Está descrito que la materia, los objetos, todo lo que vemos, son grumos, catástrofes ocurridas en el espacio plano, neutro e isótropo que había en El Principio; son las llamadas Catástrofes de 1.ª Especie. Cuando a uno de esos objetos un agente extraño lo saca de su equilibrio, se inclina por algún destino impredecible arrastrando consigo a otros circundantes o muy lejanos, como una fila de fichas de dominó en la que la primera golpea la siguiente. A esto lo llamamos Catástrofe de 2.ª Especie. El desierto, por plano e isótropo, es el lugar menos catastrófico, salvo cuando la quietud se rompe y un escarabajo arrastra una piedra, o en un pliegue nace una hierba, o un álamo encuentra agua y crece. Después, un gasolinero de una estación de servicio del desierto de Albacete mata el tiempo haciendo bolas de periódico del tamaño de un balón de playa y lanzándolas al llano más allá de la carretera. Piensa que así se parece más al desierto americano, con sus rodantes bolas de espinos. Grumos de papel, información que se desplaza errática y sin receptor dibujando los diversos teoremas que rigen la propagación del viento. Y esto, obviamente, también es una Catástrofe de 2.ª Especie.