando de donde nos encontrábamos.
La orden fue cortar con lo que estábamos haciendo y encaminarnos hacia aquel blanco. Así lo hicimos.
Cuatro horas después llegamos al sitio. La coordenada pegaba exactamente en una zona boscosa a espaldas de la casa de una finca. Llegamos a eso de las doce de la noche, pero la finca estaba abandonada y como vi que el bosque era muy frondoso y físicamente no estábamos en nuestras mejores condiciones, tomé la decisión de dejar dos equipos emplazados en los costados de la casa y otro se dedicó a buscar con un sistema de rastreo en zigzag y establecí unos horarios.
Nos dividimos en dos equipos: uno debía quedarse en un punto mientras el otro se iba moviendo. Luego nos relevábamos para poder cubrir toda aquella zona que realmente era bastante complicada por la vegetación, la topografía, zonas inundadas.
En aquella región no hay electricidad por inhóspita, pero nos ayudábamos con nuestros equipos para visión nocturna y a eso de las tres de la mañana uno de mis hombres me informó por radio que a un costado del sitio donde nos encontrábamos, más o menos a un kilómetro, prendían y apagaban una luz.
Estos equipos son muy sensibles a cualquier luminosidad y los destellos se hacen muy evidentes, de manera que le ordené a uno de los equipos que se acercara al punto y nos informara qué observaban. Los demás continuamos con nuestra búsqueda.
Seguíamos con nuestro zigzag y a eso de las cuatro y media de la mañana me informaron que había una cuatrimoto pintada de camuflaje frente a la puerta de una pequeña casa.
—Es un alto al pie de una corriente de agua que va al mar. Desde aquí se ve el mar —dijo uno de los muchachos.
Les pedí que se acercaran de la manera más sigilosa posible y me informaran si había algún movimiento, qué más veían, si había animales, personas, otros objetos ajenos al campo.
Así lo hicieron y luego de una inspección por los alrededores informaron que no habían visto nada más, que no escuchaban nada fuera de la cuatrimoto en los alrededores de la casa.
—Permanezcan en el sitio mientras nosotros terminamos el zigzag —respondí.
A eso de las seis y media de la mañana me llamó el jefe. Lo escuché muy desmotivado. Dijo que reuniera a la gente pues habían tomado la decisión de cancelar la misión porque ya llevábamos casi once días y el desgaste era muy visible y el consumo de combustible de aviones, helicópteros y vehículos a esas alturas era difícil de coordinar. Los helicópteros tienen funciones adicionales y a esas alturas todo el mundo estaba presionando porque necesitaba a su gente.