ROBERTO (Oficial de Inteligencia)

El Paisa se convirtió en un objetivo de alta prioridad para el mismo Estado a partir del secuestro de los dos personajes durante una marcha por la no violencia.

Por trabajo de Inteligencia posterior, se estableció que él había sido el secuestrador de acuerdo con su área de influencia. A partir de allí se comenzó a mirar realmente quién era ese personaje dentro de la estructura guerrillera.

Un año después se materializaron las muertes de los secuestrados y de miembros de la Fuerza Pública, y este hombre fue determinado como un blanco importante dentro de la delincuencia.

A partir de allí pasaron algunos años en que estuvieron Ejército, Policía y Fuerza Aérea buscándolo, pero todas las operaciones resultaron fallidas pues la gente comenzó a verlo por todos lados y resultaba muy difícil empezar a valorar información porque los testigos decían que lo veían en Urrao un día, en Frontino otro —poblaciones en Antioquia—, o en Vigía del Fuerte, hacia el litoral del océano Pacífico.

Cuatro años después se comenzaron a tener informaciones un poco más concretas sobre su ubicación, pues había retomado las actividades de extorsión directamente y ningún comerciante, transportador o dueño de algún vehículo en el área se salvaba de sus exigencias.

Por ejemplo, él y su grupo manejaban un censo de los carros que transitaban por las vías de la región y debían pagar lo que la guerrilla llama «vacuna». Una vez entregaban el dinero, les daban un papel con la matrícula del carro, certificando que estaba al día en sus obligaciones.

En ese momento comenzamos nuevamente a enfocar esfuerzos en aquella zona, después de tres años de una información fraccionada y sin operaciones de éxito.

Como en buena parte de estos casos, el grupo de agentes de Inteligencia encabezado por un oficial partió de una pobre base de datos cuando llegaron a sus manos arrumes de documentos y de grabaciones con comunicaciones radiales en torno al objetivo, realizadas durante siete meses.

En el centro del grupo se movía Mariela, una analista que recibía la información y tejía con ella una telaraña compleja y extensa, con base en la cual sus superiores planificaban las jugadas en cada paso de una verdadera partida de ajedrez.