56

Faltaba un poco de energía para que el modelo propuesto como explicación a la reacción nuclear de la desintegración beta fuera exacto. Nadie sabía dónde iba a parar esa energía. Pero los científicos poseen una creatividad demasiado fantástica como para detenerse en menudencias, y así, en 1925, el físico teórico Wolfgang Pauli postuló la existencia de una nueva partícula casi fantasma llamada neutrino, sin masa y sin carga eléctrica, que sería la que se llevaría la misteriosa energía que faltaba. Se pusieron a buscarla. Inicialmente se construyó un detector de neutrinos en Dakota del Sur, y hace 5 años otro en las cercanías de Pekín, siempre en las profundidades de alguna mina para evitar contaminaciones de otras partículas que llegan del sol. Consiste en un grandísimo estanque de agua, como un edificio de 6 pisos, en el cual cualquier impureza que se colase, animal, vegetal o mineral, arruinaría el proyecto, y que, efectivamente, detecta 1 o 2 neutrinos por año. Visto de un golpe, su color es azulado, más azul que cualquier playa marina que se haya visto. Hace tiempo que a Chii-Teen, el físico al cargo, dentro de ese búnker de purísima agua le parece ver racimos de algas que después desaparecen. Pero hoy ya ha visto la cola de una sirena.