RAÚL (Comando)

Regresamos al punto en tres helicópteros y entramos a la casa. Por dentro era una fortaleza en medio de la vegetación. Resultó ser una estancia cómoda con garitas camufladas para la vigilancia, trincheras, zanjas de arrastre, un par de túneles… En total eran tres niveles de construcción vertical con alojamientos bajo el nivel de la tierra, baños, comedores. Fácilmente allí podían alojar a unas ochenta personas.

Desde afuera se veía simplemente una casa de un piso hecha en madera fina, una construcción bonita, buenas habitaciones, buenas camas.

Algo característico de Los Mellizos es que a donde llegábamos, siempre encontrábamos diferentes tipos de aparatos sexuales, píldoras, ungüentos, ropa negra para sadomasoquismo, con sus amarres, esposas, látigos, máscaras que cubrían la parte alta de la cara o la cara completa, guantes… Allí había estado Pablo Arauca hasta hacia muy poco.

También encontramos revistas de actualidad y revistas de sexo que llevaban hasta el lugar las reinitas y las modelos prepago contratadas.

El tema de la alimentación también era muy específico. En las neveras había abundante comida de mar: mariscos, cangrejos, langostas, pulpo, y tortas y bizcochos llevados de Bogotá.

Allí también encontramos una especie de depósito con tres cuatrimotos grandísimas, nuevas, bonitas, para movilizarse dentro de la zona. Sin embargo no fueron capturados ni la señora ni los muchachos que cuidaban la finca.

A Los Mellizos les gustaba el deporte, entonces en los escondites en que se sentían seguros, marcaban rutas para trotar y a lo largo de ellas mantenían puestos de seguridad desde donde los custodiaban cuando salían a hacer ejercicios o a montar en cuatrimoto o en bicicletas todoterreno que siempre se hallaban en sus escondites.

En total aquella operación duró nueve días y al final dejamos una serie de controles sobre la Mona, que permaneció siempre en la casa de la piscina, a unos cuatro kilómetros de aquella fortaleza.