ISMAEL (Coronel)

A los tres meses de haberse ido, reapareció el informante atolla y nos dijo que había hablado con una mujer a la que empezamos a llamar la enfermera, y le pedimos que la hiciera subir hasta donde se hallaba Mario, pues él no podía llegar allá de un momento a otro.

—Perfecto, mañana le voy a decir que lo haga—dijo, y luego contó que ella había aceptado.

Pero la mujer no sabía que el informante trabajaba con nosotros. Él le dijo que queda trabajar con Mario y le pidió que lo ayudara hablando por él.

Efectivamente, unos días después recogieron a la mujer y como yo tenía gente en muchos puntos sobre la vía, controlamos el carro, pero finalmente no llegó a uno de aquellos puntos. Habían salido de la carretera y entraron con ella camino de la serranía a partir de una finca donde tomaron mulas y siguieron trepando, según se lo contó después al informante.

Ella fue, regresó y le dijo:

—Ya lo recomendé, el man dice que en otra ocasión sí, pero que por ahora no porque la situación está muy tenaz.

Nosotros verificamos que realmente la mujer tenía acceso al objetivo.

—Ya les he dicho que ella es la única que tiene acceso al sitio. Necesitamos llegar a ese punto, dijo el hombre.

Esa tarde volvimos a hablar con él:

—Le voy a decir a la muchacha que trabajo para ustedes que sigamos en esa onda.

Lo que planeábamos era que ella llevara un dispositivo y lo colocara al lado del objetivo, pues había dicho que regresaría a los quince días y el informante insistió:

—Esta mujer hace algunos años fue mi amiga y es una de las pocas personas que conocen el gran secreto de Mario: para tener sexo con él durante, que sé yo, horas, ella le aplica primero una inyección en.

Desde luego, antes de que regresara la mujer alistamos una mochila con el dispositivo que nos iba a dar la ubicación exacta del bandido. Eso solamente lo sabíamos Antonio —nuestro jefe—, el informante estrella y yo.

Se aproximaba la segunda subida de la enfermera y en uno de los arrebatos el informante le contó que trabajaba para nosotros, que había entregado a Los Mellizos, que iba para el exterior protegido y que recibiría un dinero como recompensa.

Parece que la mujer cerró los ojos unos segundos:

—¿Cómo así? ¿Qué es eso? —preguntó extrañada.

Silencio.

Palideció un poco, luego salió camino de la serranía llevando la mochila sin imaginarse lo del dispositivo, pero una vez arriba le contó a Mario lo que le había dicho el informante estrella. Entre otras cosas, ella había subido con el fin de delatarlo.