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Hace 3 días que nadie para a repostar. Fernando se entretiene hojeando las revistas que tiene a la venta en el expositor, montadas en hilera unas sobre otras porque así le recuerdan al lomo escamado de un pez. Tiene entre sus manos el número de hace 6 meses de Letras Libres, «El pasado es lo que recordamos del pasado, y ese recuerdo es una miscelánea de fragmentos que ahora, en el presente, pegamos y atamos. Así, el pasado no existe, sólo existe el presente en el que esa composición emulsiona siguiendo sus propias reglas para hacerse también presente. Pero hay algo más terrible todavía: si ni siquiera existe el pasado, ¿cómo entonces puede existir el futuro? Incluso esa ciencia llamada Futurología habla de lo que nunca existirá, porque si no, por definición, dejaría de llamarse Futurología. En un desierto Presente nos movemos delimitados por esos dos espejismos, El Pasado y El Futuro». Y al final de la hoja, a renglón seguido, Fernando agarra un BIC y escribe: «En efecto, de la misma manera que lo terrible del 23-F no fue que un espontáneo con bigote tomara al asalto el Congreso de los Diputados (está en nuestra Historia el asilvestramiento, lo necesitamos para mantener la identidad), sino que lo terrible fueron los disparos de arma reglamentaria que recibieron los albañiles que estaban reparando el tejado». Arranca la hoja y la tira a un lote, a su derecha, con el que hará grandes bolas de papel.