FELIPE (Oficial superior)

Nos instalamos en Tarazá, pero nuestra base de operaciones estaba en Caucasia, epicentro de una región muy afectada por grupos armados ilegales, pero para nosotros ésa era una ventaja: Caucasia es un pueblo más grande y por lo tanto nos ofrecía mayor cobertura, pues allí se movían muchos delincuentes y gracias a la mayor población resultaba menos probable que se generaran suspicacias.

En ese momento en aquella zona había un ciclo fuerte de erradicación de plantas de coca. Otra ventaja:

—¿Qué hace aquí esa gente? —podrían preguntar. La respuesta tendría que ser lógica:

—Deben ser los de la erradicación.

Además, sabíamos que por un lugar cercano llamado El Jardín, estaba localizada la entrada al sector donde se ubicaba el bandido.

Pronto, gracias al café de Alicia y a nuestro propio trabajo en la zona, empezamos a captar cosas tan importantes como la existencia de un hombre de seguridad del segundo Mellizo que se hacía llamar Rambo. Según la gente del lugar era el dueño de la motocicleta «más bacana» del pueblo: una moto dorada.

Efectivamente, una tarde apareció un tipo en una Yamaha DT 175 con el tanque dorado. Andaba con botas, yines, camisetas de colores estridentes, y cualquiera sabía que andaba armado, porque hacia demostraciones con una pistola cuando estaba rodeado de gente.

A Rambo le localizamos un par de camionetas que ingresaban hasta donde supuestamente estaba Víctor, el segundo Mellizo.

Aparte del café de Alicia —con el que no teníamos ninguna conexión— nosotros frecuentábamos bares y cantinas, ocupábamos mesas, algo bebíamos pero ante todo escuchábamos muchas cosas importantes. Muchas.

Una tarde, dos tipos con facha de bandidos dijeron que iban a subir a unas mujeres prepagos hasta donde se escondía el Mellizo. Nosotros montamos vigilancias en los caminos.

Las mujeres subirían a la medianoche Sus instrucciones eran tomar un taxi que las llevaría hasta Tarazá y allí se las debía entregar a un tercero. Ése era el encargado de conducirlas hasta la casa ocupada por el objetivo.

¿Qué hicimos?

—Medellín, urgente, monten un puesto de control a la salida hacia Taraza y verifiquen un taxi de tales características que trae a dos mujeres con pinta de prepagos.

Los muchachos lo hicieron y finalmente detuvieron a un tipo en un Renault Citrus, lo identificaron, no tenía antecedentes pero se trataba de un paramilitar desmovilizado, es decir que supuestamente había pactado la paz: blanco es, gallina lo pone.

—¿Cuántas mujeres vienen?

—Dos.

—¿Pinta?

—Una «P».

—¿Placas?

Como teníamos grupos más avanzados hacia Medellín, las comunicaciones eran claves.

—Punto uno: cruzó el taxi.

—Punto dos: cruzó.

—Punto tres: es suyo, lo tiene a cinco minutos. Se lo entregamos.

—Es mío, lo tomo.

Lo seguimos hasta la entrada a Tarazá. Allí se detuvo al lado de una Nissan azul, doble cabina, camioneta cuatro por cuatro Pick-Up.

En adelante el seguimiento se haría desde el aire y nuestro trabajo consistiría en marcarle la camioneta a la nave con un sistema electrónico solamente identificable desde arriba.

El avión plataforma de la Policía despegó a nuestro aviso, pronto lo escuchamos encima y nos reportamos tal vez durante unos quince minutos, pero el clima se puso en contra: cielo aparatoso, nubes espesas y desde luego, una cortina de niebla cerrada que nos hizo perder al objetivo. No había nada más que hacer.

Las prepagos regresaron a la mañana siguiente y una vez en Medellín fueron ubicadas por nosotros. Un par de días más tarde el enlace del segundo Mellizo buscó a una de ellas y le dijo:

—Véngase en avión que el señor quiere volver a verla.

La mujer llegó al aeropuerto de una ciudad a media hora de donde nos encontrábamos, fuimos hasta allá, vimos que la recogió la camioneta azul, pedimos el avión, pero mientras se ubicaba y nosotros llegábamos a Tarazá, no logramos coincidir con él y perdimos otra opción.

En esos ires y venires logramos identificar un lugar en Tarazá, donde guardaban dos camionetas Toyota Prado, la camioneta azul, carros de golf, cuatrimotos, todo esto en un municipio tan pequeño.

Punto a favor.