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Chii-Teen está hojeando artículos de periódico antiguos, recortes de los que ha ido haciendo acopio a lo largo de años. Todos guardan relación con ciertos temas de física, y en concreto con algún aspecto, sea teórico o experimental, de la detección de los neutrinos, o con la ciencia ficción, y especialmente con los actos celebrados en el Museo de Ciencia Ficción de Pekín que él dirige. Tales días como el de hoy, en los que no trabaja, se queda en su casa, un chalet en un barrio residencial, y pasa el día tomando baños tibios, leyendo, viendo películas o pensando acerca de esos baños tibios, de esas lecturas, y de esas películas, aunque siempre termina relacionándolo todo con lo mismo: o la ciencia ficción o la detección de neutrinos. Dado su precario estado de salud, los médicos le han aconsejado un ocio alejado de las emociones fuertes, de baja intensidad para el by-pass que desde hace 3 años se aloja en su corazón. Pero hoy ha ocurrido algo que le ha desviado de esa trayectoria. En la cara posterior de uno de los recortes de periódico ha encontrado una foto en la que se ve a un pintor entrado en edad, sin duda occidental, de aspecto distinguido, pelo engominado y bigote, que parece estar trabajando en su estudio. No llega a entender muy bien el hecho de que esa estancia en la que se halla el pintor, esté llena de botes medio abiertos con la pintura desbordada en manchones hasta el suelo, pinceles de todos los tamaños en aguarrás, que el pintor lleve puesta una bata de trabajo también salpicada de chorretes de colores pero que, sin embargo, esté trabajando sobre un lienzo en blanco, sin manchar en absoluto, procurándole con un cutter rajas verticales a la tela, sólo eso, rajas verticales. De pronto Chii-Teen entra en un elevado estado de excitación, piensa en la posibilidad de la existencia de un cuerpo sin mente, en la posibilidad de que todo el estudio y la bata del pintor y toda la espesa masa de pintura que allí se ve sea un cuerpo separado de la mente pura, cartesiana, sin carne, que vendría a ser ese lienzo en blanco sobre el que trabaja con el cutter, Al contrario de lo que siempre ocurre, se dice Chii-Teen, es el cuerpo quien está agrediendo a la mente. La posibilidad de esa separación entre la materia y el espíritu no era algo nuevo, ya lo había meditado en alguna ocasión, Está claro que una mente sin cuerpo, se decía, sería inmortal, igual que si pudiera construirse un software sin su correspondiente hardware, éste funcionaría para siempre. Pero sólo la contemplación de esa fotografía, de ese hombre solo y automático como un neutrino en el espacio vacío rasgando una tela también sola y vacía, sólo la intuición tan claramente materializada de la colisión allí de dos fuerzas, una telúrica y la otra àurica que buscaban separarse en el estudio del pintor, sólo esa casualidad de esa tarde de domingo que vino acompañada de un doloroso y arrítmico bombeo en una válvula de su corazón, le llevó a la certeza de que 1) decir «ciencia ficción» es una redundancia porque toda ciencia es ficción, y 2) que el próximo domingo se dedicaría a una actividad menos peligrosa, por ejemplo, ver aquellas inocentes fotos de su ex mujer en las que la mente y el cuerpo estaban aún tan juntos y revueltos como las heces y la orina en la deposición de una gallina.