Ellos comenzaron a incursionar con los semisumergibles, o semisubmarinos, mucho antes de ubicarse en la Sierra Nevada al lado del mar. Estas embarcaciones zarpan del océano Pacífico —Colombia, país bañado por dos mares— y se le pegan por debajo del casco a los grandes buques que van a Europa, o «contaminan» —como dicen ellos— a los barcos en alta mar.
Los Mellizos llegaron a amasar una fortuna inmensa y, según decían en aquel medio, su vocación era evitar conflictos con alguien. Solamente les preocupaba concentrar su poder en enviar cocaína al exterior.
El más promiscuo de los dos era Víctor, el segundo Mellizo: tres mujeres, cada una con varios hijos. A todas las mandaba a que dieran a luz en Canadá o en Estados Unidos con el fin de conseguir otras nacionalidades para sus hijos.
A su última compañera la controlamos en Canadá a través de la Policía local y a su regreso a Bogotá le acondicionamos sistemas electrónicos en su vivienda: una pareja de nuestros muchachos vivió en un apartamento vecino al suyo en la capital… Las controlábamos a todas. Sabíamos para cuál de ellas eran los correos que llegaban y conocíamos los autos que les traían casetes y CD. Ése era su principal medio de comunicación con las mujeres.
En el último mensaje que le interceptamos a Pablo Arauca, le decía a su compañera que había un terreno de más de diez mil metros cuadrados para construir bodegas y que el dueño era una persona sana:
—Habla con mi suegra y vendan la propiedad tal, y la propiedad cual y construyan allí. Calculo que la renta mensual de aquello debe estar hoy por encima de los cincuenta millones de pesos —le explicaba.
Pero, además, estos tipos invertían mucho en obras de arte. Una barranquillera, mujer de Víctor, las guardaba, y recibía relojes de cincuenta mil dólares que él le regalaba, se los ponía un rato y decía que ya no los quería más. Tenía veinticinco, todos con diamantes. Las obras de arte certificadas eran de cinco, de diez millones de dólares. El tipo invertía mucho en esta clase de lujos pensando en el futuro de sus hijos.
La organización de estos hombres era muy grande, como se dice, «a nivel militar». Los Mellizos manejaban más diez departamentos, de manera que unificaban la zona del Caribe con muy buena parte de la frontera con Venezuela, posiblemente el corredor más importante del país. Y a nivel narcotráfico, monopolizaban tres departamentos sobre el océano Pacífica Ya en aquel punto, ellos no movían una tonelada de cocaína. Movían de ocho hacia arriba.
Nosotros muchas veces sabíamos que les habían decomisado dos toneladas, dos toneladas y media, y respondían:
—En unas se gana y en otras se pierde. Sigamos adelante. Nunca hablaban de lo que se les había caído sino de lo que debían recuperar. Eso lo dejaban en manos de la Mona: dinero, autoridades, políticos… Usted sabe.
La Mona se conoció con el Mellizo en una cárcel de Cali A pesar de ser tan despectivo, Pablo Arauca confesó alguna vez que la Mona era «un buen muchacho», como decía él.
Luego la Mona se escapó del penal y los dos empezaron a trabajar en extensas zonas aledañas al océano Pacífico. Años después, Los Mellizos compraron otro bloque paramilitar. Vencedores de Arauca, y extendieron su dominio casi a lo largo de toda la frontera con Venezuela.
Víctor; el segundo, procuraba andar con mujeres bellas, iba a Argentina, a Atenas, a Italia a comprar ropa, en general viajaba por todo el mundo con documentación falsa. Le gustaban el buceo, el mar, la pesca, los buenos caballos, la ganadería.