No es del todo aconsejable que la cara de la Sábana Santa sea finalmente la de Jesucristo. De ser así, una vez perfectamente escaneada y reconstruida en 3D, el fanatismo religioso, sumado al estético-cirujano, haría que multitud de personas decidieran operarse a fin de tener esa misma cara que es mejor desconocer para que permanezca como un rostro que cambia dentro de cada uno de nuestros rostros y que al mismo tiempo es el mismo rostro. Como un fractal que, en definitiva, se reinventa en la complejidad humana.