ISMAEL (Oficial superior)

El resultado fue la caída del objetivo y algunos de sus pistoleros, dados de baja como respuesta al ataque. La negra y otro narco fueron capturados.

¡La negra era un travestí!

Luego de la operación contra Víctor Manuel, el segundo Mellizo, viajamos a Bogotá, el general Óscar Naranjo citó a una conferencia de prensa en la Dirección de la Policía y en ella anunció la caída del bandido.

Para entonces habíamos llegado a un testigo que luego llamamos el informante estrella. El general Óscar Naranjo conocía con detalles la historia que le había contado ese hombre y en la conferencia de prensa, luego de anunciar la caída de Víctor Manuel, agregó:

—A su hermano, Miguel Ángel Mejía Muñera, alias Pablo Arauca, lo capturaremos en algunas horas porque sabemos dónde se encuentra.

Una estrategia para hacerlo mover del sitio donde se hallaba.

El resultado fue inmediato porque, efectivamente, a raíz de aquel anuncio, el bandido se trepó en una tractomula y emprendió camino.

Yo estaba en Bogotá con parte de mi gente y los demás se hallaban en la zona donde había caído el segundo Mellizo Uno de mis agentes viajó a Cali en un avión de la Policía, allá tomó un carro y localizó a la tractomula a más de doscientos kilómetros, prácticamente llegando a Medellín. A eso de las ocho de la noche el vehículo tomó la vía que conduce a un pueblo llamado Barbosa.

Nosotros nos trasladamos de Bogotá a Medellín. A las ocho salimos con mi gente en siete carros, viajamos toda la noche y luego de amanecer alcanzamos al vehículo en plena ruta.

Unos kilómetros adelante de donde lo localizamos, el chofer se detuvo en un hotel y el oficial que iba siguiéndolo anunció que haría lo mismo, pero nosotros le dijimos que no.

—Descanse dentro de su carro.

El conductor de la tractomula durmió dos horas y reinició el camino.

Inmediatamente montamos el operativo en diferentes hoteles, en diferentes puntos claves a la espera de su paso. Unas horas después llegó a una estación de gasolina y se detuvo, yo le mandé a una persona a vigilarlo y él se quedó allí. Durmió nuevamente.

A las siete de la noche continuó el viaje y se detuvo una vez más en un motel a la orilla de la carretera.

Nosotros enviamos a una pareja de agentes a hospedarse en aquel lugar, les dieron habitación al lado de la del chofer, y un poco después entraron en comunicación con nosotros:

—Acaban de llegar dos camionetas. Se bajaron cuatro hombres.

—¿Qué hacen?

—Están hablando con el chofer de la tractomula —dijo la chica.

Permanecieron allí más de una hora.

La muchacha vio que en un momento dado se subió a la tractomula un joven y al lado de él una tercera persona, de bigote, con una pistola en la cintura.

—Están saliendo. Las dos camionetas van detrás —nos comunicó.