Nuestro trabajo fue concentramos cuanto más pudimos en la parte técnica para informarles a los mandos dónde podía estar el objetivo.
De todas maneras había gente cercana a Mario y gente de aquel pueblo llamado Manuel Cuello que teníamos controlada y esperábamos a que alguien nos diera una luz sobre el paradero del bandido:
Esa luz nos la dio el hombre que manejaba las mulas en ese lugar:
—Por aquí bajó uno de los escoltas del Viejo —dijo, y empezó a explicar por dónde iba y cómo eran los movimientos que hacían en ese momento algunos de los bandidos.
Nosotros les informábamos a los jefes y ellos iban moviendo a los comandos y a los helicópteros.
Estando en eso, Guacamayo, el cabecilla de esa zona, pidió que le tuvieran listos un cepillo de dientes, crema, una cuchilla de afeitar y un par de tijeras.
Le informamos al jefe que al parecer Guacamayo lo iba a proteger, y la esposa de Guacamayo comentó más tarde:
—Toca prepararle la comida y a él le gusta el pavo. Voy a hacerle un almuerzo bien cargado para que se fortalezca. Guacamayo le respondió:
—Bien. Prepárele eso mientras voy a recogerlo.
Deberían ser las diez de la mañana del día siguiente, el tipo andaba buscando qué comer y nuestra gente detrás de él con los comandos, los Hombres Jungla, los helicópteros…
Continuamos midiendo los pasos de varías personas y durante el tiempo que duró la operación les estuvimos informando a los jefes de forma inmediata y con detalles cuanto sucedía en la zona.