Antes de ser extraditado, Pablo Arauca me habló:
—Tengo mucho dinero y voy preparado psicológicamente para pagar veinticuatro años de cárcel en Estados Unidos… Pero no les voy a dar ni un dólar a los gringos… ¿Y sabe qué? Cuando salga me voy a comprar una isla y viviré allá mis últimos veinte o treinta años.
En ese momento parecía tener muy buen estado físico. Más tarde, por información especial, supimos que mucho tiempo después de la extradición, todavía lo mantenían en «el hueco» de una cárcel por agresivo, sin ver la luz, sin escuchar a nadie, sin hablar con nadie. En aquel momento a la única persona a quien había delatado era a la Mona, preso en Colombia.