Agradecimientos

Este libro se debe inicialmente al empeño de Ana Rosa Semprún, Santos López y Raquel de la Concha. Mi deuda con ellos abre este mínimo inventario de reconocimientos.

Mi gratitud hacia el comportamiento ejemplar de algunos responsables de archivos. En la Fundación Universitaria Española, todo fueron facilidades. La misma disposición encontré en el Archivo Histórico del PCE, especialmente por parte de su directora, Victoria Ramos. De emocionante puedo calificar el apoyo de todos los encargados y trabajadores de los Archives Départementales de L’ariège (Foix), que, sabiendo de mi domicilio lejano y de mis urgencias, dedicaron todos los medios humanos y materiales —con la inestimable colaboración de varios de los investigadores presentes— a conseguirme la documentación requerida. No guardo, por lo demás, reproche alguno de los otros establecimientos culturales que visité.

En Francia conocí a republicanos o descendientes de exiliados dispuestos a facilitarme la tarea de recuperar la memoria del destierro. Mi reconocimiento a Luis Díez y Vida Zabraniecki, hijos de exiliados. Doy las gracias asimismo a los guerrilleros que compartieron su tiempo conmigo, y destaco entre ellos a José Antonio Alonso, Ángel Álvarez o Narcís Falguera. También a José Goytia y a Pedro Galindo, que no podrán leer este libro; la muerte les citó después de tantas aventuras y desventuras. Mi recuerdo para Jeanne Samaniego, una española recalcitrante, esposa del guerrillero «Paco», que hilvanó sus recuerdos y me proporcionó interesantes documentos.

Mi gratitud a Roberto Fernández, Javier Cuesta, Wenceslao Álvarez Oblanca, Félix Maraña y Julio Llamazares. Me consiguieron direcciones y bibliografía y documentos; leyeron el libro y aportaron observaciones inteligentes; y sobre todo me renovaron una amistad de años. Un recuerdo agradecido a Jan Pohl, dispuesto siempre para aclararme los significados de los términos en alemán.

También a las personas más cercanas, que aguantaron estoicamente la absorbente tarea de escribir esta obra en el tiempo libre, y que pasaron de preguntarme «qué tal va el libro» a interrogarme sobre «cuándo terminas eso». Siempre con humor y amor.