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Deeck es un internauta danés. Esto carece de importancia porque los internautas no tienen patria. Nació y creció en Copenhague, pero se trasladó a los 18 años a un pueblo industrial, en el cabo más al norte, que abastece de hombres a la mayor fábrica de galletas del país. Trabaja en el turno de tarde y por las noches navega en la red o diseña páginas web para él mismo sin otra finalidad que reírse satisfactoriamente de sí mismo. Se lo toma muy en serio. Vive solo. Ahora que han prohibido fumar se ha aficionado a fumar. Comenzó haciendo una web en la que exponía las fotografías de sus peculiares cuadros, hechos éstos únicamente con chicles masticados que iba pegando al lienzo. Desarrolló dos líneas estéticas.

1) Paisajes nórdicos: naturalezas nevadas con, como mucho, el arquetipo de una ciudad o una persona al fondo. Para eso nada mejor, aseguraba, que los chicles tecnológicos, planos, sin puntas, casi conceptuales, sin azúcar, como la Menta de Trident, que masticada parece casi blanca, con una intención crema para la nieve sucia de los altiplanos, y la Menta de Orbit, verde pálido, masticada 3 minutos, para las emersiones de hierba que motean la nieve o los abetos del fondo. O el también Trident Special de clorofila a la hierbabuena, de un verde casi marrón tras 4 días de mascado, al que además se le forman una colección de gránulos muy apropiados para representar figuras que requirieran textura, como las humanas muy alejadas o ciudades también casi esquemáticas.

2) Rubias explosivas: para éstas se valía de chicles gruesos, de kiosco, muy azucarados, infantiles [por eso a los niños les gustan mucho las rubias, pensó un día antes de acostarse]. Entonces, los chicles de banana Bang-Bang muy poco masticados para el pelo rubio, los de fresa ácida Cheiw muy masticados para la carne del pecho, y esos mismos apenas metidos en la boca, tras la inmediata reacción con la saliva, para las piernas más agranatadas, o los de Coca-Cola para los labios, ojos y pezones, están entre la materia prima más usada. En la web donde exponía sus cuadros, mediante un link de Datos Técnicos, se accedía a toda esta información. Pero ésa y todas las restantes webs que ha ido creando, las fue abandonando progresivamente por la que constituye desde entonces la única ocupación de su tiempo libre: fotografías encontradas. Gente de todo el mundo le envía por la red cualquier fotografía a condición de que en ella se retraten figuras humanas y haya sido encontrada, especificando el nombre de quien la envía y lugar de aparición. Se levanta de la cama, son las 2 de la tarde. No se ducha para no llegar tarde al turno, que comienza a las 3. Se sienta en la cocina, la formica de la silla está helada; antes ha puesto a calentar café. Se mira las botas. Ni el día que las compró le gustaban. Se descalza y las tira al fuego de la chimenea. Con el tiempo quedarán sólo los hierros destemplados que dan rigidez a las suelas. Coge un piso de galletas de las que fabrican en la cadena y moja en el café; tienen tanta mantequilla que aparece en flotación un archipiélago de espejos. Cierra la lata. En la tapa circular hay dibujado un abeto cargado de bolas de navidad. Enciende un cigarro.