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¿Y qué es esto? Esto es el Verídico informe sobre la ciudad de Bree. ¿Qué son estas notas, tomadas a lápiz, parcialmente a máquina, con pausadas correcciones que atenúan la fluencia del texto? ¿Cómo unir estos trozos que flotan como glóbulos en el aire geométrico? ¿Qué es esto? ¿Dónde encontrar la voluntad que dé con el hilo de lo maravilloso? ¿Cómo fabricar un espacio irregular y concreto donde estas ensoñaciones, estos anhelos, estos fragmentos dispersos quepan? ¿Cómo construir un espacio irracional donde el Verídico informe se transforme en accidente, en despojado esqueleto de la realidad? Me asalta un argumento imaginario: alguien es asesinado, el detective descubre que la víctima estaba escribiendo una novela, y decide completarla. Luego el detective muere en los avatares de la imaginación, y otro detective, o eventualmente un policía, encuentra el manuscrito y empieza a trabajar sobre él. Después matan al policía y etcétera. Así se podría construir una novela policial infinita, siempre inconclusa, y siempre expandiéndose sobre la cadena de muertes sucesivas. ¿Y esto? ¿Qué es esto? Esto es el Verídico informe sobre la ciudad de Bree. Las claves del crimen están aquí, las pequeñas llavecitas, el perfumado delirio. Porque uno busca lo insólito, las pistas, las huellas, y sólo encuentra ciudades, ciudades inverosímiles, con altas torres de significado confuso, bajo cielos primitivos, donde aún se palpa la incertidumbre de la Creación.

El comisario inspector sacude la cabeza con desesperanza. — Es lo que yo decía. Usted ya convirtió este inocente asuntillo en una novela. Y, para colmo, no tengo más remedio que participar en ella. ¿Se acuerda de ese cuento en el que me metió a la fuerza y que ya estaba publicado antes que yo pudiera evitarlo? Así que me temo que es ta vez tampoco pueda hacer nada.

Déle, empiece nomás.