Acababa de caer en manos de la Policía un delincuente apodado HH o Carepollo y comenzó a hablar de la banda criminal de Mario. Él contaba una serie de historias y aspectos que para nosotros eran desconocidos, pues aunque se trataba de una organización fuerte, no se le había trabajado mucho por ser relativamente nueva.
En efecto, él fue quien nos mostró a la banda como tal y empezó por describirlos uno a uno. Los «cabecillas militares» —decía— son los hermanos Úsuga, ex guerrilleros pero también ex paramilitares y ahora traficantes de cocaína, muy cercanos al capo.
En la escala, debajo de ellos se mueven familiares de los Úsuga que manejan el narcotráfico y el control de las rutas en la zona del Golfo de Urabá. Hablaba del Flaco, Tito, Vegueta y nuevamente de los tales cabecillas militares, como dicen ellos, Giovanni y Mauricio o sea los Úsuga.
También nos describió a Moñablanca, Gavilán, Mateo Además este hombre nos dio una serie de rastros e iniciamos el trabajo de Inteligencia de abajo hacia arriba en la escala de maldades, y después de un proceso largo y detenido llegamos de forma concreta hasta las cabezas de aquel «mando militar», los Úsuga.
Lo importante es que con la información que nos aporto Carepollo tuvimos una idea un poco más aproximada a lo que era la banda de Mario.
Inicialmente teníamos pocas referencias de él: sabíamos que era hermano de un paramilitar llamado el Alemán, desmovilizado de lo que llamaban el Bloque Centauros en la inmensa llanura al oriente de los Andes, pero surgió una guerra entre bandidos y Mario huyó hacia las costas del Golfo de Urabá —zona de su hermano el Alemán— y se llevó con él a los Úsuga y a otro joven. Como los Úsuga eran naturales de Urabá, conocían la zona.
Mario se embarcó en Santa Fe de Ralito en el tema de la «desmovilización» de los paramilitares a propósito de una ley llamada de Justicia y Paz, pero en pleno proceso regresó con su gente a la zona del Golfo y allí se abrió al tráfico de cocaína utilizando la máscara de los paramilitares reinsertados en la sociedad.
Como primera medida, la banda empezó a controlarla salida de cocaína por el Golfo, cobrando gramaje, un impuesto criminal por cada gramo que sea exportado.
Mediante este sistema, Mario y su banda comenzaron a tomar cada vez mayor fuerza. Por otro lado, controlaban el negocio de la madera de un árbol llamado teca, dentro de cuyas exportaciones camuflaban cocaína, y cuando adquirió cierto poder económico se dedicó a manejar directamente el negocio del narcotráfico.
Al comienzo sabíamos una parte de la historia.
Luego iniciamos el estudio de algunos documentos que había contra él por el delito de narcotráfico y nos apoyamos en unas líneas —aportadas por varias fuentes— buscando llegar a Darío Úsuga, alias Mauricio, y a Juan de Dios Úsuga, Giovanni.
Después de muchos intentos, en un primer momento llegamos a una mujer a quien le decían Camila, encargada de manejar las finanzas de Mauricio, pero trabajándola supimos que, además, era amante de uno de los guardaespaldas del bandido y por ahí empezamos ya a acercarnos a la estructura. Es que los primeros controles fueron muy vagos, gente que les servía como transportadora, que les hacia favores, pero realmente no formaban parte de la organización como tal.
Yo estaba en el Centro de Operaciones en Bogotá y el primer contacto con la banda fue a través de Camila, ubicada en Urabá. En ese momento nuestros recursos eran limitados, tanto en personal como en medios porque se estaban trabajando simultáneamente otros objetivos de alto valor.
Gracias a ella tuvimos acceso a otros cabecillas bajo el mando de los Úsuga como Nicolás, Darío, Tubo… Bueno, en un momento dado nosotros llegamos a conocer la estructura de forma parcial, y por eso no aparecía Mario. Es que hasta ahora todo empezaba y terminaba en los hermanos Úsuga.
Le dimos varias vueltas al caso tratando de subir en la escala, a buscar el vínculo que tenía Mauricio o que tenía Giovanni con Mario y no lo encontrábamos, entre otras cosas porque Mario nunca aparecía.
Después de casi un año de haber trabajado en esto llegué a pensar que ese man no existía, o no estaba en el país, y definitivamente no me explicaba qué sucedía con él. Es que yo empezaba a controlar al que estaba más arriba en aquel momento, trabajaba buscando sus vínculos y siempre terminaba en un techo que era Mauricio.
Ya a mediados del año siguiente vi que era necesario replantear el trabajo hasta que de pronto apareció una pequeña luz: un guardaespaldas le dijo a Giovanni:
—Le mandaron un casete para que lo escuche.
—¿Qué manda decir?
—Qué bien, que sigan así, que es importante que continuemos con el control de la zona —pero no se supo por dónde lo había enviada Simplemente apareció el casete.
Eso nos confirmó que sí, que sí existía la cabeza de la banda y la información que manejábamos en ese momento era que el líder se llamaba Mario, pero… Es que nosotros, hasta no ver no creer. Sabíamos que era él pero durante el primer año nunca supimos que alguien le dijera Mario sino el Viejo.
Entonces, después de analizar una vez más las cosas y volver a intentarlo a partir de aquella luz comprobamos de forma definitiva que sí, que realmente había alguien por encima de Mauricio.
Una tarde, uno de los mensajeros dijo:
—Mandó decir la Vieja que prendan los radios de HF.
Luego todo siguió igual y hable con Antonio, nuestro jefe, y le dije:
—No halló nada, no se más, ayúdeme.
Ya había terminado el capítulo de Los Mellizos y el jefe entró a orientarme y me envió a Carlos, otro analista para que trabajara conmigo. Bienvenido. Es un hombre de gran experiencia. Es que… El trabajo de Inteligencia no puede tener el menor viso de egoísmo y hay momentos en los cuales uno debe aceptar que, hasta cierto punto, existen límites, que uno no está viendo más adelante.
Carlos preguntó qué había y le hice un recuento formal de la historia: tengo a los hermanos Úsuga que se hacen llamar Mauricio y Giovanni. Manejan la parte financiera y de narcotráfico…
Pero nuestro trabajo no consistía en manejar la estructura a través de diez, quince personas de la base. El objetivo era claro: buscar la captura de Mario.
Con Carlos empezamos nuevamente.