ISMAEL (Oficial superior)

Regresamos a la base en silencio y unos minutos más tarde apareció Antonio, nuestro jefe:

—Un momento. Aquí lo que necesitamos es una ayuda de mi Dios. Vámonos todos para misa, llegó la Semana Santa. Vámonos a rezar —dijo en voz alta.

Nos fuimos, asistimos a las ceremonias y le pedimos al Señor que nos ayudara, porque nos preguntábamos: «¿Qué está sucediendo? ¿Hay corrupción de por medio? ¿Hay infiltración? Aquí hay algo muy especial. Necesitamos la ayuda de mi Dios». El gran entusiasmo del comienzo parecía esfumarse.

Como estrategia decidimos dejar quieto un tiempo a Pablo Arauca, que seguramente no iba a regresar a ese sector, «zona quemada» la llamamos. Un día más tarde le dije a nuestro jefe:

—¿Por qué no atacamos a Víctor, el segundo Mellizo? Parece que Pablo Arauca estuviera rezado, o tiene pacto con el diablo o tiene mucha gente infiltrada en sus áreas de influencia, o hay fuga de información… Aquí sucede algo. Hemos montado varias operaciones, ¿cuántas?, ¿cinco?, ¿seis? Yo creo que fueron bien planificadas, pero se nos ha escapado.

En aquel momento realizamos un análisis profundo de lo que habíamos hecho, cómo lo habíamos hecho, por qué habíamos fallado si hubo fallas, qué factores habían jugado en nuestra contra en cada ocasión, y a la vez tomamos la decisión de esperar a que el bandido se reacomodara en algún lugar y reanudara los contactos con quienes trabajaba.

Como conclusión decidimos escoger a Felipe, un oficial, para que se pusiera al frente de la búsqueda de Víctor, en un sector que ya habíamos ubicado, una zona amplia en las escarpadas montañas de Antioquia, a cientos de kilómetros al noroccidente de Bogotá: dos poblaciones llamadas Taraza y Caucasia.

El área estaba controlada por un par de narcotraficantes conocidos como Cuco Vanoy y su segundo, apodado el Puma, quienes lo habían acogido a raíz de nuestra última operación.

Felipe es un oficial que por su profesionalismo y su responsabilidad, calculábamos, podría demorarse un promedio de seis meses estableciendo las bases, pues debía ubicarse en el sitio, conocer la zona, penetrarla, infiltrarla, trazar las tácticas iniciales, es decir, montar algo similar a lo que se había hecho anteriormente.

El oficial partió y nosotros nos quedamos en nuestra base de Mariquita, retomando los pasos de Pablo Arauca mediante nuevas informaciones, nuevos registros electrónicos y asistiendo a misa, porque Antonio, nuestro jefe, es devoto y decía que estábamos muy cerca del objetivo pero nos faltaba pedirle ayuda a nuestro Dios.

En cada oportunidad yo decía: «Señor, si Tú crees que ese señor no le conviene al país, dame la forma de capturarlo. Pero si Tú crees que es mejor dejado ir, ponme todas las trabas».

Finalizando aquella semana nos llamó Felipe:

—Ya hay indicios del segundo objetivo.

Un grupo de oficiales nos trasladamos a un lugar llamado Caucasia en aquella zona para apoyarlo y estuvimos allá analizando la nueva situación y calculando estrategias a partir de lo que se iba conociendo.

Felipe hizo un recuento de toda la labor: vigilancias, seguimientos, entrevistas con fuentes, control de las primeras zonas.

Un buen trabajo.

—En esa zona —nos explicó— el control es muy difícil. Digamos que a espaldas de donde posiblemente se haya ubicado el segundo Mellizo hay una gran red de caminos y carreteras y por alguna de estas vías se nos puede escapar hacia el norte.

El sector es demasiado amplio.

Efectivamente, eran carreteras, caminos, sendas, trochas de toda índole que el Mellizo tenía muy controladas con la gente de Cuco Vanoy. Ellos avisaban si en algún punto de aquella extensa zona se movía un ser extraño. Y si veían a alguien en esas condiciones lo seguían, le montaban un control cerrado y hasta podían llegar a matarlo. En toda esa región sé presentaban muchos casos de familiares que denunciaban la desaparición de hijos, de esposos, de compañeros de trabajo.

Y además, en torno a un punto llamado Yarumal, arriba de Tarazá, se mueven bandas de guerrilleros y allí los controles de los bandidos de Cuco Vanoy son más estrictos. Total, nos movíamos ahora en otro sector muy complicado.