LIBARDO (Inteligencia)

En el sitio al que llegamos esta vez, el bandido tenía dos casas pequeñas: una eran la cocina y el baño, construcciones en madera con un toldo negro de plástico encima. A los lados les ponían plantas. Es decir, la jungla, pero él no dormía allí.

Al frente había un bosque y en lo alto de la colina el objetivo instalaba una pequeña carpa; en otra, un par de bandidos, y al frente, en un cerro más alto, permanecía el resto de sus hombres bajo una tercera carpa.

Ahora muestro hombre se estaba dando una paliza en plan de vagabundo.

El día que llegamos era un Jueves Santo y se les quedó allí, a punto de preparar un pargo rojo grandísimo que habían pescado sus secuaces para que almorzara.

Del escondite a la casa había túneles, pero también un desfiladero y al parecer se escapó por allí en pantaloneta.

De los siete u ocho escoltas cogimos a siete. Pero un poco después entendimos que el bandido había caído exactamente dentro del área que habíamos calculado.