Realizamos análisis basados en la última experiencia y en el cúmulo de informaciones que estaban expresando campesinos de la región y una serie de informantes de diferentes sitios, y finalmente resolvimos planificar la forma de caer nuevamente sobre el objetivo.
Llegó entonces una época muy importante para todo el mundo: la Navidad. Salen los niños de sus colegios, quieren estar con sus familias, una persona que ha estado escondida durante todo un año quiere ver a sus hijos, a sus mujeres, y, desde luego, baja la guardia al calor de ese sentimiento que es parte de nuestra cultura.
Eso era muy importante para nosotros, porque las comunicaciones por radio y por teléfonos portátiles fueron mayores: ahora hablaban de reuniones, hablaban de fiestas, de paseos en tal fecha y a tal parte a lo largo de aquel sector.
El dilema era cómo llegar sin ser detectados por sus anillos de seguridad. Algunos oficiales propusieron caracterizarnos como campesinos; otros, entrar como simples excursionistas, o como turistas, pero todas resultaban situaciones de peligro, pues, de todas maneras resultábamos fáciles de detectar. Debíamos pensar en una estrategia mejor calculada. Al final, nuestro jefe dijo:
—Entremos uniformados. Tomémonos esas montañas ¿Cuánta gente necesitamos?
Estudiamos la situación y concluimos:
—Ochocientos hombres.
Él habló directamente con el general Óscar Naranjo, director de la Policía, y la operación fue autorizada:
Tropa, Hombres Jungla, Escuadrones Móviles de Carabineros, Policía Judicial, personal de Antinarcóticos, pilotos, helicópteros, raciones de campaña por tratarse de una operación sostenida durante unos ocho días.
Debíamos comenzar por patrullar, irnos acercando y cubriendo todas las brechas, los senderos, hasta los pequeños espacios que dejaba la vegetación baja dentro del bosque por los que tratara de escapar Pablo Arauca.
Total, llegamos a Santa Marta un veintidós de diciembre y de cada uno de los departamentos vecinos a la zona empezaron a mandar Escuadrones Móviles de Carabineros. Nosotros llevábamos efectivos de Bogotá, y los reuní en la cancha de fútbol del cuartel antinarcóticos de Santa Marta:
Ésta es una misión de la Policía. Se trata de tomamos una porción de la Sierra Nevada. La montaña se llama Machete pelao.
Llegamos allá en los helicópteros y empezamos a mandar los grupos a diferentes sitios estratégicos en las cimas. Es decir, hicimos una especie de cuadrilátero enviando gente a cada uno de los puntos cardinales y a la zona central, y empezamos a avanzar, a avanzar sobre el objetivo y a esperar alguna reacción.
Efectivamente, en las crestas de las montañas empezó todo el mundo a esconderse, a esconder fusiles, a esconder uniformes y a salir de allí vestidos como simples campesinos.
Obvio que los Mellizos vieron que se trataba de un ataque frontal y se replegaron hacia la cumbre Nosotros empezamos a subir. Era una zona muy complicada, muy difícil por lo escarpada, por la vegetación baja muy apretada dentro del bosque que también es compacto y nosotros no podíamos utilizar sendas ni caminos porque nos desviábamos del cerco que veníamos cerrando.
Cuando habíamos completado tres días, recibimos una llamada de mi general Naranjo. Preguntó cómo iba la operación, en dónde estábamos y me dijo:
—Vuele a Santa Marta, lo espero en el aeropuerto. Necesito hablar con usted porque va el señor Presidente.
Allí llegó prácticamente toda la cúpula militar de ese sector, le conté al señor Presidente en qué tarea estábamos, cuánta gente llevábamos y él preguntó:
—¿Necesitan más efectivos?
—Sí, señor.
Le dio la orden al comandante del Ejército y nos dieron quinientos hombres.
Entraron a la Sierra y dos días más tarde había resultados: el anillo de seguridad y el hombre de confianza de Los Mellizos se habían enfrentado con una patrulla mixta de Ejército y Policía, habían sido dados de baja y capturados cinco hombres importantes.
En ese momento el objetivo vio que la cosa era en serio. Tres días después un informante dijo que, ante el acoso, Pablo Arauca estaba planeando salir de la región.
Estando cerca de la cumbre, mediante los controles técnicos supimos que alguien pensaba sacar al objetivo de la Sierra y montamos un operativo sin mover a la gente de sus posiciones.
Es decir, sacamos de allí al grupo especial Bandas Criminales y montamos en la planicie que circunda la Sierra puntos estratégicos para controlar el recorrido previsto durante la escapada. El escenario fue la carretera principal que viene de Santa Marta y va hacia la frontera con Venezuela. Todo ese sector era de ellos.
Pablo Arauca quería salir de las montañas y llegar hasta alguna finca en las fierras planas; su situación era muy difícil puesto que no habíamos retirado a nuestro personal de sus posiciones.
Total, nosotros pasamos Navidad arriba, en la región no se celebró ninguna de las fiestas que habían anunciado con anterioridad, todo se apagó y nosotros pasamos esos días alimentándonos con raciones de campaña.
Luego de aquella operación vimos que estábamos en desventaja operacional en esa zona, por topografía, por clima, por control. Porque es quebrado, porque es muy selvático, porque es muy difícil andar por ese territorio: un nudo de montañas, seos muy empinados, rocas, precipicios, estrechos; un terreno por el cual es necesario llevar cuerdas, ganchos y picas para poder escalar. La zona selvática lo dificulta todo.
Pero, además, el ingreso por aire es irregular. Muchas veces resulta casi imposible porque las montañas se cubren de nubes: ésa es su naturaleza. Los bosques tropicales a partir de cierta altitud están asociados con la niebla y nosotros volamos en aeronaves que trabajan visual, de manera que generalmente se manejan riesgos de accidente muy altos.
En esas condiciones, desde luego la altura tampoco nos favorecía, porque cuando la Sierra se cubría no podíamos hacer reconocimientos aéreos ni obtener imágenes de lo que se hallaba abajo.
Todo eso nos llevó a tratar de sacar al objetivo de esa zona. Ahora sabíamos que el Mellizo ubicado en su búnker de Machete Pelao era Miguel Angel, o sea, Pablo Arauca, y a él no lo podíamos dejar allí. Si el tipo se nos quedaba en esa zona iba a ganar la guerra. Podríamos volver cincuenta veces, pero cada una iba a tener una alternativa de escape Hasta ese momento estábamos perdiendo nuestra opción de operar allí, por lo tanto nuestro camino era copar la Sierra y buscar que el objetivo se fuera para donde quisiera, pero que se fuera.
Trazamos entonces una zona de operación con un punto de referencia, similar en área a Israel. Allí metimos seiscientos hombres que eran muy pocos para una guerra tan grande. Sin embargo, esos seiscientos comandos empezaron a insertarse en diferentes puntos siguiendo unos caminos trazados con anticipación, en los cuales cada patrulla debía recorrer diez kilómetros lineales haciendo una especie de operación rastrillo durante diez días continuos. Días de Navidad. Noche de Año Nuevo.
Esta fase de la acción generó apremio sobre el objetivo. Teníamos claro que ésa no era la jugada de su captura, pero íbamos a desestabilizarlo y así lograríamos sacarlo de la Sierra.
Como resultado, él se fue de aquel lugar.
Nosotros operábamos en las montañas, pero algunas veces nos sacaban hasta la costa en los helicópteros, allí nos poníamos trajes de civil, tomábamos nuestros automóviles particulares y nos dedicábamos a hacer seguimientos y vigilancias de lo que iba apareciendo importante por las líneas, porque era lógico que aquellas personas tenían que recurrir a otros sujetos, por ejemplo a Pedro que ahora se encontraba en Santa Marta.
Bueno, transcurrieron varios días en aparente quietud, si se puede hablar así, al cabo de los cuales no logramos saber cómo salió de aquella zona Pablo Arauca. Calculamos que en alguna embarcación porque las bases de la Sierra penetran dentro del mar.
En aquellos días, surgió una información importante en Valledupar, nos fuimos para allá y luego de una noche logramos la captura del secretario de finanzas de un bandido llamado Jorge Cuarenta. Eso fue grandioso porque él tenía en su poder un lamento muy importante que describía con pelos y señales a las banda Los Nevados y gentes del Estado a su servicio.
Dentro de la comisión especial de Bandas Criminales estaban el grupo de Estupefacientes, el de Lavado de Activos, el de Extinción de Dominio y Delitos contra la Administración pública, pero a la hora de la verdad éramos un solo equipo de trabajo y nos ayudábamos unos a otros.
Por ejemplo, con Sebastián nos conocíamos desde hacía trece años, con nuestro jefe el mismo tiempo, de manera que todos hemos trascendido del ámbito laboral al ámbito personal, y superiores y subalternos somos más amigos que en muchas oportunidades.
Por ese motivo tenemos la tranquilidad de poder expresar nuestras inquietudes, nuestras dudas, nuestras sugerencias. Yo creo que eso es lo que nos lleva al éxito Somos un grupo en el cual todo el mundo aporta, por pequeña que sea, alguna idea, algún plan, alguna estrategia en un momento determinada Eso puede ser lo que ha salvado las operaciones.